Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Trinidad “La Cuenca”, una estrella de fama internacional (III)

Unos meses después de su segunda aventura parisina, volvemos a encontrar el rastro de Trinidad Cuenca en tierras mexicanas, adonde ha llegado de la mano de Michael Bennett Leavitt, uno de los empresarios del Teatro Principal de Ciudad de México.

Allí debuta el 24 de septiembre de 1887, junto a la prestidigitadora María d’Escozas. El Sr. Leavitt ofrecerá interesantes detalles en su obra autobiográfica Fifty Years in Theatrical Management, publicada en 1912. Así, por ejemplo, nos cuenta cómo surgió la idea de contratar a la artista, y nos revela una nueva faceta de Trinidad, la de guitarrista:

“Al mismo tiempo, se me ocurrió que si pudiera encontrar a una torera, podría presentar en México una atracción realmente sensacional. Mi agente francés recordaba que tal artista había estado contratada, con gran éxito, en el Nuevo Circo de París, y había regresado a Sevilla, donde él creía que estaba actuando en un circo. Inmediatamente, lo envié a buscar a esa mujer, que se llamaba Trinidad Cuenca, y que, además de sus hazañas con toros mansos, era una espléndida bailadora de tangos, y probablemente la mejor guitarrista del mundo. Era, también, una consumada intérprete de las canciones de Sevilla”.

Michael Bennett LeavittMichael Bennett Leavitt

Según el relato de Leavitt, su agente no tardó en encontrar y contratar a La Cuenca, que unos días más tarde se reunía con él en París, desde donde pusieron rumbo al país latinoamericano, con escala en Nueva York.

La conquista de México

En México, la expectación era máxima, a juzgar por el modo en que la prensa presenta a las dos artistas, que llegan avaladas por los grandes éxitos de su etapa parisina:

“El sábado 24 del corriente harán su début […] la célebre prestidigitadora María D’Escazos y la acreditada bailarina Srita. Trinidad Cuenca, quienes han dado, según se dice, doscientas representaciones en París” (El Siglo Diez y Nueve, 22-9-1887).

“El director del Principal, el simpático M. Soots, espera hoy por el ferrocarril central a dos artistas que han causado furor en París durante el pasado mes de julio. Esas dos artistas son: María d’Escarzos, la célebre prestidigitadora, y Trinidad Cuenca, una bailarina excéntrica del mayor mérito” (Le trait d’union, 23-9-1887). (1)

“Doña María d’Escazos en su traje original andaluz ejecutará maravillosas suertes de alta prestidigitación, nigromancia e ilusión. En los entreactos la célebre primera bailarina española Trinidad Cuenca bailará diferentes danzas, introduciendo el especial baile ‘La Toreadora‘, en la que se hace acreedora a grandes ovaciones” (El Tiempo, 25-9-1887).

“Anoche deben haberse presentado por primera vez en el teatro Principal dos notabilidades en sus respectivos géneros: la célebre hechicera María d’Escazos, y la famosa bailarina Trinidad Cuenca. Las dos entusiasmaron últimamente al público de París en el teatro Eden, y nos dicen que son verdaderamente extraordinarias; la d’Escozas en sus juegos de magia y la Cuenca con su ligereza y gracia, habiendo ella enloquecido a los parisienses en el baile llamado en París La Toreadora. No dudamos de que el teatro Principal estaría anoche lleno de bote en bote y que las dos nuevas artistas españolas habrán entusiasmado al público mexicano con su habilidad” (El Diario del Hogar, 25-9-1887).

Tras el estreno del espectáculo, los diarios mexicanos se deshacen en elogios para las dos artistas, especialmente para Trinidad Cuenca, que provoca una auténtica revolución con su baile del torero.

“Quienes frecuentaron el teatro Principal el pasado sábado por la noche, aunque pocos en número, fueron obsequiados con una auténtica novedad gracias a la agilidad de Madame Trinidad Cuenca, una brillante y joven señorita española de unas veinte primaveras, que interpretó para el deleite de sus espectadores una corrida perfecta (pero sin el toro). Madame Cuenca es una matadora típica de Andalucía y sus habilidades para el baile hicieron brotar muchos bravos del satisfecho auditorio” (The Two Republics, 27-9-1887).

Trinidad Cuenca. La bailarina española de este nombre, que hizo su estreno en el Teatro Principal la noche del sábado último, ha trastornado la cabeza de más de cuatro espectadores […] con un rasgueo flamenco en la guitarra y su baile resalao” (El Diario del Hogar, 28-9-1887).

Trinidad Cuenca.- La resalaa maja que baila con gracia inusitada en el salón del antiguo coliseo trae trastornado el seso a la goma que va a contemplar sus graciosas piruetas.

El jueves en la noche dos o tres pollos se desmayaron de puro entusiasmo a la hora suprema del baile” (El Diario del Hogar, 1-10-1887).

Trinidad la Cuenca, vestida de toreroTrinidad la Cuenca, vestida de torero

Tal es la novedad del espectáculo, tanto gusta en México el baile de la Cuenca, que la artista se ve obligada a repetirlo una y otra vez, ante la insistencia de un público enfervorecido.

Trinidad Cuenca es una española neta que redobla jotas y sonecillos madrileños sobre una tarima como pudiera hacerlo un hábil tamborilero sobre su tambor. Además, rasguea la guitarra con una elegancia y una gracia enteramente andaluzas.

La especialidad de Trinidad Cuenca […] es un baile que se llama El Toreador, en el cual finge hacer las suertes de capa, pica, banderillas y muerte. Ejecútalo, en efecto, con mucha gracia; pero como en dándole a nuestro público de lado de los toros pierde los estribos y la cabeza, todo fue que la Cuenca hiciera su gracia cuando el muy respetable comenzó a gritar ‘Toroooo! Toroooo! Torooo!’

Y fue gritar y gritar hasta que la pobre bailarina tuvo que ceder y darle otro toro, aunque fuera de mentiras” (El Nacional, 27-9-1887).

Trinidad Cuenca […] vuelve loco al público con sus bailes españoles, toca la guitarra con una gracia y un desenfado enteramente flamencos, y entusiasma a los espectadores bailando el toreador, y volviendo al bailarlo cada vez que el público grita estrepitosamente toroo, toroo, ni más ni menos que si estuviera en la mismísima plaza del Paseo de Colón” (El Tiempo, 29-9-1887).

A principios de octubre, la prensa anuncia las últimas representaciones de la singular “corrida de toros de Trinidad Cuenca”. El espectáculo es bastante similar al que la artista protagonizaba en París. Así lo describe El Diario del Hogar:

“Apareció Trinidad Cuenca vestida de hombre, llevando el traje andaluz, y bailó sobre una plataforma un baile característico que ejecutó con una gracia indescriptible, entusiasmando al público, y teniendo que repetirlo entre ruidosos aplausos. […]

Terminada la magia blanca tuvimos la gran atracción de la noche. Se levantó el telón; la escena representaba una plaza de toros, estando allí las manolas y los curros. La música tocó la canción del torero de Carmen, y Trinidad Cuenca salió con la cuadrilla y, siempre bailando, ejecutó de la manera más graciosa todo lo que se hace en una corrida; capeando, imitando a los picadores y a los caballos; banderilleando, brindando y matando al toro.

La bailarina española nos encantó con su gran habilidad y entusiasmó al público que la aplaudió frenéticamente, pidiéndole la repetición del baile.

Trinidad Cuenca es una mujer agraciada con una fisonomía móvil y ojos sumamente expresivos. De pequeña estatura, con un talle esbelto y flexible. Lleva con mucho donaire el traje de hombre y sus posturas son muy estéticas.

Sus bailes llaman la atención por su originalidad y por la gracia con que los ejecuta, y mientras está ella en la escena tiene subyugado al auditorio que sigue con admiración las ondulaciones de su cuerpo; su mirada tan expresiva y el movimiento de sus pequeños pies.

Nos dicen que toca la guitarra con mucho arte. No tuvimos el gusto de oírla ejecutar en este instrumento por haberse roto unas cuerdas la noche del Miércoles; pero la vimos bailar, y salimos del teatro entusiasmados y exclamando: ¡Viva la gracia!” (2-10-1887).

Vista de Ciudad de MéxicoVista de Ciudad de México

Otro diario mexicano, Le Trait d’Union, publica la siguiente crítica, en la se que atribuye a la bailaora una nueva conquista del país azteca:

Trinidad Cuenca. La graciosa bailarina española que da hoy los buenos días, o más bien las buenas noches en el teatro Principal, ha conquistado con su lindo pie al gran público. Se ha quedado prendado, este excelente público, de ese pequeño pie de andaluza y de madrileña, y toda la sociedad elegante de Tenochtitlán […] ha asumido como un santo deber el ir a aplaudir todas las noches a la encantadora bailarina. El do de pecho del tenor de la compañía Sieni no tiene tanto éxito como los meneos de los piececitos de Cenicienta de Trinidad: es una segunda conquista de México por España. Pero esta vez los valientes conquistadores están representados por una maja, salvaje, quizás, pero que se sirve, para atacar, de sus grandes ojos negros, y, para defenderse, de una enagua bordada, como sólo se ve en el dulce país de las castañuelas” (2-10-1887).

NOTA:
(1) La traducción de todos los textos de periódicos extranjeros es nuestra.

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Categoría: Bailaora, Guitarrista

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