Recorriendo España junto a Antonio Hernández
En marzo de 1913, la revista Diana (Cádiz) anuncia un nuevo número de variedades:
“El notabilísimo bandurrista D. Antonio Hernández, tan aplaudido últimamente en nuestro Teatro Cómico, ha formado número con la afamada profesora de guitarra Adela Cubas, que durante muchos años ha acompañado con el clásico instrumento al cantador El Mochuelo. Dada la maestría y dominio de la Srta. Cubas en la guitarra y conocedores de las perfectas imitaciones que del cante flamenco ejecuta en la bandurria el señor Hernández, con especialidad en el estilo de la Niña de los Peines, auguramos una serie de triunfos al nuevo número de varietés” (12-3-1913).
Comienza, por tanto, una nueva etapa en la carrera artística de Adela Cubas, quien, junto a su recién estrenado compañero, continuará recorriendo diversos escenarios por toda la geografía española. En mayo se presentan en San Fernando (Cádiz), donde “su esmerada labor” los hace merecedores de “aplausos unánimes y espontáneos” (Eco Artístico, 25-5-1913). La prensa local no escatima en elogios para la artista:
“Adela Cubas, de fama nacional, que conoce la guitarra y que la siente con su alma soñadora, la que se refleja por sus ojazos negros y agitanados, puede afirmarse que es una verdadera Rubinstein en el manejo del clásico instrumento, porque ya no es posible ni más dulzura, ni mayor agilidad, ni más buen gusto” (Diana, 12-5-1913).
Anuncio del espectáculo de Adela Cubas y Antonio Hernández, Eco Artístico (1913)
En el mes de julio, Adela viaja de nuevo a Barcelona, para formar parte de un espectáculo en el Gran Salón Doré, en el que destaca especialmente sobre el resto de artistas: “Eloísa Carbonell bailando un tango, acompañada á la guitarra por Adela Cubas: vaya una bailarina y una guitarrista” (Eco Artístico, 25-7-1913).
En octubre regresa a Cataluña, y se presentan en el Teatro Principal de Tortosa (Tarragona), “la bella y genial Adela Cubas y el aplaudidísimo Antonio Hernández, concertistas, imitadores de las eminentes celebridades que brillan en Europa, de un talento y un gusto artístico extraordinario” (Diario de Tortosa, 11-10-1913). Allí el público pudo saborear
“el arte insuperable de Adela Cubas, que hemos de confesar no tiene rival en la interpretación, con su guitarra, de las piezas flamencas y gitanas. […] Los repetidos aplausos obligábanles a ofrecernos otra, otra y otra, cada vez más hermosas, y el último día terminaron con una jota tan soberbiamente ejecutada y sentida, que la concurrencia, como si sintiese repercutir aquellas notas vibrantes en su alma, restaba profundamente emocionada” (Diario de Tortosa, 11-10-1913).
Barcelona, Bilbao y, de nuevo, Madrid también son testigos de sus éxitos. En diciembre, en el Trianón Palace “son muy aplaudidos Adela Cubas y Antonio Hernández en su género flamenco, en el que Adela tiene el número uno” (Eco Artístico, 5-12-1913).
El nuevo año lo reciben en Guadalajara. Allí comparten cartel con otros artistas de variedades, “pero lo que verdaderamente llamó la atención fue el esmerado trabajo de Adela Cubas que tocó la guitarra como puedan tocarla en la Corte Celestial. Eso es tocar; lo demás es armar ruido” (La Palanca, 21-12-1913). Noche tras noche, la artista sigue demostrando su maestría y versatilidad:
“Adela sabe hacer llorar a la guitarra, esos sentimentales cantos asturianos, sabe llegar al alma del que la escucha, al rasguear habilísima las cuerdas, arrancando la alegre música andaluza y enardecer el espíritu con las bravas y pujantes notas que nos hablan de Aragón y sus quereres, con la lengua flexible de la jota aragonesa” (Revista Flores y abejas, 4-1-1914).
Tras pasar por Aranjuez, en primavera la pareja vuelve a tierras gaditanas: El Puerto de Santa María, San Fernando, Jerez de la Frontera y Sanlúcar de Barrameda son algunas de las localidades en las que actúan, y “son aplaudidos sin tasa en todo el género flamenco, que interpretan con estilo y gusto” (Eco Artístico, 25-5-1914).
A finales de mayo, la revista Diana (Cádiz) anuncia que los celebrados artistas próximamente “emprenderán una tournée por nuestras posesiones de África, empezando por Tetuán, y continuando por Larache, Ceuta, Melilla y Tánger. Nuestra enhorabuena a la Srta. Cubas y al Sr. Hernández, a los cuales deseamos continúen obteniendo idénticos triunfos que los conseguidos hasta ahora” (31-5-1914).
Caricatura de Adela Cubas y Antonio Hernández (Diana, 31-5-1914)
En junio, la guitarrista muestra su lado más solidario, al colaborar en una fiesta benéfica organizada en el teatro Español de Madrid por la Juventud republicana, con el fin de recaudar fondos para la creación de escuelas para niños y clases nocturnas para adultos.
Siguen las giras, con La Malagueñita, El Mochuelo…
Una vez desvinculada artísticamente de Antonio Hernández, en otoño Adela regresa a Bilbao, Barcelona y Palma de Mallorca, lugares donde recibe grandes elogios junto a su nueva pareja flamenca: “La Malagueñita con su cante ‘jondo’, acompañada a la guitarra por esa ‘pequeñez’ de artista llamada Adela Cubas. ¡Ole las manitas!” (Eco Artístico, 5-11-1914). Durante varios meses, ambas continúan recorriendo la geografía española, y cosechan aplausos y “justas ovaciones” en Valencia, Málaga y Granada.
En julio de 1915, en el Salón de Variedades de Almería, “el célebre cantador de flamenco Antonio Pozo (El Mochuelo) y la eminente profesora de guitarra Adela Cubas, cantaron y tocaron respectivamente, aires andaluces como los propios ángeles” (El Popular, 18-7-1915). Los dos “alcanzaron calurosos aplausos, especialmente la última, que domina de manera magistral el tan celebrado instrumento” (Crónica Meridional, 19-7-1915).
Comienza, por tanto, una nueva etapa de colaboración artística entre la guitarrista y el cantaor, que a partir del mes de agosto participan en “Andalucía en Versalles”, que cosecha grandes éxitos en Madrid. El bailaor Estampío y el guitarrista Ramón Montoya, entre otros artistas, completan el cartel de este espectáculo teatral, “verdadera nota de color y buen gusto, que viene congregando un público selecto y numeroso […] y que hace aparecer diariamente en la taquilla el cartel de ‘No hay billetes’” (La Correspondencia de España, 3-9-1915).
En octubre, Adela Cubas y El Mochuelo actúan en Zamora, y a comienzos de 1916 viajan a La Coruña, donde “la renombrada guitarrista, es muy aplaudida acompañando al cantador flamenco” (Eco Artístico, 5-2-1916), y obtiene un “éxito colosal” la “Gran Fiesta Andaluza” en que ambos participan.
No obstante, la actividad de la guitarrista debe cesar durante un tiempo, y El Liberal nos informa sobre los motivos:
“ADELA CUBAS.- Después de tres meses de enfermedad, ha entrado en el periodo de convalecencia esta afamadísima artista de la guitarra. Sus muchos amigos y admiradores, que ignoraban la causa de su apartamiento del público, por no haberse dado noticia alguna de la dolencia que aquejaba, y aqueja todavía a la excelente guitarrista, no tardarán, afortunadamente, en tributaria de nuevo sus aplausos” (8-5-1916).
Una vez recuperada, en septiembre la artista regresa a La Coruña, donde vuelve a entusiasmar al auditorio: “el éxito del día consituyólo Adela Cubas, la famosa concertista de guitarra, que fue clamorosamente ovacionada. La Cubas tocó de modo admirable aires andaluces, jotas y guajiras, que el público aplaudió con calor” (El Noroeste, 8-9-1916).
Pocas semanas después inicia otra exitosa gira por tierras andaluzas (Málaga, Baza, Córdoba…), esta vez junto a La Malagueñita. El nuevo año lo estrena también en el sur de España, acompañando a Les Harturs, “un cuadro de canto y baile flamenco en su significación más castiza y clásica; elegante y simpático”. Sus actuaciones en distintas localidades gaditanas, granadinas y murcianas son muy aplaudidas. Por ejemplo, sobre su presentación en Murcia, El Liberal publica lo siguiente: “Les Harturs […] ha completado su interesante cuadro con la popular Adela Cubas, […] que tiene en su alma la magia zahorí de la música flamenca, y en sus dedos, el secreto sentimental de la guitarra” (12-6-1917).
En 1918, Adela se anuncia en distintos escenarios españoles -principalmente en Madrid, Valencia, Barcelona y Badajoz-, integrada en cuadros flamencos en los que acompaña a artistas como Eloísa Carbonell y El Mochuelo. Los programas en los que aparecen son de lo más variopinto, e incluyen bailarines, cancionistas e incluso perros comediantes.
De nuevo en Madrid, junto a dos bailarinas
A partir de 1919, la mayor parte de las referencias periodísticas que hallamos sobre Adela Cubas la sitúan en Madrid. Durante dos años aparece vinculada artísticamente a la famosa y versátil bailarina Mireya, que ejecuta tanto danzas clásicas como bailes modernos, exóticos, e incluso se arranca por soleares y granaínas.
Juntas se anuncian durante largas temporadas en el Parisiana, el Ideal Rosales y el Gran Teatro madrileño, entre otros. La prensa se hace eco de sus triunfos artísticos y destaca continuamente el buen hacer de la “simpática y notable guitarrista Adela Cubas” (Eco Artístico, 1-6-1919), toda una “maestra en el género” (La Correspondencia de España, 26-8-1919), “que, como pocos, dominan este instrumento” (Eco Artístico, 30-11-1919).
Adela Cubas y Mireya (Mundo Gráfico, 4-6-1919)
La pareja también colabora en varios festivales benéficos y se presenta en otras ciudades, como Gijón, San Sebastián, Zaragoza, Pamplona o Puertollano, siempre con gran éxito y “entusiastas aclamaciones”. En agosto de 1920 Eco Artístico anuncia la disolución del vínculo laboral entre ambas artistas y poco después informa sobre el estreno de un nuevo número, formado por “la renombrada y excelente bailarina” Nerina y “la célebre concertista de guitarra Adela Cubas” (15-09-1920).
El Parisiana madrileño sigue siendo testigo de la maestría de la guitarrista y su nueva pareja, si bien las referencias en prensa son mucho menos frecuentes, no sabemos si debido a una relajación del ritmo de trabajo de Adela Cubas a causa de su enfermedad, o bien por encontrarse actuando en teatros de provincias de cuya programación dieran cuenta únicamente los periódicos locales.
En cualquier caso, donde sí aparecen Adela y Nerina, junto a otros muchos artistas, es en el festival a beneficio de la Cruz Roja organizado en abril de 1922 por los estudiantes del preparatorio de Derecho y Filosofía y Letras en el madrileño el Teatro de la Princesa. Allí “se hicieron aplaudir extraordinariamente” (La Acción, 5-4-1922).
En septiembre de ese mismo año, la prensa recoge la noticia de la fundación del Sindicato de Artistas de Varietés, de cuya junta directiva forma parte Adela Cubas. De este modo conocemos una nueva faceta de la guitarrista que, además de solidaria, resulta ser una mujer comprometida en la defensa de sus derechos profesionales.
Una de sus últimas apariciones públicas tuvo lugar en noviembre de 1922 en el Círculo de Bellas Artes, con motivo de “una fiesta íntima, de las que dicho centro organiza frecuentemente, para alentar a los artistas y para dar a conocer éstos a los socios”. Las cupletistas Teresita España y Carmen de Triana, la bailarina Carmen Diadema y “la excelente guitarrista Adela Cubas” fueron muy aplaudidas por el púbico, “que salió muy satisfecho del delicioso rato que le proporcionaron las expresadas artistas” (El Sol, 26-11-1922).
Adela Cubas en el Círculo de Bellas Artes (La Unión Ilustrada, 10-12-1922)
Se marchó sin hacer ruido
El 24 de abril de 1923, El Imparcial publica la siguiente información: “En el sanatorio del Doctor Segovia, en la calle de las Naciones, ha fallecido esta madrugada la notable guitarrista Adela Cubas. En desesperado estado se la había practicado una operación en el hígado, pues la celebrada artista venía desde hace tiempo aquejada por una enfermedad que ha consumido todos sus modestos recursos”.
Se marchaba así esta mujer excepcional, trabajadora incansable y artista por todos reconocida. Nos dejaba sin hacer ruido, del mismo modo en que había vivido. Si la prensa nos da una idea de la importancia de su carrera y del prestigio que alcanzó, el valioso testimonio que recoge Carmen de Burgos en su obra ya mencionada nos permite conocer un poco más a la mujer, a esa Adela sensible, sensata, simpática y con un gran sentido del humor.
En su conversación con la periodista, Adela Cubas reconoce sentir pasión por su trabajo: “Yo necesito para vivir la guitarra, el público, los aplausos. Aunque fuera millonaria no dejaría mi arte jamás”. Reconoce los éxitos cosechados por toda España, si bien se queja, no sin ironía, del empeño de los empresarios en hacerla actuar acompañada de otro artista, tal vez debido a su aspecto físico, que no parecía encajar con el prototipo de mujer que triunfaba en los espectáculos de variedades:
“Eso es muy gracioso. Cuando salgo acompañada, el público me pide que toque sola -“sola”, “sola”- y, en cambio, si pretendo salir sola, los empresarios me piden que salga con alguien… aunque sea con un guardia. […] He estado dos veces para contratarme para América, y las dos he fracasado. La primera, porque el empresario me encontró tan horrible, que me dijo que me contrataría si pudiera salir al escenario de espaldas”.
Adela Cubas (Diana, 12-5-1913)
Sin embargo -y afortunadamente-, el hecho de no cumplir con esos cánones de belleza establecidos no impidió a Adela Cubas convertirse en una primera figura de la guitarra, algo ya de por sí complicado tratándose de una mujer. Es más, incluso llegó a “sacar alguna ventaja moral […]. Una mujer fea ve las cosas con más claridad, más en la realidad, vive menos engañada, puede tener más confianza en los afectos que inspire”.
Si la belleza es relativa, y varía en función de los tiempos y de las modas, lo que no admite discusión es la inteligencia y la valentía de esta mujer, que supo hacerse a sí misma y vencer con su talento las barreras que encontró en su camino, hasta alcanzar su sueño.