La noticia de la retirada de Soledad llega hasta América y es recogida por la prensa neoyorquina:
“Soledad Miralles, la atractiva bailaora morena que decidió intentar dedicarse al toreo profesionalmente, ha abandonado la idea. Dos costillas rotas, tras perder un combate con el toro, la han hecho cambiar de idea” (Daily Sentinel, 27-8-1935). (1)
Una vez recuperada de sus heridas, Soledad vuelve a los escenarios. En septiembre se presenta en Zaragoza y un mes más tarde en Barcelona. En abril de 1936 se anuncia en el Teatro Duque de Rivas de la capital cordobesa “SOLEDAD MIRALLES, la más sensacional revelación del arte coreográfico” (Diario de Córdoba, 21-4-1936).

Soledad Miralles junto a otras artistas (Heraldo de Madrid, 21-6-1933)
En mayo, la bailaora se presenta en el teatro de la Zarzuela de Madrid, junto a un elenco de artistas en el que destaca Conchita Piquer. En esa misma sala vuelve a actuar en los meses de julio y octubre. Otros locales madrileños en los que puede verse a Soledad en esa época son el Circo Price y el Teatro de Fuencarral. Éstas serán sus últimas actuaciones en España antes de partir para el exilio.
Su etapa americana
Su destino es el nuevo continente. Allí coincide con grandes figuras de las artes españolas, como Salvador Dalí y su esposa Gala, o La Argentinita y su hermana Pilar López. Según Carlos F. ‘Seda y Oro’, durante su estancia en los Estados Unidos, Soledad Miralles “fue requerida por el Presidente Roosevelt para ofrecerle una gran gala en la Casa Blanca, siendo la primera bailarina española que tuvo ese honor y asombrando con su arte en la mansión presidencial ante un nutrido ambiente de altas personalidades” (El taurino gráfico, 1987).
En diciembre de 1938, “la gran bailarina y gitana auténtica, Soledad Miralles” se presenta en el local Montparnasse de Guadalajara (México), junto al guitarrista Guillermo Arcos (El Informador, 27-11-1938). Al año siguiente, su nombre empieza a aparecer en los periódicos neoyorquinos. En agosto de 1939, The Saragotian la sitúa en un club de Greenwich Village:
“Una famosa campaña para legalizar el toreo en Nueva York ha experimentado un fuerte impulso en los últimos meses. […] Pero ahora el sexo ha tomado parte en el asunto porque desde una España devastada por la guerra llega Soledad Miralles, una de las pocas mujeres toreras en el mundo latino. Además de ser graciosa, la Señorita Miralles es sumamente guapa, obviando los músculos bajo su moreno torso curvilíneo. Por lo pronto, la Señorita debe aplazar su inclinación por el toreo, así que se dedica a bailar en un club nocturno de Greenwich Village” (29-8-1939).

Soledad Miralles, Pilar López, La Argentinita, Dalí y otras personalidades (El taurino gráfico, 1987)
Por otra parte, The New York Sun publica la oferta realizada por el Sr. Collada, propietario del club español ‘El Chico‘, quien promete entregar mil dólares en metálico y comidas gratis en su local durante un año a quien demuestre que “la nueva estrella del local, Soledad Miralles, no es una distinguida torera”.
Unos días más tarde, el periódico recibe la carta de “un caballero que firma como Luis Sariego”, quien afirma lo siguiente: “Fui a España y oí mencionar el nombre de Soledad Miralles como una gran bailaora de flamenco, pero nunca como una torera” (1-9-1939). En respuesta a este desafío, el Señor Collada aporta la siguiente información, sobre las fechas y lugares en que Soledad se puso delante del toro:
“El 17 de octubre de 1934, mató dos toros en la plaza de Tetuán, con Domingo Ortega, uno de los ases de los matadores españoles.
El 20 de junio de 1935, mató dos toros en la plaza de Madrid.
El 23 de junio de 1935 mató dos toros en la plaza de Málaga.
El 30 de junio de 1935 mató dos toros en la plaza de Vinarós.
El 27 de julio de 1935, en la plaza de Alicante, mató dos toros.
El 28 de julio de 1935, mató un toro en Alcoy. Allí fue herida y pasó un mes en el hospital.
El 2 de septiembre de 1935, en la plaza de Zaragoza, fue herida de gravedad y pasó tres meses en el hospital.
LA GUERRA SE INTERPUSO
Estaba contratada para otras veinte corridas, en el verano de 1936, pero, por desgracia, no pudo seguir con su carrera de torera por la guerra civil española” (The New York Sun, 6-9-1939).
Como se puede ver, la información proporcionada por el empresario de “El Chico” sólo coincide en parte con los datos recabados en la prensa española, que nos hacen dudar de esa segunda cogida en tierras zaragozanas, ya que son varias las actuaciones de Soledad que aparecen documentadas en los meses de septiembre y octubre de ese año.
Según el Daily Sentinel, la Miralles permanece en este local unas seis semanas. Un artículo firmado por George Tucker nos permite hacernos una idea del tipo de bailes que ejecuta. Según parece, uno de los números de su repertorio podría guardar cierta similitud con el baile del torero, que décadas atrás hizo famosa a La Cuenca:
“Ahora en América no hay corridas de toros a la vuelta de la esquina o del vestuario de la sala de variedades, y por eso la clara gracia y la volátil fugacidad de movimientos con la que los toreros y toreras evitan ser corneados han sido incorporados por esta señorita en una serie de nuevos bailes con la capa, en los que ella representa el toreo sin el toro. […] No obstante, el baile de la capa sólo es una pequeña muestra del repertorio de la Señorita Miralles, que es morena, de ojos negros y endiabladamente rápida, y que es incapaz de permanecer sentada desde que la orquesta empieza a tocar. Le encantan los flamencos que fueron llevados a España por los moros siglos atrás. Cada uno de estos bailes cuenta una historia. Algunos deben ser pequeños cuentos trágicos de amantes afligidos, pues cuando los baila ella nunca se ríe. Otros deben ser sagas de victorias, pues sus ojos brillan y sus dientes resplandecen como el Puerto del Sol con el sol del mediodía. Y hay uno que ella no explicará pero que tiene un significado especial, porque cuando lo baila Ben y yo ya no estamos allí, al menos para ella. Su espíritu parece salir flotando por la ventana y no regresa hasta que termina la música. Entonces la señorita Miralles regresa al presente y vuelve a estar entre nosotros. La señorita Miralles estará aquí unas seis semanas por insistencia del Señor Collada, que quiere su talento para El Chico, un muy conocido santuario sagrado para los oprimidos de espíritu que desean relajarse con un poco de comida española, y quizás con un poco de charla española y una gotita de vino español” (Daily Sentinel, 14-9-1939).

Soledad Miralles durante su etapa como torera (Crónica, 18- 8-1935)
En 1943, volvemos a tener noticias de Soledad Miralles, que se presenta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York junto con la compañía de Encarnación López, la Argentinita.
“El programa incluirá el ‘Homenaje a Lorca‘ del compositor mexicano Revueltas y un cuadro flamenco, ‘El Café Chinitas‘. La bailarina será acompañada por Carlos Montoya, guitarrista, y Pilar López, Soledad Miralles, Antonio Cobos, Dorita, José Greco, Valero, Manolo Vargas y Paco Lucena, bailaores” (New York Post, 27-5-1943).
A lo largo de su carrera, Soledad Miralles ha participando en distintos festivales benéficos para apoyar diferentes causas. En 1946, desde Nueva York, la artista vuelve a dar muestras de su gran generosidad, al poner en marcha una campaña a favor de la que fuera su maestra: “La bailarina española Soledad Miralles ha iniciado una suscripción en favor de la famosa bailaora de flamenco Juana ‘La Macarrona’, que, como es sabido, se encuentra en gran estado de pobreza en Sevilla” (ABC, 7-4-1946).
Su regreso a Madrid
Tras una década fuera de nuestro país, en 1949 el nombre de Soledad Miralles vuelve a figurar en la cartelera madrileña. En enero de ese año, la artista se presenta en el madrileño teatro Reina Victoria acompañando al bailarín Alberto Torres, quien, como ella, ha pasado una larga temporada al otro lado del Atlántico:
“El joven bailarín vuelve a España después de haber divulgado nuestras danzas durante diez años por Estados Unidos y México.
[…] Alberto Torres, que tuvo la suerte de trabajar junto al gran ‘Frasquillo‘, ha sabido no sólo aprovechar sus enseñanzas, sino también conservarlas, ser fiel a ellas. Y a estas enseñanzas debe hora los mejores triunfos, como ocurrió ayer al bailar las ‘Alegrías‘, el ‘Tanguillo‘ y el ‘Zapateado‘, éste magníficamente, en pareja con Soledad Miralles” (ABC, 8-1-1949).
Unos meses más tarde, en el teatro Lope de Vega de Madrid, debuta Pilar López con el espectáculo ‘Ballet Español‘, creado por la inolvidable Argentinita. En el elenco figura su comadre, Soledad Miralles.
Tras las citadas colaboraciones, en 1952 Soledad estrena su propio montaje, “S. M. el Arte”. Según la publicidad del mismo, se trata de “un espectáculo fino de categoría internacional”, en el que “Soledad Miralles nos brinda con españolísimo garbo, la gracia de su arte y el sabor de su solera”. El programa consta de los siguientes números y artistas:
“Escuela Bolera Sevillana Siglo XVIII
“El Vito” – Panaderos – Baile inglés – Olé de la Curra – Malagueñas – Baile de Luis Alonso – Subasta del ramo – Cuadro de Toledo
Segunda parte
Zorondongo – Farruca del Molinero – Danzas Carceleras (Las hijas del Zebedeo) – Danza del Fuego – Jota de la Dolores – Andalucía – Tanguillo de Cádiz – Soleares – Bulerías, Farruca – Seguiriyas – Sevillanas” (Imperio, 17-6-1952).
A mediados de junio, el espectáculo se representa en Zamora, con gran éxito:
“La personalidad de Soledad Miralles como bailarina y coreógrafa queda acusada con sus más característicos rasgos en los bailes, danzas y cantos españoles con que la notable artista se presentó ayer […]. Queremos con esto decir que […] la pureza lineal y el verdadero casticismo corren parejas con lo vistoso y espectacular. Pero no faltan en ellos gratas sugestiones, especialmente de colorido, y como la interpretación es viva y animada, se siguen con interés y arrancan continuos aplausos. […]
Individualmente triunfaron Soledad Miralles, por la pureza de su danza; […]
El público acogió con muchos aplausos todos los números de esta notable compañía” (Imperio, 17-6-1952).
En el mes de agosto, el espectáculo se representa en el teatro Carlos III de Madrid, y pasa posteriormente al Lope de Vega. “Confirmó Soledad Miralles en sus intervenciones la raíz clásica de sus bailes -ritmo y dinamismo- y fue ovacionada” (ABC, 20-8-1952).

Soledad Miralles (El taurino gráfico, 1987)
En 1956, la bailaora actúa en el tablao madrileño “El Corral de la Morería”, junto a artistas como Emilia Escudero y Porrinas. En 1960, Soledad Miralles forma parte del elenco de “Sonidos Negros (Cante grande y duende del baile flamenco)”, un espectáculo en el que comparte escenario con Jacinto Almadén, El Güito y Carmen Mora, entre otros artistas. “Se trata […] de un espectáculo flamenco de buen gusto, acogido -muy justamente- con entusiasmo” (Hola Oficial del Lunes, 6-6-1960).
La última referencia periodística a Soledad Miralles la encontramos en agosto de 1978. A sus 76 años de edad, la bailaora participa en una verbena celebrada en El Retiro por la Unión de Artistas Cinematográficos.
En 1987 se marcha para siempre esta genial artista, que, con su gracia, talento y personalidad arrolladora, ha brillado con luz propia en el firmamento del flamenco, ha elevado el baile de la petenera y la siguiriya, y ha sido capaz de ponerse el mundo por montera -nunca mejor dicho- y reivindicar un estilo de toreo más femenino.
NOTA:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.
José Luis Moreno comentó:
Magnífico. Felicitaciones por tu trabajo.
JL Moreno-Ruiz
Ángeles Cruzado comentó:
Muchísimas gracias, José Luis. Un saludo,
Ángeles Cruzado
Patricia comentó:
Enhorabuena por tu página. ¿Sabes si Soledar Miralles hizo un espectáculo o un baile llamado “Ronda”? gracias!
Ángeles Cruzado comentó:
Muchas gracias, Patricia.
He encontrado un ballet titulado “Ronda” que estuvo en cartel en el Price-Hall de Madrid en agosto de 1964. En el reparto figuraban Enrique Montoya, Manolo el Malagueño, Emilio el Moro, Curro de Utrera, Carmen del Río, Sultana de Jerez y Soledad Montes, entre otros artistas, pero no Soledad Miralles.
Si no es éste el espectáculo al que te refieres, ¿puedes darme algún dato más?
Un cordial saludo.