En la primavera de 1925 actuó en el teatro de Bujalance (Córdoba) “la gran artista de cantos regionales María del Rocío Vega, la que por su estilo de gran valor artístico, gustó mucho y fue muy aplaudida por el distinguido público que llenaba el teatro” (La Voz, 12-5-1925).
Un año más tarde, La Niña de la la Alfalfa regresa al Teatro San Fernando de Sevilla, para interpretar sus famosas saetas durante la proyección de la película El Niño de las Monjas (1). Ana María Tejada y Antonio León completan el elenco de cantaores.

La Niña de la Alfalfa (Correo Extremeño, 15-2-1929)
Sin embargo, la artista, dedicada desde hace años al género lírico, no logra revivir a la gran saetera que un día fue:
“… la expectante concurrencia hubo de lamentar una decepción, porque Rocío Vega no pudo sobreponerse al justificado temor que para ella suponía saltar de sus actuales cualidades de cantante al arte espontáneo, natural y pleno de sentimiento de la saetera. Sin embargo, la voluntad que puso en el empeño permiten esperar que en noches sucesivas recobre el dominio de sí misma, y con él este aplauso halagador que el público se reservó anoche” (El Liberal de Sevilla, 23-3-1926) (2).
Tal vez sólo le faltara encontrarse en su ambiente. De hecho, unos días más tarde, ante las imágenes de su devoción, Rocío consigue reeditar aquel mágico momento en que, al cantar por primera vez su saeta, conquistó incondicionalmente al público de Sevilla:
“Rocío Vega, la famosa Niña de las Saetas, que está de facultades como en sus mejores tiempos, refrendó ayer tarde, en la propia Alfalfa, su consagración como incomparable cantante de ‘saetas’.
Desatendiendo un ventajoso contrato, […] quiso cantarle al Cristo de la Salud y María Santísima del Refugio, […] y superándose a sí misma, ante las sagradas imágenes y un inmenso gentío, desde uno de los balcones de la morada del conocido industrial don Juan J. Álvarez […] cantó varias admirables ‘saetas’, plenas de estilo y emoción, la última casi llorando” (El Liberal de Sevilla, 28-3-1926).

El antiguo Teatro Llorens de Sevilla
Excepcional saetera, por encima de todo
Ni su dedicación al bel canto ha podido borrar el sello único e inconfundible que imprime Rocío a sus saetas, de estilo “sencillo, fino y bonito” (El Liberal de Sevilla, 3-4-1926), y absolutamente inimitables:
“Este año vamos a escuchar la ‘saeta’ clásica, la ‘saeta’ fina, sin ayes flamencos, sin troncos, sin gritos raros, sin salidas por ‘seguiriyas’, sin exageraciones. La ‘saeta’ sencilla, clara, que tiene más emoción, que es más nuestra, sólo la canta esta simpatiquísima y hermosa artista que se llama María del Rocío Vega, conocida por la Niña de la Alfalfa.
[…] Porque la hemos oído ensayar podemos asegurar que nadie logrará no ya superarla, sino imitarla. Son las ‘saetas’ de Rocío algo que no se puede copiar, que nadie ha copiado, aunque la han imitado muchos ‘cantaores’. Y es que Rocío no es ‘cantaora’. Rocío no canta la ‘saeta’ sujetándose a ningún patrón. Es una cosa suya, inconfundible, única. Y ahora que recordamos a la Niña de la Alfalfa nos damos cuenta de que lo que hemos escuchado hasta aquí han sido coplas flamencas con letra religiosa. La ‘saeta’ que nos hace enmudecer, la ‘saeta’ que nos hace sentir y emocionarnos, es la que canta María del Rocío Vega ‘La Niña de la Alfalfa’” (El Liberal de Sevilla, 21-3-1926).
De teatro en teatro, de triunfo en triunfo
Unas semanas más tarde, también en la capital andaluza, María del Rocío se sube a las tablas del Teatro Lloréns, junto a Benvenuto Franchi, para interpretar El Barbero de Sevilla. La artista suma un nuevo éxito a su imparable carrera:
“Ha triunfado María por la calidad de su arte, exento de trampa y cartón y limpio de esos recursos y ventajillas que suelen adquirirse después.
Emite las notas altas con limpidez y perfectísima afinación y la factura es de la mejor ley.
[…] El público premió con atronadoras ovaciones el primoroso trabajo de la debutante, que puede estar satisfecha del éxito obtenido, por lo que le damos nuestra más entusiasta enhorabuena” (La Unión, 25-4-1926).

Rocío Vega, cantando sus saetas (ABC de Sevilla, 25-4-1993)
En noviembre de 1927 llega al Teatro Enrique de la Cuadra, de Utrera, la película El Niño de las Monjas. En esta ocasión, Rocío sí se encuentra a sí misma y, ante un coliseo abarrotado, ofrece una actuación memorable. Además de sus conocidas saetas, la sevillana interpreta varias canciones y se despide con una tanda de fandangos de su creación:
“Los aplausos estruendosos que en la bonita sala del precioso coliseo resonaron anoche, entusiastas y espontáneos, tributados, fueron a la admirable cantante, que en esa su primera actuación ante este público hizo pasar una ráfaga de verdadero arte por el hermoso escenario […].
Las diversas saetas que entonó al paso de las cofradías sevillanas, escuchadas fueron por la apiñada multitud en medio de sepulcral silencio, convertido segundos después en atronadoras salvas de aplausos que estallaban frenéticas y entusiastas, adquiriendo a veces caracteres apoteósicos.
Finalizada la película El Niño de las Monjas, volvió María del Rocío Vega a deleitar al público con las siguientes canciones españolas: ‘Malagueñas’, ‘La Perolera’, ‘Florerillo’, ‘El mocito de los claveles’ y ‘La garrochista’.
Nuevas demostraciones de férvido entusiasmo en el auditorio, exteriorizadas al ejecutar la artista de manera insuperable una serie de fandanguillos, de los cuales es creadora y excepcional intérprete.
El público, de pie, aclamó a la celebrada cantante, haciéndole bisar todos los números en medio de calurosas ovaciones” (Pepe Romero, El Noticiero Sevillano, 15-11-1927).

El Cristo de la Salud, de la cofradía de San Bernardo (ABC de Sevilla)
Durante los dos años siguientes, Rocío alcanza una gran notoriedad en Extremadura (3). Su presencia es una constante en los teatros y fiestas populares de localidades como Zafra, Alburquerque, Bienvenida, Almendralejo, Granja de Torrehermosa, Talavera la Real, Badajoz o Santa Marta. En todas ellas, La Niña de la Alfalfa se anuncia, no ya como cantante lírica, sino como cancionista e intérprete de cantes regionales. Sus actuaciones se cuentan por éxitos.
Sus saetas, desde Sevilla al mundo
A pesar de todos estos cambios de registro, a lo que nunca renuncia Rocío es a su vocación de saetera. En la Semana Santa de 1928 su cante se eleva al cielo desde varios puntos de la carrera oficial sevillana, para el disfrute de españoles y extranjeros:
“Durante el paso de las cofradías por la Campana, en la tarde de ayer, se radiaron las ‘saetas‘ que cantaron La Finito y Rocío Vega a Madrid, y de allí a Londres […].
Rocío Vega, La Niña de la Alfalfa, que ha dejado en buen (sic) hora el repertorio ‘selecto’, pasándose al flamenco, cantó ‘saetas’ a la salida del Cristo del Patrocinio y luego en el Casino Militar, llamando poderosamente la atención sus ‘saetas’, las clásicas ‘saetas’ que hace ocho años la hicieron popular” (El Liberal de Sevilla, 8-4-1928).
El Correo Extremeño (7-4-1928) reproduce algunas de las letras cantadas por Rocío Vega al paso de la Cofradía del Señor de la Humildad y Paciencia, en la Semana Santa de Zafra:
“Tú que eres Padre de Amor
prodiga Tu caridad,
y échale Tu bendición
a esos pobres desgraciados,
que sufren triste prisión,
y perdona sus pecados.
De Tu humildad y paciencia
los judíos se mofaban.
Te coronaron de espinas,
y de Tus sienes brotaban
gotas de sangre Divina,
que por Tu rostro rodaban.
Silencio pueblo cristiano,
que se acerca la Humidad;
rézale pueblo de Zafra
y acompáñalo al altar
donde la Gloria se alcanza.
Escucha Tú, Padre mío,
esta voz de mi garganta,
que es un grito de dolor,
que la ‘Niña de la Alfalfa’
te lo ofrece con fervor”.
Algunos cantes de la Niña de la Alfalfa, por cortesía de Pedro Moral:
…
NOTAS:
(1) Filme basado en la novela homónima de Juan López Núñez, dirigido por Antonio Calvache, ‘Walken’, y estrenado en Madrid en enero de 1926.
(2) Las referencias de la prensa sevillana de 1916 a 1936 han sido localizadas por José Luis Ortiz Nuevo y se encuentran disponibles en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco.
(3) Rocío Vega concede una entrevista al periodista C. Giovanni Cannonico para el Correo Extremeño (23-12-1928). Lo recibe en su casa de calle Corral del Rey, nº 17, ricamente vestida y envuelta en un abrigo de piel: nada que ver con la modesta joven que se dio a conocer cantando aquella histórica saeta.