Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

La Quica, maestría y temperamento (II)

En agosto de 1935, La Quica, Frasquillo y Merceditas León realizan una nueva visita a la redacción del Heraldo de Madrid. En esta ocasión lo hacen junto a la compañía de Arte Andaluz que dirige el Niño del Museo, y en la que también figuran artistas como la cantaora Pepita Caballero o el guitarrista Niño de Posadas.

Mercedes León, La Quica y Frasquillo, en su visita al Heraldo de Madrid (7-8-1935)

Frasquillo, La Quica y Mercedes León, en su visita al Heraldo de Madrid (7-8-1935)

Durante ese mismo verano las dos compañías comparten escenario en varias ocasiones. Por ejemplo, ambas participan en la comedia de ambiente andaluz En el altar de tu reja, que se estrena en el teatro Pavón, e incluye números de cante y baile:

“Los amores, los quereres, los achares, los sufrires, traducidos al buen lenguaje de los ‘cantaores’ y guitarristas de un cuadro flamenco que integran las insignes figuras del ‘Niño del Museo’, el ‘Niño de Sabicas’ y ‘Frasquillo’, con ‘la Quica’, Mercedes León y Rafael Cruz, dieron mucho que sentir, en la mejor acepción de la palabra, y no poco que aplaudir a la dichosa concurrencia que llenaba el teatro” (El Sol, 11-8-1935).

Unas semanas más tarde, también en el Pavón, un elenco similar hace lo propio en la obra Una paloma perdía, en cuyo final “el insuperable Frasquillo puso una vez más cátedra de baile y fue ovacionado con los demás artistas de su notable cuadro” (Heraldo de Madrid, 29-8-1935).

En el mes de septiembre, el grupo de Francisco León y La Quica actúa en la plaza de toros de Madrid, integrado en un amplio programa de variedades, y en el teatro de la Comedia, donde comparten cartel con Eloísa Albéniz y Conchita Piquer, entre otros artistas. En octubre se presentan en la sala Pelikan y en el Circo Price.

Coincidiendo con las fiestas navideñas, La Quica, Frasquillo y su hija participan en dos funciones benéficas que se celebran, respectivamente, en el Cine de la Flor y en el Liceo Andaluz. En la primera -a favor de los Reyes Magos de la Inclusa- también colaboran, entre un amplio elenco de artistas de variedades, el Niño de Marchena, Pepita Caballero y el Niño de Almadén; mientras que en la segunda -destinada a adquirir juguetes para los niños pobres- destaca la presencia de una jovencísima Carmen Amaya.

Francisca González, La Quica

Francisca González, La Quica

Bailar en tiempos de guerra

En otoño de 1936, en plena guerra civil, se celebran en el teatro Coliseum de Madrid varios festivales benéficos, entre los que destacan uno a favor de la obra social del Socorro Rojo y otro a beneficio de los hospitales de sangre y en honor de los embajadores de México y Rusia. Los elencos no pueden ser mejores. En el primero destacan, entre otros muchos artistas, La Niña de los Peines, Pastora Imperio, La Argentinita, Pilar López, Manolo Caracol y Frasquillo.

Aunque sus nombres no aparecen mencionados en los papeles, no sería extraño que el maestro León fuese acompañado de su mujer, La Quica, y su hija Mercedes, que sí figuran en el segundo de los carteles, junto a “Rafael Cruz […], Bernardo de los Lobitos, Manolo Bonet y Paco Aguilera” (La Libertad, 18-10-1936), además de Pastora Imperio, Perico el del Lunar, Miguel de Molina o Pepe Pinto.

Durante el año 1937, el cuadro de Frasquillo se anuncia con frecuencia en distintos locales madrileños, especialmente en el teatro de La Latina. Allí coinciden con El Chozas y El Americano, entre otros artistas.

Una vez terminada la guerra, en julio de 1939, se presenta en el madrileño teatro Muñoz Seca “el gran cuadro flamenco del maestro Frasquillo” (Hoja Oficial del Lunes, 10-7-1939), con La Quica y Mercedes León entre otras artistas. Dos meses más tarde, la compañía actúa en el Liceo Andaluz, con un elenco renovado y el mismo éxito de siempre:

“… tomaron parte el cuadro de baile del maestro ‘Frasquillo’, constituido por Mercedes León, Francisca González (‘La Quica’) y Luisa Pericet y la bellísimas señoritas Leonor María García de Castro, María Luisa Castedo y Nita Duro. El maestro ‘Frasquillo’ presentó varios bailes del siglo XIX, que por su estilo antañón y la propiedad con que fueron montados por el famoso Ángel Pericet, se aplaudieron calurosamente.

Bernardo el de los Lobitos’ cantó con buena escuela, acompañado a la guitarra por el excelente guitarrista Manuel Bonet” (ABC, 3-12-1939).

El cantaor Bernardo el de los Lobitos

El cantaor Bernardo el de los Lobitos

Unas semanas más tarde, en el teatro Cómico, el cuadro obtiene un nuevo “triunfo innegable” (ABC, 16-12-1939), en la que probablemente sea una de las últimas actuaciones de La Quica junto a Frasquillo, que fallece en 1940. A partir de entonces, Francisca González continúa con su carrera en solitario, tanto en los escenarios como al frente de la academia que fundara con su marido.

Regreso a los escenarios: entre la danza clásica y el flamenco

En junio de 1941, La Quica y Mercedes León participan en un festival de danzas españolas que se celebra en el teatro Español de Madrid. En octubre de ese año, en el mismo coliseo, Francisca González toma parte en un espectáculo de danza clásica, baile flamenco y zarzuela, junto a la bailarina Anita Costa, la soprano Ino de Carvajal y el bailarín Guillermo la Blanca. La prensa elogia a La Quica por “su baile flamenco tan alegre y espontáneo y dueña en todo momento del manejo de brazos, tan esencial en el baile” (ABC, 21-10-1941).

En marzo de 1942, Paca González se anuncia en el teatro Cómico de Madrid, donde se representa el espectáculo “Estampas españolas”, que incluye copla, cante y baile flamenco, y en el que participan Lolita Benavente y Rafael Nieto, entre otros artistas.

En septiembre de ese mismo año también se puede ver a La Quica en el teatro de La Latina, en la obra Rocío la Granadina, en cuyo reparto destacan figuras como Lolita Triana, Ramón Montoya, el Niño de Almadén o el Cojo de Madrid.

A partir de 1945 encontramos a la bailaora sevillana vinculada a distintos espectáculos que se sitúan a mitad de camino entre el baile clásico español y el flamenco, lo cual demuestra la gran versatilidad de esta artista. Así, por ejemplo, en los últimos meses de 1945, La Quica comparte protagonismo con la bailarina Manuela del Río en cuatro galas de ópera y un festival benéfico que se celebran, respectivamente, en el Teatro María Guerrero y en el Calderón.

Ino de Carvajal, La Quica, Guillermo la Blanca y Anita Costa (ABC, 21-1-1941)

Caricatura de Ino de Carvajal, La Quica, Guillermo la Blanca y Anita Costa (ABC, 21-1-1941)

En marzo de 1946, Francisca González se sube a las tablas del Español, donde se celebra una gala en homenaje a Goya. Tras la representación del sainete La pradera de San Isidro, la artista sevillana y la bailarina Elvira Lucena conquistan al público con sus danzas:

“‘La Quica’, Carmen Egea, José Luis Udaeta y Sebastián Castro animaron con sus danzas la graciosa versión del tapiz goyesco ideada por escenógrafo Burgos […]. La música de Manuel Paradas y la impecable y exquisita dirección escénica de Cayetano Luca de Tena colaboraron eficazmente en el artístico espectáculo.

Elvira Lucena, la gran bailarina española, con Sebastián Castro y el pianista Eugenio Barrenechea, fueron los artistas que actuaron en la segunda parte de esta función extraordinaria y arrancaron merecidos aplausos de la concurrencia por su brillante intervención” (ABC, 28-3-1946).

Unos días más tarde, La Quica y Elvira Lucena vuelven a coincidir, esta vez en un espectáculo presentado por Jorge Montemar en el teatro Albéniz, con música de Turina, Leoz, Falla y Guridi (ABC, 5-4-1946). En el mes de mayo, en ese mismo escenario, la bailaora sevillana participa en un festival benéfico organizado por la Asociación de la Prensa de Madrid, en el que también interviene, entre otros artistas, el guitarrista Luis Maravilla.

Artista versátil y maestra de fama internacional

A estas alturas de su carrera, La Quica posee ya una importante reputación a nivel internacional, a juzgar por informaciones como la que publica la Gazette de Lausanne en 1946. Según el diario helvético, Harold Lander, el maestro de ballet de la Ópera Real de Copenhague, “en el momento de crear el Bolero de Ravel, va a España para trabajar con La Quica, en Madrid” (11-5-1946). (1)

Manuela del Río

Manuela del Río

En mayo de ese mismo año, la bailaora sevillana participa en un homenaje a la actriz Ana Mariscal, celebrado en el madrileño teatro Lara. Tras la representación de la obra Las horas inolvidables, “[a]ctuaron brillantísimamente […] ‘La Quica’, Satanela, el maestro Quiroga, Faustino Bretaño, el maestro Halpern, Manuel Gómez, Ángel Soler, Ayo, Nati Mistral, ‘Lepe’ y Maruja Tamayo. Para todos hubo grandes ovaciones” (ABC, 24-5-1946).

Seis meses más tarde volvemos a encontrar a Francisca González, de nuevo vinculada a Manuela del Río, que presenta con gran éxito en el teatro Español de Madrid un espectáculo de danzas españolas. Una vez más, La Quica demuestra su versatilidad y buen hacer sobre las tablas:

“La gran bailarina española Manuela del Río […], aplaudida en los principales escenarios del mundo, trata ahora de dar mayor variedad y atractivo a sus programas y ha incorporado a su espectáculo un grupo de artistas, algunos de tanta solera y prosapia como La Quica. Con ella, con Rafael de Granada, Pepita Saracena y Curro Gallardo, logra transplantar a la escena el ambiente natural de la danza.

Entre las mejores realizaciones, recordamos el ‘baile extremeño’, de Muñoz Molleda, que La Quica y Pepita Sarazena bailan deliciosamente. […]

La ‘Suite’ de danzas de ‘El amor brujo’, en la que intervienen La Quica, Curro Gallardo y Rafael de Granada, merecieron, asimismo, aplausos entusiastas del público que llenaba la sala del Español” (ABC, 7-11-1946).


NOTA:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.


Teresita España, guitarrista, artista flamenca y estrella de varietés (y VI)

En mayo de 1925, Teresita España, “la reina de las danzas españolas”, obtiene “con sus canciones a la guitarra un triunfo ruidoso” en Bilbao (ABC, 7-5-1925). Poco después regresa a Madrid, al Teatro Novedades, y vuelve a codearse con la realeza en una fiesta celebrada en el Hotel de la Condesa de Casa-Valencia. Ante el aristocrático auditorio, la artista despliega su arte en una velada memorable:

Teresita España (Mundo Gráfico, 17-9-1930)

Teresita España (Mundo Gráfico, 17-9-1930)

“… sobre un tablado que festoneaban rosas, surgió la castiza figura de Teresita España. Su arte flamenco, tan clásico, tan típico, igual en las canciones que en los bailes, puso en aquel ambiente de aristocracia y señorío la nota popular.

La primorosa artista obtuvo uno de los más resonados éxitos de su triunfal carrera” (El Imparcial, 24-5-1925).

De Buenos Aires a la conquista de América

Poco después, la prensa anuncia el inminente viaje a América de Teresita España, que ha sido contratada por uno de los principales teatros de Buenos Aires. Durante el tiempo -más de tres años– que la artista permanece en tierras americanas, son escasas las noticias que llegan a nuestro país, si bien sabemos, a través de la revista Popular Film, que Teresa contrae matrimonio en México en 1926, y que en el 27 triunfa en Nueva York:

Teresita España. La gentil y bellísima cancionista y bailarina española, que por su gracia incomparable y su juvenil alegría ha cautivado al público neoyorquino. […]

En Nueva York, desde hace algún tiempo, esta obra de conquista se le debe a cuatro figuras preeminentes de ese arte: Amalia Molina […], a Conchita Piquer, Teresita España y Magda de Bries, que con la gloria de su juventud, su belleza y su donaire, llevaron a esos mismos públicos la luz y la alegría de España. Ninguna otra artista logró tan positivos éxitos como estas cuatro, porque ninguna como ellas puede alardear de un arte tan español, ni de una gracia, una juventud y una belleza tan genuinas” (Mundo gráfico, 16-3-1927).

Amalia Molina

Amalia Molina

En noviembre de ese mismo año, El Sol informa sobre la exitosa actuación de Teresita España en el Teatro Avenida de Buenos Aires, ciudad en la que continúa triunfando un año más tarde. En septiembre de 1928, la prensa anuncia su regreso a nuestro país:

“Ayer desembarcó en Barcelona la gran artista Teresita España.

Viene de varias Repúblicas norteamericanas donde, durante varios años, ha llevado a cabo una brillantísima campaña, provechosa en todos los sentidos.

Ha venido a su Patria llevada por un deseo muy natural y, además, para atender a requerimientos que le hacen diversas empresas, los cuales se resolverán probablemente en una jira (sic) artística, nueva consagración para una mujer que viene, según nuestros informes, pletórica de facultades y más bella que nunca” (La Correspondencia de Valencia, 29-9-1928).

Regresa una gran estrella, con nuevo repertorio

A finales de ese año, Teresa España ofrece varios espectáculos en Barcelona y Reus. La artista sevillana, cuya fama se ha incrementado si cabe tras sus triunfos al otro lado del charco, ofrece un repertorio renovado, en el que se notan las influencias americanas:

Debut de la estrella española TERESITA ESPAÑA, creadora en su género. Variado y exclusivo repertorio en tangos argentinos, cuecas y zambas chilenas, canciones y estilos mejicanos, rumbas cubanas.- Bailes nacionales y extranjeros.- Lujoso decorado.- Cortinas del Casino de París” (Las Circunstancias, 28-11-1928).

“Esta noche se despedirá del público reusense la notabilísima estrella Teresita España, que con tanto éxito se presentó anoche en el Teatro Fortuny.

Teresita España no es una atracción corriente, sino excepcional, pues posee un arte especial suyo, muy difícil de imitar. Canta admirablemente, con sentimiento y maestría, poseyendo una voz agradabilísima.

No es de extrañar que todos los públicos la ovacionen, por merecérselo; y así ha ocurrido también en Reus, obteniendo un éxito sin precedentes” (Diario de Reus, 28-11-1928).

Conchita Piquer

Conchita Piquer

En enero de 1929, la famosísima artista reaparece en Madrid, concretamente en el Teatro de La Latina, acompañada a la guitarra por Carlos Verdeal. El éxito es tal que se ve obligada a prorrogar su contrato por varios días. Posteriormente, actúa en el Maravillas y en el Alkázar, y vuelve a salir de gira por Aragón y Castilla.

Nuevos compromisos en España y el extranjero

En marzo, el Heraldo de Madrid anuncia que “están muy adelantadas las negociaciones de una fuerte Empresa de un teatro español en Buenos Aires con Teresita España para llevarla con su compañía a presentar en la Avenida, con todo lujo y todos sus detalles” (5-3-1929).

Durante la primavera y el verano de 1929, “la emperatriz de las estrellas del género” (La Correspondencia de Valencia, 14-3-1929) se prodiga bastante por distintos teatros valencianos y catalanes, con un repertorio cada vez más variado, que incluye números cómicos y “lujosas toilettes”.

En el mes de septiembre debuta en el Ideal Room de Madrid “Teresita España, estrella del arte andaluz, en su repertorio de cuplés, canciones y bailes a la guitarra” (La Voz, 29-8-1929). Poco después, la prensa anuncia que la artista tiene previsto viajar a Portugal y, a su regreso, montar un espectáculo para llevarlo a El Cairo.

Durante el otoño de 1929 Teresa España, que ya dirige su propia compañía de variedades, continúa con su apretada agenda de actuaciones en distintas ciudades de la geografía española, como Alicante, Murcia, Elche, Córdoba, Écija o San Fernando, por citar sólo algunas.

Teresita España (Mundo Gráfico, 13-2-1935)

Teresita España (Mundo Gráfico, 13-2-1935)

El suyo es un espectáculo moderno y heterogéneo, que cuenta con artistas como “Marina de Goya, cancionista; Two Brampton, patinador; Chelo and Charles, pareja de bailes, y The Gronwasys, malabarista” (La Voz, 29-10-1929); y en el que tampoco faltan el cante y el baile, con la gracia que caracteriza a tan afamada artista.

Teresita España cantó con la guitarra unas ‘guajiras’, y una milonga que despertaron el entusiasmo de la galería.

También dijo con estilo otros cantos españoles, que le valieron grandes aplausos” (La Voz, 29-10-1929)

En noviembre del 29, la prensa se hace eco de la gira de Teresita España por Marruecos, que la lleva, entre otras ciudades, a Tetuán.

“TETUÁN.- Con gran éxito debutó en el teatro del Casino, de esta capital, el espectáculo de varietés que dirige D. Víctor Correa, y del que forman parte los notables artistas Teresita España, Manolo Vico y Magda de Bries. La prensa local dedica grandes elogios al trabajo de estos artistas, que han logrado un gran triunfo. El espectáculo, cuando termine en ésta, continuará su gira artística por todo Marruecos” (Heraldo de Madrid, 27-11-1929).

Teresa España despide el año en tierras gaditanas junto a su compañía. En marzo de 1930, la prensa la sitúa en Gerona, Valencia y Barcelona. En el Hotel Colón de la ciudad condal, Teresa comparte cartel con otra artista flamenca de renombre, Conchita Borrull, y, acompañándose ella misma a la guitarra, interpreta un repertorio de cante flamenco compuesto por “fandanguillos, farrucas, guajiras, milongas flamencas, granadinas y saetas sevillanas” (La Vanguardia, 19-4-1930).

Teresita España (Mundo Gráfico, 1921)

Teresita España (Mundo Gráfico, 1921)

Durante el verano de 1930, Teresita España actúa en distintas localidades de la isla de Tenerife. En ese momento le perdemos la pista, probablemente debido a una nueva gira por tierras americanas, si es que llegó a verificarse el contrato anunciado por la prensa unos meses antes. En cualquier caso, la siguiente referencia que encontramos sobre ella la sitúa en Alicante en marzo de 1933 y, de nuevo, al año siguiente.

En febrero de 1935, la revista Mundo Gráfico informa sobre una nueva gira de la artista por distintos países de América Latina. No volvemos a saber nada de ella hasta 1963, año en que participa en el programa benéfico “Todos a una”, de Radio Nacional de España, y en una Gala de la Prensa celebrada en el Teatro San Fernando de Sevilla: “Otra sevillana ausente mucho tiempo, Teresa España, interpretó milongas y guajiras, acompañándose magistralmente con la guitarra” (ABC, 1-3-1963).

Probablemente ésta fuera una de las últimas actuaciones de Teresita España, completísima artista, andaluza y universal, que conquistó con su cante, su baile y su toque al público español y americano, y a quien sin duda merece rescatar de las garras del olvido.


Soledad Miralles, bailaora, torera y gracia en estado puro (y V)

La noticia de la retirada de Soledad llega hasta América y es recogida por la prensa neoyorquina:

Soledad Miralles, la atractiva bailaora morena que decidió intentar dedicarse al toreo profesionalmente, ha abandonado la idea. Dos costillas rotas, tras perder un combate con el toro, la han hecho cambiar de idea” (Daily Sentinel, 27-8-1935). (1)

Una vez recuperada de sus heridas, Soledad vuelve a los escenarios. En septiembre se presenta en Zaragoza y un mes más tarde en Barcelona. En abril de 1936 se anuncia en el Teatro Duque de Rivas de la capital cordobesaSOLEDAD MIRALLES, la más sensacional revelación del arte coreográfico” (Diario de Córdoba, 21-4-1936).

Soledad Miralles junto a otras artistas (El Heraldo de Madrid, 21-6-1933)

Soledad Miralles junto a otras artistas (Heraldo de Madrid, 21-6-1933)

En mayo, la bailaora se presenta en el teatro de la Zarzuela de Madrid, junto a un elenco de artistas en el que destaca Conchita Piquer. En esa misma sala vuelve a actuar en los meses de julio y octubre. Otros locales madrileños en los que puede verse a Soledad en esa época son el Circo Price y el Teatro de Fuencarral. Éstas serán sus últimas actuaciones en España antes de partir para el exilio.

Su etapa americana

Su destino es el nuevo continente. Allí coincide con grandes figuras de las artes españolas, como Salvador Dalí y su esposa Gala, o La Argentinita y su hermana Pilar López. Según Carlos F. ‘Seda y Oro’, durante su estancia en los Estados Unidos, Soledad Miralles “fue requerida por el Presidente Roosevelt para ofrecerle una gran gala en la Casa Blanca, siendo la primera bailarina española que tuvo ese honor y asombrando con su arte en la mansión presidencial ante un nutrido ambiente de altas personalidades” (El taurino gráfico, 1987).

En diciembre de 1938, “la gran bailarina y gitana auténtica, Soledad Miralles” se presenta en el local Montparnasse de Guadalajara (México), junto al guitarrista Guillermo Arcos (El Informador, 27-11-1938). Al año siguiente, su nombre empieza a aparecer en los periódicos neoyorquinos. En agosto de 1939, The Saragotian la sitúa en un club de Greenwich Village:

“Una famosa campaña para legalizar el toreo en Nueva York ha experimentado un fuerte impulso en los últimos meses. […] Pero ahora el sexo ha tomado parte en el asunto porque desde una España devastada por la guerra llega Soledad Miralles, una de las pocas mujeres toreras en el mundo latino. Además de ser graciosa, la Señorita Miralles es sumamente guapa, obviando los músculos bajo su moreno torso curvilíneo. Por lo pronto, la Señorita debe aplazar su inclinación por el toreo, así que se dedica a bailar en un club nocturno de Greenwich Village” (29-8-1939).

Soledad Miralles y otras personalidades (El taurino gráfico, 1987)

Soledad Miralles, Pilar López, La Argentinita, Dalí y otras personalidades (El taurino gráfico, 1987)

Por otra parte, The New York Sun publica la oferta realizada por el Sr. Collada, propietario del club español ‘El Chico‘, quien promete entregar mil dólares en metálico y comidas gratis en su local durante un año a quien demuestre que “la nueva estrella del local, Soledad Miralles, no es una distinguida torera”.

Unos días más tarde, el periódico recibe la carta de “un caballero que firma como Luis Sariego”, quien afirma lo siguiente: “Fui a España y oí mencionar el nombre de Soledad Miralles como una gran bailaora de flamenco, pero nunca como una torera” (1-9-1939). En respuesta a este desafío, el Señor Collada aporta la siguiente información, sobre las fechas y lugares en que Soledad se puso delante del toro:

“El 17 de octubre de 1934, mató dos toros en la plaza de Tetuán, con Domingo Ortega, uno de los ases de los matadores españoles.
El 20 de junio de 1935, mató dos toros en la plaza de Madrid.
El 23 de junio de 1935 mató dos toros en la plaza de Málaga.
El 30 de junio de 1935 mató dos toros en la plaza de Vinarós.
El 27 de julio de 1935, en la plaza de Alicante, mató dos toros.
El 28 de julio de 1935, mató un toro en Alcoy. Allí fue herida y pasó un mes en el hospital.
El 2 de septiembre de 1935, en la plaza de Zaragoza, fue herida de gravedad y pasó tres meses en el hospital.
LA GUERRA SE INTERPUSO
Estaba contratada para otras veinte corridas, en el verano de 1936, pero, por desgracia, no pudo seguir con su carrera de torera por la guerra civil española” (The New York Sun, 6-9-1939).

Como se puede ver, la información proporcionada por el empresario de “El Chico” sólo coincide en parte con los datos recabados en la prensa española, que nos hacen dudar de esa segunda cogida en tierras zaragozanas, ya que son varias las actuaciones de Soledad que aparecen documentadas en los meses de septiembre y octubre de ese año.

Según el Daily Sentinel, la Miralles permanece en este local unas seis semanas. Un artículo firmado por George Tucker nos permite hacernos una idea del tipo de bailes que ejecuta. Según parece, uno de los números de su repertorio podría guardar cierta similitud con el baile del torero, que décadas atrás hizo famosa a La Cuenca:

“Ahora en América no hay corridas de toros a la vuelta de la esquina o del vestuario de la sala de variedades, y por eso la clara gracia y la volátil fugacidad de movimientos con la que los toreros y toreras evitan ser corneados han sido incorporados por esta señorita en una serie de nuevos bailes con la capa, en los que ella representa el toreo sin el toro. […] No obstante, el baile de la capa sólo es una pequeña muestra del repertorio de la Señorita Miralles, que es morena, de ojos negros y endiabladamente rápida, y que es incapaz de permanecer sentada desde que la orquesta empieza a tocar. Le encantan los flamencos que fueron llevados a España por los moros siglos atrás. Cada uno de estos bailes cuenta una historia. Algunos deben ser pequeños cuentos trágicos de amantes afligidos, pues cuando los baila ella nunca se ríe. Otros deben ser sagas de victorias, pues sus ojos brillan y sus dientes resplandecen como el Puerto del Sol con el sol del mediodía. Y hay uno que ella no explicará pero que tiene un significado especial, porque cuando lo baila Ben y yo ya no estamos allí, al menos para ella. Su espíritu parece salir flotando por la ventana y no regresa hasta que termina la música. Entonces la señorita Miralles regresa al presente y vuelve a estar entre nosotros. La señorita Miralles estará aquí unas seis semanas por insistencia del Señor Collada, que quiere su talento para El Chico, un muy conocido santuario sagrado para los oprimidos de espíritu que desean relajarse con un poco de comida española, y quizás con un poco de charla española y una gotita de vino español” (Daily Sentinel, 14-9-1939).

Soledad Miralles durante su etapa como torera (Crónica, 18- 8-1935)

Soledad Miralles durante su etapa como torera (Crónica, 18- 8-1935)

En 1943, volvemos a tener noticias de Soledad Miralles, que se presenta en el Museo de Arte Moderno de Nueva York junto con la compañía de Encarnación López, la Argentinita.

“El programa incluirá el ‘Homenaje a Lorca‘ del compositor mexicano Revueltas y un cuadro flamenco, ‘El Café Chinitas‘. La bailarina será acompañada por Carlos Montoya, guitarrista, y Pilar López, Soledad Miralles, Antonio Cobos, Dorita, José Greco, Valero, Manolo Vargas y Paco Lucena, bailaores” (New York Post, 27-5-1943).

A lo largo de su carrera, Soledad Miralles ha participando en distintos festivales benéficos para apoyar diferentes causas. En 1946, desde Nueva York, la artista vuelve a dar muestras de su gran generosidad, al poner en marcha una campaña a favor de la que fuera su maestra: “La bailarina española Soledad Miralles ha iniciado una suscripción en favor de la famosa bailaora de flamenco Juana ‘La Macarrona’, que, como es sabido, se encuentra en gran estado de pobreza en Sevilla” (ABC, 7-4-1946).

Su regreso a Madrid

Tras una década fuera de nuestro país, en 1949 el nombre de Soledad Miralles vuelve a figurar en la cartelera madrileña. En enero de ese año, la artista se presenta en el madrileño teatro Reina Victoria acompañando al bailarín Alberto Torres, quien, como ella, ha pasado una larga temporada al otro lado del Atlántico:

“El joven bailarín vuelve a España después de haber divulgado nuestras danzas durante diez años por Estados Unidos y México.
[…] Alberto Torres, que tuvo la suerte de trabajar junto al gran ‘Frasquillo‘, ha sabido no sólo aprovechar sus enseñanzas, sino también conservarlas, ser fiel a ellas. Y a estas enseñanzas debe hora los mejores triunfos, como ocurrió ayer al bailar las ‘Alegrías‘, el ‘Tanguillo‘ y el ‘Zapateado‘, éste magníficamente, en pareja con Soledad Miralles” (ABC, 8-1-1949).

Unos meses más tarde, en el teatro Lope de Vega de Madrid, debuta Pilar López con el espectáculo ‘Ballet Español‘, creado por la inolvidable Argentinita. En el elenco figura su comadre, Soledad Miralles.

Tras las citadas colaboraciones, en 1952 Soledad estrena su propio montaje, “S. M. el Arte”. Según la publicidad del mismo, se trata de “un espectáculo fino de categoría internacional”, en el que “Soledad Miralles nos brinda con españolísimo garbo, la gracia de su arte y el sabor de su solera”. El programa consta de los siguientes números y artistas:

Escuela Bolera Sevillana Siglo XVIII

El Vito” – Panaderos – Baile inglés – Olé de la Curra – Malagueñas – Baile de Luis Alonso – Subasta del ramo – Cuadro de Toledo

Segunda parte

Zorondongo – Farruca del Molinero – Danzas Carceleras (Las hijas del Zebedeo) – Danza del Fuego – Jota de la Dolores – Andalucía – Tanguillo de Cádiz – SolearesBulerías, FarrucaSeguiriyasSevillanas” (Imperio, 17-6-1952).

A mediados de junio, el espectáculo se representa en Zamora, con gran éxito:

“La personalidad de Soledad Miralles como bailarina y coreógrafa queda acusada con sus más característicos rasgos en los bailes, danzas y cantos españoles con que la notable artista se presentó ayer […]. Queremos con esto decir que […] la pureza lineal y el verdadero casticismo corren parejas con lo vistoso y espectacular. Pero no faltan en ellos gratas sugestiones, especialmente de colorido, y como la interpretación es viva y animada, se siguen con interés y arrancan continuos aplausos. […]

Individualmente triunfaron Soledad Miralles, por la pureza de su danza; […]

El público acogió con muchos aplausos todos los números de esta notable compañía” (Imperio, 17-6-1952).

En el mes de agosto, el espectáculo se representa en el teatro Carlos III de Madrid, y pasa posteriormente al Lope de Vega. “Confirmó Soledad Miralles en sus intervenciones la raíz clásica de sus bailes -ritmo y dinamismo- y fue ovacionada” (ABC, 20-8-1952).

Soledad Miralles (El taurino gráfico, 1987)

Soledad Miralles (El taurino gráfico, 1987)

En 1956, la bailaora actúa en el tablao madrileño “El Corral de la Morería”, junto a artistas como Emilia Escudero y Porrinas. En 1960, Soledad Miralles forma parte del elenco de “Sonidos Negros (Cante grande y duende del baile flamenco)”, un espectáculo en el que comparte escenario con Jacinto Almadén, El Güito y Carmen Mora, entre otros artistas. “Se trata […] de un espectáculo flamenco de buen gusto, acogido -muy justamente- con entusiasmo” (Hola Oficial del Lunes, 6-6-1960).

La última referencia periodística a Soledad Miralles la encontramos en agosto de 1978. A sus 76 años de edad, la bailaora participa en una verbena celebrada en El Retiro por la Unión de Artistas Cinematográficos.

En 1987 se marcha para siempre esta genial artista, que, con su gracia, talento y personalidad arrolladora, ha brillado con luz propia en el firmamento del flamenco, ha elevado el baile de la petenera y la siguiriya, y ha sido capaz de ponerse el mundo por montera -nunca mejor dicho- y reivindicar un estilo de toreo más femenino.

NOTA:

(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.


Soledad Miralles, bailaora, torera y gracia en estado puro (III)

La musa de todos los críticos

A raíz del éxito obtenido con El amor brujo, en 1934 en la prensa catalana aparecen varios artículos que abordan la figura de Soledad Miralles, y la comparan con otras grandes artistas del momento, como La Argentina, Pastora Imperio o La Argentinita:

“El baile, y especialmente el castizo, es una cosa que no tiene nada que ver con la literatura. El hecho de trascendentalizarlo siempre me ha parecido un exceso.

No hace mucho, en la Bodega del Colón había una bailarina que viene como anillo al dedo a lo dicho, para contrastar el arte de la Argentina: Soledad Miralles, que se encuentra en el punto más dulce -máximo, podríamos decir- de su arte.

He aquí la auténtica danza castiza, hecha de vibración, hecha de pasión, casi en el sentido físico […]. Nada de la machine recargadora de la sabiduría técnica. Nada de trascendentalizaciones y de estilizaciones complicadas. Espontaneidad, vibración y gracia. Sobre todo gracia” (Jaume Passarell, Mirador, 8-2-1934). (1)

Soledad Miralles (Crónica, 16-12-1934)Soledad Miralles (Crónica, 16-12-1934)

La respuesta no se hace esperar, y unas semanas más tarde Ernest Guasp publica otro artículo, que contiene párrafos como éstos:

Soledad Miralles se parece mucho, como gitana que es, a todas las mujeres de su raza, y a aquella gitana tipo, retrato impersonal de todas las gitanas, que en su Romancero gitano hace de otra Soledad, de Soledad Montoya, Federico García Lorca […].

Soledad Miralles ha pasado como un cometa de flamenquería por la Bodega del Colón, dejando un regusto de música fuerte de bemoles y de raptos de tragedia que plantean el imperativo de su augusta feminidad de mujer a secas, por encima de todas las maravillas del maquillaje, y del plateado y pulido de la última creación de mujer fatal.

Lo ha avasallado totalmente, hasta el recuerdo de la opacidad de su voz, el ancestralismo de su mata de pelo lustroso y su carácter de mujer echá p’alante

El paso de esta bailarina de tan alta calidad temperamental por el que podemos llamar el ombligo de las noches barcelonesas, ha refrescado la inquietud tentadora que el flamenquismo produce a las personas de buen vivir que se van a dormir tarde y meditan el regusto de las sensaciones de calidad.

Estas contadas personas que han tenido la suerte de ver bailar a Soledad Miralles, pueden difundir alegres la buena nueva: han visto el milagro del flamenquismo en su más pura expresión, han catado lo que es bueno de verdad […]” (Mirador, 1-3-1934).

Soledad Miralles (Mirador, 1-3-1934)Soledad Miralles (Mirador, 1-3-1934)

Poco después, la revista Crónica publica un reportaje titulado “Una gran artista del baile”. Lo firma Braulio Solsona, quien vuelve a comparar a Soledad Miralles con las mejores bailaoras de su época, y no escatima en elogios para ensalzar las cualidades de aquélla a quien considera la artista revelación del momento.

A pesar de su longitud, nos parece interesante reproducir buena parte de este artículo, que aporta algunas claves sobre la personalidad de Soledad:

“En poco tiempo han pasado por Barcelona las más notables danzarinas españolas. […] La Argentina, la Argentinita, Laura de Santelmo, Soledad Miralles… […] Para todas hubo alabanzas y exaltaciones. Para todas hubo aplausos entusiastas. Pero de este desfile de notabilidades de la danza española […] ha salido una revelación. […] Entre las artistas que acompañaban a Laura de Santelmo, el público y los críticos distinguieron a Soledad Miralles, cuyo nombre conocían a través de unas actuaciones esporádicas en el campo de las varietés, pero a la que hasta este momento no se la había dado la justa valoración. Acaso la culpa es, más que de nadie, de la propia Soledad, que nunca se ha preocupado ni poco ni mucho de «organizar» su personalidad artística. Soledad, flamenca, gitana, tenía esos arrebatos, esos altibajos, esas desigualdades que caracterizan el arte gitano. Un día despreciaba un buen contrato porque coincidía con la Feria de Sevilla, «que no se debe perder naide que tenga paladar». Otra se casaba con un torero, para guardar las normas tradicionales, y dejaba de bailar una larga temporada. Ahora decía que la danza española no era para los escenarios, sino para [ser] bailada en la intimidad, ante iniciados. Y sólo aceptaba, muy de tarde en tarde, unos contratos absurdos, los que coincidían con una buena corrida de toros o habían de cumplirse en un lugar que le era grato. Y nada más.

El arte de Soledad Miralles contaba con un reducido círculo de admiradores. Eso sí: los que ponían su fervor en Soledad la colocaban por encima de todas. Y eran, desde luego, gente que tenía muy afinada la sensibilidad del «cielo de la boca». Cuando se hablaba de danza española y de danzarinas, con un poco de pena decían: «El día que Soledad se decida…»

Y Soledad, al fin, se ha decidido. No se sabe por qué ha sido ahora y no fue antes. Pero el caso es que la contrata Laura de Santelmo para que la secunde en su actuación del Liceo, y Soledad se pone en primer término, se planta, jacarandosa y retadora, y dice: «¡Aquí estoy yo!». Y arma un jaleo mayúsculo. Y no se habla más que de ella. No porque las demás no valgan -que valen mucho-, sino porque todas han ido perdiendo, a medida que afinaban su arte, aquellas puras esencias que eran su valor más auténtico. La Argentina, maestra de la danza, que ha paseado el baile español en triunfo por el Extranjero, baila con la cabeza. La Argentinita, tocada de un fino espíritu literario, baila con los pies. Laura de Santelmo, influida por pintores, preocupada por la exaltación de la línea, baila con el cuerpo. Y Soledad Miralles, sin influencias ni preocupaciones, ni literatura ni ciencia, baila con el alma. Y el baile flamenco es eso: alma, genio, impulso natural, violento y apasionado, que sale de dentro y que se manifiesta sin las trabas de unas normas estudiadas, nada más que por expresión sincera del sentimiento. Yo no sabría definir el arte de Soledad Miralles -que conozco hace mucho tiempo- con otras palabras. Pero ellas explican perfectamente el éxito de esta gran artista, que ha llegado, como sus admiradores esperaban, cuando ella se lo ha propuesto, o para decirlo mejor, en cuanto a ella «le ha dado la gana»” (18-3-1934).

Al final de su artículo, Solsona nos pone al día sobre los nuevos proyectos de Soledad Miralles: ya ha sido presentada en Palma de Mallorca y próximamente partirá hacia París.

Soledad Miralles junto a otras artistas (Crónica, 7-10-1934)Soledad Miralles junto a otras artistas (Crónica, 7-10-1934)

De los escenarios a la plaza de toros

En abril de 1934 la prensa sitúa a la bailaora en distintas salas de la ciudad condal, como el Novedades y el Teatro Circo Barcelonés. Semanas más tarde, la artista presenta junto a Miguel de Molina en el Coliseum madrileño su montaje “Momento español”, que cosecha grandes éxitos.

Soledad Miralles, con Miguel de Molina y su cuerpo de baile, siguen triunfando, cada día con más éxito, en el admirable cuadro ‘Momento español’, donde tanto Soledad como sus acompañantes se superan cada día, arrancando estruendosas ovaciones” (La Libertad, 7-6-1934).

El espectáculo, que coincide durante unos días con el de Conchita Piquer, permanece en cartel hasta mediados de junio, fecha en que se anuncia la separación amistosa de la pareja de baile, debido a que Miguel de Molina tiene previsto realizar una gira por la Costa Azul.

Poco después, en el madrileño Teatro Martín y a beneficio de la vedette Tina de Jarque, “Soledad Miralles, la gitanísima bailarina, soltó el chorro de su gracia en canciones de rancio y castizo sabor” (Heraldo de Madrid, 22-6-1934).

En octubre de ese mismo año, Soledad da un paso más en el mundo taurino. En una novillada a beneficio del Montepío del Sindicato de Actores, que se celebra en el madrileño coso de Tetuán, la bailaora no se contenta con pedir las llaves montada a caballo, sino que se atreve a ponerse delante del toro, y no con poco éxito. La acompaña en esta aventura su sobrina, la actriz Marina Heredia Muñoz. Ambas comparten cartel con los diestros Bernardo Muñoz, Carnicerito de Málaga, y Rafael Valora, Rafaelillo. Veamos qué dice la prensa de la época:

“El primer becerro le correspondió a Soledad Miralles. La notabilísima artista gitana lo toreó por verónicas, siendo muy aplaudida.

Con la muleta consiguió varios pases, que fueron coreados por el público. Mató de un pinchazo y una soberbia estocada.

Le fueron concedidas las dos orejas y el rabo, con cuyos trofeos la bellísima Soledad dio la vuelta al ruedo, entre las entusiastas aclamaciones del público. […]

Tanto Soledad Miralles como Marina Heredia fueron muy felicitadas” (Heraldo de Madrid, 27-10-1934).

Soledad Miralles (Estampa, 16-3-1935)Soledad Miralles (Estampa, 16-3-1935)

“Cambiada la seda por el ‘percalillo’, Soledad Miralles, con gesto magnífico, mete cuatro lances con soberbio estilo. Las manos abajo, poderoso el brío, gracia del más puro tarro belmontino. El bicho esquemático ve su poderío ante aquella ‘fiera‘ quedar en ridículo… Y opta por morirse. ¡Qué modesto bicho! Se cae, lo levantan, y ya el capotillo de la diestra vuelve, de seda prodigio, a hacer mil locuras… ¡Perfume finísimo! ¿Y con la muleta? Pues otro prodigio. Pases y más pases de soberbio estilo. Un pinchazo hondo tras otro más fino, una enhebradura, y otro más, tendido, que al cabo da en tierra con el becerrillo… (Ovación, oreja, vuelta y delirio)” (La Voz, 27-10-1934).

Unos días más tarde, el Heraldo de Madrid anuncia las últimas actuaciones de Soledad Miralles como bailaora, antes de dedicarse exclusivamente a los toros:

“Hay sorpresas tan gratas como la de esta visita con que nos ha honrado últimamente la genial bailarina andaluza -y flamante ‘matadora‘ de toros bravos- Soledad Miralles. En medio de todas nuestras actuales tribulaciones somos, pues, felices, porque hemos tenido cerca de nosotros y la hemos podido admirar en la intimidad, mientras para nosotros bailaba unas bulerías maravillosas, a esta singular artista española, estrella de primera magnitud en la constelación donde brillan con fulgores propios Antonia Mercé (Argentina), Raquel Meller, Pastora Imperio, Laura de Santelmo

Soledad Miralles […] va a emprender en breve una larga y esperamos que fructífera gira de despedida como bailarina por España y por el Extranjero para dedicarse después totalmente, durante la próxima temporada taurina, al arriesgado arte de Cúchares y Frascuelo, animada a ello por los éxitos obtenidos recientemente en varias becerradas. Ella, que sabe bailar tan estupendamente ante los públicos, nos ha prometido con toda solemnidad, brindando con una copa de manzanilla -juramento que no quebranta jamás una flamenca con estilo-, que no bailará nunca ante los toros, como hacen algunos toreros de cartel” (8-11-1934).

Soledad Miralles (Le Monde Illustré, 10-11-1934)Soledad Miralles (Le Monde Illustré, 10-11-1934)

Las noticias sobre esta nueva faceta de Soledad Miralles traspasan nuestras fronteras. El diario francés L’Union Illustrée la menciona como una de las nuevas toreras que se atreven a ejercer un oficio tan masculino:

“¿Dónde pararán las conquistas del feminismo? […] He aquí que, en España, las mujeres tienden a competir con los hombres en el ejercicio de la tauromaquia. Hay toreras que no son menos famosas que los toreros. Sin embargo, se trata de una profesión que no parece muy compatible con la naturaleza femenina. Se necesita una fuerza física excepcional, una flexibilidad poco común, una sangre fría imperturbable, una insensibilidad, una inhumanidad, diría yo, que resiste a toda emoción.

¡Y las mujeres se complacen en ejercer este oficio bárbaro y en recoger sobre la arena laureles ensangrentados!

Por otra parte, no es la primera vez que el elemento femenino se introduce en las corridas, y las señoritas Marina Muñoz, Soledad Miralles y otras toreras que en este momento hacen correr a Madrid, han tenido sus predecesoras” (10-11-1934).

NOTA:

(1) Todas las traducciones de textos extranjeros son nuestras.