Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Carmencita Dauset, la reina de Broadway (VII)

Tras dos años de incansable actividad en los Estados Unidos, Carmencita se ha convertido en un personaje muy popular. La prensa norteamericana no sólo da buena cuenta de sus progresos artísticos, sino que también se interesa por determinados aspectos de su vida privada, como su hipotético matrimonio o su supuesta implicación en varios casos de divorcio.

"La Carmencita", por John S. Sargent (1890)

“La Carmencita”, por John S. Sargent (1890)

Respecto al primero de esos asuntos se ofrecen distintas versiones. Así, por ejemplo, el diario Fort Worth Gazette (25-11-1891) afirma que Carmencita se ha casado con su manager, que no es otro que Pablo Echepare, el líder de la estudiantina Fígaro, quien “ha reconocido este hecho y ha afirmado que la boda tuvo lugar en Nueva York en agosto, pero se había mantenido en secreto por miedo” a que su anuncio pudiera afectar a la contratación de la artista. Por contra, otros periódicos desmienten la noticia. (1)

El corazón de Carmencita

Un tema sobre el que también se escriben bastantes líneas es la supuesta dolencia cardiaca que sufre la española y que podría costarle su retirada de los escenarios. Algunos periódicos se muestran un tanto alarmistas a este respecto:

Carmencita bailó como de costumbre, pero tuvo problemas. Cuando dejó el escenario al final del segundo baile estaba rendida y cayó al suelo. La dirección no debería permitirle esforzarse más” (The Evening World, 1-7-1890).

“Con frecuencia sucede que, tras un baile más largo o duro de lo habitual, mientras suenan los aplausos en toda la sala pidiendo su reaparición, se le aplican reconstituyentes para evitar que se desvanezca” (Daily Alta California, 19-8-1890).

Carmencita padece del corazón. La causa es sin duda el exceso de trabajo, más que cualquier predisposición heredada a esa terrible enfermedad. Sus miles de admiradores se enterarán con pena de que la encantadora bailarina tiene que ser ayudada por dos hombres cuando camina hacia su camerino cada noche, totalmente exhausta y con dificultad para respirar. […] Los médicos dicen que su método de baile es especialmente peligroso y agotador” (St. Paul Daily Globe, 21-1-1892).

Sin embargo, la propia artista termina desmintiendo todas esas afirmaciones: “Su condición física, dijo, nunca había sido mejor, y el baile, en lugar de dañarla, mantiene su sistema en perfectas condiciones de salud” (Evening Star, 16-6-1893).

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

De hecho, tanto el baile como el ejercicio físico en general forman parte de su receta para mantenerse joven y en forma:

“Si te gusta tener un cuerpo delgado, no feo, gordo y redondo, baila. Si te gusta muy poco tener cara de enfado, baila. Si te encanta […] el fuego, la rapidez, la juventud, la frescura, el buen apetito, baila” (The Evening World, 27-8-1894). (2)

“Normalmente me levanto sobre las diez, tomo un baño tibio y me tomo una taza de agua muy caliente para la digestión. Después practico durante tres cuartos de hora en el trapecio y con mancuernas muy pesadas. En torno al mediodía me como una naranja o dos y a las cuatro ceno, pero desde que me levanto hasta la cena no tomo absolutamente nada excepto el agua caliente y las naranjas. Después del teatro, por supuesto, me tomo un refrigerio, pero nada me tienta a interrumpir mi costumbre de hacer dos comidas al día” (Los Angeles Herald, 5-7-1892). (2)

Algunas intimidades de Carmencita

Además de revelar sus secretos de belleza, Carmen Dauset confiesa a la prensa algunos de sus sentimientos más íntimos, como la añoranza que siente por su país, y desmitifica un poco la vida de artista, que implica bastantes sacrificios:

“- ‘¿No siente nostalgia? ¿No desea volver a su amada España?’, pregunté.
‘Sí -mucha, mucha’, fue su respuesta, y encogió los hombros; ¡pero ese mar terrible! Me gusta el agua para bañarme, para beber, pero no para llevarme. Recuerdo mi viaje hasta aquí. Dejé París’, entonces se cubrió los ojos con su pañuelo, se estremeció e hizo una mueca irónica, que sugería los horrores del mal de mer. ‘Llegué a Nueva York, y eso es todo lo que puedo decirle. No es una vida fácil la mía; voy del hotel al teatro, del teatro al hotel; nunca a la calle, nunca al comedor público’” (Pittsburg Dispatch, 19-12-1891).

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

En lo que se refiere a su faceta artística, Carmen se muestra como una artista polifacética, que baila y canta, además de tocar un poco la guitarra y el piano. El suyo es un tipo de baile intuitivo, en el que juega un importante papel la improvisación:

“Cuando subo al escenario sólo llevo conmigo una idea, un motivo para todo el baile. No sé qué pasos voy a hacer exactamente. Dejo que mi estado de ánimo y el talante de quienes me están viendo influyan y controlen los pasos. Buena parte de la música que suena durante mi actuación ha sido compuesta o sugerida por mí, y sé qué libertades me permite tomarme. […] Nunca practico. Bailo cuando me voy de aquí: bailo por las mañanas, es mi diversión, es mi relajación” (The Sun, 13-4-1890).

De vuelta a la ciudad de los rascacielos

En enero de 1892, tras varios meses de gira por los Estados Unidos, Carmen Dauset regresa a Nueva York, y en esta ocasión lo hace al frente de su propia compañía, compuesta por “un cuerpo de estudiantes españoles que tocan guitarras, cómicos y especialistas de variedades. Por supuesto, Carmencita, en sus bailes locos pero elegantes, es la atracción principal” (The Brooklyn Daily Eagle, 17-1-1892).

Después de presentarse en la Grand Opera House, la artista española regresa al que ha sido su local de cabecera en la Gran Manzana, Koster & Bial’s, donde permanece hasta el mes de junio. Durante esta nueva etapa en el music hall de la calle 23, la prensa no termina de ponerse de acuerdo en su valoración de la almeriense y, mientras hay quienes proclaman el ocaso de la estrella -bien porque ha pasado de moda, bien por su tendencia a imitar a las artistas francesas-, sus incondicionales continúan ensalzando las virtudes de Carmencita. Veamos algunos ejemplos:

Carmencita regresó anoche a la sala de conciertos Koster & Bial’s. Recibió una clamorosa bienvenida que duró hasta que hubo usado cada una de sus sonrisas una docena de veces. Entonces bailó. […]

Nadie es como ella, así que no tiene rivales. Hace pensar en la España de las viejas novelas; es imposible y admirable” (The New York Times, 26-1-1892).

Carmencita (The Salt Lake Herald, 12-10-1890)

Carmencita (The Salt Lake Herald, 12-10-1890)

“Es una buena bailarina, pero no una gran bailarina; aunque se ha hablado mucho de ella, se debía más a la novedad de su actuación a su extraordinaria excelencia. Lo que se conocía como la “Carmencitamanía” tuvo una larga y brillante temporada en la ciudad, pero aparentemente el público ya se ha recuperado de ella” (The Brooklyn Daily Eagle, 31-1-1892).

“Sus seguidores ya se han hartado de Carmencita. […] Ella ha regresado al escenario de sus antiguos triunfos y ahora es un fiasco. […] Baila tan bien como siempre, pero sus espectadores se reducen a los más o menos acérrimos” (Evening Star, 13-2-1892).

“Koster & Bial’s.- Desde el regreso de Carmencita, el local ha estado lleno hasta rebosar, tanto en la matinée como en la actuación de la noche” (New York Clipper, 20-2-1892).

“Su nivel artístico ha bajado para adaptarse a las salas de conciertos. […] Era la misma mujer española alta, grácil y esbelta, pero la gran ciudad la había corrompido. Bailaba para los neoyorquinos y no para mostrar su arte. Estaba compitiendo con las que elevan las piernas bien alto y con las excéntricas francesas” (St. Paul Daily Globe, 21-5-1892).

A pesar de las críticas de algunos sectores de la prensa, Carmen Dauset continúa triunfando; no sólo en Koster & Bial’s, donde sigue siendo la reina indiscutible hasta la finalización de su contrato, el mes de junio, sino también en otros escenarios y eventos, como el Baile de la Prensa de Mujeres, celebrado en el Casino de Nueva York, donde la artista “bailó como nunca lo había hecho antes, y se anotó un triunfo que tardará en olvidar” (Fort Worth Gazette, 14-2-1892).

En el mes de julio la prensa azteca anuncia “la llegada a México de la famosa bailarina española Carmencita” (El Nacional, 27-2-1892), y varias semanas más tarde la almeriense se presenta en la Grand Opera House de Boston, donde ha sido contratada por un mes.

Antonio Grau Mora, El Rojo el Alpargatero

Antonio Grau Mora, El Rojo el Alpargatero

En octubre de 1892 Carmen Dauset vuelve a la Gran Manzana, concretamente al Chickering Hall, y allí comparte escenario con alguien muy especial, su cuñado El Rojo el Alpargatero:

Regreso de la famosa Carmencita, acompañada por los notables artistas Sr. A. Anton, el famoso tenor; Sra. Bianchi di Florio, Señor García, Señor Luis Espina, y la gran novedad del día, las auténticas canciones andaluzas presentadas por primera vez en Nueva York por el famoso cantaor andaluz ANTONIO GRAU, en “LAS VENTAS DE CÁRDENAS” […] Todo el espectáculo será en español” (New York Tribune, 6-10-1892).


NOTAS:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.
(2) Declaraciones de Carmencita.

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Categoría: Bailaora

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