Nacer a la sombra de una estrella tiene innegables ventajas: puertas que se abren, caminos que se allanan… Pero también grandes inconvenientes. La comparación es inevitable y hay que demostrar gran talento si se quiere evitar el eclipse. Precisamente talento, inteligencia y personalidad se contaban entre las muchas cualidades de Pilar López, y ello le permitió brillar con luz propia tanto antes como después de la trágica desaparición de su hermana, la gran Argentinita.

Pilar López
Es innegable que ésta ejerció una gran influencia en su vocación: “Me contagió Encarna, y junto a ella me hice artista. Me fui criando en los escenarios de España”, confesaba Pilar a Miorgo para el diario Imperio (24-3-1957). Mas ella nunca se conformó con ser la hermana de y durante años buscó su propio camino. Trabajó en escenarios de variedades, en los que compartió cartel con artistas de todo tipo, y salió de gira con una troupe de revistas, con una orquesta de música cubana…
“Yo, como toda persona que empieza, hice varios escarceos. Empecé cantando un poco, bailando el charlestón… No sabía dónde quedarme; esta es la realidad. No estaba a gusto con eso; yo andaba buscando. Ya hubo un momento, ya era mayorcita, en que supe; eso que yo notaba dentro… Lo que quería era ¡bailar!” (1)
Y Pilar bailó. En 1933 entró a formar parte de la Compañía de Bailes Españoles de la Argentinita, actividad que compaginó con sus recitales de danzas y canciones españolas, formando pareja con Rafael Ortega y, posteriormente, con Miguel Albaicín. Siguió bailando en el exilio, siempre al lado de su hermana. Tras el fatal desenlace, se convirtió en depositaria y conservadora del legado de Encarnación, que durante décadas cuidó y engrandeció, añadiendo creaciones propias y formando a varias generaciones de artistas. Por todo ello, Pilar López ocupa un lugar destacado en el olimpo de la danza española y flamenca.

Pilar López, la Argentinita y Antonio Triana. Foto Hrand, París, años 30. Institut del Teatre. Centre de Documentació i Museu de les Arts Escèniques.
El final de esta historia es de sobra conocido. La maestra nos dejó en 2008 y aún sigue muy vivo su recuerdo. Nos centraremos, pues, en esos primeros años de su despertar artístico, y en el proceso de búsqueda y experimentación que culminó con su consagración como estrella del baile.
Empecemos por el principio…
Pilar López Júlvez nació el 4 de junio de 1907 en San Sebastián, en el número 5 de la calle del Puerto, y fue inscrita en el Registro Civil con el nombre de Saturnina Pilar. Era hija de Félix López Sanz, de 46 años de edad, natural de Santibáñez (Segovia), y Dominga Júlvez Herrero, de 40 años, nacida en Calatayud (Zaragoza) (2).
Su padre se dedicaba al comercio de telas y, por este motivo, viajaba con frecuencia a Buenos Aires. Allí se instaló junto a su mujer y su primera hija, Ángeles, a finales del siglo XIX. La familia creció con la llegada de tres nuevos miembros, Encarnación, Anita y Francisco, pero una epidemia de escarlatina acabó con la vida de los dos más pequeños y provocó el regreso de los López Júlvez a España en 1905.

Encarnación López, la Argentinita. Centro Andaluz de Documentación del Flamenco.
Pilar nació en San Sebastián por casualidad, pues hasta poco antes de su llegada la familia había residido en Barcelona. En aquella época la Argentinita, que aún era una niña, ya se anunciaba en los teatros de variedades de toda España y la familia al completo la acompañaba en sus desplazamientos, incluida la recién llegada: “Yo me crie en los camerinos. […] íbamos tipo circo, en los trenes […]: mi padre, mi madre, la hermana mayor y Encarna, que era la que bailaba y todo esto” (3).
Mas llegó un momento en que la pequeña se estableció en Madrid con su madre para comenzar su vida escolar y su formación artística. Cursó tres años de solfeo y cuatro de piano con la maestra Amparo Gutiérrez; y tomó clases de baile –escuela bolera– en la academia de Julia Castelao, a la que también había asistido Encarnación. “No sé si hubiera podido ser una buena pianista” -confesaba años más tarde- “pero yo que llevaba al mismo tiempo el baile, opté por bailar en vez de hacer el 5º año de piano”. (4)

La maestra Julia Castelao y sus discípulas (Mundo Gráfico, 6-11-1918)
Un debut temprano
Aunque lo primero eran sus estudios, durante los periodos vacacionales Pilar siguió acompañado a su hermana en algunos de sus viajes y, como no podía ser de otro modo, terminó subiéndose con ella al escenario. Ese primer encuentro con el público se produjo en el Salón Pradera de Santander en septiembre de 1915, durante una función a beneficio de la Argentinita. Pilar contaba ocho años de edad. Así anunciaba la prensa su presentación:
“Una bailarina precoz.
Mañana jueves hará su sensacional debut en este elegante teatro una nueva y diminuta estrella coreográfica: la señorita Pilar López.
Esta señorita velará sus primeras armas del arte, y recibirá el espaldarazo consagrador de las manos de una bella y gentil madrina: La Argentinita […]
La pequeña estrella bailará varias danzas, entre las cuales, quizás figure una ‘rumba‘ que cantaría ‘La Argentinita’ (El Cantábrico, 15-9-1915)”.
Al día siguiente, los diarios santanderinos daban cuenta del gran éxito obtenido por la debutante, que hubo de ofrecer varios bailes fuera de programa y volvió a anunciarse varias noches más, ante la insistencia del auditorio. Las crónicas resultaron premonitorias, pues le vaticinaban un brillante porvenir y veían en ella a “una digna continuadora de los éxitos ruidosos de Encarna” (El Cantábrico, 18-9-1915). La prensa destacaba, además, su saber estar sobre el escenario, impropio de una principiante:
“La nueva ‘estrella’ es indudablemente una predestinada.
Lo más extraño es la fácil comprensión que tiene esta niña del ritmo.
En los dos o tres bailes que ejecutó ayer estuvo la chiquilla admirable de gracia y desenvoltura, como si fueran ya muchas las veces de su actuación escénica.
El público aplaudió de muy buena gana.
Por su gusto la pequeña bailarina estaría todavía bailando” (El Cantábrico, 17-9-1915).

La Argentinita y Pilar López (La Unión Ilustrada, 18-4-1918)
Unos días más tarde, Pilarcita volvió a pisar las tablas en la función de despedida de su hermana en el teatro de Torrelavega (Cantabria); y el 29 de diciembre hizo lo propio en el Teatro Romea de Madrid, que reconoció el trabajo de ambas con estruendosas ovaciones (Eco Artístico, 5-1-1916). En 1931, ya convertida en una artista de éxito, Pilar recordaba su debut, en una entrevista concedida a Pablo Cistué: “cuando tenía ocho, me presenté por vez primera al público en un teatro de Santander. Fue una broma a la que yo concedí gran importancia, pues tuve hasta el valor de decirle a mi hermana que el teatro se había llenado por mi actuación” (La Voz de Aragón, 2-8-1931).
Durante los años siguientes, la Argentinita siguió presentándola en distintos escenarios, normalmente en sus funciones de beneficio. En marzo de 1917, en el music hall del Hotel Palace, ambas bailaron juntas “unas sevillanas típicas, y sola Pilarcita unas bulerías gitanas, del maestro Romero” (Heraldo de Madrid, 26-3-1917); y un mes más tarde volvieron a compartir escenario en el Teatro Reina Victoria de Madrid.
En marzo de 1918, de nuevo en Romea, la Argentinita se presentó “acompañada de su hermana Pilar, en tres números, y para ambas hubo muchos aplausos y entusiastas felicitaciones. […] Pilarcita López […] baila ya admirablemente” (La Acción, 27-3-1918). El cronista le auguraba “un brillantísimo porvenir”, lo mismo que la propia Encarna, que unas semanas más tarde, en una entrevista concedida a Joaquín Mariño, afirmaba, respecto de las rivalidades artísticas: “No me preocupan, aunque ya tengo una muy formidable. […] Mi hermanita Pilarín. ¡Una tontería bailando!” (La Unión Ilustrada, 18-4-1918). El texto se complementaba con una fotografía de ambas tomada el salón de su casa.

La Argentinita, Pilar López y familia en Málaga (La Unión Ilustrada, 27-6-1918).
En junio de ese mismo año la Argentinita y Pilar volvieron a aparecer retratadas en la misma publicación junto a otros miembros de su familia, con ocasión de su asistencia, como invitadas, a la verbena de inauguración del ‘Parque de Recreos‘ del Círculo Mercantil de Málaga (La Unión Ilustrada, 27-6-1918).
Ya en el mes de agosto, durante la habitual gira de Encarna por el norte, el público de Vitoria pudo admirar a Pilarcita, que, a sus once años de edad, era “ya una notable bailarina y una pianista excelente”; y, “con maravillosa destreza y arte, bailó unas bulerías y una jota” (Heraldo Alavés, 10-8-1918).
“En la jota, sobre todo, acompañando a Encarna, estuvo inimitable, demostrando que sabe aprovechar las lecciones de su eminente maestra.
Orgullosa está ‘La Argentinita‘ de su monísima discípula. Por eso decía anoche, rebosante de satisfacción:
-¡Ésa, ésa es mi hermanita!” (La Libertad, 10-8-1918).
Una vez más, en la función de beneficio y despedida de la Argentinita tras su exitosa actuación en el Teatro Romea de Madrid, “tomó parte, en obsequio a la beneficiada, su hermana Pilar, una encantadora niña que será también una notable artista” (La Época, 1-4-1919).
…
Notas:
(1) Testimonio de Pilar López, recogido por Molina, R. y Espín, M., “Bailar, siempre bailar”, en La Argentinita y Pilar López, Catálogo de la exposición celebrada durante la Bienal de Flamenco de Sevilla de 1988.
(2) Así consta en el acta de nacimiento de Pilar, en el Registro Civil de San Sebastián.
(3) Testimonio de Pilar López, recogido por Molina, R. y Espín, M., op. cit.
(4) Testimonio de Pilar López, en Herrera Rodas, M., “Con la vieja escuela. Pilar López”, Sevilla Flamenca, nº 57, 1988, pp. 25-36.