Durante su estancia en la Gaité-Lyrique de París, además de las nuevas coreografías, los Ballets Rusos retoman algunas piezas ya conocidas por el público francés, como es el caso de El sombrero de tres picos (Le Tricorne), de Manuel de Falla. En esta ocasión, su protagonista es María de Albaicín. La prensa gala elogia especialmente la labor de la bailaora, que se convierte en “la nueva revelación de la temporada” (Le Gaulois, 17-5-1921) (1):
“¿Qué decir cuando se ha visto a María de Albaicín, y cuando se la ha visto bailar?… Su cara es de una gran belleza, su tez es sorprendente; es a la vez la pureza de las líneas y la perfección absoluta. Cuando camina, ya parece que está bailando, y cuando baila, toda España baila con ella: flexible, graciosa, fina, ondulante, María de Albaicín va a causar la mayor sensación en París, a juzgar por el interés que le prestaron ayer quienes asistieron al teatro…” (Le Gaulois, 11-5-1921).

María de Albaicín
Nuevos éxitos en la capital británica
Tras conquistar al público parisino, los Ballets Rusos llevan su Cuadro flamenco al teatro Prince de Londres, donde constituyen el plato fuerte de la temporada. De hecho, tanto su director, Serge Diaghilev, como su bailaora principal, María de Albaicín, asisten como invitados a un homenaje ofrecido a Manuel de Falla en la capital del Támesis, en el que también están presentes las más destacadas personalidades de la cultura de aquella ciudad.
Sin embargo, la revista española La Esfera publica unas fotografías del espectáculo, acompañadas de una reseña en la que lamenta el éxito obtenido por esos artistas, a los que no considera suficientemente representativos de lo mejor de nuestro arte. Desafortunadamente, tal y como denuncian hoy muchos artistas, parece que ya en los años veinte el flamenco era más apreciado fuera que dentro de España.
“Aunque el Cuadro flamenco contratado por Diaghileff como complemento de la Compañía de danzarines rusos haya constituido el clou de su temporada de primavera en Londres, no deja de ser lamentable el éxito, sin precedentes en Inglaterra, de la bella María del Albaicín, de la Rubia de Jerez, del bailaor apodado Sin Pies y de otros representantes no menos calificados del arte del tablao y juerga. Sin duda España tenía en la música popular algo mejor y más noble que ofrecer a la admiración de las gentes extrañas” (La Esfera, 9-7-1921).
A finales de julio, “la admirable gitana María de Albaicín” (Le Figaro, 22-7-1921) actúa durante varias semanas en el Olympia de París. En noviembre de ese mismo año, Serge Diaghilev estrena en el teatro Alhambra de Londres el ballet La bella durmiente, una nueva versión de la obra de Tchaikovski basada en el famoso cuento de Charles Perrault, con orquestación de Stravinski, coreografía de Marius Petipa y vestuario de León Bakst.
Las representaciones se prolongan hasta el mes de febrero. Entre un reparto casi exclusivamente ruso, destaca la presencia de María de Albaicín, que interpreta el papel de Sherezade en la escena de “La boda” y baila una danza árabe, coreografiada por La Nijinska. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de Diaghilev, que no escatima en medios para realizar este montaje, el resultado en taquilla no es el esperado (2).
Como consecuencia del fiasco económico londinense, cuando unos meses más tarde lo lleva al teatro de la Ópera de París, el empresario ruso presenta solamente un fragmento de su ballet, La boda de la Bella durmiente, con nuevo vestuario diseñado por la pintora Natalia Gontcharova.

Escena de La boda de la Bella durmiente, de Diaghilev
De vuelta a París, con la danza de Sherezade
El 18 de mayo de 1922, la prensa gala acoge con expectación el estreno de “un espectáculo, inédito, de una magnificencia que los mismos Ballets Rusos quizás nunca habían alcanzado hasta ahora” (Le Figaro, 14-5-1922).
“La puesta en escena, los decorados y el vestuario ofrecen un espectáculo encantador; los cuadros están arreglados con el ingenio, la limpieza y la variedad inventiva que caracterizan a los ballets rusos; los pasos o variaciones […] son bailados por sujetos de primer orden, y el conjunto es un regalo para los ojos” (Le Figaro, 21-5-1922).
Según la crítica, entre los mejores momentos del ballet destaca la intervención de María de Albaicín en el papel de Sherezade:
“algunos episodios […] que animan la acción y deleitan -quizás demasiado- a los espectadores. La Sra. de Albaicín, la española traída el año pasado para el Cuadro flamenco, y famosa por su belleza, la Sra. de Albaicín como Sherezade turca del siglo XVIII, toda de verde y rosa, con blancos níveos, es muy adorable, cuando es llevada majestuosamente en un palanquín, y su baile, evidentemente más hispánico que oriental, en el que hace sonar sus pequeños tacones de madera a un ritmo apresurado, no carece de gracia y fina vivacidad” (Le Correspondant, 1922).

María de Albaicín, vestida para la danza árabe de La bella durmiente
La boda de la Bella durmiente permanece en cartel en el teatro de la Ópera hasta mediados de junio, y posteriormente se representa durante dos semanas más en el teatro Mogador, también en la capital del Sena.
En febrero de 1924, los príncipes de Mónaco ofrecen una velada musical en el palacio de Montecarlo. Las atracciones de la noche son la cantante Sra. Barrientos, que interpreta canciones españolas de Falla y Granados, y “la Srta. María de Albaicín, la sorprendente bailarina de la troupe de ballets del Sr. Diaghilev”, que “ejecutará con auténtico éxito una deslumbrante serie de bailes españoles” (Le Gaulois, 2-2-1924).
Del teatro a la gran pantalla
En 1924, María de Albaicín se estrena en una nueva faceta artística. La española debuta como actriz de cine en Surcouf (3). El filme, dirigido por Luitz-Morat y estrenado en 1925, relata en ocho episodios las aventuras de un famoso corsario. El actor Jean Angelo interpreta el papel protagonista, mientras que María da vida a su amada Madiana, una exótica belleza “con su conmovedor encanto de mujer sobre la que pesa un destino fatal” (Le Radical, 16-1-1925).

Escena de Surcouf, con María de Albaicín
La película es todo un éxito, a juzgar por las críticas, y la bailaora española se revela como una gran actriz:
“Una nueva estrella
Durante la presentación de Surcouf […] nos ha llamado la atención el encanto exótico y turbador de la Srta. María de Albaicín, que, en el rol de Madiana, acaba de hacer su sensacional debut en la gran pantalla. Esta simpática artista, que consiguió numerosos éxitos como bailarina en el escenario, ha interpretado su papel con un talento sincero y atractivo. A partir de ahora tiene un lugar entre nuestras mejores estrellas. Aplaudamos a esta creación, que nos hace augurar a María de Albaicín una brillante carrera en el arte cinematográfico” (Paris-Soir, 7-2-1925).
“María de Albaicín debuta en la gran pantalla en el papel de Madiana, con un encanto y una sensibilidad que la convertirán en una estrella de primera fila” (Le Journal, 20-2-1925).
Tras el gran éxito obtenido, en 1925 la bailaora se embarca en el rodaje del que será su segundo filme, Mylord l’Arsouille (1925) (4), una película de época dirigida por René Leprince, en la que comparte cartel con su marido, el actor Aimé Simon-Girard (5).

Maria de Albaicín, en Mylord l’Arsouille
Una vez más, la crítica se deshace en elogios hacia María de Albaicín, que es “absolutamente encantadora” (Le Figaro, 10-4-1925). La española, “con una gracia turbadora y una inteligencia notable” (Le Matin, 24-4-1925), encarna a la famosa bailarina Fanny Essler, y “presta a su personaje toda su gracia seductora y el encanto que van a hacerla conquistar las salas de cine” (Le Matin, 10-4-1925).
…
NOTAS:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.
(2) “Representé -nos dice- La bella durmiente en Londres 115 veces seguidas, primero siete y luego ocho veces por semana; sin embargo, este ballet no tuvo un éxito real, a pesar de que había contratado a los mejores elementos para estas representaciones. […] El ensayo general fue desastroso; la maquinaria era mala, el crecimiento de los árboles del bosque encantado no fue bien […]. La primera representación estaba comprometida y las pérdidas de dinero fueron incalculables. Para la puesta en escena de este ballet tuve que sacrificar toda mi empresa teatral en el extranjero” (Palabras de Serge Diaghilev, citado en Diaghilev: les Ballets Russes, 1979).
(3) Esta película, basada en la novela de Charles Cunat Surcouf, roi des corsaires, es distribuida en España con el título El rey de los corsarios.
(4) El filme Mylord l’Arsouille, distribuido en España como El gran aventurero, puede visualizarse en versión original en la filmoteca virtual de la Universidad de Princeton.
(5) El actor francés Aimé Simon-Girard (París, 1889-1950) alcanzó la fama tras protagonizar el filme Los tres mosqueteros (Henri Diamant-Berger, 1921). María de Albaicín lo conoció en una fiesta organizada en París por el matrimonio Murphy tras el estreno del ballet Les Noces (1923), de Diaghilev, según cuenta el sobrino nieto de la bailaora, Joaquín Albaicín, en su artículo “Vida, leyenda y muerte de María de Albaicín”, publicado en el nº 7 de la revista La Caña (1994).