Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Amalia Molina, el arte y la gracia de Sevilla que conquistan al mundo (VIII)

A estas alturas de su carrera, Amalia Molina se ha convertido en lo que hoy podría considerarse una celebrity. Es muy admirada y respetada por el público, que no sólo se interesa por su faceta profesional, sino también por otros aspectos más personales de la artista.

Amalia Molina (Mundo Gráfico, 28-2-1912)

Amalia Molina (Mundo Gráfico, 28-2-1912)

Cada vez resulta más habitual ver su imagen en la portada de distintas publicaciones, y también empiezan a ser frecuentes las entrevistas y reportajes que nos permiten conocer un poco mejor a la mujer que se esconde tras ese traje de faralaes. A pesar de su juventud, la artista sevillana cuenta incluso con una biografía, publicada en 1916 por Arturo García Carraffa, con prólogo de los hermanos Álvarez Quintero. (1)

Amalia de cerca

En 1911, en la revista La hoja de parra, la Molina se autodefine de la siguiente manera:

“Soy andaluza, castizamente sevillana porque en Sevilla nací en un momento de provechosa expansión de mis padres, y en el espejo de las aguas del Guadalquivir reflejé mi cara por vez primera y advertí que si no era la belleza para la exportación, era graciosilla y un ángel […].

Me entusiasman las flores, las músicas de las briosas y marciales charangas, ver pasar la bandera y me gustan los dulces, que me piropeen los hombres al pasar, pero con equidad y aseo, que hay que distinguir” (20-5-1911).

Amalia en la Feria de Sevilla (Mundo Gráfico, 22-4-1914)

Amalia en la Feria de Sevilla (Mundo Gráfico, 22-4-1914)

Para profundizar en la personalidad de la artista, podemos acudir a otras publicaciones, que nos informan sobre sus preferencias musicales y literarias, así como sobre sus actividades favoritas para aquellos días -escasos, por otra parte- en que no trabaja:

“¿Sus gustos? El teatro, la música popular española; los toros la entretienen, pero la suerte de varas le parece brutal. Le gustan los caballos, los perros […] y los gatos, teniendo uno gris que es un ejemplar precioso. Como sevillana y como artista, siente predilección por el campo y las flores. Adora los viajes, en los que es muy detallista. La (sic) gusta vestir bien y siempre a la última moda, así como calzar de manera irreprochable. Prefiere el perfume intenso, pero en poca cantidad, y gusta de pocas amistades, pero buenas” (El Día de Toledo, 15-12-1917).

A pesar de su escasa formación, Amalia se muestra como una persona cultivada, conocedora de la música y la literatura española. No en vano, tiene la oportunidad de trabajar con algunos de los mejores compositores del momento; y escritores de prestigio, como los hermanos Álvarez Quintero, se cuentan entre sus amigos y admiradores.

Serafín y Joaquín Álvarez Quintero

Serafín y Joaquín Álvarez Quintero

“- ¿Por qué música siente usted predilección?
– Por la música popular española. Todo lo español es lo que más me gusta. No encuentro nada como lo nuestro.
– ¿Qué maestros le agradan más?
Chapí, Granados y Bretón.
– ¿Y de dramaturgos y poetas?
– El teatro de los hermanos Quintero me entusiasma por su gracia e intensa poesía y su exactísima pintura de la realidad. Son mis autores predilectos. También me gusta mucho el de Benavente, Rusiñol, Guimerá, Galdós y Echegaray.
De poetas prefiero a Gabriel y Galán y Rubén Darío” (Diario de Reus, 29-11-1918).

Viajera, curiosa y activa

Aunque pueda parecer extraño, en el caso de una mujer que se pasa la vida de un sitio a otro, sin apenas descanso entre actuación y actuación, y que a estas alturas de su vida se conoce la península Ibérica como la palma de su mano, Amalia no ha perdido el gusto por los viajes ni el interés por conocer nuevos lugares.

“- ¿Le gustan a usted mucho los viajes?
Mucho, y eso que ya podían irme cansando, pero no es así. Viajo además con el ojo abierto y el oído en escucha. Soy muy detallista. Las poblaciones y los paisajes despiertan en mí gran curiosidad. No soy de ésas que viajan en un baúl” (Diario de Reus, 29-11-1918).

Amalia Molina con el compositor Font de Anta (Nuevo Mundo, 18-10-1929)

Amalia Molina con el compositor Font de Anta (Nuevo Mundo, 18-10-1929)

El escaso tiempo libre de que dispone, la artista lo dedica a distintas actividades, entre las que ocupan un lugar importante el estudio y la preparación de sus espectáculos.

“Es mujer siempre ocupada y sumamente activa. En sus épocas de descanso, que son cortísimas, se levanta a las nueve de la mañana, y hecho el tocado, dirige las labores domésticas, y si antes de comer le queda tiempo, estudia las canciones que tiene en preparación. A las primeras horas de la tarde empiezan a acudir a su domicilio maestros y autores, y pasa el resto en aumentar el vestuario. Otras tardes, sale de paseo en coche, caminando a pie por las afueras, y todas las noches va al teatro” (El Día de Toledo, 15-12-1917).

La viva imagen de la felicidad

A finales de los años diez, Amalia Molina se declara satisfecha con su vida. En poco más de una década, aquella jovencita que un día dejó su Sevilla para conquistar España y el mundo se ha convertido en toda una estrella. Posee dinero, joyas, fama; se codea con la flor y nata de la cultura -toreros, pintores, literatos-; es muy querida y admirada. No le falta nada para ser feliz.

“Yo salí de allí como las chiquillas de la Alameda: con mi pañolito negro atado al talle y mi clavel muy tieso en el pelo, y ahora voy con brillantes como la Macarena. Y mucho orgullo que tengo de ello, sí, señó; que antes pasaba hambre, y ahora tengo pa comé toos los garbanso que quieo” (El Día, 22-8-1917).

Amalia Molina

Amalia Molina

Dios me concede cuanto le pido. Ya sabe usté que yo soy religiosa, sin mojigatería. Tengo gran salú, buen apetito, y, hasta por estar conforme lo estoy con mi estatura, con mi tipo y con mis carnes. Soy, francamente, como habría deseado ser. Así, puedo afirmar que todo cuanto he querío lo he lograo. Por eso canto con frecuencia esta copla:

Todo lo que intento logro;
no me quejo de mi estrella.
Yo no he intentado una cosa
que no me sarga con ella
(El Día de Toledo, 15-12-1917).

“No tengo una fortuna grande, pero poseo el capital suficiente para vivir bien, como a mí me gusta vivir; aunque mañana me retirase de la escena. En una palabra: tengo de sobra asegurado mi porvenir. Puedo satisfacer todos mis deseos, ver realisados todos mis caprichos y tener mi automóvil, mi casa en Sevilla, rodeada de un jardín lleno de pájaros y de flores” (Diario de Reus, 29-11-1918).

Como todas las artistas, Amalia Molina tiene su puntito de vanidad, y esa supuesta modestia que exhibe en algunas de sus declaraciones no le impide confesar cuánto gana ni presumir de sus joyas.

Cobra bien su trabajo. Cuando pasa de diez días el contrato, 300 pesetas diarias. Si es de cuatro o cinco días, 400; si sólo de dos, 500 cada uno, y si es de uno solo, un precio convencional, con los viajes en primera y la tonelada de equipaje a cargo de las empresas” (El Día de Toledo, 15-12-1917).

Amalia Molina con los Álvarez Quintero y La Bilbainita en la Feria de Sevilla

Amalia Molina con los Álvarez Quintero y La Bilbainita en la Feria de Sevilla

“- Y ahora ¿cuánto gana usted?
Trescientas o cuatrocientas pesetas por noche. Pero verdá, y soy la cancionista que más gano. Unas setenta y cinco mil pesetas al año, porque tengo todos mis contratos seguidos. Yo digo trescientas o cuatrocientas, y digo lo que es; que las hay que ponen una cosa en el contrato y cobran otra. Engañarse a una misma, ¡valiente primá!” (El Día, 22-8-1917).

“Uno de sus estuches encierra un magnífico juego de brillantes, formado por un collar, unos pendientes, una sortija y una pulsera, valuado todo en sesenta y cinco mil pesetas. Tiene otro juego de perlas y brillantes, otro de zafiros y brillantes, muchos anillos y variada colección de relojes, valuándose aproximadamente su capital en joyas en más de ciento veinticinco mil pesetas. ¡Una verdadera tontería!” (El Día de Toledo, 15-12-1917).

Su hombre ideal

En el terreno más personal, como muchas artistas de hoy en día, Amalia también habla a la prensa sobre el estado de su corazón y el tipo de hombre que prefiere:

“- Siempre me han gustao los hombres mu artos, mu grandes, y que me llevaran quinse o veinte años. Me gustaba sentirme mu chiquilla y mu débil junto a ellos… […]

En 1906 fui a trabajá ar Kursaal de la calle Tetuán, donde ahora está el Cine Madrid, y en cuya empresa figuraba el que hoy es mi marido. Me hiso el amor. […] ¡Me paresió mu bien! ¡Pues poco guapo que estaba mi marido entonses! Y que estaba rabiando por arruinarse conmigo” (Estampa, 24-12-1932).

Amalia Molina en la fiesta del Centro Artístico (La Unión Ilustrada, 4-7-1915)

Amalia Molina en la fiesta del Centro Artístico (La Unión Ilustrada, 4-7-1915)

Sin embargo, a pesar de la actitud sumisa que se desprende de algunas de sus declaraciones, la artista no duda en criticar ciertas actitudes propias del sexo masculino:

No soy feminista en el sentido invasor de la palabra […] creo que los hombres son muy vanidosos y bastante egoístas. Pretenden la exclusiva de la mujer que aman, sin que a cambio de este privilegio hagan la menor concesión en sus costumbres ni en la desgravación de su conducta. Al contrario, mientras los angelitos se divierten y gozan de la vida sin el más pequeño remordimiento, exigen los tiranos que nos estemos quietecitas en casa, sin ver ni hablar a nadie y algunos hasta se incomodan si nos metemos en la cama sin esperarles” (La hoja de parra, 20-5-1911).


NOTA:

(1) GARCÍA CARRAFFA, Arturo, Cancionistas y bailarinas españolas. Amalia Molina, Madrid, Imprenta artística Sáez Hermanos, 1916.

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Categoría: Bailaora, Cantaora
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