Los amores de Julia Borrull con su francesito parece que no llegaron a muy buen puerto, pues en junio de 1913 la bailaora reaparece en Madrid, concretamente en el teatro de la Zarzuela, donde actúa durante un mes junto a un amplio elenco de artistas de variedades en el que destacan la cancionista Adela Lulú o la bailarina Nati la Bilbainita.

Nati la Bilbainita
Acompañada a la guitarra su padre y por su hermana Lola, Julia estrena varias danzas, entre ellas una rumba, que son muy bien recibidas por el público. La prensa destaca su gracia y su simpatía, y la compara con la genial Pastora Imperio:
“También mereció aplausos Julia Borrull, bailadora gitana por el estilo de la Imperio, bonita y garbosa. Su padre, el famoso tocador Miguel Borrull, la acompañó a la guitarra en algunos bailes” (El Imparcial, 2-6-1913).
“Julia Borrull, en sus aplaudidísimos bailes gitanos y en la rumba, acompañándola los notables guitarristas Lola Borrull y Miguel Borrull” (La Correspondencia de España, 16-6-1913).
“Julia Borrull, en sus bailes gitanos sin rival, ha hecho una brillante campaña” (El Imparcial, 18-6-1913).
“Julia Borrull, la bailarina notabilísima, cuyo repertorio vasto por demás lo ejecuta primorosamente, valiéndole muchos y nutridos aplausos en esta su última actuación, brillante en extremo” (Eco artístico, 5-7-1913).
De gira por España
Durante el verano de 1913, Julia Borrull participa en varios festivales benéficos, como el organizado por la revista Mundo Gráfico a favor de los soldados heridos de la campaña de África, en el que también colabora la Imperio. Ambas son muy aclamadas.

Julia Borrull (dcha.) en el festival organizado por Mundo gráfico (23-7-1913)
Asimismo, la artista emprende una exitosa gira por el norte de España, acompañada a la guitarra por su padre y, en ocasiones, también por su hermana Lola. No hay público que se le resista, de ello dan fe las gacetillas de la época:
En el Teatro-Circo de Zaragoza:
“Una de las artistas que mayores triunfos obtienen en la temporada es Julia Borrull, que levanta en alto a los espectadores ejecutando las danzas gitanas que constituyen parte de su repertorio con una flexibilidad, un estilo y un arte inimitables” (Eco artístico, 15-7-1913).
En el Teatro-Circo de San Sebastián y el Salón de las Columnas de Bilbao:
“Julia Borrull, la gentil bailarina que trae al público de cabeza con sus clásicos bailes gitanos, que ejecuta primorosamente, acompañada en algunos de ellos por su padre” (Eco artístico, 5-8-1913).
“Julia Borrull sigue entusiasmando a los espectadores con sus bailes gitanos, que levantan en alto por la maestría en su ejecución” (Eco artístico, 25-8-1913).
“Julia Borrull, que pone su alma toda en los bailes clásicos gitanos, que no se cansan de aplaudir los asiduos a este salón” (Eco artístico, 5-9-1913).

Artistas participantes en el festival organizado por Mundo gráfico (23-7-1913)
En el Teatro Jovellanos de Gijón:
“Julita Borrull […] se llevó de calle a los espectadores. […] agradó sobremanera a la concurrencia teniendo que repetir varios números, obligada a ello por los vivos aplausos” (El pueblo astur, 13-9-1913).
“La presentación de Julita Borrull, la encantadora bailarina de aires gitanos, acompañada a la guitarra por su padre, ha causado aquí gran entusiasmo.
[…] son aclamados a diario y con justicia” (Eco artístico, 15-9-1913).
“Julia Borrull, la sugestiva y notabilísima bailarina gitana, […] electrizó a los espectadores por la gracia y arte que se desprenden de todo su trabajo” (Eco artístico, 25-9-1913).
Una vez conquistada la cornisa cantábrica, en enero de 1914 se presenta en el Teatro Principal de Málaga “la sin disputa mejor bailarina del género flamenco, Julia Borrull, que desde su debut marcha por el camino seguro del dios éxito, es ovacionadísima y piropeada por los adoradores del género y la belleza física” (Eco artístico, 25-1-1914). En ese coliseo interpreta, entre otros números, el tango argentino.
Poco después, “la simpática y renombrada bailarina” llega al Salón Imperial de Melilla, donde “es muy aplaudida en cuantos bailes gitanos ejecuta con maestría insuperable, y a los que acompaña con gran precisión el afamado guitarrista Miguel Borrull” (Eco Artístico, 25-2-1914).

Miguel Borrull Giménez
De nuevo en Madrid, unas semanas más tarde la artista y su padre se presentan en el teatro Martín, y también participan en una función de gala en honor de los turistas italianos que tiene lugar en el Gran Teatro y cuenta con la asistencia de la familia real, entre otras importantes personalidades. En esta ocasión, “la familia Borrull contribuyó al éxito de la fiesta bailando La bella cigarrera; Las alegrías, de Quinito Valverde; marianas y sevillanas. Fue muy aplaudida” (La Correspondencia de España, 28-4-1914).
La niña de fuego
A estas alturas de su breve pero intensa carrera, Julia Borrull se ha convertido ya en toda una estrella del baile gitano. Su arte tiene sello propio; es un arte de la pasión y del sufrimiento. Así lo define Fernando Calpena:
“La bailarina del dolor y del fuego
[…] Es Julia pequeñita y débil; tiene el cuerpo cenceño y menudito, el color de la piel enfermizo y quebrado; tiene los ojos, los enormes ojos febriles, llenos de alucinación y de misterio.
Julita cuando baila sufre; es su gesto de tortura y martirio; sus músculos se retuercen con dolor; su cuerpo se yergue o se contrae como si en tormento se hallara, como si alrededor tuviera llamas que quemasen sin consumirlo. Baila sobre un suelo ardiente y por eso, sólo las puntas de sus pies se posan un momento sobre la tierra en ascuas; si alguna vez el ritmo se acelera, si la interna emoción obliga al cuerpo a que se agite con furia y los pies taconean precipitados hiriendo el suelo como para hundirse en él, tan honda es la quemadura, tan grande el dolor que sienten, que la artista vacila y parece que va a caer en un desmayo y su gesto se contorsiona en una mueca de tortura.
Son los brazos, sus brazos morenos, broncíneos, de manos descarnadas, los que con mayor expresión dicen, al revolotear en este baile loco, las hondas inquietudes, los sufrimientos crueles de esta danzarina genial. Por ellos se escapan, parleras, las puntas de las llamas que en su cuerpo arden” (La Unión Ilustrada, 22-2-1914).

Anuncio de Julia Borrull (Eco artístico, 25-9-1913)
En marzo de 1915 Julia participa, junto a su padre y su hermano Miguel, en una fiesta organizada por la Asociación de la Prensa en el teatro de Price. El programa consta de un vodevil y una sesión de variedades, en la que toman parte artistas tan renombradas como la cupletista Olimpia de Avigny. No obstante, una de las grandes triunfadoras de la noche es sin duda la inimitable bailaora, que “electrizó a la concurrencia, ejecutando con la gracia, desenvoltura y donarie en ella peculiar todo su repertorio” (Eco artístico, 5-3-1915).
“El éxito verdad de la tarde, el triunfo justo y merecido, fue el que obtuvo la gentil bailarina Julia Borrull. Las estruendosas aclamaciones del público la obligaron a repetir su trabajo en realidad notable” (El Globo, 2-3-1915).
“Julia Borrull, con sus danzas gitanas, acompañadas, primero a orquesta y después a guitarra, por Miguel Borrull y su hijo, dos notables concertistas que hacen de aquel instrumento un arpa, mostró las gallardías de su arte, clásicamente cañí, lleno de gracia, de ritmo y voluptuosidad. ¡Cómo bailó Julia, que es un encanto de mocita!
Las palmas sonaron copiosas y entusiastas en honor de la bailaora” (ABC, 2-3-1915).