Goyescas en París
A finales de 1919, Amalia Molina debuta en París, y lo hace por la puerta grande. La artista sevillana forma parte del elenco de la obra Goyescas, que se estrena en la Gran Ópera de la capital francesa. La música es de Granados y el libreto, de Periquet. El pintor Ignacio Zuloaga se encarga de la escenografía y el diseño de vestuario.

Gran Ópera de París
Amalia, “al frente del cuadro de baile de aquel teatro, interpretará con su clásico estilo y auténtico sabor de la tierra un baile de candil, un fandanguillo y otras danzas populares”. Además, para aprovechar al máximo su estancia en París, la Molina compaginará este contrato con su presentación en “uno de los mejores ‘music halls’ del Bulevar”, con el lujo y el estilo al que nos tiene acostumbrados:
“Amalia lleva un selectísimo repertorio de canciones y bailes regionales, que presentará con fastuoso boato de telones e indumentaria: escenógrafos y modistos trabajan febrilmente.
La cortina de la embocadura es de damasco verde malva y en el centro, recamado en seda y oro, va el escudo de España.
El escenario es un salón de estilo Renacimiento, con reproducciones de las obras pictóricas maestras de Velázquez y Goya, y en el fondo, abierto, aparecerán en forillos paisajes y lugares de España correspondientes a cada canción o baile” (El Liberal, 1-12-1919).
El estreno parisino de Goyescas tiene lugar el 16 de diciembre, con la asistencia de la Reina Victoria Eugenia de España y Presidente de la República Francesa, el Sr. Poincaré, así como otras altas personalidades de la política de ese país.

El pintor Ignacio Zuloaga
A pesar de la expectación despertada por la obra, su presentación no obtiene el éxito esperado. La crítica francesa se muestra decepcionada por la música, que al ser “transportada del piano a la escena y a la orquesta […] ha perdido tres cuartas partes de su seducción”, probablemente debido a la “instrumentación monótona, torpe y de un arte incompleto” (Le Figaro, 18-12-1919). (1)
Sin embargo, la prensa elogia la espléndida labor de Zuloaga y, entre todo el elenco, destaca el papel desempeñado por Amalia Molina, que se convierte en la gran triunfadora del espectáculo:
“La Srta. Amalia Molina -bailarina sevillana especialmente contratada para bailar un fandango en el segundo acto- ha causado sensación como tocadora de castañuelas” (Le Figaro, 18-12-1919).
“Lo que más ha gustado en París del estreno de Goyescas no ha sido la expresiva música de Granados […].
El ‘clou’, como dicen los franceses, de esta interesante y sentimental ‘espagnolade’, ha estado en las castañuelas con que la Amalia Molina acompaña una ilustración coreográfica -como dicen ahora- de la música de Granados.
Para estas castañuelas han sido los principales elogios” (La Correspondencia de España, 26-12-1919).
“… la aparición de Amalia Molina en Goyescas, indica que la Ópera de París se decide a representar, cuando el caso lo pida, en vez de las tradicionales bailarinas de academia, intérpretes genuinos del arte popular de su tierra. De Amalia Molina decía Faublas: ‘Perfecta y discreta… Verdadero baile, casi no es teatro. ¡Qué ciencia, pero qué medida!’” (España, 8-1-1920).

La Reina Victoria Eugenia en 1920
Es tal el éxito de la artista sevillana, que la soberana española la hace subir al palco para felicitarla:
“… teniendo motivo de especial satisfacción Amalia Molina después del acto segundo, en que bailó con el estilo en ella clásico, por los efusivos elogios de la Reina, a la que saludó como al prototipo de las Reinas guapas, y al felicitarla S. M. y madame Poincaré y ver que alababan el magnífico mantón de Manila con que a modo de chal se adornaba, se lo ofreció a la Soberana, que le agradeció el generoso obsequio aunque sin aceptar el espontáneo ofrecimiento” (La Ilustración española y Americana, 22-1-1920).
Años más tarde, la bailaora rememora ese glorioso momento de su carrera:
“Granados y Periquet me llevaron a la Ópera de París para interpretar la danza del candil, del segundo acto de Goyescas. Hizo mi presentación don Ignacio Zuloaga. Y asistió a ella la Reina doña Victoria Eugenia. ¡Qué éxito no tendría, que Mariano de Cavia dijo que yo hacía más patria con las castañuelas que muchos ministros de España” (ABC de Sevilla, 7-7-1944).

Amalia Molina (La Ilustración Española y Americana, 22-1-1920)
En febrero de 1920, una vez cumplido su compromiso con la Ópera, Amalia Molina pasa al Teatro Olympia, donde acaba de triunfar otra española, Raquel Meller. Durante cuatro semanas, con un caché de mil francos diarios, la artista de la Macarena sigue conquistando al público francés
“La famosa bailaora española Amalia Molina […] figura ahora en el programa del Olympia y constituye la atracción principal del espectáculo, interpretando con un talento pintoresco, a la vez brillante y expresivo, los bailes y los cantos regionales españoles de los que sigue siendo la creadora incomparable” (Le Ménestrel, 13-2-1920).
Incluso la prensa norteamericana se hace eco de sus éxitos:
“Amalia Molina se sitúa a la cabeza entre las bailarinas españolas de este momento. Es pequeña, bonita y vivaracha, una mezcla de todo lo mejor de las bailarinas españolas del pasado” (Variety, febrero de 1920).
Londres – España -América
Tras su aventura parisina, Amalia viaja a Londres, para actuar en el teatro Palace y en el Chelsea. Después del verano regresa a España, aunque sólo por unos meses, pues en abril de 1921 la artista vuelve a cruzar el charco, esta vez con destino a Buenos Aires.

Teatro Palace, Londres
En la capital argentina permanece casi medio año. Hasta los papeles españoles llegan algunas noticias del paso de la Molina por tierras americanas, como la de su exitosa presentación en el Teatro Esmeralda de Buenos Aires, donde “tanto en los bailes como en las canciones, renovó sus grandes triunfos y fue aclamada con vivo entusiasmo” (La Voz, 16-7-1921).
“La Molina es una artista de verdad. Es superior a cuantas nos han visitado. Pone alma, mucha alma, en todas sus interpretaciones.
Canto unas ‘Trianerías’ que arrancaron aplausos cerrados, terminantes, de ésos que no se pueden evitar en ninguna forma. ¡Con decir que hasta algunos críticos de gabinete unieron sus manos en homenaje al arte de la debutante!
Y las canciones se repitieron y el público exigía más, siempre más, y complaciente la Molina, entonaba una y otra como si tal cosa, cual si se encontrase seducida por el entusiasmo que ella misma provocara.
Como final, se le reclamó una ‘saeta’ […], y en medio de un silencio religioso, el corazón de la artista se deshojó con mística amargura en los labios, y el público gustó así una de las más bellas emociones de arte superior” (ABC, 17-7-1921). (2)

Amalia Molina (Portada de Blanco y Negro, 18-12-1910)
Tras varios meses de éxitos en Buenos Aires, en septiembre de 1921 Amalia Molina continúa con su gira americana, que la lleva a países como Chile, Perú, Cuba o México. El diario ABC publica algunos pormenores de su estancia en el país andino:
“A la vez que Pastora bailaba y cantaba en el Colón, actuó en Viña del Mar, y en Valparaíso, en el teatro del Centro Español […], la graciosa y pizpireta Amalia Molina. Esta chica que es pura sal sevillana, se atrajo inmediatamente las simpatías del público, que la hizo objeto de cálidas ovaciones.
[…] ‘Si no fuera porque no puedo vivir mucho tiempo fuera de España, me quedaba en Valparaíso por todo el resto de mi vida, para demostrar a ustedes que sé querer de veras’. Amalia irá a Perú, a México, a Cuba” (ABC, 15-3-1922).

El Capitolio de La Habana
En primavera de 1923, la artista sevillana se presenta en Cuba. Como ya sucediera durante su anterior visita, Amalia conquista al público y a la prensa, que la colma de elogios:
“En el Capitolio de La Habana ha hecho su aparición la popular y genuina cancionista española, de la que dice el ‘Diario de la Marina’, comentando su brillante éxito:
‘Es una artista de carácter, una figura representativa que, en sus tonadillas y en sus ballets, presenta a la nación española en una de sus más espirituales formas de expresión, con una rara y hermosa sinceridad artística.
No es una improvisada cupletista ni una danzante de ocasión. Es una creadora de belleza en las canciones y en los bailes, y goza de universal renombre’” (ABC, 21-2-1913).
Unos meses más tarde, ya en tierras mexicanas, “la castiza y salada cupletista” vuelve a causar sensación, tanto en el teatro Virginia Fábregas como en el Casino. La siguiente etapa de su gira la lleva a los Estados Unidos.
…
NOTAS:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.
(2) Reproducción del texto publicado por un diario de Buenos Aires.