Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Trini Ramos, de la Alameda a Nueva York (I)

Durante las primeras décadas del siglo XX, artistas como Pastora Imperio o Amalia Molina pasearon el nombre de España y el de Sevilla por los escenarios del mundo, y hoy ocupan un lugar destacado entre nuestras estrellas más internacionales. Sin embargo, no son las únicas que en aquella época alcanzaron la gloria allende los mares. Si hace unas semanas nos acordábamos de la malograda María Montero, ahora queremos rendir tributo, porque nos parece justo y necesario, a otra hija de Serva la Bari, la gran Trini Ramos.

Trini Ramos (The Sketch, 5-7-1922)

Trini Ramos (The Sketch, 5-7-1922)

Artista precoz

Trinidad Muñoz Blanco -nombre real de la artista- nació en Sevilla en 1904 (1) y desde pequeña se sintió atraída por el arte. Fue discípula del maestro Manuel Real, ‘Realito’, que tenía su academia en el número 51 de la calle Trajano (junto a la Alameda de Hércules, donde Trini pasó sus primeros años de vida); y, según su propio testimonio, actuó por primera vez en público a muy corta edad:

“… debuté en Sevilla a los once años. Cuando subí al escenario, mi madre, que estaba entre bastidores, me susurró: ‘Hazlo lo mejor que puedas, Trini’, y lo hice. Cantar ante un público aristocrático debía haberme puesto nerviosa, pero supongo que era demasiado joven para tener nervios” (The Sunday Post, 30-10-1921) (2).

La prensa hispalense de 1915-16 hace referencia a esas primeras actuaciones de la joven Trini Muñoz, que también se anunciaba en aquellos años como ‘Petit Fornarina’, en honor a la malograda artista Consuelo Vello (3). La Sociedad Benavente, el Salón Vigil o el Salón de Variedades son algunos de los locales sevillanos en los que se puede admirar a la precoz cancionista:

“[Sociedad Benavente] … se presentó la simpática cancionista y bailarina Trini Muñoz, siendo premiada su labor con una ovación…” (El Liberal de Sevilla, 17-10-1915) (4).

“[Sociedad Benavente] … actuó la pequeña cancionista Trini Muñoz, que también fue grandemente aplaudida” (El Liberal de Sevilla, 1-11-1915).

“[Salón Vigil, C/ Trajano, 14] Allí hemos visto a la hermosa artista de ‘varietés’ Amalia Manzano, un nutrido cuadro flamenco, al sexteto de baile La sal de Andalucía, la futura ‘estrella’ y bella muchacha la ‘cancionista’ ‘petite’ Fornarina, la pareja de baile Las Goyitas y al célebre cantador de estilo flamenco Niño Medina” (El Liberal de Sevilla, 5-2-1916).

Consuelo Vello Cano, la Fornarina

Consuelo Vello Cano, la Fornarina

A pesar de su juventud, Trini empieza ya a mostrarse como la gran artista que está llamada a ser, tanto por la impecable presentación de sus números como por el arte y la gracia con que los ejecuta. En esa etapa inicial de su carrera, la joven se dedica sobre todo a cantar, hasta que una laringitis la obliga a desarrollar su faceta de bailaora, que será la que más cultive durante toda su vida artística (5):

“Se ha despedido con gran éxito del ‘Salón de Variedades’, la notable y monísima canzonetista, Trini Muñoz, Petit-Fornarina. Tan aplaudida artista trae un lujoso vestuario y alhajas de gran valor. Canta de una manera inimitable su canción predilecta, titulada Mari, siendo ovacionada con gran entusiasmo, y teniendo que repetirla. Trini es una consumada artista, que con verdadero arte y sumo gusto, parece una muñequita, y constituye un número de varietés de los pocos que existen en esta clase de género. La sal y la gracia sevillana son patrimonio de esta preciosa chiquilla.

Esta es muy joven, una niña, y es digna de figurar en primera fila…” (La Región Extremeña, 13-7-1916).

Imparable

Durante esos años, la Petit Fornarina también se anuncia en el Café Suizo de Madrid, y en varias localidades navarras. En agosto de 1917 se la puede ver de nuevo en Sevilla, donde provoca una auténtica revolución:

“… Tan preciosa artista, que ha actuado quince días con grandes éxitos en el bonito ‘Salón Circo Victoria’ deja gratos recuerdos, pues dicha artista, que cuenta trece años de edad, es un fenómeno en el género de varietés. Su despedida fue un acontecimiento, llenándose de ‘bote en bote’ dicho Salón. Después de su predilecta canción ‘Mari’, tuvo que repetir otras, siendo ovacionada con gran entusiasmo, y llenándose el escenario de sombreros y varias palomas con cintas de los colores nacionales. Es mucha artista esta chiquilla” (La Región Extremeña, 2-8-1916).

Trini Ramos (The Sketch, 12-10-1921)

Trini Ramos (The Sketch, 12-10-1921)

En abril de 1918, la cupletista hace su presentación en el Gran Café Universal de Vitoria. En diciembre vuelve a actuar en Sevilla, en el Salón Llorens, y en febrero de 1919, en el Novedades. Durante esos años, en plena Guerra de Rif, Trini también se embarca en una gira por Marruecos que bien podría haberle costado la vida, según declara más tarde la propia artista a una publicación británica:

“Mi contrato había terminado una noche en un teatro marroquí, cuando el mánager me suplicó que me quedara dos semanas más. Como había tan pocas chicas cantantes, yo había triunfado. Al principio, no quería quedarme. De hecho, sentía un poco de nostalgia y quería regresar a Sevilla; pero después de hablarlo mucho, mi madre estuvo de acuerdo en que debería quedarme dos semanas más. Creo que debe haber sido el destino.

El resto de la compañía con la que tenía que haber viajado se marchó. Al día siguiente oímos que los moros salvajes los atacaron en cuanto salieron de la ciudad. Después se produjo una salvaje persecución a caballo y, durante el curso de la misma, una persona fue asesinada, dos fueron capturadas, probablemente con el fin de pedir un rescate, y otra resultó gravemente herida” (The Sunday Post, 30-10-1921).

Trini es profeta en su tierra sevillana

A partir de 1920, el nombre de Trini Ramos -que ya se anuncia con este apelativo- aparece con mucha más profusión en la prensa sevillana. En el mes de enero es la estrella indiscutible de dos fiestas ofrecidas por el maestro Manolo Real, para celebrar su onomástica y para agasajar a unas damas inglesas. Entre los asistentes destacan importantes personalidades de la literatura y la aristocracia, además de artistas como La Yanki, La Sevillanita o los Gómez Ortega. El toque corre a cargo del maestro de piano José Pérez y del guitarrista Currito el de la Jeroma:

“… el notable maestro José Pancho, no cesó un momento de tocar al piano todo género de bailes, desde las clásicas bulerías al más delicado vals

Manolo Real se desvivía en obsequiar a sus amigos […]. Porque, eso sí, el vino y el tabaco y los dulces serán cosas casi divinas, pero Trini Ramos, La Fornarina antes, era la concreción de todas esas casi divinidades. Anoche Trini estaba monumental. Bailó el ‘Ché, mi amigo’…” (El Liberal de Sevilla, 2-1-1920).

Trini Ramos (The New York Public Library)

Trini Ramos (The New York Public Library)

Durante los meses siguientes, la joven bailarina y cupletista sigue cosechando éxitos en su tierra, primero en el Salón Imperial y después en el Kursaal Central. La crítica destaca su estilo elegante y refinado, que huye de la chabacanería, y ve en ella a una gran estrella en potencia. Entre las artistas con las que comparte cartel destacan Dora la Cordobesita, Salud Miranda o Carmelita la Imperial:

Trini la Fornarina continúa con pleno éxito su actuación en el Salón Imperial. El público, que admira su belleza y sus muchas simpatías tanto como su arte de cupletista y bailarina, bien notable entre las de su clase, la aplaude con calor en todos sus números, que constituyen una verdadera selección.

A esta artista la anima una fuerte voluntad, que la hará triunfar fácilmente en plazo muy breve, porque tiene lo que pudiéramos decir, siguiendo la corriente de estos tiempos, ‘primera materia’” (El Liberal de Sevilla, 17-2-1920).

“Nuestra bella paisana […] es una de las artistas que pronto pasarán a la calidad de estrellas y en el Kursaal ha de ‘cerrar telón’ muy pronto, porque su arte, sus enormes simpatías y su gracia se imponen. […]

El Kursaal ha encontrado en Trini Ramos la artista de la temporada. Trini ha demostrado con sus números, finos y delicados, que las ‘varietés’ agraden a todos los concurrentes de estos salones, y que no eche de menos el público a las que, apelando a las mallas, creen agradar más” (El Liberal de Sevilla, 5-3-1920).

“… El público le hizo repetir, en medio de ruidosas ovaciones, cuantos números ejecutara.

En los diez días que Trini Ramos ha actuado en el Kursaal logró adueñarse, por su simpatía y por su arte, de la voluntad del público…

Trini Ramos recibió anoche, además de numerosos regalos de sus admiradores, inequívocas pruebas del cariño que ha logrado conquistarse” (El Liberal de Sevilla, 11-3-1920).

NOTAS:

(1) Según escribe Santiago Martín Moreno en su blog Desde mi barrio, la artista vino al mundo en la calle Lumbreras, el 13 de junio de 1904; y sus padres, oriundos de Alcalá de Guadaira, se llaman Manuel Muñoz y Carmen Blanch.

(2) La traducción de todos los textos extranjeros es mía.

(3) La cupletista madrileña Consuelo Vello Cano (1885-1915), conocida artísticamente como ‘La Fornarina’, durante su breve pero intensa carrera, cosechó grandes éxitos en los escenarios españoles y europeos.

(4) Las noticias extraídas de la prensa sevillana han sido localizadas por José Luis Ortiz Nuevo y están disponibles en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco (Jerez de la Frontera).

 (5) “Trini empezó siendo cantante, pero tuvo un severo ataque de laringitis y pensó que bailaría hasta que se curara. Sigue bailando desde entonces” (Buffalo Courier-Express, 20-3-1932).

 


María Montero, una brillante carrera truncada por la tragedia (y IV)

En marzo de 1926, el bailarín Adolf Bolm (1), “asistido por las famosas bailarinas Ruth Page y María Montero” (The Cornell Daily Sun, 10-3-1926) (2), y por el pianista Louis Furst, ofrece en el Bailey Hall de Nueva York un recital compuesto por distintos números, cuya temática va “desde los ritos griegos antiguos hasta los bailes gitanos españoles” (The Cornell Daily Sun, 18-3-1926).

Anuncio del espectáculo de Bolm en el Bailey Hall (The Cornell Daily Sun, 15-3-1926)

Anuncio del espectáculo de Bolm en el Bailey Hall (The Cornell Daily Sun, 15-3-1926)

El día del estreno, 1.500 personas llenan la sala para presenciar “uno de los más pintorescos y agradables entretenimientos de la temporada” (The Cornell Daily Sun, 22-3-1926). Según el programa, María Montero, “famosa por sus bailes en solitario, a los que su habilidad con las castañuelas y su facilidad para el taconeo confieren una fascinación peculiar” (The Cornell Daily Sun, 10-3-1926), interpreta las siguientes piezas: “Oro, sangre y sol”, de Vives; “Mirando a España”, de Granados; “Danza portuguesa”, de Sousa; “Córdoba” y “Rapsodia”, ambas de Albéniz (The Cornell Daily Sun, 19-3-1926).

Los tres bailarines son aplaudidos con entusiasmo, si bien el mayor éxito corresponde a la sevillana:

“… la temperamental y llamativa María Montero, con sus coloridos y vistosos trajes, es quien fue más favorecida por el público, gracias a la excelente interpretación de sus bailes ibéricos de personaje. Por dos veces tuvo que realizar un bis; primero, tras la Danza portuguesa de Sousa y, finalmente, tras la Rapsodia de Albéniz. Sin duda la primera fue su mejor creación, aunque su baile español también fue muy recomendable” (The Cornell Daily Sun, 22-3-1926).

En junio de 1926, la Montero ofrece una exhibición de bailes españoles en la Convención de la American Society of Dancing Teachers [Sociedad Americana de Profesores de Baile], que se celebra en el Hotel Waldorf-Astoria de Nueva York (New York Evening Post, 30-6-1926).

En esa época también se puede ver a la sevillana en distintos eventos teatrales a los que asiste en calidad de público. Así, por ejemplo, en el mes de junio acude a la Manhattan Opera House a ver actuar a María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza; y en septiembre es una de las invitadas a la representación privada del Ballet Intime de Adolf Bohm en Southampton.

En diciembre de ese mismo año, las alumnas de María Montero colaboran, con sus bailes españoles, en una velada musical que tiene lugar en el McMillin Academic Theatre de Columbia, con el fin de recaudar fondos para la construcción de una Casa Hispanoamericana.

María Montero (M. F. Suárez)

María Montero (M. F. Suárez)

En marzo de 1927, la bailaora andaluza viaja a Washington, para participar en una fiesta española que se celebra en el Hotel Mayflower en beneficio del Montecello, la casa de Jefferson en Virginia. La sala está decorada en rojo y amarillo, y adornada con mantones de Manila, mientras que los bailarines van vestidos de trovadores, dueñas y otros tipos populares españoles.

“La encantadora María Montero, que ha sido primera bailarina de la Ópera Real de Madrid, fue llevada a la parte frontal del escenario y, como Carmencita, vibrando con toda la agilidad e imperiosa coquetería de la original, realizó un animado baile” (The Philadelphia Inquirer, 3-4-1927).

Maestra y coreógrafa

Durante los meses siguientes, la bailaora andaluza está menos presente en los escenarios, si bien se la puede ver, en septiembre, en el homenaje de las colonias hispanas de Nueva York a la artista Pilar Arcos, que tiene lugar en el Town-Hall (Diario de la Marina, 26-9-1927); y, en octubre, en la proyección de la película The Loves of Carmen (Raoul Walsh, 1927) en el Roxy Theatre de Manhattan, en la que “una seductora bailarina española, María Montero, da un toque auténticamente español a la presentación en escena” (The Brooklyn Standard Union, 2-10-1927).

En esa época, lejos de decaer, la actividad profesional de la sevillana se centra en los ámbitos de la docencia y la coreografía. Así, en noviembre de 1927 se inauguran los tés danzantes del Hotel St. Regis con los “Bailes de la Vieja España”, interpretados por los bailarines Carola Goya y Carlos de Vega y montados por María.

Unas semanas más tarde, estos mismos artistas ofrecen un nuevo recital de bailes españoles en Hampden’s Theatre. Entre los números que ejecutan destacan las “Alegrías Torero”, “un baile de corrida de toros creado para él por María Montero” (The New York Evening Post, 26-11-1927).

Poco después se estrena con gran éxito en el Paramount Theatre de Nueva York la revista “Havana”, dirigida por Jack Hartington. En ella “predominan los bailes […], entre los que sobresalen un rumba y un danzón, […] dirigidos por la gran bailarina española María Montero” (Diario de la Marina, 21-1-1928).

María Montero con Miguel de Zárraga y otras personalidades (Diario de la Marina, 27-6-1926)

María Montero con Miguel de Zárraga y otras personalidades (Diario de la Marina, 27-6-1926)

El resto de referencias a María Montero que encontramos en la prensa de los primeros meses de 1928 tienen que ver con su participación en distintos actos sociales, como el banquete homenaje celebrado en el transatlántico ‘Cristóbal Colón’ para agasajar al Doctor Albiñana (Diario de la Marina, 6-3-1928) o la fiesta en honor de Andrés Segovia organizada por la sevillana en su propia casa (La Voz, 22-3-1928).

También se insertan con frecuencia anuncios publicitarios sobre el “Estudio de bailes españoles para profesores, estudiantes y profesionales” de María Montero, situado en el número 200 de la Calle 57 Oeste de Nueva York.

Un trágico final

Sin embargo, el 17 de mayo el nombre de la bailaora salta a la primera plana de los diarios de todo el mundo, que anuncian la terrible noticia de su fallecimiento, víctima de la que por desgracia sigue siendo una de las lacras de la sociedad actual, la violencia de género.

El asesino de María es el argentino Horacio Colombres, de 37 años de edad, que prestaba sus servicios como profesor en la academia de baile de la joven. Según la prensa, se habían conocido unos meses atrás y él se había quedado prendado de la bailaora, con quien había estado viviendo hasta que ella lo echó de su apartamento, poco antes del fatal desenlace.

Procedente de una familia con posibles, al parecer Horacio vivía de la renta que le enviaba su padre. Había residido durante unos años en París, donde había dejado mujer e hijos, y fue el conocimiento de esta circunstancia lo que llevó a la española a ponerle las maletas en la puerta.

Incapaz de aceptar el rechazo de María, Colombres acudió una tarde a su estudio armado con una pistola y, tras una acalorada discusión, se llevó por delante la vida y las ilusiones de esa gran artista. Nada pudieron hacer por ayudarla las asistentes que se encontraban en el local, que, tras oír los disparos, encontraron a la maestra inerte en el suelo, cubierta con un mantón de Manila que le había regalado Alfonso XIII. Junto a ella agonizaba su asesino, con un tiro en la cabeza, y su perrito gimoteaba desolado.

Recreación de la 'Danza macabra' y del asesinato de María Montero (Long Island Daily Press, 30-6-1928)

Recreación de la ‘Danza macabra’ y del asesinato de María Montero (Long Island Daily Press, 30-6-1928)

Colombres falleció poco después en el hospital. Había dejado escritas cuatro cartas, dirigidas a sus amigos, a la policía y al consulado argentino, en las que daba instrucciones para la repatriación de su cadáver.

La capilla ardiente de la joven fue instalada en la sede de la Sociedad Española, en el 239 de la Calle 14 Oeste. El funeral se celebró al día siguiente en la Iglesia Española de Guadalupe y su cuerpo fue enterrado en el Cementerio del Calvario, en una parcela reservada a miembros de la colonia española en Nueva York, para cuyo mantenimiento ella misma había prestado su desinteresada colaboración.

Cuando su brillante carrera se truncó, María Montero se hallaba inmersa en un nuevo e ilusionante proyecto:

“Se encontraba, tal vez, a punto de alcanzar uno de sus mayores éxitos. Había estado ensayando con un grupo de bailarines españoles que pronto iban a debutar bajo su dirección en el Capitol Theatre, y su escuela de baile era muy exitosa” (The New York Sun, 17-5-1928).

“La Señorita Montero disfrutaba de un gran éxito con sus clases, pero aún deseaba regresar, aunque fuese brevemente, a su papel de bailarina de escenario. Finalmente, se presentó la oportunidad y recibió una invitación para bailar en un teatro de Nueva York.

Ella aceptó la invitación, con la ilusión de planear una inusual y única ‘Danza macabra’ que causaría sensación en el Rialto. Estaba tan entusiasmada con los preparativos, que su objetivo también fue asumido por sus alumnos, y todas las personas implicadas observaban los progresos del baile con gran interés” (Cleveland Plain Dealer, 1-7-1928).

María Montero (Caras y Caretas, 2-6-1928)

María Montero (Caras y Caretas, 2-6-1928)

El periodista Miguel de Zárraga, gran admirador de María Montero, le dedica un último artículo, a modo de despedida, en el diario ABC:

“¡En primera página!

… Durante veinticuatro horas, por lo menos, se ha estado hablando en toda esta Cosmópolis de la famosa bailarina sevillana, que en el doble apogeo de su juventud y de su belleza, en pleno triunfo, conquistó el derecho a esa primera página…

Mientras vivió, mientras luchaba por el éxito, mientras, paso a paso, se adueñaba del secreto triunfal, las rosas que acariciaban sus manos aún la arañaban con sus espinas. Se la admiraba, se la buscaba, se la aclamaba, pero su nombre no salía de la sección de espectáculos. ¡Le faltaba la primera página! Ya la tiene.

Los periódicos de hoy se la brindaron, llenando con su nombre el más saliente título de la primera página: ‘María Montero ha sido asesinada a balazos’” (ABC, 9-6-1928).

NOTAS:

(1) Adolph Bolm se formó como bailarín en San Petersburgo y fue una de las primeras figuras de los Ballets Rusos de Diaghilev. Ruth Page fue alumna suya y posteriormente bailó en la compañía de la gran Anna Pavlova.

(2) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.

 


María Montero, una brillante carrera truncada por la tragedia (III)

Sólo dos años ha necesitado María Montero para convertirse en la artista mimada tanto del público como de la aristocracia española residente en Nueva York, según se desprende del artículo enviado a ABC por Miguel de Zárraga, su corresponsal en la Gran Manzana:

Nueva York ha prohijado a una gran bailarina española, la sevillana María Montero, haciéndola aquí imprescindible. Baila cuanto quiere, donde quiera y por lo que quiere, y hasta los directores cinematográficos, cuando se disponen a perpetrar alguna de sus típicas españoladas, la consultan…” (ABC, 20-7-1924).

María Montero (Cine-Mundial, febrero de 1927)

María Montero (Cine-Mundial, febrero de 1927)

Es precisamente esa gran admiración hacia María lo que lleva a un grupo de aristócratas y gente bien de la colonia española a convertirse en actores por un día para homenajear a la sevillana en el Longrace Theatre de Nueva York:

“… la encantadora bailarina, que pudo americanizar sus danzas, para un más fácil triunfo, pero no su corazón, acaba de aceptar una importante función a beneficio suyo, organizada y puesta en escena por un simpático número de admiradores […] [Diversos aristócratas] y otros cuantos compatriotas de apellidos no menos prestigiosos, fueron los promotores de la fiesta, en la que, como espectáculo culminante, se ha representado la preciosa comedia quinteriana Puebla de las Mujeres.

[…] El éxito de los improvisados actores fue rotundo. Y el público, que pagara a dos dólares y setenta y cinco centavos la butaca, no se arrepintió de haber llenado el Longacre Theatre.

Un gran tenor del Metropolitán, el costarricense Manuel Salazar, mereció, sin embargo, los más entusiastas aplausos de la noche” (ABC, 20-7-1924).

La sirena de Sevilla

En octubre de 1924 se lleva a escena en el Strand Theatre de Nueva York la comedia musical The Arbor of Love, en cinco escenas, que incluyen bailes franceses, americanos, rusos y españoles, estos últimos protagonizados por María Montero (The Sun, 7-10-1924). En esa época también se puede ver a la sevillana en la inauguración del Art Studio Club en la terraza del Hotel Beaux Arts (Variety, 15-10-1924) (1).

Unas semanas más tarde se proyecta en el Piccadilly Theatre el filme The Siren of Seville, un drama taurino de H. H. Van Loan, dirigido por J. Strom y H. Stromberg. Sus protagonistas son Priscilla Dean, como Dolores, y Allen Forrest, como Gallito. El programa incluye las actuaciones del cantante Vicente Cortez, que interpreta la “Canción del Torero” de Carmen; la bailarina María Montero, que “gusta en su danza española”, y la soprano Annete Koyak, que canta “La partida” y “Clavelitos” (The Brooklyn Daily Eagle, 17-11-1924).

Cartel de la película La sirena de Sevilla (1926)

Cartel de la película La sirena de Sevilla (1926)

Las noticias de este evento no tardan en llegar a nuestro país:

“El hispanófilo Lee A. Ochs […], que acaba de inaugurar su lujoso Piccadilly Theatre, conmemoró la apertura del nuevo coliseo estrenando La sirena de Sevilla en una memorable noche española…

La fiesta, presidida por el cónsul general de España, D. Alejandro Berea, al que acompañaban casi todos los cónsules hispano-americanos aquí residentes, comenzó con la Marcha Real española […]. Siguió un selecto concierto de obras hispanas, y, como prólogo de La sirena de Sevilla, apareció en persona la sin rival María Montero, sirena de carne y alma, en cuyo espíritu arde todo el fuego andaluz, asomado a sus ojos para en ellos duplicar el sol de aquella tierra bendita. […]

… la Montero volvió, una vez más, a deslumbrarnos desde el incomparable cielo neoyorquino, en plena vía blanca, como estrella fulgurante de este maravilloso Broadway, […] toda ella es luz. Es luz, y es alegría, y es fuego… Y sus danzas, ¡tan españolas!, la han hecho inmortal. La música que baila es de Granados, de Falla, de Albéniz… ¡De España siempre!” (ABC, 3-1-1925).

Esta crónica también la firma Miguel de Zárraga, quien aprovecha la ocasión para ofrecer algunos detalles sobre la brillante trayectoria de la bailaora, que se ha convertido en toda una institución desde el punto de vista tanto artístico como social:

María Montero, sevillana, es la más castiza representación de Andalucía en los Estados Unidos de esta inmensa América del Norte. Ella plantó aquí sus reales, después de una larga campaña de triunfos por todos los demás países del continente americano; y en Nueva York fue proclamada emperatriz de las danzas españolas. Bailó en los principales teatros y la recibieron, con tantos honores como agasajos, en las mejores casas. Porque María Montero, gran artista, es también gran señora… Una gran señora que, a su vez, recibe en su saloncillo de la calle 57 a lo más linajudo de nuestra colonia, figurando entre sus contertulios, indistintamente, aristócratas, literatos, hombres de negocios, pintores, cómicos, periodistas, gentes de circo, empresarios… Cuantos conocen a María la rinden asiduo homenaje, como artista y como dama. Los ricos la obsequian, y ella obsequia a los pobres. Su casa, es frecuentemente, asilo de menesterosos” (ABC, 3-1-1925).

María Montero (Long Island Daily Press, 30-6-1928)

María Montero (Long Island Daily Press, 30-6-1928)

Primeros éxitos con Bolm y Falla

El año 1925 llega cargado de nuevos proyectos para la Montero. El primero de ellos es el estreno de una nueva versión de El amor brujo de Falla en la Allied Arts Society de Chicago, con la compañía de Adolf Bolm (2):

Adolf Bolm merece una mención especial por el bello arte con que llevó a escena los ballets, y con el que él y sus colegas los bailaron […]. El amor brujo, de Manuel de Falla, un ballet pantomima en un acto, fue la primera de las piezas de baile que se interpretaron. […] Aunque la historia es ligera y no especialmente llamativa, la música resultó ser de extraordinario interés. De Falla es un ferviente nacionalista y su ballet, como otros trabajos de su creación, está fuertemente teñido de color español.

El Sr. Bolm acentuó este sabor racial, no sólo con su propio baile y el de sus colaboradores, sino con la importación de la Sra. María Montero, que ha adquirido cierta distinción como intérprete de bailes españoles en su país de origen. Además de su baile en El amor brujo, […] a la Srta. Montero se la pudo ver en dos números en solitario, en los que la atmósfera española estaba inteligentemente conseguida” (The Christian Science Monitor, 9-1-1925).

Poco después se inaugura la nueva temporada de invierno en la Sala El Patio, que vuelve a contar con la artista española para sus bailes especiales, y en el mes de marzo se puede admirar el arte de María Montero en un “Baile gitano” organizado por el magnate de la prensa William Randolf Hearst en honor del embajador norteamericano en España, Alexander P. Moore. Éste tiene lugar en el Hotel Ritz-Carlton de Nueva York, donde se establece un campamento gitano de imitación, con 400 árboles traídos de los bosques de Maine.

Gracias al corresponsal de ABC en la Gran Manzana, siguen llegando a nuestro país noticias sobre las últimas actuaciones de la sevillana. En junio de 1925 se anuncia su próxima participación en La vida breve, de Manuel de Falla, que tiene previsto representarse en el Metropolitan de Nueva York.

Una artista polifacética

Otro tipo de espectáculos para los que la Montero sigue estando bastante solicitada son los programas musicales que acompañan a los estrenos cinematográficos. En esa época se la puede ver en el Globe Theatre de Nueva York, donde se proyecta Don Q Son of Zorro (D. Crisp, 1925), un filme ambientado en España pero bastante “lamentable desde el punto de vista español”, según la crítica:

“De España no hemos visto más en esta noche que los bailes españolísimos de María Montero, indestronable emperatriz de nuestras danzas castizas en el neoyorquino Broadway” (ABC, 17-7-1925).

Ramón Mateu con María Montero y la obra inspirada en la artista (Diario de la Marina, 17-1-1926)

Ramón Mateu con María Montero y la obra inspirada en la artista (Diario de la Marina, 17-1-1926)

En el mes de agosto se proyecta en el Uptown Theatre de Chicago The Lady Who Lied (E. Carewe, 1925). El programa incluye el número ‘Under Spanish Skies’, en el que María interpreta sus bailes españoles. En octubre, en el Teatro Rivoli de Nueva York se ofrece la película Flowers of night (Paul Bern, 1925), acompañada del número musical “Danse Espagnol” a cargo de la bailaora sevillana.

Además de bailar y enseñar los bailes españoles, María Montero también hace incursiones en otras facetas artísticas. Así, por ejemplo, posa como modelo para el escultor valenciano Ramón Mateu, que se inspira en ella para una de sus obras. En febrero de 1926, la sevillana es una de las asistentes al almuerzo con que se agasaja al artista en la redacción del Diario de la Marina en Nueva York, sita en el Hotel Alamac (Diario de la Marina, 9-2-1926).

Unas semanas más tarde, el periodista Miguel de Zárraga vuelve a acordarse de María Montero en un artículo titulado “Danzarinas y tonadilleras”, que destaca a tres artistas españolas -y sevillanas- que en esos momentos triunfan en Nueva York. Se trata de Amalia Molina, “la suprema artista del casticismo, ¡la única!, incapaz de transigir con la innovaciones o imposiciones de la moda extranjera”; Trini Ramos, que “no se quiso contentar con el solo culto a la Sevilla que la (sic) dio su belleza soberana, y, en alas de una legítima ambición, voló de mundo a mundo, asimilándose cuantos encantos se encontró al pasar”, y María.

“… Cada una en lo suyo, las tres se destacan, y las tres, en imparcial espíritu de espontánea admiración, bien pudiéramos considerarlas como representativas del arte popular que de tan distintos modos encarnaron. […]

María Montero, más dúctil, supo amoldarse a todos los gustos imperantes, aunque haciéndolos siempre compatibles con el tan caracterizado españolismo de sus danzas, que como ráfaga de alegría y de luz la pasearon en triunfo por los mejores escenarios del Broadway” (Cine-Mundial, marzo de 1926).

NOTAS:

(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.

(2) Adolph Bolm se formó como bailarín en San Petersburgo y fue una de las primeras figuras de los Ballets Rusos de Diaghilev.

 


María Montero, una brillante carrera truncada por la tragedia (II)

La compañía de Fernando Porredón permanece en el Teatro Arbeu de Ciudad de México hasta principios de marzo de 1919. Tanto las obras que representan como los fines de fiesta son muy apreciados por el público, que no escatima en aplausos:

“Fue, sin duda superior, a lo que se esperaba el triunfo obtenido anoche en el Teatro Arbeu, por la Gran Compañía de Comedia Española ‘Fernando Porredón’, que hizo su presentación ante el público mexicano.

El espectáculo resultó en extremo agradable y original, pues tanto el cuadro de comedia dirigido por el célebre actor Porredón, como las artistas María Montero, que debutó como bailarina andaluza, y Gloria Gil Rey, que es una notable cancionista y tonadillera española, arrancaron una larga ovación, por sus respectivas creaciones en sus números” (El Pueblo, 20-2-1919).

“En la tarde […] irán como ‘final de fiesta’ la bailarina María Montero y el cantador y tocador de guitarra Telesforo del Campo, cuyos números siguen siendo el furor de las funciones” (El Pueblo, 23-2-1919).

María Montero (Cine-Mundial, marzo de 1926)

María Montero (Cine-Mundial, marzo de 1926)

Una vez cumplidos sus compromisos en el Arbeu, María Montero, Telesforo del Campo, Gloria Gil Rey, Pilar del Monte, La Corralito y la pareja Díaz-Delgado actúan durante varios días en el Cine Trianón Palace de la capital mexicana. Posteriormente, pasan al Teatro Principal, donde vuelven a encargarse de los finales de fiesta tras las obras llevadas a escena por el grupo de Porredón. A mediados de marzo, el elenco se despide de la escena mexicana:

“Esta será la última semana que se encuentre entre nosotros, la compañía de comedia Española, ‘Fernando Porredón’, que tantos éxitos artísticos ha obtenido en los teatros Arbeu y Principal, haciendo triunfar también su simpático cuadro de tonadilleras, coupletistas y bailarinas, así como al excelente cantador de flamenco y tocador de guitarra Telesforo del Campo” (El Pueblo, 13-3-1919).

El sueño americano

En junio de 1922, después “de completar un tour por Sudamérica, Cuba y México” (The Morning Telegraph, 9-6-1922) (1), María Montero debuta en Nueva York, en la revista The Pin Wheel Revel, dirigida por Michio Itow y representada por la compañía de Raymond Hitchcock en el Earl Carroll Theatre de Broadway.

“El programa comprende más de veinte números originales, creados especialmente para esta artística revista, que incluye bailes de personajes y bailes clásicos, pantomimas, selecciones vocales, novedades artísticas, y canciones populares indias, españolas y judías” (The Morning Telegraph, 11-6-1922).

La recién llegada no tarda en ganarse el favor de la crítica. La prensa destaca la elegancia de su baile, “que consistía en su mayor parte en un zapateo muy enérgico” (The New York Herald, 18-6-1922).

“… lo mejor de todo fue el baile español de María Montero, sin duda la dark lady de muchos sonetos en el viejo Madrid y alrededores. Tocando sus castañuelas y echando hacia atrás la cabeza, tomó completa posesión del escenario con el aire orgulloso de quien conoce su negocio al dedillo” (The Evening World, 16-6-1922).

“Uno de los atractivos fue el debut americano de una bailarina española muy conocida, María Montero, cuyo maravilloso baile causó auténtica sensación” (The Sunday Oregonian, 2-7-1922).

María Montero (The Morning Telegraph, 25-11-1923)

María Montero (The Morning Telegraph, 25-11-1923)

Una artista imprescindible en los mejores saraos

Desde su llegada a la ciudad de los rascacielos, la bailaora sevillana es requerida para amenizar con su arte eventos de postín, como la cena-baile en honor de William Hays organizada por la Motion Picture Directors’ Association [Asociación de directores de cine] en el Hotel Astor de Nueva York. El programa consta de una recepción, una cena y “un espectáculo especial a cargo de Johnny Dooley, Aleta de la Music Box Revue, Thalia Zanou, Alexander Oumansky, la Señorita María Montero y otros” (The Morning Telegraph, 15-6-1922).

En octubre del mismo año, se puede admirar a la guapa sevillana en el Strand Theatre de Nueva York. Allí se proyecta la película The Bond Boy (dirigida por Henry King y protagonizada por Richard Barthelmess) y se ofrece, entre otras atracciones, la obertura musical “Fantasie Espanol”, en la que intervienen la soprano Trina Varella, la bailarina María Montero y un trío instrumental (The Morning Telegraph, 9-10-1922).

Aparte de subirse a los escenarios, la garbosa española también desarrolla en Nueva York una carrera paralela como docente. Por ejemplo, en enero de 1923 da clases de baile español a la actriz Dorothy Gish, para que ésta pueda interpretar su papel en el filme The Bright Shawl, dirigido por John S. Robertson y basado en una obra de Joseph Hergesheimer.

“… Dorothy está aprendiendo lo último en fandangos y bailes populares españoles de María Montero. […]

María Montero, que está enseñando a Dorothy a bailar a la manera española, no habla ni una palabra de inglés, así que las lecciones […] se están dando por medio de un intérprete” (The Yonkers Statesman and News, 27-1-1923).

Unos meses más tarde, el filme se proyecta en el Strand Theatre de Nueva York. El programa musical que la acompaña incluye, como prólogo especial, un cuadro cubano con el cuarteto masculino del propio teatro y los bailarines María Palay, Amata Grassi, María Montero y Anatole Bourmann (The Morning Telegraph, 23-4-1923).

María Montero (New York Evening Post, 17-5-1928)

María Montero (New York Evening Post, 17-5-1928)

Durante el otoño de 1923, la bailaora sevillana vuelve a codearse con la flor y nata de la sociedad neoyorquina. La noche de Halloween se deja ver en un baile popular campesino que se celebra en la parrilla del Hotel McAlpin y al día siguiente hace lo propio en el primer baile anual Loew Metro, que tiene lugar en el Hotel Astor:

“[En el Hotel McAlpin] Entre las atracciones de la noche en la parrilla habrá un programa de nuevas canciones y bailes por la Señorita María Montero, de Sevilla; la Srta. Strelska, el Sr. Daks y la Srta. Trini Varela, la soprano mexicana. Los Trovadores de Sevilla tocarán para el baile y para el programa especial” (The Evening Telegram, 27-10-1923).

En el Loew Metro intervienen cuatro compañías completas de comedia musical, nueve orquestas y un gran número de artistas de primera fila, entre las que destacan estrellas de cine como Theda Bara o Marion Davies, y la bailarina María Montero (The Film Daily, 28-10-1923).

La estrella de El Patio

Unas semanas más tarde, la sevillana empieza a trabajar como bailarina principal en la Sala El Patio, que acaba de inaugurarse en el Hotel McAlpin de Broadway. La publicidad invita a respirar “la auténtica atmósfera seductora de la vieja España”. Cada noche actúan la “SEÑORITA MARÍA MONTERO. Popular bailarina española. SEÑORITA LINDA FLORES. Famosa soprano española” (The Sun and The Globe, 17-12-1923).

Su vinculación con ese establecimiento no impide a María seguir presentándose en distintos escenarios, como el del Strand Theatre. Allí se proyecta el filme Anna Christie (T. H. Ince y J. G. Wray, 1923) y se representa la revista Mark Strand Miniature Revue, que incluye un número -la canción The Arbor of Love– en el que interviene la bailarina María Montero (The Sun and the Globe, 8-12-1923).

Durante los primeros meses de 1924, la presencia de la sevillana sigue siendo indispensable en los distintos eventos organizados por el Hotel McAlpin. En el mes de enero, “la ardiente bailarina española” (New York Morning Telegraph, 30-12-1923) participa junto a Linda Flores -su compañera en El Patio- en la fiesta española del Club de Mujeres de Orange, New Jersey.

En mayo se la puede admirar en el Festival Floral de El Patio, celebrado en honor de la cantante Trini Varela. Este es el segundo de una serie de bailes organizados en el Hotel McAlpin “bajo el patrocinio de notables neoyorquinos y miembros del consulado de Latinoamérica” para “promover mejores relaciones entre los pueblos de los países latinoamericanos y los Estados Unidos” (The New York Telegram and Evening Mail, 3-5-1924).

María Montero y Roberto Medrano (Buffalo Courier Express, 19-5-1928)

María Montero y Roberto Medrano (Buffalo Courier Express, 19-5-1928)

En el programa destaca especialmente la pareja formada por “la Señorita María Montero, primera artista de Andalucía, España”, y Roberto Medrano, “la última sensación del tango argentino” (The Sun, 9-6-1924). En los meses de junio y julio, María y Roberto también deleitan con sus tangos al público que acude a la terraza veraniega del McAlpin:

“La Señorita María Montero y el Señor Roberto Medrano, los bailarines de tango argentino, ofrecerán varios números, con la orquesta argentina de Carlos Cobian” (The Sun, 5-7-1924).

NOTA:

(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.

 


María Montero, una brillante carrera truncada por la tragedia (I)

La bailaora sevillana María Montero ha pasado tristemente a la historia por su trágico asesinato en Manhattan, que fue trending topic en la prensa de todo el mundo. Menos datos han trascendido, no obstante, sobre la brillante trayectoria artística de “la más admirable de las bailarinas españolas que llegaron a actuar en Nueva York, donde se la consideraba como artista de supremo gusto” (ABC, 9-6-1928).

María Montero (Mundo Gráfico, 6-6-1928)

María Montero (Mundo Gráfico, 6-6-1928)

Sus formación como artista

María fue una niña prodigio, que dio sus primeros pasos en el mundo del baile de la mano del Maestro Otero. En su academia se formó como artista y como persona, y junto a él actuó en varios países europeos cuando aún era una niña.

Así lo cuenta el propio José Otero en distintas entrevistas concedidas tras el fallecimiento de su discípula, para quien sólo tiene buenas palabras:

Huérfana […] de padre y madre, casi sin apoyo en la vida, fue recogida por su tía Pepa, que le dio una educación esmeradísima. ¡Tenía unos ojos negros!, y una cara morena, y un cuerpo tan menudo, tan fino y tan airoso, que cuando bailaba ella las palmas eran para María Montero, que ya en su aprendizaje demostraba que llegaría” (El Liberal, 26-5-1928) (1).

“… yo la eduqué y la (sic) enseñé el baile flamenco. Bailaba como los ‘propios ángeles’ las zambras, las sevillanas, las bulerías, el vito y las peteneras. ¡Tenía una ‘grasia’ la chiquiya que era un encanto para los ojos! […] María, ¡la pobre!, viajó conmigo por el Extranjero. El 1911 la ‘yevé’ con otras diez muchachas al Coliseo de Londres. Un exitaso. Una apoteosi. […]

De Londres nos fuimos a París. Debutamos en el ‘Folies Bergère‘. María y el ‘cuadro’ gustaron mucho. Pasamos a Madrid, y luego embarcamos en Cádiz para América. Como los ‘pajariyos que dejan er nío’, la pobre María quiso volar con sus alas, y se separó de mí…” (Nuevo Mundo, 6-7-1928).

La prensa sevillana informa sobre algunas de esas actuaciones de la niña María junto al cuadro del Maestro Otero, como es el caso de la fiesta andaluza que se celebra en los Jardines del Alcázar en marzo de 1911 en honor de los Príncipes de Battenberg:

“… El maestro Otero llevó a los jardines a un grupo de hermosas andaluzas, vestidas clásicamente y luciendo mantones de Manila y peinado de teja con claveles por adorno.

Formaban el grupo Eduarda Tojo, Brígida Alba, Dolores Pinto, Isabel Martín, Emilia Navarro, María Delage, María Montero, Luz Ruiz y Rosario Raya.

Además del maestro Otero iban su sobrino Manuel Castillo y su hijo Manuel Otero; el director de la rondalla maestro Alcalá, y el tocador de guitarra Antonio Moreno acompañante de el Niño de las Marianas.

El Maestro Otero y su cuadro

El Maestro Otero y su cuadro

El baile andaluz gustó mucho a los príncipes y además se bailaron tangos, garrotín, Peteneras, Malagueñas, soleares, bolero jaleado y farruca.

El cante estuvo en armonía con el baile, formándose en éste varias parejas.

Eduardita Tojo bailó con Lolita pinto el garrotín, Rosario Raya, los tangos, garrotín y la farruca; Emilia Navarro y María Delaje, sevillanas y peteneras; Luz Ruiz y María Montero, sevillanas y peteneras, y Brígida Alba, con el maestro Otero, farruca” (El Noticiero Sevillano, 10-3-1911) (2).

Su debut en el extranjero

Unos meses más tarde, José Otero viaja con sus niñas a Londres. El cuadro debuta en el Teatro Coliseum el 29 de mayo, junto a un quinteto de bandurristas dirigido por Luis Sopena. Así lo anuncia la prensa británica:

“COLISEUM DE LONDRES […]

Dos veces al día a las 2.30 y a las 8 p. m.

Primera aparición en Inglaterra de las

BAILARINAS ESPAÑOLAS DE DON JOSÉ OTERO

de Sevilla y Madrid, con los BANDURRISTAS DE LUIS SOPEÑA, que acompañarán algunos de los bailes” (The Sporting Times, 27-5-1911) (3).

Las bailaoras sevillanas permanecen varias semanas en cartel, con éxito notable:

“En el Coliseum el programa de esta semana es magnífico. El Sr. Oswald Stoll ha contratado a una compañía excelente en la que nos complacemos de destacar Los Bailes Españoles de la troupe de José Otero. Las bailarinas son guapas mujeres que os hacen soñar un poco con sus bailes, a la vez graciosos y voluptuosos” (Comoedia, 15-6-1911).

“En el teatro Coliseum, de Londres, ha hecho su debut el conocido maestro Otero con sus bailarinas sevillanas, y que el pasado mes salieron de esta capital para dicho punto.

Nuestros paisanos han obtenido un buen éxito en sus bailes andaluces, y según dicen periódicos como The Daily Telegraph y The Westminster Gasett (sic), el número español constituye un poderoso atractivo en el programa para los espectadores, que diariamente acuden a aplaudir a las parejas de baile.

Las seguidillas, peteneras y boleras proporcionan a las lindas muchachas ovaciones, y los números de bandurrias y guitarras no son menos celebrados.

El maestro Otero y las muchachas que forman el grupo están haciendo una buena temporada que ha de darles excelente resultado, lo que celebramos” (El Liberal, 6-6-1911) (4).

María Montero (The New York Sun, 17-5-1928)

María Montero (The New York Sun, 17-5-1928)

La conquista de Madrid

En febrero de 1918 volvemos a tener noticias de María. La bailaora regresa a Sevilla tras actuar “con brillante éxito en el Cinema Francés de Tánger”, donde “hizo tal furor, no sólo por su arte, sino por sus ‘jechuras’, que todos temían que Mariquita se hiciera ‘tangerina’ para siempre” (El Guadalete, 22-2-1918).

Dos meses más tarde, la Montero debuta en el Teatro Romea de Madrid, junto a un elenco de variedades en el que también figuran la bailarina Pepita Robles y la bailaora La Checa, que actúa acompañada a la guitarra por Ramón Montoya. Las críticas no pueden ser más favorables:

“Con gran éxito debutó en este teatro la bellísima María Montero, de distinguida familia. El baile flamenco, que constituye su especialidad, es dignificado por esta amena artista, a quien esperan triunfos continuados.

Su elegancia y dominio en el baile son admirados todas las noches por el público” (Heraldo de Madrid, 22-4-1918).

“Debutaron María Montero, bailarina de excepcionales condiciones, las que son apreciadas por el público que tributa estruendosos aplausos” (Eco Artístico, 25-4-1918).

“… María Montero […] ha presentado un magnífico repertorio de bailes, con los que ha obtenido un éxito clamoroso” (Eco Artístico, 5-5-1918).

Durante los meses de verano, la sevillana realiza “una provechosa y brillante tournée por provincias” (Eco Artístico, 5-10-1918), y en noviembre regresa al Teatro RomeaMaría Montero, notable bailarina, que con su arte exquisito, ha obtenido un merecidísimo éxito” (Eco Artístico, 25-11-1918).

En esta ocasión, comparte cartel con la cancionista Lorenza Córdoba, la bailarina La Joyita, los acróbatas The Onoto Brothers, la cancionista Emilia Navarro y la polifacética Encarnación López, La Argentinita.

Unas semanas más tarde, la sevillana se presenta en el Trianón Palace, donde realiza una “magnífica actuación” (Eco Artístico, 25-12-1918). Completan el elenco los excéntricos Los Pitters, las bailarinas Luisa de Lerma y Carmen Salom, Julia Ortiz y el Trío Lara.

Rumbo al nuevo mundo

Tras triunfar en Madrid, la discípula de Otero emprende una nueva aventura allende los mares, junto a la compañía de comedias de Fernando Porredón. En diciembre de 1918, el grupo embarca en el puerto de Cádiz con destino a La Habana para actuar en el Teatro Nacional de la capital de Cuba, donde obtienen “un auténtico ‘succées’ (sic) artístico” (El Pueblo, 6-2-1919).

María Montero (La Nación´, 4-6-1928)

María Montero (La Nación, 4-6-1928)

Unas semanas más tarde, la troupe viaja a México. El 19 de febrero debutan en el Teatro Arbeu de la capital, donde llevan a escena obras como Las de Caín, La alegría de vivir, El cuarto creciente, Tortosa y Soler, Nicolás, Mister Beberly, La fórmula 3 K 3, o Genio y figura. Cada día se ofrecen varias funciones, todas con gran éxito. En los fines de fiesta actúan la bailaora María Montero, las cancionistas Gloria Gil Rey y Pilar del Monte, el cantaor y guitarrista Telesforo del Campo, y la bailarina La Corralito.

NOTAS:

(1) Texto reproducido por José Manuel Gamboa en su obra ¡En er mundo! De cómo Nueva York le mangó a París la idea moderna del flamenco, Sevilla, Athenaica, 2016, p.360.

(2) Texto reproducido por José Luis Ortiz Nuevo en su obra Coraje. Del Maestro Otero y su paso por el baile, Sevilla, Libros con Duende, 2012.

(3) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.

(4) Texto reproducido por José Luis Ortiz Nuevo en su obra Coraje. Del Maestro Otero y su paso por el baile, Sevilla, Libros con Duende, 2012.