En otoño de 1890 se estrena en Nueva York La muda de Sevilla, una obra de Frederic Solomon escrita especialmente para Carmen Dauset, que se estrena como actriz. Su escaso dominio del inglés no supone un problema para la almeriense, ya que su papel carece de texto.
Además, el espectáculo incluye dos nuevos bailes, que constituyen su principal atractivo: “Los bailes de Carmencita fueron lo que tuvo más éxito de la pieza. ‘La Sevillana’ fue muy efectiva y hubo de ser repetida” (The Evening World, 14-10-1890). (1)

Carmencita (W. M. Chase, 1890)
No obstante, a juzgar por las críticas, parece que la interpretación no constituye el punto fuerte de Carmencita:
“En la mala hora en que un grupo de amigos entusiastas de la bailarina prepararon un espectáculo llamado ‘La muda de Sevilla’, en el que Carmencita desempeñaba el papel principal y mostraba tanta gracia como un caballete desarmado. Permanecía de pie en el escenario con sus manos a los lados, mirando de una persona a otra, y sólo cuando las coristas le susurraron y la empujaron a su lugar fue capaz de pasear, como exigía su papel. […] construyó una creación de incompetencia e ignorancia que no tiene rival en la interpretación de la comedia. Carmencita sabe bailar pero no sabe actuar. Otro fiasco como el de “La sorda de Sevilla” y el ídolo de hace un año no sólo será desatendido, sino olvidado” (The Brooklyn Daily-Eagle, 19-10-1890).
El Baile de Carmencita
A pesar de todo, ni su fracaso como actriz ni la profusión de imitadoras de sus bailes consiguen apagar la estrella de Carmen Dauset, que sigue siendo la atracción principal de Koster & Bial’s. De hecho, en enero de 1891 la artista almeriense se convierte en protagonista de un espectáculo nunca visto en Nueva York y denominado, en su honor, “El Baile de Carmencita”.
El lugar elegido, por sus dimensiones, es el Madison Square Garden. Allí se congregan 8.000 personas y, entre ellas, lo más granado de la sociedad neoyorquina. “El público era mixto. Había gente de todos los grados y condiciones. Se sabe que hombres de fama nacional han forcejeado con sus conciudadanos más humildes por un sitio en primera fila” (The Evening World, 31-1-1891).
Hasta las “mujeres ultra-religiosas de Nueva York, que consideran pecaminoso dedicar las horas de luz a la vida desordenada, fueron invadidas por la ambición de convertirse en auténticas diabólicas una vez al año; así que, vistiéndose de hombres, fueron en masa al baile arriano” (The Seattle Post-Intelligencer, 1-3-1891).

Carmencita Dauset
El espectáculo comienza a las nueve de la noche. No se ha escatimado en medios para conseguir un auténtico ambiente español, empezando por los decorados y terminando por el atuendo del público. La orquesta interpreta varias piezas y posteriormente hace su entrada la estrella del baile, Carmen Dauset, que llega montada en una carroza y rodeada por un amplio séquito: “la banda real militar española, los Estudiantes españoles, 200 chicas españolas tocando las castañuelas, gitanas, picadores, toreros y otros” (Los Angeles Herald, 2-2-1891).
Carmencita baila un vals y una petenera, con la gracia y la sensualidad que la caracterizan, y el público, una vez más, sucumbe ante los encantos de la española:
“Primero se movió altivamente, poniéndose la mantilla sobre los hombros. Después se la quitó y comenzó a bailar de manera lenta y sensual.
De nuevo la música salía de los instrumentos para deshacerse en su cuerpo, y una vez más los espectadores, en las gradas, se inclinaban hacia delante y se emborrachaban con la sensualidad del movimiento.
Unas veces se retorcía con la sinuosidad de una serpiente; otras, su cabeza colgaba y sus brazos se movían lentamente al compás de la música; y otras, su cuerpo se mecía con suavidad formando círculos. Luego la música iba más rápido y Carmencita parecía ser llevada por ella.
Su pecho se alzaba y caía rápidamente, sus brazos flotaban velozmente a su alrededor, con sus manos abiertas y su dedos curvados, su cuerpo se movía con elegancia de un lado a otro, y sus pequeños pies calzados con zapatillas de baile saltaban sobre el suelo, y parecía que apenas lo tocaban.
Ése fue el triunfo de la noche, y los aplausos se mezclaban con gritos de ‘bravo’ y pañuelos que se agitaban enérgicamente. Después de esto vino la ‘Petenera’, que fue menos sensual. Hizo varias reverencias y se besó las manos” (The Big Stone Post, 6-2-1891).

Fotos de Carmencita tomadas en el estudio de J. Carroll Beckwith Sherwood, 1890
El baile constituye un éxito sin precedentes, no sólo para la artista, que ve confirmado su estatus como primera figura de Broadway, sino también para la empresa, que ya piensa en convertir el acontecimiento en una cita anual:
“Cuando Carmencita se fue a casa a las cinco de esta mañana del baile que se ha dado en su nombre en el Madison Square Garden, se reía para sus adentros y se repetía a sí misma, en el más puro estilo castellano, las palabras de César: ‘Vine, vi y conquisté’.
Fue un gran triunfo para la bailarina. Sus representantes lo llamaron el baile español, otro evento que está llamado a celebrarse todos los años, por lo contentos que quedaron con la recaudación en taquilla” (The Evening World, 31-1-1891).
Nueva gira por los Estados Unidos
En febrero de 1891 se cumple un año desde el debut de Carmen Dauset en Koster & Bial’s. La española, cuyas actuaciones se cuentan por llenos, sigue compaginando su trabajo en el music hall con otros compromisos profesionales.
Por ejemplo, en el mes de marzo de ese mismo año es contratada por un grupo de señoras para amenizar una fiesta celebrada en el estudio de William M. Chase, otro de los pintores que han tomado a Carmencita como musa para alguno de sus cuadros:
“En el bonito estudio del Sr. Chase, que está dividido en tres apartamentos separados, se colgaron bonitos tapices y obras de arte coleccionadas por el artista en el extranjero. En el apartamento interior, y el más grande de los tres, fue donde Carmencita embelesó a su público, cuyos miembros ocupaban un semicírculo formado por lujosas otomanas y cómodas sillas.
La amplia habitación sólo estaba vagamente iluminada y habían dado las 12:30 cuando la bailarina hizo su aparición y comenzó sus giros y piruetas con la música de cinco guitarras. Ella exhibió su arte en un escenario levantado temporalmente en la zona sur de la habitación. Carmencita llevaba puesto un bonito vestido de raso rosa bordado en oro y en su pecho izquierdo mostraba una gran condecoración con los colores nacionales norteamericanos” (Pittsburg Dispatch, 8-3-1891).

Carmencita (The Salt Lake Herald, 12-10-1890)
En agosto de 1891, tras actuar de manera ininterrumpida durante diecisiete meses en Koster & Bial’s, Carmen Dauset vuelve a salir de gira por los Estados Unidos, acompañada por su inseparable Estudiantina Fígaro (2). Ciudades como Cincinnati, Kansas City, Saint Paul, Minneapolis o Pittsburg, entre otras muchas, vuelven a ser testigo de sus éxitos.
“Anoche comenzó la gira provincial de Carmencita, con una actuación en la Grand Opera House de Cincinnati. Lleno a rebosar. El éxito de la bailarina fue instantáneo. Fue llamada ocho veces a escena y recibió un diluvio de flores. Los Estudiantes españoles también causaron furor” (The Evening Herald, 8-9-1891).
Aunque no es la primera vez que se prodiga por aquellas tierras, la española deslumbra con sus bailes, entre los que “destacan el famoso […] ‘Vito’, con el que ha conseguido uno de sus mayores triunfos”, así como la Cachucha y el Bolero (St. Paul Daily Globe, 11-10-1891).
La prensa se refiere a ella como “la emperatriz del baile” (Pittsburg Dispatch, 13-12-1891), “la personificación de la elegancia rítmica” (St. Paul Daily Globe, 19-10-1891), y no escatima en elogios para su arte:
“El baile de Carmencita. Representa la poética del movimiento. No la suavidad e incluso la elegancia del movimiento rítmico que muestra lo que se espera en intervalos regulares. En absoluto. Es una elegancia salvaje y extraña, única, rara y fascinante. No tiene reglas, razón ni método. No hay un giro ni una vuelta de su flexible y sinuosa figura que no sea elegantemente abrupta y sorprendentemente inesperada. Es típico y pintoresco. Es tan claramente suyo como sus ojos grandes y brillantes, su piel color de aceituna clara y su pelo moreno de bronce” (St. Paul Daily Globe, 12-10-1891).
…
NOTAS:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.
(2) “En su actual gira americana [Carmencita] es asistida por los prestigiosos Estudiantes españoles, que la acompañan con la mandolina, el violonchelo, la guitarra y la viola” (St. Paul Daily Globe, 11-10-1891).