Tras su exitosa presentación en el Lyceum de Londres, la “celebrada bailarina española, DOÑA ISABEL CUBAS” (The Liverpool Mail, 18-2-1860) es contratada para bailar durante doce noches en el Royal Amphitheatre de Liverpool (1).

Isabel Cubas (por Charles D. Fredricks, 1862)
El programa de sus actuaciones en la ciudad británica incluye números como La Flor de Andalucía, La Malagueña o La Gallegada. Secundada por Juan Ximénez, la española sigue cosechando triunfos desde el día de su debut:
“La nueva bailarina, Doña Isabel Cubas, tuvo un éxito categórico. Supera en agilidad a todas sus predecesoras españolas; y, después de anoche, sin duda se le puede asegurar una amplia audiencia en el patio de butacas” (The Liverpool Daily Post, 21-2-1860).
París, Bruselas, Berlín…
La siguiente etapa de su gira lleva a Isabel a París, en cuyo Théâtre des Variétés se representan “cuatro obras muy entretenidas […] y un original intermedio por la encantadora bailarina española” (Le Constitutionnel, 1-4-1860), que interpreta números como La Gitanilla y el Curro. Las críticas no pueden ser más favorables:
“Ahora les hablaré de los bailarines españoles, del elegante Don Juan Ximénez y de la sonriente Doña Isabel Cubas, que reciben cada noche, en este mismo Théâtre des Variétés, una sonora cosecha de aplausos. ¡Qué vigor, qué pasión, qué elegancia de actitudes, qué elocuente pantomima, qué furia andaluza! Unas veces indolente e inclinada como Sara la bañista, y otras veces ágil y saltarina como Esmeralda, la señora Isabel Cubas conoce todos los secretos de su arte. Su baile es casi un vuelo, pues ella es aérea, y no sabríamos soñar nada más agradable que la Gitanilla y la Malagueña” (Le Monde Dramatique, 5-4-1860).

Pepita de Oliva (por Eduard Kaiser, 1859)
En mayo de 1860 la Cubas debuta en Bruselas y Colonia. Unas semanas más tarde inicia sus actuaciones en el Kroll’s Theater de Berlín, donde permanece más de un mes (National-Zeitung, 10-6-1860), y de allí marcha a Dresde. En agosto, durante su estancia en el Victoria-Theater de Magdeburgo, la prensa la compara con la gran Pepita de Oliva:
“En el curso de la próxima semana también daremos la bienvenida en nuestro escenario a los famosos bailarines españoles Señora Isabel Cubas y Señor Juan Ximénez, que de hecho recientemente han causado un furor poco habitual en Colonia y en Berlín, en el Kroll’schen Theater, y por último han encendido al público de Dresde […].
Ambas personalidades son de una rara belleza y la Señora Cubas recuerda extraordinariamente a la celebrada Pepita en sus mejores tiempos” (Magdeburgische Zeitung, 12-8-1860).
La sucesora de Pepita
La crítica vienesa también ve en el arte de la Cubas una nueva versión, mejorada, del baile de la sin par Pepita de Oliva:
“… lo que se suele alabar de las andaluzas: ardientes ojos negros, pelo moreno ondulado, formas exuberantes, todos estos adornos, auténticos, los posee la Señora. Su pie, lo mismo que su baile, no tiene nada de la fragilidad de los duendes. Es mucho más real y recuerda a las formas de Ogro o de Goliat. Inevitablemente hay que admirarse cuando esas formas hercúleas se mecen sobre un solo dedo y ese pie de titán muestra una elasticidad similar a la de las patas de una curruca. […] La Señora hace saltos y bailes cuya audacia habría sido merecedora de un primer premio en los juegos olímpicos. Así, desarrolla un apasionamiento, un ardor verdaderamente infernal que, a pesar de ‘Pepita’ […], nunca hemos visto sobre el escenario. Además, su agilidad, desde la cabeza hasta los pies, es impresionante y sus movimientos, ostentosos. […] Su éxito fue brillante. La llamaron varias veces y tuvo que repetir los dos bailes. Sea como fuere, la Señora Isabel es una curiosidad que merece la pena ver” (Fremden-Blatt, 25-9-1860).

Kroll’s Theater de Berlín, ca. 1850
Durante su estancia en el Theater in der Josefstadt de la capital austriaca, la Cubas ofrece bailes individuales, como La Madrileña o El ole, y otros en pareja junto a Juan Ximénez: La Gitanilla y el Curro, La Gallegada, La Flor de Sevilla, La perla gaditana, El rumbo macareno…
La aventura americana
Breslau, Munich, Copenhague, Estocolmo y Hamburgo son algunas de las ciudades en las que actúa la española antes de embarcar en el puerto de Liverpool con destino a América. La acompaña su marido, el Sr. Blasco. La pareja llega a Nueva York, a bordo del vapor ‘Glasgow’, el 18 de abril de 1861, si bien el debut de Isabel en la Gran Manzana ha de posponerse unos meses.
A finales de septiembre, la española es contratada por James Nixon para actuar en el Winter Garden, por un caché que asciende a 100 $ semanales más gastos (Fort Worth Daily Gazette, 28-12-1890). El día de su presentación, el programa incluye varios números musicales, la comedia “An actress by daylight” y el burlesque de “Cinderella”, en el que se inserta el baile La Gitanilla y el Curro, por Cubas y Ximénez. La pareja española también interpreta, junto a “un completo cuerpo de ballet” (The New York Herald, 29-9-1861), La Flor de Sevilla, que unos días más tarde es sustituido por La Madrileña.

Isabel Cubas (The Brooklyn Daily Eagle, 4-3-1900)
El debut de Isabel es recibido con gran entusiasmo por el público neoyorquino, “más acostumbrado a las clásicas elegancias de la escuela francesa que a la impetuosa voluptuosidad de la española” (The New York Times; en The New York Herald, 2-10-1861). La crítica coincide en destacar la pasión, elegancia y flexibilidad de la bailarina, que deja bien alto el pabellón de nuestro país:
“… Nueva York reservó sus más ruidosas ovaciones para los bailarines españoles, la Señora Isabel Cubas y el Señor Juan Ximénez, que alcanzaron un notable éxito. […] La señora ejerce todo el encanto de una belleza cálida y una fogosa actividad […]. Sus movimientos siempre están llenos de pasión, pero nunca ofenden al buen gusto. Jóvenes y mayores sucumbieron fácilmente a la deslumbrante belleza, y una especie de éxtasis se adueñó del público” (The New York Tribune; en The New York Herald, 2-10-1861).
“… nunca se ha visto en esta ciudad a una bailarina más plenamente activa y elegante. En realidad, es una revelación ver lo maravillosamente que ejecuta los terpsicorianismos de España […]. La Señora Cubas es incuestionablemente la mejor bailarina de su escuela que hemos tenido nunca” (The New York Times; en The New York Herald, 2-10-1861).
“… es una de las mejores bailarinas que se ha presentado aquí desde hace años. Su estilo es puramente español, y sorprende por la maravillosa flexibilidad de sus movimientos y por la perfecta elegancia y precisión con la que ejecuta sus más audaces vuelos. […] Su baile [de Isabel y Juan] provocó una satisfacción ilimitada a la audiencia, que les obligó a realizar un bis, después de haber reaparecido en dos ocasiones para hacer una reverencia de agradecimiento” (The New York Herald, 2-10-1861).

El Metropolitan Theatre de Búfalo (en 1868)
Se está forjando una estrella
Desde el inicio de su gira por los Estados Unidos, el lleno hasta la bandera es una constante en todos los teatros en los que actúa la Cubas. Tras su sonado triunfo en la Gran Manzana, la rutilante bailarina española se presenta en el Metropolitan Theatre de Búfalo, donde se lleva a escena un variado programa que incluye, entre otros números, la obra The French Spy, en la que Isabel interpreta tres papeles diferentes y se revela como una excelente actriz:
“… el teatro estaba abarrotado, al máximo de su capacidad. ‘The French Spy’, en la que Cubas no tiene rival, fue repetida, y sus maravillosas interpretaciones de ‘Henrie St. Alme’, ‘Hamet, the Wild Arab Boy’ y ‘Mathilde’ fueron vistas con inconfundible admiración. En la salvaje Danza árabe y en el Combate de sables, se saca el mayor partido y sus numerosos admiradores tienen razones para regalarle sus felicitaciones” (Buffalo Daily Courier, 25-10-1861).
Durante los meses siguientes, la Cubas continúa con su tournée a las órdenes de James Nixon, que la hace debutar en ciudades como Boston, Hartford, New Haven o Filadelfia. El 5 de diciembre se anuncia su presentación en la American Academy of Music de esa última localidad, en las noches libres del actor Edwin Forrest.
La española interpreta sus ya conocidos números La Gitanilla y el Curro, La Flor de Sevilla y La Madrileña, en los que comparte escenario con Juan Ximénez y un cuerpo de baile español. Además, Isabel introduce en su repertorio el ballet francés La Folie. El público de Filadelfia también cae rendido a sus pies:
“Anoche Doña Isabel Cubas actuó en la Academy en dos bailes de carácter. Cubas es una señora española -y casada, por cierto- con ojos muy brillantes y una forma que podría ser definida literalmente como arrebatadora. Actuó dos veces pero en ambas ocasiones le pidieron que repitiera, e hizo su mejor exhibición en el número ‘La flor de Sevilla’. En este último baile se puso de manifiesto la extraordinaria flexibilidad de su cuerpo y una lluvia de ramos de flores dio testimonio de la pasión que había despertado en el teatro” (The Press, 6-12-1861).

Academy of Music de Filadelfia (foto de 1870)
A pesar de su breve trayectoria en los Estados Unidos, la española se ha convertido ya en toda una celebridad. Buena prueba de ello son las invitaciones que recibe para visitar distintos establecimientos e instituciones, como el Arsenal Naval de Filadelfia, adonde acude escoltada por su empresario y su representante:
“La Señorita ISABEL CUBAS, acompañada por el Sr. Nixon, su mánager, y el Sr. Charles Wilson, su agente, visitó ayer el Arsenal Naval. Fue cortésmente recibida por el Capitán Turner, que le explicó el funcionamiento de varios departamentos. Después el Capitán Turner la invitó a su casa, contigua al arsenal, donde compartieron un refrigerio. Ella confesó estar muy satisfecha con la visita. A continuación fueron escoltados al Cooper Shop Volunteer Refreshment Saloon por Mr. William M. Cooper, su presidente” (The Philadelphia Inquirer, 25-12-1861).
El 2 de enero de 1862, Isabel Cubas se despide del público de Filadelfia. Las primeras doscientas primeras señoras que acceden a la Academy of Music con motivo del beneficio de la artista reciben como recuerdo “un bonito MEDALLÓN y un RETRATO FOTOGRÁFICO de ISABEL CUBAS” (The Philadelphia Inquirer, 1-2-1862).
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NOTA:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es mía.