Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Carmencita Dauset, la reina de Broadway (VII)

Tras dos años de incansable actividad en los Estados Unidos, Carmencita se ha convertido en un personaje muy popular. La prensa norteamericana no sólo da buena cuenta de sus progresos artísticos, sino que también se interesa por determinados aspectos de su vida privada, como su hipotético matrimonio o su supuesta implicación en varios casos de divorcio.

"La Carmencita", por John S. Sargent (1890)

“La Carmencita”, por John S. Sargent (1890)

Respecto al primero de esos asuntos se ofrecen distintas versiones. Así, por ejemplo, el diario Fort Worth Gazette (25-11-1891) afirma que Carmencita se ha casado con su manager, que no es otro que Pablo Echepare, el líder de la estudiantina Fígaro, quien “ha reconocido este hecho y ha afirmado que la boda tuvo lugar en Nueva York en agosto, pero se había mantenido en secreto por miedo” a que su anuncio pudiera afectar a la contratación de la artista. Por contra, otros periódicos desmienten la noticia. (1)

El corazón de Carmencita

Un tema sobre el que también se escriben bastantes líneas es la supuesta dolencia cardiaca que sufre la española y que podría costarle su retirada de los escenarios. Algunos periódicos se muestran un tanto alarmistas a este respecto:

Carmencita bailó como de costumbre, pero tuvo problemas. Cuando dejó el escenario al final del segundo baile estaba rendida y cayó al suelo. La dirección no debería permitirle esforzarse más” (The Evening World, 1-7-1890).

“Con frecuencia sucede que, tras un baile más largo o duro de lo habitual, mientras suenan los aplausos en toda la sala pidiendo su reaparición, se le aplican reconstituyentes para evitar que se desvanezca” (Daily Alta California, 19-8-1890).

Carmencita padece del corazón. La causa es sin duda el exceso de trabajo, más que cualquier predisposición heredada a esa terrible enfermedad. Sus miles de admiradores se enterarán con pena de que la encantadora bailarina tiene que ser ayudada por dos hombres cuando camina hacia su camerino cada noche, totalmente exhausta y con dificultad para respirar. […] Los médicos dicen que su método de baile es especialmente peligroso y agotador” (St. Paul Daily Globe, 21-1-1892).

Sin embargo, la propia artista termina desmintiendo todas esas afirmaciones: “Su condición física, dijo, nunca había sido mejor, y el baile, en lugar de dañarla, mantiene su sistema en perfectas condiciones de salud” (Evening Star, 16-6-1893).

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

De hecho, tanto el baile como el ejercicio físico en general forman parte de su receta para mantenerse joven y en forma:

“Si te gusta tener un cuerpo delgado, no feo, gordo y redondo, baila. Si te gusta muy poco tener cara de enfado, baila. Si te encanta […] el fuego, la rapidez, la juventud, la frescura, el buen apetito, baila” (The Evening World, 27-8-1894). (2)

“Normalmente me levanto sobre las diez, tomo un baño tibio y me tomo una taza de agua muy caliente para la digestión. Después practico durante tres cuartos de hora en el trapecio y con mancuernas muy pesadas. En torno al mediodía me como una naranja o dos y a las cuatro ceno, pero desde que me levanto hasta la cena no tomo absolutamente nada excepto el agua caliente y las naranjas. Después del teatro, por supuesto, me tomo un refrigerio, pero nada me tienta a interrumpir mi costumbre de hacer dos comidas al día” (Los Angeles Herald, 5-7-1892). (2)

Algunas intimidades de Carmencita

Además de revelar sus secretos de belleza, Carmen Dauset confiesa a la prensa algunos de sus sentimientos más íntimos, como la añoranza que siente por su país, y desmitifica un poco la vida de artista, que implica bastantes sacrificios:

“- ‘¿No siente nostalgia? ¿No desea volver a su amada España?’, pregunté.
‘Sí -mucha, mucha’, fue su respuesta, y encogió los hombros; ¡pero ese mar terrible! Me gusta el agua para bañarme, para beber, pero no para llevarme. Recuerdo mi viaje hasta aquí. Dejé París’, entonces se cubrió los ojos con su pañuelo, se estremeció e hizo una mueca irónica, que sugería los horrores del mal de mer. ‘Llegué a Nueva York, y eso es todo lo que puedo decirle. No es una vida fácil la mía; voy del hotel al teatro, del teatro al hotel; nunca a la calle, nunca al comedor público’” (Pittsburg Dispatch, 19-12-1891).

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

En lo que se refiere a su faceta artística, Carmen se muestra como una artista polifacética, que baila y canta, además de tocar un poco la guitarra y el piano. El suyo es un tipo de baile intuitivo, en el que juega un importante papel la improvisación:

“Cuando subo al escenario sólo llevo conmigo una idea, un motivo para todo el baile. No sé qué pasos voy a hacer exactamente. Dejo que mi estado de ánimo y el talante de quienes me están viendo influyan y controlen los pasos. Buena parte de la música que suena durante mi actuación ha sido compuesta o sugerida por mí, y sé qué libertades me permite tomarme. […] Nunca practico. Bailo cuando me voy de aquí: bailo por las mañanas, es mi diversión, es mi relajación” (The Sun, 13-4-1890).

De vuelta a la ciudad de los rascacielos

En enero de 1892, tras varios meses de gira por los Estados Unidos, Carmen Dauset regresa a Nueva York, y en esta ocasión lo hace al frente de su propia compañía, compuesta por “un cuerpo de estudiantes españoles que tocan guitarras, cómicos y especialistas de variedades. Por supuesto, Carmencita, en sus bailes locos pero elegantes, es la atracción principal” (The Brooklyn Daily Eagle, 17-1-1892).

Después de presentarse en la Grand Opera House, la artista española regresa al que ha sido su local de cabecera en la Gran Manzana, Koster & Bial’s, donde permanece hasta el mes de junio. Durante esta nueva etapa en el music hall de la calle 23, la prensa no termina de ponerse de acuerdo en su valoración de la almeriense y, mientras hay quienes proclaman el ocaso de la estrella -bien porque ha pasado de moda, bien por su tendencia a imitar a las artistas francesas-, sus incondicionales continúan ensalzando las virtudes de Carmencita. Veamos algunos ejemplos:

Carmencita regresó anoche a la sala de conciertos Koster & Bial’s. Recibió una clamorosa bienvenida que duró hasta que hubo usado cada una de sus sonrisas una docena de veces. Entonces bailó. […]

Nadie es como ella, así que no tiene rivales. Hace pensar en la España de las viejas novelas; es imposible y admirable” (The New York Times, 26-1-1892).

Carmencita (The Salt Lake Herald, 12-10-1890)

Carmencita (The Salt Lake Herald, 12-10-1890)

“Es una buena bailarina, pero no una gran bailarina; aunque se ha hablado mucho de ella, se debía más a la novedad de su actuación a su extraordinaria excelencia. Lo que se conocía como la “Carmencitamanía” tuvo una larga y brillante temporada en la ciudad, pero aparentemente el público ya se ha recuperado de ella” (The Brooklyn Daily Eagle, 31-1-1892).

“Sus seguidores ya se han hartado de Carmencita. […] Ella ha regresado al escenario de sus antiguos triunfos y ahora es un fiasco. […] Baila tan bien como siempre, pero sus espectadores se reducen a los más o menos acérrimos” (Evening Star, 13-2-1892).

“Koster & Bial’s.- Desde el regreso de Carmencita, el local ha estado lleno hasta rebosar, tanto en la matinée como en la actuación de la noche” (New York Clipper, 20-2-1892).

“Su nivel artístico ha bajado para adaptarse a las salas de conciertos. […] Era la misma mujer española alta, grácil y esbelta, pero la gran ciudad la había corrompido. Bailaba para los neoyorquinos y no para mostrar su arte. Estaba compitiendo con las que elevan las piernas bien alto y con las excéntricas francesas” (St. Paul Daily Globe, 21-5-1892).

A pesar de las críticas de algunos sectores de la prensa, Carmen Dauset continúa triunfando; no sólo en Koster & Bial’s, donde sigue siendo la reina indiscutible hasta la finalización de su contrato, el mes de junio, sino también en otros escenarios y eventos, como el Baile de la Prensa de Mujeres, celebrado en el Casino de Nueva York, donde la artista “bailó como nunca lo había hecho antes, y se anotó un triunfo que tardará en olvidar” (Fort Worth Gazette, 14-2-1892).

En el mes de julio la prensa azteca anuncia “la llegada a México de la famosa bailarina española Carmencita” (El Nacional, 27-2-1892), y varias semanas más tarde la almeriense se presenta en la Grand Opera House de Boston, donde ha sido contratada por un mes.

Antonio Grau Mora, El Rojo el Alpargatero

Antonio Grau Mora, El Rojo el Alpargatero

En octubre de 1892 Carmen Dauset vuelve a la Gran Manzana, concretamente al Chickering Hall, y allí comparte escenario con alguien muy especial, su cuñado El Rojo el Alpargatero:

Regreso de la famosa Carmencita, acompañada por los notables artistas Sr. A. Anton, el famoso tenor; Sra. Bianchi di Florio, Señor García, Señor Luis Espina, y la gran novedad del día, las auténticas canciones andaluzas presentadas por primera vez en Nueva York por el famoso cantaor andaluz ANTONIO GRAU, en “LAS VENTAS DE CÁRDENAS” […] Todo el espectáculo será en español” (New York Tribune, 6-10-1892).


NOTAS:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.
(2) Declaraciones de Carmencita.


Carmencita Dauset, la reina de Broadway (II)

La Feria de Sevilla en París

El empresario Don José Oller no escatima en medios a la hora de llevar a escena La Feria de Sevilla. Al son de castañuelas, guitarras y tambores, la pista del Nuevo Circo parisino se va llenando de alegría y colorido. Entre los puestos de fruta y buñuelos desfila -a pie o a caballo- una multitud de gitanos, chalanes, majas, toreros e incluso algún inglés despistado.

Las protagonistas del espectáculo son Trinidad Cuenca, vestida con traje de hombre, y Carmen Dauset, quienes, tras vaciar varias unas copas de manzanilla, bailan juntas “una pegadiza sevillana, acompañadas por las guitarras, los ‘¡ole!’ de los espectadores y los bravos acompasados de las espectadoras” (Le Gaulois, 6-3-1887). (1)

Grabado "La Feria de Sevilla" en el Nouveau Cirque, 1877

Grabado “La Feria de Sevilla” en el Nuevo Circo de París

Después “un gitano viene a cantar un poco de ‘flamenco’ lleno de sabor melancólico, y la Srta. Carmen baila, sola, una pegadiza petenera” (Gil Blas, 7-3-1887), “un baile muy lascivo” (L’Intransigeant, 7-3-1887)“; un paso gracioso a más no poder y compuesto de una extraordinaria serie de vueltas de cintura” (Le Gaulois, 6-3-1887).

Es entonces cuando la Cuenca ejecuta la famosa pantomima de una corrida de toros, en la que ella misma encarna al picador, al banderillero y al primer espada; y a continuación, la Srta. Dolores entona la canción ‘Nina’ acompañándose con las castañuelas.

El último cuadro comienza con el paseíllo de los payasos-toreros al son de la marcha ‘Pan y toros’, que es interpretada por la estudiantina. En esta ocasión es el famoso clown Tony Grice, vestido con un traje de luces regalo de Frascuelo, quien se enfrenta a un astado de cartón, que posteriormente será sustituido por un novillo de carne y hueso.

Un espectáculo muy auténtico

La prensa destaca especialmente la fiel recreación del ambiente español y andaluz, conseguida merced a la autenticidad de sus protagonistas y figurantes:

“En una palabra, es España entera la que respira y se agita en la estrecha pista del Nuevo Circo; España, con sus bailes voluptuosos, en los que la Carmencita, la Cuenca y la García rivalizan en gracia exquisita, actitudes provocativas y verbo endiablado” (Le Figaro, 8-3-1887).

Carmencita Dauset

Carmencita Dauset

Por encima de todo, lo que más llama la atención del público es la actuación de Tinidad Cuenca y Carmen Dauset. Esta última, con su belleza morena y su vistosa interpretación de la petenera, trae locos a los franceses:

“Un hombre se sienta a una mesa y entona un aire popular, acompañándose con la mandolina. Después, una bailarina, arqueada de una manera extraña, la señora Cuenca, imita toda una corrida de toros, con mucha gracia, ¡doy fe! Deja sitio a la señora Carmencita, que baila con fantásticos contoneos del busto y las caderas, movimientos de brazos y manos, y abundantes taconeos, la célebre ‘peterera’ (sic).- ‘¡Ole! ¡ole!’, grita la multitud, aplaudiendo” (Le Petit Parisien, 8-3-1887).

“lo más interesante […] es el bolero bailado con mucha chulería por la señora Carmencita, una muchacha guapísima” (Le Matin, 6-3-1887).

El éxito de La Feria de Sevilla supera todos los pronósticos. En los diez primeros días de representación, la recaudación de taquilla asciende a 45.000 francos, y a finales de mayo, cuando se cumplen cien funciones, el Sr. Oller lo celebra invitando a toda la troupe a una “velada muy íntima y marcada por una sincera alegría”, que “terminó con auténticos bailes flamencos que provocaron el entusiasmo de los raros privilegiados de esta fiesta. Las Srtas. (sic) Carmencita y Grau fueron […] muy aplaudidos” (Gil Blas, 31-5-1887).

Cartel de "La Feria de Sevilla" en el Nuevo Circo

Cartel de “La Feria de Sevilla” en el Nuevo Circo

A finales de junio, aprovechando el cierre estival del Nuevo Circo, La Feria de Sevilla sale de gira por el norte de Francia y obtiene, en ciudades como Lille, Le Havre o Amiens, “un éxito brillante” (La Justice, 29-8-1887). A principios de octubre, el espectáculo regresa al local de la calle Saint-Honoré.

De nuevo en España

En el mes de diciembre se anuncia en el Jardín de Invierno de la capital parisina “la bailarina española Carmencita” (Le Radical, 15-12-1887), si bien no podemos confirmar que se trate de la Dauset. Unas semanas más tarde, ya en 1888, retomamos la pista de la almeriense en Madrid, en sendos festivales benéficos celebrados en el Teatro Apolo y en el de Novedades:

“También ofrecerá aquella función la novedad de presentarse al público la aplaudidísima Srta. Carmen Dauset, que bailará unas peteneras de la manera inimitable que tantas ovaciones la proporcionó el año pasado en el circo de Price […]. La Srta. Dauset ha permanecido un año en los teatros de París, donde fue extraordinariamente aplaudida, y antes de volver a salir para el extranjero se presentará al público en el teatro de Apolo pasado mañana” (La Correspondencia de España, 1-2-1888).

“Mañana se verificará en el teatro Novedades una función extraordinaria […]
tomará parte en la función la incomparable bailarina Carmen Dauset bailando las peteneras. Esta bella artista saldrá en esta semana para recorrer varios teatros” (El Liberal, 21-4-1888).

Gran éxito en Aragón

Tras cumplir con sus compromisos en la capital, Carmencita inicia una gira junto a su cuñado Antonio Grau, la bailarina Emilia García y la estudiantina Fígaro. En el mes de mayo actúan con gran éxito en tierras aragonesas. La prensa oscense se llena de alabanzas para la artista, que llega precedida de una gran fama y no defrauda a nadie:

Carmencita Dauset

Carmencita Dauset

“Al anunciar en nuestro número de ayer el debut de la estudiantina Fígaro y de la notable bailarina Carmecita Dausset (sic), lo hicimos con cierta reserva, ante el temor de que resultaran apasionados los elogios de la prensa de otras ciudades, que habíamos consultado previamente; mas a poco de comenzarse el espectáculo, nos convencimos de que toda ponderación resulta pálida, pues la función celebrada anoche en nuestro Teatro principal fue lo más agradable y bellísimo que imaginarse puede. […]

Carmencita Dausset (sic) […], que goza justo renombre en el difícil ejercicio de su profesión, posee la propiedad de fascinar al público con su natural y agradable sonrisa y con los movimientos de su flexible talle: sus diminutos pies son:

‘dos niños traviesos que juguetean
en el mismo dintel del Paraíso’

como dijo el inmortal López de Ayala y, en fin, toda ella es un conjunto de gracia y desenvoltura que ya no cabe pedir más” (La Crónica, 23-5-1888).

Carmencita Dausset (sic) es una maravilla, porque a su natural gracejo y voluptuosidad reúne la circunstancia de bailar a la perfección las peteneras que la han hecho célebre” (La Crónica, 23-5-1888).

En Barcelona, toda una estrella

Unas semanas más tarde, la troupe se dirige a Barcelona, donde se está celebrando la Exposición Universal. El 16 de junio debuta en el Teatro Tívoli “la original e incomparable y bella Carmencita Dausset” (La Dinastía, 16-6-1888), en un programa que incluye dos zarzuelas, cante y baile, y en el que la almeriense vuelve a brillar con sus peteneras, malagueñas -cantadas, estas últimas, por su cuñado El Rojo el Alpargatero– y sevillanas.

Exposición Universal de Barcelona, 1888

Exposición Universal de Barcelona, 1888

Como ya sucediera en Huesca, la crítica catalana cae rendida ante los encantos de Carmen, que empieza ya a perfilarse como la estrella que es:

“La gran atracción de estos días ha sido la presentación de la bailarina Carmencita Dausset, una flamenca originalísima y sumamente simpática.

Dotada de una figura distinguida y graciosa en grado superlativo, su aparición en la escena ya le vale un triunfo.

Pero cuando comienza a bailar y a dar vueltas, se dobla como un junco, se estira, se agacha y da unas pataditas intercaladas con mucha oportunidad, el entusiasmo del público se desborda y, a pesar de bailar sola, les parece ver en la simpática Carmencita todo un mundo coreográfico.

¿Qué baila? ¿Cómo baila? No lo sé. La verdad es que su gracia y su figura dominan al espectador más enemigo de los brincos y las volteretas. Carmencita Dausset es una especialidad, tiene personalidad propia: no puede compararse con ninguna ni decirse de ella que lo hace como ésta o como aquella otra. Carmencita sólo hay una: la del Tívoli” (La Esquella de la Torratxa, 23-6-1888).


NOTA:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.


Carmencita Dauset, la reina de Broadway (I)

En un mundo globalizado como el que habitamos, donde no existen fronteras para el arte ni para quienes lo crean, y en el que artistas y espectáculos se pasean por los cinco continentes, e incluso se cuelan en los hogares de millones de personas, con la complicidad de los medios sociales, tal vez nos resulte difícil valorar en su justa medida una figura como la de Carmencita.

Sin embargo, incluso vista desde nuestra perspectiva, no deja de ser sorprendente la trayectoria de esta muchacha que, con poco más de veinte años, se convirtió en reina y señora de las carteleras estadounidenses, y provocó una auténtica revolución con sus bailes andaluces, algo que hoy en día, con el flamenco elevado a la categoría de patrimonio inmaterial de la humanidad, aún sigue siendo un sueño para muchos artistas. Pero, ¿quién es esa Carmencita?

Carmencita Dauset

Carmencita Dauset

Sus inicios

Carmen Dauset Moreno nace en Almería en 1868 y desde muy pequeña sorprende por sus buenas dotes para el baile. Su hermana mayor, María del Mar, está unida sentimentalmente al cantaor Antonio Grau Mora, ‘El Rojo el Alpargatero’, y ambos tienen bastante que ver en la carrera artística de la niña, que se instala con ellos en Málaga, donde asiste a una escuela de baile.

Según su biógrafo, James Ramírez (1), el precio de las clases40 dólares al mes- es demasiado elevado para su familia, que afortunadamente cuenta con la ayuda de “amigos generosos que admiraban y apreciaban la asombrosa elegancia y el talento de la encantadora” Carmencita. Sus progresos son realmente sorprendentes y a los doce años se ha convertido ya en una estupenda bailarina.

En 1880, una jovencísima Carmen Dauset debuta sobre el escenario del malagueño Teatro Cervantes. Los bailes elegidos para la ocasión son la petenera y el vito, a los que la artista imprime su propio sello. El éxito es inmediato y, durante los cuatro meses que permanece en el mencionado coliseo, el público acude en masa a disfrutar con el arte de la almeriense.

Una vez finalizado dicho contrato, durante los cuatro años siguientes Carmen actúa con éxito en numerosas ciudades de la geografía española. Según James Ramírez, a pesar de la proposiciones recibidas mucho antes, sólo en ese momento acepta un contrato para marchar a París.

Primera aventura parisina

En la prensa gala de la época encontramos varias referencias a una bailarina española llamada Carmencita, que actúa en el Alcázar de Verano -un café-concierto situado en los Campos Elíseos- durante los meses de junio y julio de 1885.

Alcázar de Verano, París

Alcázar de Verano, París

Junto a sus paisanos ‘los Fígaros’ y un amplio elenco de artistas locales, la joven interviene cada tarde en un “concierto-espectáculo variado”. Su repertorio incluye bailes como el bolero, la jota aragonesa o ‘La Manola’, así como otros números musicales, tales como ‘La alegre bayadera’ o ‘La reina de las amazonas’. Los papeles destacan su belleza y originalidad, y lamentan la fría acogida del público:

“Una señora que tiene un bonito nombre, Carmencita, baila no sé qué al son de sus castañuelas. Es casi bonita” (Le Figaro, 24-6-1885). (2)

“La Jota aragonesa reporta aplausos cada día a la muy graciosa Carmencita; pero no parece que esta excelente artista sea apreciada en su justo valor: merecería más del público” (L’Orchestre, junio de 1885).

Sin embargo, a pesar de las coincidencias, no podemos asegurar que la artista en cuestión sea Carmen Dauset. Es más, durante los meses siguientes la prensa francesa dedica abundantes líneas a la Srta. Carmen, una exitosa bailarina española que debuta en el mes de noviembre en el Teatro Edén con el ballet Esperanza, y que resulta llamarse en realidad Adela Iglesias.

Nuevos éxitos en España

Tras esta primera aventura parisina, la bailaora almeriense regresa a España y, según James Ramírez, actúa en ciudades como Madrid, Valladolid y Lisboa. En verano de 1886, los papeles la sitúan en Sevilla, en el teatro-circo de la Alameda, donde se representa “la zarzuela en dos actos titulada El Tío Caniyitas o el Mundo nuevo de Cádiz, en cuya obra se bailará por la señorita Dauset, el popular baile del vito” (El Progreso, 10-8-1886). (3)

Antonio Grau Mora, El Rojo el Alpargatero

Antonio Grau Mora, El Rojo el Alpargatero

En diciembre de ese mismo año, coincidiendo con el periodo navideño, la troupe de los Hanlon-Lees representa en el madrileño Circo Price el vodevil Un viaje a Suiza. En el tercer acto de esta obra “la muy aplaudida bailarina española señorita Carmen Dauset” (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 14-1-1887) exhibe “sus excelentes facultades en el baile del género andaluz” (La Correspondencia de España, 23-12-1886).

Como ya hiciera Trinidad Cuenca unos años antes, la almeriense se presenta vestida de hombre, y baila con la Srta. Torres unas sevillanas cantadas y tocadas a la guitarra por su cuñado, Antonio Grau. Durante las cuatro semanas que el espectáculo permanece en cartel, Carmen también baila malagueñas y peteneras, y tanto ella como sus acompañantes reciben muchos aplausos:

“Las señoritas Dauset y Torres bailaron unas sevillanas a las mil maravillas, y el actor Sr. Grau cantó malagueñas admirablemente” (El Liberal, 8-1-1887).

“Cada día es mayor la concurrencia que asiste a las representaciones de Un viaje a Suiza […].

A todos estos atractivos se unen el nuevo cuadro introducido en la representación, y en el cual toman parte la primera bailarina señorita Dauset y el actor Sr. Grau en sus preciosas malagueñas cantadas a la guitarra, que tanto gustan al público.

Los aplausos que diariamente reciben estos artistas son numerosos, viéndose obligados a repetir varias veces las malagueñas y el baile flamenco” (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 13-1-1887).

Cartel da la bailarina Carmencita en los Campos Elíseos (¿sería la nuestra?)

Cartel de la cantante y bailarina Carmencita en los Campos Elíseos (¿sería la misma?)

De vuelta a París

En el mes de marzo, de la mano del director del Nuevo Circo parisino, D. José Oller, Carmen regresa a la capital del Sena. Con el nombre de “La Feria de Sevilla”, el empresario presenta un espectáculo eminentemente español, para el que cuenta con los mejores “artistas del género flamenco y taurómaco (de circo)” (El Día, 25-2-1887), contratados in situ.

En el elenco destacan el cantaor Antonio Grau, las bailaoras Carmen Dauset y Trinidad Cuenca, el payaso Tony Grice, y la estudiantina dirigida por Miguel Ostolaza. El estreno tiene lugar el uno de marzo de 1887, a beneficio de las víctimas de las inundaciones sufridas en el sur de Francia.

NOTAS:

(1) Ramírez, James, Carmencita, The Pearl of Seville, Nueva York, 1890. Sobre la figura de esta bailaora, puede consultarse también la obra de José Luis Navarro y José Gelardo, Carmencita Dauset. Una bailaora almeriense, Sevilla, La Hidra de Lerna, 2011.

(2) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.

(3) Referencia localizada por José Luis Ortiz Nuevo, ¿Se sabe algo?, Sevilla, El Carro de la Nieve, 1990.