“- Dígale a Jiménez que, por tratarse de EL LIBERAL y de él, con mucho gusto recibiría ahora mismo su visita y celebraríamos la interviú. Pero en el Internacional, donde me hospedo, podremos mañana hablar con más detenimiento, y así saldrá más completa la información. Que tenga la bondad de pasarse por el hotel a las tres y media de la tarde y charlaremos, charlaremos…
– ¡Encantado de la vida! -que diría un amigo mío, que es casi tan sentencioso como Belmonte-. Que muchas gracias por adelantado, y hasta mañana. ¡Qué noche más larga me espera! ‘¡Qué noche, válgame el cielo…!’
Y con un cigarro de a cincuenta… los veinticinco, me despedí del amable portero del Mora (1), que había pasado mi tarjeta a la genial artista.
***

Encarnación López, La Argentinita (Nuevo Mundo, 13-7-1911)
La tarde no tenía nada de poética ni de ‘azulínea’. Llovía que era una maldición. Y digo maldición, porque salí sin paraguas y tuve que pedir prestado el suyo, en el Casino, al gran poeta ‘Julián de Alcántara’.
Me encaminé al hotel donde se hospeda la simpatiquísima Encarnita, orgulloso, satisfecho, triunfador…
Y para que se vea lo ignaro e indiferente que es el público: pasaban las gentes por mi lado, ¡y ni siquiera me miraban! No advertían los imbéciles lo que yo representaba y valía en aquellos solemnes momentos.
¡Iba a tener el honor, nada menos, de saludar, y hablar e interrogar vis a vis, a la gran artista, mimada de todos los públicos, a la bellísima, a la sugestiva, a la sin par Argentinita!
Llegué al hotel. Saludé al amable, al siempre amable don Pedro Blanche, y le expuse mis deseos de saludar a la celebrada bailarina.
– En seguida, en seguida -me contestó un diligente camarero.
Y pasó, ceremonioso, la tarjeta.

Encarnación López, La Argentinita (La Libertad, 2-8-1919)
A los breves instantes apareció la bellísima Encarnita, sonriente, afabilísima, deslumbrante, con esa gracia suprema con que sabe apoderarse de los públicos, en el ritmo de un movimiento o en el relámpago de una mirada.
Un saludo afectuoso (¡Ay, qué mano, señores; ay qué manos!) Algunas breves palabras recordando su pasada actuación en Huelva y mostrando su gratitud por unas crónicas mías publicada en EL LIBERAL, dos o tres ‘ocurrencias’ de ella, graciosísimas…
– Y cuando usted quiera puede empezar a preguntar.
Y añadió con un mohín, que era un madrigal y un epigrama:
– ¡Comienza el interrogatorio!
– ‘¡Comienza el interrogatorio!’ ¿De verdad es usted argentina? Porque muchos no lo creemos…
– Argentina, y de Buenos Aires. Pero española de todo corazón. Más española que Agustina de Aragón.
¡Pon!
(Era don Pedro Blonch que había cerrado un cajón)
– ¿Cuándo y dónde trabajó usted por primera vez? Su impresión ante el público.
– En San Sebastián, en el Teatro Circo, que destruyó no ha mucho un incendio. ¡Qué pena! Impresión, ninguna. Era casi inconsciente. ¡Tenía yo entonces ocho años!

La Argentinita, retratada por Julio Romero de Torres
– ¿Público predilecto?
– No puedo decirlo, porque en todos he hallado la misma benevolencia y el mismo cariño. No obstante esto, por Sevilla he sentido extraordinaria simpatía. ¡Me entienden allí tan bien! ¡Están tan compenetrados con mi espíritu que antes de hacer un chiste ya les estoy viendo reír!
(En ese momento llega Angelita, la bellísima hermana de la artista, que si apostaran ambas a ver cuál era más simpática, creo que ganarían las dos).
Angelita nos ayuda muy eficazmente en el ‘interrogatorio’.
– ¿Qué le parece el público de Huelva? ¿Cuándo debuta usted aquí?
– Encantada y agradecidísima. Este público es muy bueno. Debuté aquí el año 1910, y desde entonces guardo imborrables recuerdos de la simpatía de Huelva.
– ¿Qué le agrada más: el cante o el baile?
– Ambos; pero el baile me lo encuentro hecho. Es lo mío. Me cautiva todo lo que sea arte. Hasta óperas quisiera cantar. Pero creo conocerme bien, y entiendo que es lo español -y de lo español, lo flamenco– lo que más se adapta a mi espíritu. ¡Tienen tal encanto las ‘bulerías’!
– ¿Sus autores predilectos?
– Para cuplés, el maestro Font. Como músicos españoles, Granados y Albéniz.
– ¿Género que más le gusta?
– Decididamente, el masculino.
(Todavía me estoy riendo)

Encarnación López, La Argentinita (La Unión Ilustrada, 13-3-1919)
– ¿Y de ‘eso’ de la huelga de empresarios?
– Ni siquiera me he enterado.
– ¿Qué impresión le causa el público?
– Muy agradable. Algo nerviosilla, la noche del debut. El cambio de teatro, de orquesta… ¡No conoce una al maestro…! Algo nerviosilla, pero nada más.
– ¿Germanófila o francófila?
– Gallista, acérrima gallista. Ambos hermanos Gallo (2) son, en mi concepto, los más completos diestros. Además, en su trato particular, son muy amables y simpáticos. Recuerdo que una vez, hablándome Rafael de Barcelona, me decía con mucha gracia: ‘Aqueyo será tóo lo grande y tóo lo hermoso que se quiera; pero yo sé desí que cuando atoreo ayá, en Barselona, no me divierto en ninguna parte. M’aburro en las cayes, m’aburro en er teatro, m’aburro en tos sitios. Y por eso me yevo tóo er día en er barcón de la fonda, como un loro’.
(Rafael tendría mucha gracia contando esto, pero yo quisiera que ustedes se lo oyeran remedar a la Argentinta).
– El colmo de la indiscreción: ¿de casamiento…?
– En la guerra, he dicho que soy gallista; en esto, soy neutral.
– Pero, ¿no hay…?
– Completamente neutral. Pero, no obstante la neutralidad, un joven alto, rubio, muy simpatico…
Y lo dijo tan ‘seriamente’, tan graciosamente, que al insistir yo, ávido de conocer al afortunado mortal que tal tesoro mereciera, me atajó con este imperativo:
– Sí, señor; un joven alto, rubio, muy simpático… He dicho bastante. Prosiga el interrogatorio.

Encarnación López, La Argentinita
– ¡Bueno! ¿Y adónde va usted ahora, Encarnita?
– A Sevilla, cuyo público, como le dije antes, me encanta y atrae. ¡Es mucha Sevilla! (3)
‘¡Trianerías!
Que dicen mil por su boca…’
Y con un mohín, que era otro epigrama y otro madrigal, terminó la interviú, y siguió la charla, amenísima, sugestiva, de la genial artista, sublime ‘encarnación’ -nunca estará mejor empleado el vocablo- del alma española…
***
Había pasado el tiempo como un relámpago. Era la hora del ensayo.
– Encarnita, muchas gracias, y hasta luego.
– Hasta luego, y muchas gracias.
Y con otro afectuoso saludo -¡ay, qué mano, lector; ay, qué mano!- me despedí de la gentil bailarina y de su gentil hermana Angelita, satisfecho, orgulloso, triunfador…
El público, imbécil, pasaba por mi lado, ¡sin mirarme siquiera!, no obstante la gloria que acababa de alcanzar.
Sólo el sol, que es un buen amigo de todos, y de todo se entera, se asomó por entre unas nubes, para preguntarme por la Argentinita…
José A. Jiménez
(Esta interviú fue hecha en Huelva durante la actuación en aquella capital de la Argenitinita, y por falta de espacio no hemos podido publicarla hasta ahora)”.

La Argentinita junto a su hermana Pilar (La Unión Ilustrada, 18-4-1918)
…
NOTAS:
* Entrevista publicada en el diario El Liberal de Sevilla, en enero de 1918. Ha sido localizada por José Luis Ortiz Nuevo y está disponible en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco.
(1) Tras su paso por el Trianón Palace de Madrid, en enero de 1918 La Argentinita se presenta con gran éxito en el Teatro Mora de Huelva, donde comparte cartel con la bailarina Matilde Osuna:
“Ha sido clamoroso y entusiasta el éxito alcanzado por la genial artista La Argentinita” (Eco Artístico, 25-1-1918).
(2) Joselito el Gallo fue uno de los grandes amores de La Argentinita. Su relación se vio truncada por la trágica muerte del torero, en 1920.
(3) Tras su visita a Huelva, La Argentinita se traslada a Sevilla, para actuar en el Teatro Lloréns:
“Constituye la atracción del cartel la eminente bailarina y coupletista La Argentinta.
Figuran también en el programa el Trío Mexican, Carmelita Palacios, Isabel Ladari y los aplaudidos acróbatas cómicos Los Lerín” (Eco Artístico, 25-1-1918).