Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Carmencita Dauset, la reina de Broadway (y IX)

Andanzas de Carmencita en Brasil

En los albores del siglo XX retomamos la pista de la Dauset, una vez más, en el continente americano. Procedente de Buenos Aires, en enero de 1901 llega a Río de Janeiro, a bordo del Orissa, “la famosa cantante y bailarina española Carmencita” (Jornal do Brasil, 19-1-1901) (1), que debuta con gran éxito en el Moulin Rouge y, durante varios meses, “en su variado y brillante repertorio, todas las noches es aplaudida con delirio” (Revista da Semana, 3-2-1901).

La Carmencita ( John S. Sargent, 1890)

La Carmencita ( John S. Sargent, 1890)

No en vano, de entre todas las artistas que actúan en el teatro de la plaza del Rocío, ella es quien goza de “las más sinceras simpatías y quizás el mayor grupo de admiradores” (O Paiz, 18-2-1901). La prensa brasileña no tarda en ensalzar sus virtudes:

“El nombre de la heroína de Bizet, bajo cuyo motivo aparece en escena, todas las noches, arrancando bravos entusiastas, le va bien, aunque le iría mejor el de Eva. La legendaria madre de la humanidad, al presentarse con la fruta en la mano ante el ingenuo Adán, debería tener ese cuerpo y, por supuesto, poner en práctica los graciosos meneos que Carmencita imprime a sus bailes entrecortados por las exclamaciones de ¡Olé! ¡Olé! Y fue por eso, por una Carmencita del Paraíso, por lo que Adán cayó.

Después de que ella interpreta las malagueñas con tal encanto, que la gente se extasía y se olvida de aplaudir, nadie más se lleva la palma en el género de bailes que cultiva y que, a pesar de la diferencia de edad, hace mejor que Tejero e incluso que Guerrerito.

Su nota consiste principalmente en la riqueza de los trajes, que son de un lujo extravagante y de una armonía deliciosa, a la que se alía la melodía de sus jotas, cantadas con fuego y castañuelas eléctricamente endiabladas…” (O Paiz, 18-2-1901).

Carmencita (fotogramas de la película de Edison)

Carmencita (fotogramas de la película de Edison)

Durante la primavera de 1901, Carmencita actúa en distintos teatros, tanto de Río de Janeiro como de São Paulo, y en el mes de agosto regresa al Moulin Rouge, donde es agasajada con dos beneficios, que confirman su estatus de estrella internacional. No en vano es “una de las bailarinas españolas que más éxito han obtenido en esta capital, una artista que sabe despertar en el público un gran entusiasmo” (Jornal do Brasil, 14-8-1901).

“Cuando Carmencita pisó el escenario los aplausos irrumpieron con fuerza, desde todos los puntos de la sala, y ella, graciosa, pasando por encima de las flores, que llenaban el palco, con vueltas de mariposa y contorsiones de serpiente, ejecutó una vez más sus bailes, ora llenos de blandura, ora de movimientos nerviosos y bruscos.

Cada vez que terminaba su trabajo las palmas ruidosas satisfacían cabalmente su vanidad de artista.

Carmencita recibió una gran cantidad de joyas y otros objetos de valor, y palomas con cintas.

Tuvo un festival digno de su mérito” (Jornal do Brasil, 18-9-1901).

Entre la vida y la muerte

Carmen Dauset continúa triunfando en distintos teatros brasileños, principalmente de Río de Janeiro, hasta el verano de 1902. La prensa se hace eco de sus éxitos y del cariño con que es acogida por el público. Sin embargo, el nombre de Carmencita también sale en los papeles por otros motivos, mucho menos afortunados.

Así, en noviembre de 1901 la artista es víctima de un intento de asesinato:

“Hoy, a la una y media de la madrugada, cuando la actriz Carmencita, en compañía de su amiga María Nigri, se apeaba del coche […] en la puerta de la casa donde reside en la calle Dr. Joaquim Silva nº 44 B, oyó la detonación de un tiro de revólver y el silbido de una bala que se dirigía a ella” (Jornal do Brasil, 11-12-1901).

Afortunadamente, ninguna de las mujeres fue alcanzada y la policía detuvo al autor del disparo, “un amante de Carmencita, que es empleado de un comercio y se llama Francisco de tal” (A Noticia, 11-12-1901).

Vista de Río de Janeiro

Vista de Río de Janeiro

Unos meses más tarde, en julio de 1902, se extiende como la pólvora la noticia del fallecimiento de Carmencita a causa de la fiebre amarilla. Periódicos de todo el mundo, desde Francia a los Estados Unidos, pasando por Alemania, se hacen eco de esta supuesta información:

Carmencita, la célebre bailarina española, acaba de morir en Río de Janeiro de fiebre amarilla. Carmencita ha bailado en los music halls de todas las capitales del mundo. En pocos años, había amasado una fortuna que perdió en una desafortunada especulación teatral.

Para recuperar sus finanzas, había emprendido una gira a través de las dos Américas, con la que esperaba obtener grandes beneficios” (Gil Blas, 27-7-1902).

Sin embargo, el desmentido no tarda en llegar:

Excepto la fortuna, la especulación teatral, la gira por las dos Américas y la muerte, todo es verdad en esta noticia.

La –célebrebailarina española en estos momentos hace las delicias de la población de Pernambuco. Partió de Río de Janeiro en mayo, con una troupe de operetas organizada por el mexicano Gustavo M. Campos, y Carmencita continúa disfrutando de una salud envidiable […].

La fiebre amarilla es el tema obligado de todos aquellos que gustan de alimentar en el extranjero la idea de que Brasil está fatalmente condenada por este mal que ‘siembra el terror’. […]

El corresponsal brasileño […] había transmitido por cable esta noticia, aunque sólo se trataba de una benigna fluxión que la agarró durante cuarenta y ocho horas. Sabemos que la eminente artista acaba de llegar a Buenos Aires, llena aún de los recuerdos que le ha dejado su paso por Brasil” (Gazeta de Noticias, 19-8-1902).

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

Carmencita (The Sun, 13-4-1890)

Últimas noticias de Carmencita

En el verano de 1905 el nombre de Carmencita vuelve a cobrar protagonismo en la prensa estadounidense, que anuncia su contrato en el Paradise Garden de Oscar Hammerstein:

“El Sr. Hammerstein tuvo que organizar la cancelación de las fechas en el Folies Bergère de París y en el Apolo de Berlín, para asegurarse los servicios de la bailarina, que aún es muy popular en Europa. Durante los últimos años Carmencita ha vivido en España, disfrutando de los lujos que ha podido permitirse gracias a la posesión de las grandes sumas de dinero que hizo en América” (The Washington Times, 30-7-1905).

Hasta la prensa española se hace eco de esta información y, aunque existen dudas sobre la auténtica identidad de la bailarina, parecer ser que, tanto en el físico como en las dotes artísticas, posee bastantes similitudes con la de antaño:

“la que ha debutado en el Paradise Garden, se llama también Carmencita, y su empresario jura que es la misma que hace más de tres lustros arrebató al público neoyorquino. […]

La Carmencita de ahora se parece extraordinariamente a la Carmencita de antes, sólo que está más gruesa y hasta un poco más alta. […] da lo mismo, puesto que la Carmencita actual no vale menos, pese a los diez y seis (sic) años transcurridos, que la Carmencita aquella” (La Correspondencia de España, 16-8-1905).

En 1906 los papeles siguen hablando de ella y, al menos, en lo que se refiere a la edad, existe coincidencia, ya que Carmen Dauset tendría 38 años en esa época:

“La cara de la bailarina, Carmencita, es una de las más expresivas y más bellas de la escena. […] Carmencita no es en absoluto una mujer muy joven, de hecho admite tener 35 años y, tratándose de una mujer, todos sabemos lo que eso significa; sin embargo, no hay una sola línea en su cara, y su fina piel blanca está tan libre de arrugas como si nunca hubiese fruncido el ceño enfadada o hubiese guiñado sus ojos de alegría” (The Salt Lake Herald, 22-7-1906).

Las referencias a Carmencita no terminan aquí. Sin embargo, optamos por concluir nuestro relato en este punto, ante la imposibilidad de discernir si se sigue tratando de la bailaora almeriense o bien de alguna de sus imitadoras. El final de su historia se queda, pues, por escribir, a la espera de que alguien consiga aportar nuevos datos.

Carmencita, por W. M. Chase

Carmencita, por W. M. Chase

En cualquier caso, los que hemos ofrecido a lo largo de estas semanas permiten hacerse una idea clara de la enorme dimensión artística de Carmen Dauset, de la gran personalidad y del carácter pionero de esta espléndida mujer que, desde su Almería natal, logró conquistar el mundo y alcanzar cimas que, en el universo global en el que vivimos, aún no están al alcance de muchas personas.

Carmencita
Esta española yanqui, y tan francesa,
que es toda España -para el mundo- tiene
un ardor en los ojos, que le viene
de un corazón de virgen satiresa.

Mística, y tan carnal, sabe de amores
únicos y de espasmos indecibles.
Y coloran sus labios los terribles
rojos de las heridas y las flores.

Pasión rugiente duerme en su ancha ojera,
y en el seno magnífico, que exulta,
un gran valor y un miedo milenario…

Puesta la mano en la gentil cadera,
junto de la morena carne oculta
una navaja y un escapulario.

Manuel Machado


NOTAS:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.

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Categoría: Bailaora

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