Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

“Carmen Vargas, la nueva reina gitana”

“La artista

Hace unos años, muy pocos, apareció en el escenario diminuto de Romea, pedestal de tantas estrellas, una chavalilla gitana. Tenía la chavala un nombre sugestivo, toda una evocación: Carmen; y su apellido decía su pura estirpe cañí. Entonces la conocimos. Una noche inolvidable apareció ante nosotros. La escena se transformó, y el lindo tablao fue trono de aquella niña morena que bailaba como ninguna, que como ninguna reía. Extraña criatura la niña aquella. Aún recordamos sus bailes; aún vemos suelta, su negra cabellera, que caía sobre una arbitraria bata roja. ¿Una bailarina más? No; con Carmen Vargas (1) había nacido aquella noche una artista extraordinaria, que no se parecía a ninguna, mejor que todas las de su raza.

Carmen Vargas

Carmen Vargas

Carmen Vargas llega hoy a nosotros y se ofrece a nuestra admiración en la plenitud de su arte intuitivo, un arte personalísimo. No puede haber comparaciones, porque ella baila mejor que todas, porque dice con el mimo riente de su cara lo que nadie ha sabido decir. El baile tiene en ella una nueva expresión. Sus ojos imperiales y su boca sensual ríen siempre, en optimista comentario a la vida ardiente, desesperación de deseos carnales que sus bailes glosan.
Carmen Vargas, hembra del Sur, ha cogido toda la ardiente sensualidad de la tierra andaluza, morena como su carne, y sobre el dramático deseo; eterna lucha: -desdén e incitación, posesión y entrega-, ha puesto el luminoso triunfo de su risa, alegrando el deseo, ennobleciendo el instinto, poniendo sobre el rugido, la elegancia de un suspiro de su boca.
¡Cuántas cosas dice el alma gitana de Carmen Vargas! Es una llama viva, que retorcimientos de llama hay en su talle, y es una luz. Quema y alumbra. Nos embruja y nos lleva prendidos en la fibra de su falda gitana, pero nos liberta, y nos entrega, para toda la vida, el sol de sus ojos, la risa de sus labios, con el recuerdo imborrable de su cara que ríe al pecado, que ha triunfado de él, risa que parece extrañarse, altiva y desdeñosa, del ritmo sensual de las caderas impacientes y pecadoras.

Carmen Vargas

Carmen Vargas

Lo que hay en sus bailes

Acaso algún día cambie Carmen Vargas su repertorio. El de hoy es personalísimo. Nadie le ha enseñado nada; baila como quiere, sin ajustarse a patrón. Su maravillosa intuición la guía como una estrella.
– ¿Cómo te hicistes (sic) bailarina?
– Pos verá: cuando chiquiya, al sentí una guitarra de no sé dónde, me daban unos tironazos por dentro. La guitarra seguía tocando y yo sentía uno repeluco la má de grande. No me podía está quieta. Un día rompí a bailá y aquí me tiene.
– ¿Te acuerdas de tu debut?
– Cuando tú me conociste, en Romea, tenía yo catorce año. Hacía farta sacá pa los chícharos y me decidí. Me presenté yo solita y Campúa (2) no quiso amitirme. Por fin me contrató. Me proporcioné aqueyos trajes que tú recuerdas y empecé a bailá lo mío, lo gitano, y unos ‘fostroces’ de mi invención, unos ‘fostroces’ flamencos que a la gente le gustaban la má.
Y soñaba con vení a mi tierra, porque a mí me echaron el agua en San Juan de la Parma, y por fin vine a Sevilla, que es la cuna der arte. Aquí he gustao, y ¿pa qué quio má?
– ¿Cómo sientes el baile, Carmen; qué hay en tu arte?
– ¿En mi baile? ¿Qué hay en mi baile? ¡Pos baile, ná ma que eso: baile!
Estamos en el estudio de Alfonso Grosso. El ya ilustre pintor sevillano siente por Carmen una verdadera admiración. Dos veces la ha llevado a lienzo, y la gitana maravillosa alegra ahora señoriales estancias de Nueva York, fijadas para siempre su sonrisa y su mirada bruja, por el mago pincel del joven artista.

Carmen Vargas

Carmen Vargas

Como nos oye charlar y sonríe, Carmen no quiere saber de sutilezas. Lo que los demás vemos en sus bailes, ¿qué importancia tiene para ella? Ella no ve más que el baile; ‘eso: ¡er baile!’
Y, sin embargo, nosotros, ante Carmen Vargas, ante su arte excepcional, único, interpretamos, dándole la más alta categoría artística, la línea estremecida de su cuerpo decuente.

… ‘El vientre deseado,
sabio en sabrosos movimientos, gira…
Todo en su danza es el deseo osado
que, sin pudor -¿qué es el pudor?- se estira…

Así dijo Ardavín de Tórtola Valencia, y así diríamos nosotros de Carmen Vargas, que

“¡Es el pecado Capital!
Y es Sulamita y Salomé
y es Afrodita y Astarté!’

El estudio se alegra con la risa de Carmen. La Vargas, inquieta, versátil, desespera al pintor y al periodista. Ni él puede pintar, porque no hay medio de hacer que la traviesa chiquilla esté quieta, ni yo puedo preguntar porque no hay forma humana de fijar las ideas de esta bella cabecita, más inquietas que los faralaes de su falda pomposa.
Grosso quiere servir de intérprete, más versado que yo en el trato con los gitanos, pero Carmen rehúye el interrogatorio.

Carmen Vargas

Carmen Vargas durante la entrevista

Grosso pintará su cuadro. ¡Dichoso él que puede recoger los gestos maravillosos de expresión de esta gitanilla que ya es Reina! Yo tengo que conformarme con unas divagaciones en torno a su arte excepcional. Carmen se encomienda a mí.
– Lo que tú quieras, ¿sabe? Lo que tú quieras. ¡Pon en el periódico lo que te dé la gana, que será más bonito que lo que yo te diga!
Y Carmen sigue bromeando. Viéndola así, adoraremos más y más su arte que no sabe de ficciones, que es, como ella, sencillo y complicado, extraño, inquieto, como la raza gitana, pero como ella impresionante, atrayente.
Viéndola danzar, hermana de Esmeralda, enloqueciera otra vez Claudio Frollo; por sus caderas rotundas, por sus negros ojos y por el caliente suspiro de su boca perdiera su alma Don José, el navarro.
Y nosotros, ahora, en nuestra atonía, en nuestra desilusión por todas las cosas, ante el panorama de España, huyendo de problemas fundamentales, si nos preguntaran cuál es nuestra fe, diríamos que la anatomía de Carmen Vargas. Y ante la realidad positiva de su artes, olvidaríamos ficciones desoladoras. Acaso no queda ya más verdad en España que ésta que alegra nuestros ojos, flor del camino, sonrisa que nadie podrá entristecer.

Carmen Vargas

Carmen Vargas

Un poeta ha dicho que España es

“¡Un mantón de Manila extendido en el Mar…!
¡Un mantón de Manila para que dancen ellas!’

¿Para que dancen ellas? ¡Más vale así! Y admiremos esto que nadie nos podrá quitar; creamos en esta fe de la que nadie nos privará, porque son ellas,

‘¡Que tienen el derecho de clavar su tacón
en nuestro corazón!
¡De clavárnoslo bien
para ver si nosotros resurgimos también!’

El mito de Carmen y el mito de Venus

Hablemos de ella como mujer. ¿Un elogio? No; una recomendación: verla. Digámoslo imperativamente: ¡vedla!
Para elogiar a otra artista gitana, bailarina como la Vargas, se la ha llamado la ‘Venus de bronce’ (3). A Carmen no la podríamos llamar Venus, ni aún en elogio de su cuerpo prodigioso. El mito de Venus y sus ritos hablan de helénicas serenidades, dicen el bronce y el mármol, frías materias, ojos que no tienen mirada.
‘¡Carmen!’; ¡he aquí el mito literario que alumbró Meimée! He aquí el mito accidental, encarnación andaluza.
A la Vargas jamás la apellidaríamos Venus; le basta con ser Carmen, Carmen gitana como la de Merimée. Este nombre encierra el más bello mito y dice más; es más evocador. Es Andalucía; es más, es una raza. ¿Venus? ¡No! Mujer de carne y hueso. Todo un rango geográfico y etnográfico tiene este nombre que el abuelo Merimée llevó a la Literatura. Carmen, todo el dinamismo, toda la paradoja, la versatilidad y la pasión gitana, pasión por la libertad, sugestión de la vida nómada. ¿Arte? En tanto va bien con la intuición, en tanto es ‘una cosa que tira de dentro’, como dice ella. Eso es la Vargas: el alma de Carmen, todo un mito occidental, alumbrado en los días románticos. Su cuerpo tiene estremecimientos carnales, caliente voluptuosidad de la sangre gitana…

Custodia Romero, la Venus de Bronce (Crónica, 1-11-1931)

Custodia Romero, la Venus de Bronce (Crónica, 1-11-1931)

A ella le basta con ser ella. Sobre la armonía del bronce y del mármol, frías, armonías, cánones y Academias, está el triunfo vivo de un cuerpo. ¿Venus? ¿Para qué? ¿Mujer de carne y hueso? ¿Bronce? Sí; pero un bronce vivo que sabe reír como nadie, bronce que no excluye ni el coral de sus labios, ni la nácar de sus dientes, ni los soles gemelos, que son sus ojos bajo el abanico faraónico de las largas pestañas. Y la cabeza de emperatriz que tiene gestos extasían a Grosso, frente breve baja, el negro casco de su pelo…

La buena ventura

Carmen ríe, como siempre.
Ahora, en el Paseo, charlamos mientras cae la tarde.
A nuestro lado llegan unas gitanas.
¿Han adivinado que Carmen es de su raza? No sé, pero ellas insisten en decirle la buena ventura. Carmen alarga su linda mano, pero la retira vivamente y exclama:
– ¡Qué mala vista tienes, gachí? ¿Pero no me diquelas? ¿Quiés que te la diga yo?
Las gitanas se alejan zalameras.
Carmen las sigue con una larga mirada nostálgica. Ahora, en sus hermosos ojos, hay chispas de fragua. Suenan los Martinetes y los Polos. Es la raza, más fuerte que todo. Carmen, muy atenta a una voz interior, recuerda las viejas canciones compañeras del trabajo y el camino, siempre a través de las carreteras andaluzas, a lo largo de las calles, de Córdoba, de Granada, de Sevilla, de Cádiz y a la vera de Gibraltar contrabandista, vivero de Milores enfermos de ‘spleen’ y amigos de la alegre gitanería.
Las gitanas ya se han ido. Ahora, Carmen Vargas mira a unos claros brillantes que ya lucen en su pecho.
¿La buena ventura? Nosotros, amigo Grosso, podemos decírsela. Nosotros leemos en el porvenir de nuestra admirada amiga, acaso, acaso mejor que ella misma. Pero… ¿nos hará caso si un día tomamos su linda mano y le leemos todo lo que Dios ha escrito en ella?”

NOTAS:

* Artículo publicado por M. Sánchez del Arco en El Noticiero Sevillano el 10 de octubre de 1926. Ha sido localizado por José Luis Ortiz Nuevo y está disponible en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco.

(1) La bailaora sevillana Carmen Vargas alcanzó gran notoriedad a partir de 1920.

(2) El jerezano José L. Demaría López, ‘Campúa’, desarrolló su carrera en Madrid. Trabajó primero de fotógrafo y después de reportero, para revistas como Nuevo Mundo o La Esfera. En los años 20 se convirtió en empresario teatral de locales como el Teatro Romea.

(3) La bailaora Custodia Romero también era conocida como la Venus de Bronce.


Dora la Gitana, la transgresora reina del garrotín (III)

Bailaora al volante

En noviembre de 1911, Dora la Gitana regresa a Barcelona, la ciudad donde tantos éxitos ha obtenido, y allí permanece durante casi dos meses, actuando en el Palacio de la Ilusión, el teatro Tívoli y el Gran Salón Doré. A su llegada a la capital catalana, lo que más llama la atención es el magnífico automóvil, conducido propia artista:

Dora la Gitana (Eco Artístico, 5-5-1911)

Dora la Gitana a bordo de su auto (Eco Artístico, 5-5-1911)

Tívoli.- Como número de fuerza ha debutado últimamente la gitana Dora, a la que se ve que la fama ha perseguido por doquier, pues el automóvil que pilota por aquí no vale cuatro pesetas, sino algunas más. Se lo merece, pues los garrotines y farrucas que baila no se pagan con dinero” (La Esquella de la Torratxa, 15-12-1911). (1)

“¿No has visto, lector, por las Ramblas y por el Paseo de Gracia un automóvil dirigido por una mujer? Es la Dora, la creadora de las danzas gitanas que actúa en el Tívoli, que conserva hasta en los momentos en que actúa de ‘chauffeur’ el sello de su especialidad con el garrotín con que cubre su cabeza.

Y a la Dora la admiramos todos cuando pasa con su automóvil. Y las señoras, se detienen para verla mejor y la admiran más que nosotros, como si sintieran celos y envidia. Muchas no gustan de sus farrucas y garrotines con todas sus extravagancias y contorsiones del baile gitano, pero la respetan y la admiran -aunque la critiquen- cuando la contemplan manejando el volante del ‘auto’” (La Publicidad, 7-12-1911).

Dora y su troupe familiar

Desde finales de diciembre, la malagueña presenta en el Salón Doré un nuevo repertorio compuesto de monólogos, cuplés y bailes, en el que cuenta con la colaboración de su hijo Doro y su hermana Mercedes la Gitana:

Ovaciones continuas a la genial artista, La Gitana Dora que presentará hoy un programa nuevo y especial para el público de este salón y luego presentará como de costumbre los couplets con su Chiquitín Doro. Dora y Doro llenan diariamente este local de un distinguido público para aplaudirles su finísimo trabajo” (La Publicidad, 28-12-1911).

Caricatura de Dora y su Dorito (La Unión Ilustrada, 21-1-1911)

Caricatura de Dora y su Dorito (La Unión Ilustrada, 21-1-1911)

En 1912 la bailaora malagueña continúa con sus frecuentes giras por España, que la llevan de una punta a otra del país. “Dora la Gitana, […] insuperable en las danzas flamencas, que son su especialidad” (La Correspondencia de España, 14-1-1912), sigue cosechando aplausos por doquier.

En el mes de junio, tras volver a triunfar en Barcelona, Dora viaja a Londres para actuar en el teatro Palace. A su regreso, en el mes de agosto, se presenta en Logroño junto a su troupe, en la que destacan su hermana Mercedes y su hijo Doro. Una vez más, la artista llama la atención a bordo de su flamante automóvil y sus números no dejan indiferente ni al público ni a la prensa, que la colma de elogios:

“En último término apareció la simpática Dora, la que además de presentarse lujosamente ataviada y ostentando valiosas alhajas, cantó varios cuplés con gracia propia que le es característica, transformando su indumentaria para cada canzoneta […].

Luego bailó sus bailes favoritos, el garrotín y la farruca, junto con el pequeño Doro, que es un dechado de gracia y monería.

De cómo ejecuta Dora dichos bailes gitanos, es imposible formarse una idea, ni aproximada siquiera, a no ser que se vea, pues imprime en ellos, además del gracejo natural, todo el arte que cabe en los mismos, sin exageraciones censurables de ninguna especie y vestida con el correctísimo traje del chulo andaluz” (La Rioja -texto citado de otro diario-, 7-8-1912).

“Muy buena fue la entrada que ayer tarde se registró en Bretón de los Herreros, pero le superó la de anoche, hasta el punto de agotarse las localidades. ¡Buen comienzo! […]

Dora baila muy requetebién el garrotín y la farruca, y a nuestro juicio, su mayor mérito consiste en que no emplea ningún movimiento lúbrico de esos que han encanallado los castizos bailes.

También canta, se transforma con verdadera celeridad y es una monologuista estupenda: ‘la buena ventura’ que dijo ayer, la acreditan de tal” (La Rioja, 9-8-1912).

Dora la Gitana (Heraldo de Madrid, 25-4-1910)

Dora la Gitana (Heraldo de Madrid, 25-4-1910)

Que nadie le toque a su Doro

Unas semanas más tarde, la compañía de Dora la Gitana se dirige a Burgos para actuar en el café de Candelas. Allí tiene lugar un altercado que pone de manifiesto, una vez más, la fuerte personalidad de la artista, quien se revela como una auténtica madre coraje. Así relata los hechos el diario ABC:

“Burgos, 24, 11 noche. En el café de Candelas se promovió esta tarde una zambra al rojo vivo.

Dora la Gitana es una hermosa artista de varietés que luce su gracia y gentileza en aquel escenario, y que tiene además un hijo, cosa que no es incompatible con el arte, según todos los textos que hemos consultado.

En el mismo café actúa un hombre excéntrico, llamado Pepy, que comparte los aplausos con Dora; pero que ajeno al arte se ha declarado en cantón contra las impertinencias del hijo de Dora, que no debe tener los encantos de su señora madre.

No sabemos qué cosa le diría la criatura al excéntrico esta tarde, que éste, disgustado por la gracia del nene, levantó la mano y la descargó pesadamente sobre el hijo de la compañera, la que salió en defensa del chavea, primero tirándole una botella al excéntrico, y luego, arrojándose sobre él uñas en ristre, hasta dejarle en la piel de la cara huellas visibles de su temperamento de madre y de gitana.

Al revuelo infernal que se produjo acudieron infinitas personas, y después de grandes esfuerzos lograron separar del cuerpo del excéntrico las manos de la Gitana” (ABC, 25-8-1912).

Merecidas vacaciones y de nuevo a la carretera

Dora termina el año descansando en Extremadura. Así lo anuncia la revista Eco Artístico (25-12-1912), según la cual la bailaora malagueña emprenderá dentro de unos meses una gira por el extranjero a bordo de sus lujosos autos.

La bailarina Tórtola Valencia

La bailarina Tórtola Valencia

Ya de vuelta a los escenarios, en el mes de marzo puede verse a Dora la Gitana en el teatro de la Zarzuela de Madrid, con motivo de las Soirées Femina, en las que participan, entre otras artistas, las bailarinas Amparito Medina y Tórtola Valencia. Unos días más tarde regresa a la carretera “esta prestigiosa artista, de las mejores en el género flamenco”, para iniciar una tournée por provincias.

Dora la Gitana, después del descanso impuesto, porque también los artistas, aunque el público egoísta no lo crea, tienen derecho a él, vuelve con más aliento a la escena y sus méritos no han disminuido ni un ápice […].

Aparte de las muchas proposiciones que Dora recibió de las Empresas de España cuenta con valiosos contratos de la del Casino Municipal de Niza, de Monte Carlo, y de varias de París, donde pasará una temporada, regresando a ésta a principios de junio” (Eco Artístico, 15-3-1913).

Guadalajara, Valladolid o Puertollano son algunas de las ciudades en las que actúa la troupe de Dora, siempre con gran éxito:

“Desde la presentación del número hasta el último saludo que la artista envía a la sala es para el público objeto de ovaciones sin cuento.

[…] Dora la Gitana en sus garrotines y farrucas lleva a sus admiradores una impresión artística que los electriza y les hace prorrumpir al final en bravos sinceros y unánimes” (Eco Artístico, 15-3-1913).

“[Valladolid] Teatro Lope de Vega.- Con un selecto repertorio y una espléndida presentación hizo su debut la reina de los bailes gitanos Dora la Gitana.

Sus grandes condiciones artísticas para la interpretación de los bailes clásicos que ejecuta le hicieron siempre conquistar triunfos, grandes y merecidos, que este público viene confirmando en cuantas secciones toma parte, tributando a la genial artista aplausos entusiastas” (Eco Artístico, 5-4-1913).

“[Puertollano] Salón Ideal.- […] Dora la Gitana, con su traje de luces y capote de paseo, despertó gran entusiasmo, y en los bailes gitanos estuvo a colosal altura” (Eco Artístico, 15-4-1913).

En el mes de mayo, la malagueña regresa a su tierra, avalada por los últimos triunfos alcanzados en el extranjero. Allí actúa durante un mes en el teatro Lara, del que se despide “celebrando su beneficio con brillantez inusitada y recibiendo de la Empresa una soberbia medalla de oro”. Unas semanas más tarde debuta en el Lux Edén de Granada “con éxito inmenso, clamoroso” (Eco Artístico, 5-6-1913).

Nota:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.


Julia Borrull, la bailaora del dolor y el fuego (IV)

En 1915 comienza una nueva etapa en la vida artística de Julia Borrull, que se traslada a Barcelona junto a su familia. El motivo de este cambio de aires es la adquisición por parte de Miguel Borrull del local de la antigua Casa Macià, con el fin de instalar allí el que se convertirá en uno de los locales flamencos de mayor solera de la ciudad condal, el café Villa Rosa.

Tablao Villa Rosa (Archivo Historico de Barcelona)

Café Villa Rosa (Archivo Historico de Barcelona)

En marzo de ese año, Julia debuta con “exitazo colosal” (La Publicidad, 4-4-1915) en el Teatro Imperio de Barcelona, acompañada a la guitarra por su padre. Allí actúa durante un mes y medio, y coincide con grandes estrellas de variedades, como Raquel Meller o Tórtola Valencia.

En mayo, la Borrull se presenta en la capital del Turia, concretamente en el teatro Eslava, donde acompaña a Conchita, la más joven de sus hermanas. Ambas son muy apreciadas por el público:

“Ayer debutaron en este teatro los famosos artistas Julia y Miguel Borrull, obteniendo un completo éxito en sus bien ejecutados trabajos.

Julia Borrull es una excelente bailarina con estilo propio, que realiza sus originales creaciones unas veces acompañada por el sexteto y otras por su padre el célebre guitarrista Miguelillo […]

[…] fueron extraordinariamente aplaudidos, viéndose obligados a repetir varios de sus admirables números” (El Pueblo, 7-5-1915).

Conchita Borrull interpreta su original repertorio de bailes, alegrías y bulerías gitanas, acompañada de su hermana la celebrada bailarina Julia y por su padre” (El Pueblo, 11-5-1915).

Conchita Borrull (Eco artístico, 25-9-1917)

Conchita Borrull (Eco artístico, 25-9-1917)

La estrella del Folies Bergère

En la primavera de 1915, de nuevo en la ciudad condal, Julia sigue cosechando éxitos en el Trianón-Alhambra y, posteriormente, en el antiguo teatro Arnau, que ahora se reinaugura con el nombre de Folies Bergère. La bailaora se convierte en una habitual de este music hall, donde también actúa su hermana Isabel, que forma pareja con Rafaela Valverde, la Tanguerita. De hecho, según la crítica, es una de las pocas artistas que valen la pena en este local, cuyos responsables no terminan de dar con la fórmula del éxito:

Julia Borrull, la notable bailarina que como pocas baila las clásicas danzas españolas, hermanando el ritmo de su cuerpo cimbreante con el son matizado de los palillos. A los acordes de la guitarra tocada por Miguel Borrull, baila con inimitable gracia unas ‘soleares’ clásicas y unos ‘tangos’ de pura cepa española, que valen a la eminente artista cariñosas salvas de aplausos” (La Publicidad, 6-6-1915).

Julia Borrull y su padre y hermano, que le acompañan a la guitarra sus gitanísimos bailes, que no hay quien sepa ni pueda imitarlos -¡Que nadie mueva esto!-, y que es lo único, ¡entiéndase bien!, lo único que merece verse en tan cacareado Folies Bergère” (Eco artístico, 25-10-1915).

El Folies Bergère de Barcelona

El Folies Bergère de Barcelona

En noviembre de 1915, tras varios meses actuando en el mencionado music hall, la Borrull es agasajada con un beneficio, que suma un nuevo triunfo a la ya brillante trayectoria de la artista. La acompañan en ese día tan especial su padre, su hermano y su hermana Conchita.

“Es Julia Borrull, entre las bailarinas jóvenes que de unos años a esta parte han actuado en los teatros barceloneses, una de las que con más justicia ha sido aplaudida por el público. Tiene todas las condiciones que requiere el arte de la danza: juventud, agilidad y sentimiento. Su beneficio, que se celebra hoy, va a ser un éxito auténtico” (La Veu de Catalunya, 6-11-1915). (1)

“Al presentarse la beneficiada en el palco escénico fue objeto de una prolongada y calurosa ovación. Julia Borrull bailó como ella sólo sabe hacerlo, lo mejor de su repertorio, siendo coronado su trabajo con una interminable salva de aplausos. El teatro se vio concurridísimo de un selecto público. Celebramos el éxito obtenido por la simpática Julia Borrull” (La Publicidad, 7-11-1915).

Hasta finales de año, la genial artista sigue “enloqueciendo al público con sus inimitables farrucas, garrotines y alegrías”, y “el público del Folies, que la quiere por lo que vale, le dedica diariamente justas ovaciones” (La Publicidad, 12-12-1915). No obstante, Julia compagina su trabajo en el citado music hall con su actuación en otros salones barceloneses, como el Doré, el Excelsior, el Edén Concert o el teatro Español, así como en algún que otro festival benéfico.

Juventud, talento y maestría

A pesar de su juventud, Julia Borrull es ya “una artista consumada y sus bailes gitanos no tienen ahora rival en España” (La Publicidad, 2-1-1916). La crítica elogia el buen gusto y la maestría con que interpreta tanto el baile flamenco más tradicional como las composiciones de autores clásicos:

Julia Borrull (Diario de Córdoba, 26-6-1916)

Julia Borrull (Diario de Córdoba, 26-6-1916)

“Pocas, contadísimas, son las bailarinas españolas que al agitar entre sus dedos los crótalos no atenten constantemente contra el ritmo musical y que al bailar no ofendan al buen gusto. […]

Entre esas contadísimas excepciones figura Julia Borrull, incomparable en los bailes gitanos. Un garrotín bailado por Julia Borrull es una ofrenda al buen gusto y una reconciliación con el arte […]. Cuando Julia Borrull cimbrea su cuerpo y entorna sus ojos negros, profundos, y repiquetea con los pies sobre el tablado […] y eleva los brazos y chocan sus dedos como crótalos sonoros, se olvida el martirio pasado y complace la permanencia en el Edén Concert para festejar con aplausos calurosos a una bailarina española que ofrece el presente exquisito de bailar composiciones de Isaac Albéniz” (La Publicidad, 23-1-1916).

Julia Borrull se perfila, pues, como una artista completa, polifacética. Además de ser una gran bailaora, también se atreve con el cante, y no lo hace nada mal, a juzgar por las palabras que le dedica A. Escamilla Rodríguez, autor de algunas de las composiciones a las que Julia presta su voz:

“Poco importa que la voz de Julia no vibre metódica, académicamente y en una tesitura de soprano o mezzosoprano. Vibra a impulsos de la víscera vital que llevamos en el lado izquierdo del pecho, y con eso basta y sobra para que la Borrull sea una artista en el sentido más amplio de la palabra, porque la belleza y la bondad son la esencia del arte. Pero a estas cualidades une un recurso de valor inapreciable como medio de expresión: el baile. Julita bailando atrae, subyuga, encanta, siempre graciosa y señorial, jamás torpe ni lasciva.

[…] En ‘La niña de la Goleta’ se la cree nacida en el barrio cañí; en ‘Como quiero con fatigas…’ nadie dirá que no vino al mundo en San Bernardo o La Macarena; cantando ‘Rayos de sol’ parece criada en la Merced, de Córdoba, y en ‘La canción del camino’ no estarían mejor las melancólicas gitanillas del Sacromonte o el Albaicín” (A. Escamilla Rodríguez, Diario de Córdoba, 3-5-1915).


NOTA:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.