Cuando acaba de conmemorarse el centenario del Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922, aún existen cuestiones sobre las que planea la sombra de la duda, como la que concierne a la participación de la cantaora María ‘la Gazpacha’.
María Amaya Fajardo había nacido en Granada en 1901 (1), en el seno de una familia de artistas flamencos. Tanto su padre, Fernando, como su tío Paco eran guitarristas. Sus hermanas, Josefa y Paca, y su hermano Miguel eligieron la rama del baile.

María Amaya, la Gazpacha
A sus veinte años de edad, la Gazpacha era una desconocida más allá de los límites de su ciudad natal, situación que cambió radicalmente tras el famoso certamen celebrado durante las fiestas del Corpus de 1922 con el fin de devolver al cante flamenco su antigua pureza y elevar su consideración.
Las numerosas crónicas publicadas en aquellos días, tanto en la prensa local como en la de otras ciudades españolas, dejan constancia de la actuación de la joven cantaora, acompañada a la guitarra por Pepe Cuéllar. Sin embargo, mientras Eduardo Molina Fajardo (2) y el periodista Galerín (3) la sitúan entre los ganadores del concurso, con un premio de 300 pesetas, no hemos conseguido localizar evidencias documentales que confirmen ese dato.
La primera referencia que nos ofrece la prensa sobre María Amaya se refiere a su intervención en la prueba de sonido celebrada en la Plaza de los Aljibes (4) unos días antes del evento:
“Para probar sus condiciones acústicas, la Comisión […] estuvo en la plaza de los Aljibes con el joven tocador de guitarra Cuéllar y la cantaora conocida por La Gazpacha, quedando perfectamente convencidos de la admirable disposición que para el canto, tiene el lugar elegido, pues desde todas partes, hasta las más alejadas, la voz de la cantaora y los tañidos de la guitarra, se oían perfectamente”. (5)

María y Pepa, las Gazpachas (Foto: Alejandro G. Amaya)
El Concurso de Cante Jondo se desarrolló durante las noches del 13 y el 14 de junio. Según las distintas fuentes hemerográficas consultadas, María la Gazpacha sólo intervino el primer día, acompañada por el mismo guitarrista. No obstante, sobre los estilos que interpretó también existen distintas versiones. Según la revista La Canción Popular, la artista “arrancó grandes aplausos, cantando bulerías y granadinas del más puro sabor de la tierra” (6). El diario Gaceta del Sur también afirma que, “a petición del público, cantó unas granadinas que gustaron mucho” (7), mientras que Agustín López Macías ‘Galerín’, enviado especial del diario El Liberal de Sevilla (18-6-1922), habla de tarantas en lugar de granaínas. Este último es quien describe con mayor detalle la actuación de la cantaora:
“La Gazpacha
Con este poético nombre es conocida en Granada la joven María Amaya. Subió al tablado, acompañada del tocaor Manuel Cuéllar [sic] (un artista inmenso) y cantó bulerías y tarantas de modo inimitable.
No debe de llamarse ‘La Gazpacha’ una mujer que con voz de ángel canta
Quisiera ser como el aire,
pa estar a la vera tuya,
sin que lo notara nadie.
–
Tú se lo cuenta a mi mare
y si dice que no,
mi palabra es la que vale.
El estribillo, con mucha gracia, con gran estilo, interrumpida a cada paso por los aplausos cantó:
No quiero querer a nadie,
porque es muy malo querer,
yo quiero vivir solita,
solita con un debé.
‘La Gazpacha triunfó’ en toda la línea, ¡Y que no te digan ese nombre, mujer!” (8).

Imagen del concurso de Granada (La Unión Ilustrada, 28-6-1922).
Según Galerín, además de interpretar esos cantes, la artista volvió a salir al escenario junto con la zambra, compuesta por una veintena de gitanas del Sacromonte, y después de varias danzas en grupo y en parejas, “bailó la señorita Gazpacha un clásico baile, siendo aplaudidísima y terminó con esto la fiesta” (9).
Fuesen las tarantas o las granaínas el estilo elegido por la María Amaya amén de las bulerías, ninguno de esos cantes figuraba entre los considerados “jondos” en las bases del concurso, que establecían tres secciones: “Siguirillas gitanas”; “Serranas, polos, cañas, soleares”; y “Cantos sin acompañamiento de guitarra: Martinetes-carceleras, tonás, livianas, saetas viejas” (10). Parece, por tanto, poco probable, que la artista acudiese al evento en calidad de concursante. Por otra parte, el acta del jurado, transcrita por el Noticiero Granadino, tampoco recoge el nombre de María Amaya ni el supuesto premio de 300 pesetas (11).
En un artículo publicado en la revista Buen Humor unos meses más tarde, Federico García Sanchís pone el foco precisamente en las granaínas interpretadas por la Gazpacha -en un gesto de osadía, provocación o, tal vez, venganza-, en contra de lo establecido por las bases y la filosofía del concurso:
“… Tomó la Gazpacha parte en el Concurso de Cante jondo. El viejo Estenazas, la Ciega, el niño Caracol y el de Jerez -gárgola que escupe y se canta- definieron cañas, polos, martinetes y seguiriyas. Y llega la señora Gazpacha. Y sin cuidarse del fin purificador de los ejercicios, aprovechando la ocasión de lucimiento, se arranca por granadinas, […] que son, respecto a lo jondo, como un morito de zarzuela junto a los del Rif. El público, que no entiende de influencias bizantinas y árabes en sus cantos, que reconocía lo suyo, rompió a aplaudir con un entusiasmo desenfrenado. Y he aquí al pobre maestro Falla, enfurecido y sin atreverse a subir al tablado, reclamando desde abajo a la sacrílega. Que si quieres. La Gazpacha, embajadora extraordinaria del Sacro Monte y del Albaicín, se vengó contra tantas gafas de carey, rosetas en la solapa, folletos y academias, que por entonces cayeron sobre los flamencos como doctores en una agonía…” (Buen Humor, 26-11-1922, pp. 8-9). (12)

Antonia Mercé, la Argentina (Foto: MAE-IT)
La joven cantaora también desempeñó un papel protagonista en la verbena de San Juan, celebrada en el Palacio de Carlos V de Granada como broche final de las fiestas del Corpus, y en cuyo programa destacaba la gran Antonia Mercé ‘la Argentina’:
“Cuando las campanas anunciaron las doce de la noche, se hizo el silencio, quedó el palacio alumbrado únicamente por los faroles de azul intenso que adornaban los arcos, y el rasgar de una guitarra anunció la presencia de una granadina clásica que cantó con su potente voz esa ‘cañí’ tan castiza conocida por ‘La Gazpacha’. A esa copla, entonada desde la galería del Palacio, respondió desde otro punto, con otra igual, […] ‘Frasquito Yerbabuena’.
Una y otro fueron ovacionados y al iluminarse de nuevo el recinto, una explosión de aplausos premió el feliz acuerdo de este número”. (13)
…
Notas:
(1) Según la información recogida en su acta de defunción, inscrita con asiento número 251 en el tomo 137-2, página 268, sección tercera del Registro Civil del Salvador (Granada), María nació el 17 de octubre de 1901.
(2) Molina Fajardo, Eduardo, El flamenco en Granada. Teoría de sus orígenes e historia, Granada, Ed. Miguel Sánchez, 1974, p. 151.
(3) López Macías, Agustín, El Liberal de Sevilla, 18-6-1922. Archivo de prensa de Sevilla de José Luis Ortiz Nuevo. Podría ser que Molina Fajardo tomase como fuente este artículo.
(4) “Por razones que a todo el mundo alcanzan, de dificultades del terreno para exceso de personas y carruajes”, la comisión organizadora del concurso decidió sustituir la Plaza de San Nicolás del Albaicín, enclave originalmente elegido para la celebración, por la Plaza de los Aljibes de la Alhambra (La Publicidad, 9-6-1922, p.1).
(5) Ibidem.
(6) La Canción Popular, 1-9-1922, p. 36.
(7) Gaceta del Sur, 15-6-1922, p. 5.
(8) López Macías, op. cit.
(9) Ibidem.
(10) El Defensor de Granada, 25-5-1922, p. 4.
(11) “El acta del jurado”, Noticiero Granadino,18-6-1922, p.1.
(12) García Sanchís, Federico, “El ilustre huésped”, Buen Humor, 26-11-1922, pp. 8-9.
En ese artículo el autor también describe el ambiente en el que se ganaba la vida María la Gazpacha, el de ese flamenco de juerga y de reservado, para señoritos y guiris, tan alejado de la jondura que el concurso granadino trataba de preservar:
“… en una caravana cromolitográfica de gitanerías, que sirve juergas a los viajeros. Cueva entre los chumbos, o reservado de una venta, o sala con ajimeces, arabescos, reloj y cortinas de terciopelo en un hotel. Solera, jamón serrano, jipíos, humazo, marchosería; el Pollo que se pone pelma, la bailaora que se duerme en un diván, el corro de los iniciados, la carátula fantástica de un monsieur con monóculo y el desfile de hembras con perfil de cabra y vestidas de rojo o azul a lunares, entre los camareros de frac” (Ibidem).
(13) “Granada en fiestas”, La Publicidad, 27-6-1922, pp. 1-2.