Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

María Montero, una brillante carrera truncada por la tragedia (III)

Sólo dos años ha necesitado María Montero para convertirse en la artista mimada tanto del público como de la aristocracia española residente en Nueva York, según se desprende del artículo enviado a ABC por Miguel de Zárraga, su corresponsal en la Gran Manzana:

Nueva York ha prohijado a una gran bailarina española, la sevillana María Montero, haciéndola aquí imprescindible. Baila cuanto quiere, donde quiera y por lo que quiere, y hasta los directores cinematográficos, cuando se disponen a perpetrar alguna de sus típicas españoladas, la consultan…” (ABC, 20-7-1924).

María Montero (Cine-Mundial, febrero de 1927)

María Montero (Cine-Mundial, febrero de 1927)

Es precisamente esa gran admiración hacia María lo que lleva a un grupo de aristócratas y gente bien de la colonia española a convertirse en actores por un día para homenajear a la sevillana en el Longrace Theatre de Nueva York:

“… la encantadora bailarina, que pudo americanizar sus danzas, para un más fácil triunfo, pero no su corazón, acaba de aceptar una importante función a beneficio suyo, organizada y puesta en escena por un simpático número de admiradores […] [Diversos aristócratas] y otros cuantos compatriotas de apellidos no menos prestigiosos, fueron los promotores de la fiesta, en la que, como espectáculo culminante, se ha representado la preciosa comedia quinteriana Puebla de las Mujeres.

[…] El éxito de los improvisados actores fue rotundo. Y el público, que pagara a dos dólares y setenta y cinco centavos la butaca, no se arrepintió de haber llenado el Longacre Theatre.

Un gran tenor del Metropolitán, el costarricense Manuel Salazar, mereció, sin embargo, los más entusiastas aplausos de la noche” (ABC, 20-7-1924).

La sirena de Sevilla

En octubre de 1924 se lleva a escena en el Strand Theatre de Nueva York la comedia musical The Arbor of Love, en cinco escenas, que incluyen bailes franceses, americanos, rusos y españoles, estos últimos protagonizados por María Montero (The Sun, 7-10-1924). En esa época también se puede ver a la sevillana en la inauguración del Art Studio Club en la terraza del Hotel Beaux Arts (Variety, 15-10-1924) (1).

Unas semanas más tarde se proyecta en el Piccadilly Theatre el filme The Siren of Seville, un drama taurino de H. H. Van Loan, dirigido por J. Strom y H. Stromberg. Sus protagonistas son Priscilla Dean, como Dolores, y Allen Forrest, como Gallito. El programa incluye las actuaciones del cantante Vicente Cortez, que interpreta la “Canción del Torero” de Carmen; la bailarina María Montero, que “gusta en su danza española”, y la soprano Annete Koyak, que canta “La partida” y “Clavelitos” (The Brooklyn Daily Eagle, 17-11-1924).

Cartel de la película La sirena de Sevilla (1926)

Cartel de la película La sirena de Sevilla (1926)

Las noticias de este evento no tardan en llegar a nuestro país:

“El hispanófilo Lee A. Ochs […], que acaba de inaugurar su lujoso Piccadilly Theatre, conmemoró la apertura del nuevo coliseo estrenando La sirena de Sevilla en una memorable noche española…

La fiesta, presidida por el cónsul general de España, D. Alejandro Berea, al que acompañaban casi todos los cónsules hispano-americanos aquí residentes, comenzó con la Marcha Real española […]. Siguió un selecto concierto de obras hispanas, y, como prólogo de La sirena de Sevilla, apareció en persona la sin rival María Montero, sirena de carne y alma, en cuyo espíritu arde todo el fuego andaluz, asomado a sus ojos para en ellos duplicar el sol de aquella tierra bendita. […]

… la Montero volvió, una vez más, a deslumbrarnos desde el incomparable cielo neoyorquino, en plena vía blanca, como estrella fulgurante de este maravilloso Broadway, […] toda ella es luz. Es luz, y es alegría, y es fuego… Y sus danzas, ¡tan españolas!, la han hecho inmortal. La música que baila es de Granados, de Falla, de Albéniz… ¡De España siempre!” (ABC, 3-1-1925).

Esta crónica también la firma Miguel de Zárraga, quien aprovecha la ocasión para ofrecer algunos detalles sobre la brillante trayectoria de la bailaora, que se ha convertido en toda una institución desde el punto de vista tanto artístico como social:

María Montero, sevillana, es la más castiza representación de Andalucía en los Estados Unidos de esta inmensa América del Norte. Ella plantó aquí sus reales, después de una larga campaña de triunfos por todos los demás países del continente americano; y en Nueva York fue proclamada emperatriz de las danzas españolas. Bailó en los principales teatros y la recibieron, con tantos honores como agasajos, en las mejores casas. Porque María Montero, gran artista, es también gran señora… Una gran señora que, a su vez, recibe en su saloncillo de la calle 57 a lo más linajudo de nuestra colonia, figurando entre sus contertulios, indistintamente, aristócratas, literatos, hombres de negocios, pintores, cómicos, periodistas, gentes de circo, empresarios… Cuantos conocen a María la rinden asiduo homenaje, como artista y como dama. Los ricos la obsequian, y ella obsequia a los pobres. Su casa, es frecuentemente, asilo de menesterosos” (ABC, 3-1-1925).

María Montero (Long Island Daily Press, 30-6-1928)

María Montero (Long Island Daily Press, 30-6-1928)

Primeros éxitos con Bolm y Falla

El año 1925 llega cargado de nuevos proyectos para la Montero. El primero de ellos es el estreno de una nueva versión de El amor brujo de Falla en la Allied Arts Society de Chicago, con la compañía de Adolf Bolm (2):

Adolf Bolm merece una mención especial por el bello arte con que llevó a escena los ballets, y con el que él y sus colegas los bailaron […]. El amor brujo, de Manuel de Falla, un ballet pantomima en un acto, fue la primera de las piezas de baile que se interpretaron. […] Aunque la historia es ligera y no especialmente llamativa, la música resultó ser de extraordinario interés. De Falla es un ferviente nacionalista y su ballet, como otros trabajos de su creación, está fuertemente teñido de color español.

El Sr. Bolm acentuó este sabor racial, no sólo con su propio baile y el de sus colaboradores, sino con la importación de la Sra. María Montero, que ha adquirido cierta distinción como intérprete de bailes españoles en su país de origen. Además de su baile en El amor brujo, […] a la Srta. Montero se la pudo ver en dos números en solitario, en los que la atmósfera española estaba inteligentemente conseguida” (The Christian Science Monitor, 9-1-1925).

Poco después se inaugura la nueva temporada de invierno en la Sala El Patio, que vuelve a contar con la artista española para sus bailes especiales, y en el mes de marzo se puede admirar el arte de María Montero en un “Baile gitano” organizado por el magnate de la prensa William Randolf Hearst en honor del embajador norteamericano en España, Alexander P. Moore. Éste tiene lugar en el Hotel Ritz-Carlton de Nueva York, donde se establece un campamento gitano de imitación, con 400 árboles traídos de los bosques de Maine.

Gracias al corresponsal de ABC en la Gran Manzana, siguen llegando a nuestro país noticias sobre las últimas actuaciones de la sevillana. En junio de 1925 se anuncia su próxima participación en La vida breve, de Manuel de Falla, que tiene previsto representarse en el Metropolitan de Nueva York.

Una artista polifacética

Otro tipo de espectáculos para los que la Montero sigue estando bastante solicitada son los programas musicales que acompañan a los estrenos cinematográficos. En esa época se la puede ver en el Globe Theatre de Nueva York, donde se proyecta Don Q Son of Zorro (D. Crisp, 1925), un filme ambientado en España pero bastante “lamentable desde el punto de vista español”, según la crítica:

“De España no hemos visto más en esta noche que los bailes españolísimos de María Montero, indestronable emperatriz de nuestras danzas castizas en el neoyorquino Broadway” (ABC, 17-7-1925).

Ramón Mateu con María Montero y la obra inspirada en la artista (Diario de la Marina, 17-1-1926)

Ramón Mateu con María Montero y la obra inspirada en la artista (Diario de la Marina, 17-1-1926)

En el mes de agosto se proyecta en el Uptown Theatre de Chicago The Lady Who Lied (E. Carewe, 1925). El programa incluye el número ‘Under Spanish Skies’, en el que María interpreta sus bailes españoles. En octubre, en el Teatro Rivoli de Nueva York se ofrece la película Flowers of night (Paul Bern, 1925), acompañada del número musical “Danse Espagnol” a cargo de la bailaora sevillana.

Además de bailar y enseñar los bailes españoles, María Montero también hace incursiones en otras facetas artísticas. Así, por ejemplo, posa como modelo para el escultor valenciano Ramón Mateu, que se inspira en ella para una de sus obras. En febrero de 1926, la sevillana es una de las asistentes al almuerzo con que se agasaja al artista en la redacción del Diario de la Marina en Nueva York, sita en el Hotel Alamac (Diario de la Marina, 9-2-1926).

Unas semanas más tarde, el periodista Miguel de Zárraga vuelve a acordarse de María Montero en un artículo titulado “Danzarinas y tonadilleras”, que destaca a tres artistas españolas -y sevillanas- que en esos momentos triunfan en Nueva York. Se trata de Amalia Molina, “la suprema artista del casticismo, ¡la única!, incapaz de transigir con la innovaciones o imposiciones de la moda extranjera”; Trini Ramos, que “no se quiso contentar con el solo culto a la Sevilla que la (sic) dio su belleza soberana, y, en alas de una legítima ambición, voló de mundo a mundo, asimilándose cuantos encantos se encontró al pasar”, y María.

“… Cada una en lo suyo, las tres se destacan, y las tres, en imparcial espíritu de espontánea admiración, bien pudiéramos considerarlas como representativas del arte popular que de tan distintos modos encarnaron. […]

María Montero, más dúctil, supo amoldarse a todos los gustos imperantes, aunque haciéndolos siempre compatibles con el tan caracterizado españolismo de sus danzas, que como ráfaga de alegría y de luz la pasearon en triunfo por los mejores escenarios del Broadway” (Cine-Mundial, marzo de 1926).

NOTAS:

(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.

(2) Adolph Bolm se formó como bailarín en San Petersburgo y fue una de las primeras figuras de los Ballets Rusos de Diaghilev.

 

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Categoría: Bailaora

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