Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Peñita de Andalucía, la niña prodigio del cante jerezano (II)

En julio de 1921, Peñita de Andalucía y Pepe Crévola se unen a la Troupe Sibaritas, compuesta por cinco artistas de variedades, y juntos emprenden una nueva tournée por distintas localidades andaluzas y extremeñas, que les lleva después a Gibraltar y Marruecos. La jerezana, que es una de las atracciones del elenco, sigue recogiendo ovaciones a granel.

Isabelita Ruiz (La Esfera, 15-1-1927)

Isabelita Ruiz (La Esfera, 15-1-1927)

Unos meses más tarde, Lolita Peña debuta en la capital de España, en un beneficio ofrecido a su paisana Isabelita Ruiz en el Teatro Romea. Al día siguiente se la puede ver en el coliseo de La Latina, junto a un nutrido elenco de variedades:

“[…] En obsequio a la beneficiada tomaron parte en la función de honor de Isabelita la cancionista de aires andaluces Peñita de Andalucía acompañada a la guitarra por Pepe Crévola; el profesor Javier Molina interpretó en la guitarra, con su peculiar maestría, dos de los bailes de Isabelita Ruiz. Todos fueron aplaudidos” (La Acción, 29-4-1922).

La gira continúa por distintas ciudades del norte y el este de la Península, como Calahorra, Zaragoza, Cartagena, Elche, Alcoy, Castellón o Tortosa, entre otras:

En el mes de mayo debuta en Teatro Bretón de Logroño la Troupe Sibaritas, en la que destacan “[…] la ‘cantaora’ ‘Peñita de Andalucía’, que hace gala de buen estilo en el cante flamenco, y Pepe Crévola, el tañedor de guitarra” (La Rioja, 21-5-1922).

A finales de diciembre “son muy celebrados en el Alcázar Español, de Barcelona, la cantante de aires regionales Peñita de Andalucía y el concertista de guitarra Pepe Crévola” (Eco Artístico, 30-12-1922).

Saetas en el Norte

Durante la primavera de 1923, la joven cantaora actúa en varias localidades de la cornisa cantábrica, en las que causa sensación con sus saetas. Así anuncia su debut la prensa coruñesa:

“Una gran artista

Mañana, lunes, debut en el elegante Salón París, punto de reunión de las personas amantes del arte, de la única que sabe sentir y cantar los aires regionales, dándoles una interpretación tan real que hace que nos sintamos transportados a las regiones a que corresponden sus cantos. Es ella la bella y simpática artista ‘Peñita de Andalucía’.

El obispo de Santander solicitó y obtuvo de esta original artista que cantase en la procesión de Semana Santa las sentimentales ‘saetas sevillanas’, habiendo cumplido este encargo, según prensa de Santander que tenemos a la vista, de una manera magistral.

Peñita de Andalucía (El Correo Extremeño, 15-11-1929)

Peñita de Andalucía (El Correo Extremeño, 15-11-1929)

Si unimos a esto que en la mayoría de sus cantos es acompañada por el eminente tocador de guitarra Pepe Crévola, que también sabe sentir y hace vibrar aquel instrumento en sus manos, formando un conjunto armonioso entre la hermosa voz de la cantante y las notas que Crévola hace decir a la guitarra, como si ésta fuera de carne con madera de ‘cantaora’ y como este número no es común en los espectáculos varietés, auguramos un gran éxito a los artistas y a la empresa del Salón París” (El Orzán, 20-4-1924).

Ídolo en tierras extremeñas

Desde sus inicios en el mundo artístico, Extremadura ha sido una de las regiones más visitadas por Lolita Peña. En septiembre de 1924, la jerezana regresa a Mérida, una ciudad donde se la quiere y se la admira, y vuelve a llevarse de calle al público del Salón Cinema Moderno:

“[…] A continuación la simpática Peñita de Andalucía, queridísima de este público, que no se cansa de admirarla, luce sus encantos de mujer y sus habladoras castañuelas despiertan un murmullo de entusiasmo y la ovación es clamorosa; un nuevo número y continúa la alegría en el salón por esta repajolera gracia que la Peñita pone en todas sus canciones y que la han popularizado en todas partes.

Acompañada de su notable profesor el buen amigo Pepe Crévola y excelente guitarrista, luce su potente y bien timbrada voz y las soleares, saetas, tarantas, fandanguillos y todo lo conocido en aires regionales, más algunos modificados y perfeccionados por el aplaudido Pepe Crévola, autor de mucha parte de su programa, hacen que la Peñita sea la artista predilecta.

Su trabajo es tan ajustado, perfecto y variado, que no cansa nunca.

En Mérida es la octava vez que el público la recibe con agrado y el ama de los aplausos; aquí a nadie se aplaude tanto como a Peñita” (Correo de la Mañana, 7-9-1923).

Anuncio de Peñita de Andalucía en el Salón Mateo de Jerez

Anuncio de Peñita de Andalucía

En enero de 1925 Lolita vuelve a subirse a las tablas del Teatro López de Ayala de Badajoz, para interpretar “canciones a orquesta y a guitarra, acompañada por el notable concertista Crévola” (Correo de la Mañana, 23-1-1925). El público no escatima en aplausos y la artista se ve obligada a realizar varios bises.

Tras actuar en Lisboa durante “veinte noches consecutivas con general aplauso” (Correo de la Mañana, 11-4-1925), en el mes de mayo Peñita se presenta en el Salón de Invierno de la capital pacense. Allí estrena una nueva creación de Rui-Díaz, titulada ‘Entre dos fiestas’: un “magnífico cuplé en el que se pinta la Semana Santa en Sevilla, […] por medio de la ‘saeta’, en magnífico contraste con su feria de abril, […] por medio de unas típicas sevillanas” (Correo de la Mañana, 10-5-1925).

Unos meses más tarde, la prensa sitúa a Peñita de Andalucía, una vez más, en Mérida, aunque en esta ocasión no se encuentra trabajando, sino disfrutando de unos días de descanso en casa de su compadre Juan (Correo de la Mañana, 23-10-1925).

Nuevos éxitos, junto a Palanco y las Violetas

En la primavera de 1926, la cantaora jerezana triunfa durante varias semanas en la sala Ba-Ta-Clan de Valencia, acompañada por su fiel guitarrista. Allí le perdemos la pista, hasta que dos años más tarde la prensa vuelve a situarla en su tierra de adopción, Extremadura, junto a la compañía de variedades “Filigranas Andaluzas”, en la que también figuran el ilusionista Palanco y las hermanas Violetas, cantantes y bailarinas.

Teatro Lopez de Ayala, Badajoz

Teatro Lopez de Ayala, Badajoz

Durante los meses siguientes, esta agrupación desarrolla una intensa actividad por los pueblos y ciudades de la zona. En el elenco destaca especialmente Lolita Peña, con sus cantos regionales, sus cuplés y su cante flamenco; y, muy especialmente, sus fandanguillos, que son uno de los estilos más en boga del momento:

“[Granja de Torrehermosa] … Peñita de Andalucía, es la personificación del arte más depurado que ha desfilado en el género de varietés por este coliseo. Y lo mismo en sus cantos regionales que en lo flamenco, que en todo, la Peñita triunfa y brilla y resplandece, por sus propios méritos […]. Peñita de Andalucía es la artista digna, la artista que puede presumir de serlo, porque crea el arte y siente el arte como pocas” (Correo Extremeño, 24-5-1928).

“[Fregenal de la Sierra] … Hace lo que quiere de su voz y derrocha gracia y alegría, desde que se presenta en escena. Domina perfectamente el cante flamenco, y dentro de éste los fandanguillos” (Correo Extremeño, 12-7-1928).

“[Burguillos del Cerro] … Esta saladísima artista es la distinción en escena, y no se cansa el público de oírla cantar los famosos fandanguillos de Marchena y ‘Viva el puente de Genil’, de Vallejo.

Éxito triunfal, verdaderamente indescriptible, en todo su repertorio” (El Correo Extremeño, 8-8-1928).

Una garganta prodigiosa

Las extraordinarias facultades de Lolita le permiten interpretar con maestría la jota asturiana y brillar en estilos flamencos como la media granaína:

“[Villanueva de la Serena] … Peñita de Andalucía es una excelente artista de la canción y de los aires regionales; canta unas jotas asturianas legítimas, a pleno pulmón y con toda la dulce modulación que aquéllas exigen, y en la música andaluza o la fina ‘canzonetta’ sobresale con destacada personalidad por su arte exquisito y por las grandes facultades que le asisten. Reaparece al final de las funciones cantando flamenco, con acompañamiento de guitarra por Pepe Crévola” (El Correo Extremeño, 12-5-1929).

“[Guareña] … nos hizo aplaudirla (sic) con frenesí, y el apoteosis fue cuando cantó, acompañada de guitarra por Pepe Crévola, ‘la media granaína’ y fandanguillos de distintos estilos, que causaron delirio” (El Correo Extremeño, 12-5-1929).

Teatro Lopez de Ayala, Badajoz

Patio de butacas del Teatro Lopez de Ayala, Badajoz

“[Guareña] … El último número a cargo de Peñita, acompañada del famoso guitarrista Pepe Crévola, resultó tan de puro estilo flamenco y gustó tanto, que hubo de repetirse varias veces” (El Correo Extremeño, 15-6-1929).

Tal es el éxito de la jerezana allá por donde va, que el cronista se pregunta por qué no aspira a escenarios de mayor rango:

Peñita […] arrancó prolongados aplausos al final de cada cuplé, pues con su gracia y salero, unido a su armoniosa y bien timbrada voz (lástima no vendieran este canario, cuántos compradores había de tener en este pueblo), se hace querer del público, que la escucha con admiración y silencio. ¿Cuál es la causa de que esta genial artista no sea presentada en capitales de provincia, e incluso en la villa y corte para de seguro triunfar como su arte merece?” (El Correo Extremeño, 28-8-1928).


Luisa ‘La Pompi’, una cantaora imprescindible (II)

(Artículo revisado en octubre de 2017, tras las III Jornadas de Estudio del Cante, celebradas en Jerez y dedicada a la memoria de Luisa Ramos Antúnez, Luisa Requejo y María Valencia)

 

En los primeros años veinte, además de actuar en el Ideal-Concert de Sevilla, Luisa Ramos Antúnez participa en otros eventos, como el Concurso de Cante Jondo celebrado durante la Velá de San Juan de la Palma, en el que también intervienen sus hermanos Manuela y Rafael, Manuel Centeno y el Niño Medina, entre otras figuras del arte flamenco:

“… se organiza un concurso de ‘cante jondo’, en el que tomarán parte los ‘cantaores’ Centeno, Niño Medina, Cojo Pomares, Niño Gloria y las hermanas Pompi, y los ‘tocaores’ de guitarra Currito y Niño Huelva” (El Noticiero Sevillano, 25-6-1922) (1).

La cantaora Luisa Ramos Antúnez, La Pompi

Luisa Ramos Antúnez, La Pompi

También se puede ver a las dos Pompis en el Teatro Cervantes de Sevilla, en una función organizada por la Hermandad del Patrocinio. Durante la representación de la obra Trianerías se escuchan las saetas de Centeno, Manuel Torres, y Luisa y Manuela Ramos, que, según la prensa, no tienen su mejor noche:

“… en el cuadro quinto de este sainete celebróse un concurso de saetas, tomando parte en él los más afamados artistas del cante.

En el concurso […] registráronse varios incidentes: las hermanas ‘Pompi’ cantaron desde anfiteatro; pero con tal desacierto […] no sabemos a qué atribuirlo, que el público significó su protesta en forma bien ostensible. El Niño de Jerez comenzó a cantar desde el escenario; pero también de manera extraña y como si fuese él un amigo suyo…” (El Liberal de Sevilla, 22-12-1922).

Un cantaora de primerísima fila

Para hacerse una idea del gran nivel artístico de Luisa La Pompi basta con echar un vistazo al notable elenco de artistas con los que comparte escenario a lo largo de su carrera. De hecho, la jerezana es una de las profesionales contratadas para actuar en el Concurso de Cante Jondo que se celebra en la Plaza de Toros de Huelva durante los días 21 y 22 de julio de 1923.

El cantaor Antonio Chacón

Antonio Chacón

Siguiendo la estela del de Granada, el certamen onubense se propone velar por “la conservación y purificación de nuestros cantos” (La Provincia, 11-7-1923). Cada noche, el programa se abre con un cuadro flamenco en el que figuran La Pompi y Caracol padre; y, tras la actuación de los concursantes, intervienen algunos de los cantaores más destacados del momento, acompañados a la guitarra por el Niño de Huelva, Morales y Currito el de la Jeroma. La Niña de los Peines finalmente tiene que ser sustituida por La Perla de Triana.

“PROGRAMA PARA LAS DOS NOCHES
1º Cuadro de baile flamenco, cantando ‘La Pompi’ y ‘Caracol’.
2º Intermedio por la banda municipal.
Concurso de cante.
El día 21 se cantarán Soleares y Siguiriyas.
El día 22, tarantas, malagueñas y fandangos. […]
4º Cantarán por orden de antigüedad los artistas contratados: ‘Caracolito’. Centeno. Vallejo. Gloria. Manuel Torres. Antonio Chacón. Acompañarán a estos artistas los célebres guitarristas ‘Niño de Huelva’, Morales y Currito de la Jeroma.
5º Visión fantástica de una noche de Jueves Santo en Sevilla, tomando parte en este número los cantadores, la célebre banda de cornetas del tercer regimiento de artillería ligera, de guarnición en Sevilla y la banda municipal” (La Provincia, 21-7-1923).

En junio de 1924, La Pompi actúa en el Villa Rosa de Madrid, en una fiesta celebrada por la Asociación de la Prensa en honor de unos periodistas italianos. En el cuadro figuran artistas de altísimo nivel, como Antonio Chacón y Ramón Montoya:

“… Terminado el banquete, empezó la fiesta española, en la que tomó parte un cuadro flamenco, compuesto por La Pompi, Dolores Ortega, Chacón, Montoya, Pavón y algunos otros” (El Liberal, 8-6-1924).

Entre las más solicitadas

Durante los años siguientes, Luisa Ramos sigue siendo una habitual en las fiestas de mayor postín que se celebran en Sevilla. La cantaora jerezana forma parte del elenco artístico, al menos, de los siguientes eventos:

La Pompi junto a otros artistas participantes en el homenaje a los Álvarez Quintero

La Pompi, junto a otros artistas participantes en el homenaje a los Álvarez Quintero celebrado en la Venta de Eritaña

– Un almuerzo en honor de los Hermanos Álvarez Quintero que tiene lugar en la Venta de Eritaña, con la presencia del Alcalde y otras personalidades. El cante corre a cargo de La Pompi, El Colorao y Manuel Torres, con las sonantas de Moreno y el Niño de Huelva:

“… Terminado el almuerzo, […] se organizó una animadísima fiesta de cante flamenco y jondo, en que rivalizaron, contribuyendo con su arte y sus facultades, los magos de la sonanta Moreno y Niño de Huelva, y los famosos cantaores Colorao, La Pompi y Manolo Torres, […] que ‘tiene del cante una cepa y cuando quiere florear, le mete un jardín al cante’ (El Liberal de Sevilla, 19-3-1925).

– Una fiesta ofrecida por el diestro Ignacio Sánchez Mejías en su finca de Pino Montano, en la que, tras una becerrada y varios números de baile protagonizados por las alumnas de Realito, llega el momento del cante, con La Pompi, el Niño de Huelva y el Niño de Marchena:

“Cuando oscureció […] Realito y sus discípulas bailaron durante un buen rato sevillanas y bulerías. En otra rotondita hubo canto flamenco, con guitarras, a cargo de la ‘Pompi’, el Niño de Huelva y el ‘de Marchena’. Y también cantaron, con estilo tan depurado como los profesionales, las hermanas Pérez de Guzmán, que son tres muchachas muy estimadas en la sociedad sevillana. La concurrencia a la fiesta, muy distinguida” (La Época, 1-5-1925).

El Niño de Marchena

El Niño de Marchena

– Dos fiestas en honor de los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia ofrecidas por los Duques de Alba en el Palacio de las Dueñas, una en 1925 y la otra en 1927, con un elenco de lo mejorcito que se pueda imaginar.

En la primera actúan la Niña de los Peines, Chacón, Montoya, La Macarrona, el Niño de Huelva, el Niño de Marchena y La Pompi. El repertorio se compone de soleares, fandanguillos, tangos, polos y malagueñas:

“En el fondo del salón, un tablado para los artistas flamencos. De éstos, lo mejor del género, lo más clásico, lo más cañí. La ‘Niña de los Peines’, insuperable en su estilo; Chacón, el maestro; Montoya, el guitarrista; la ‘Macarrona’, la bailadora; el gitanillo ‘Niño de Huelva’; el ‘Niño de Marchena’, la ‘Pompi’… La espuma de la flamenquería, en fin. […] Fiesta interesante, clásica, que se dilata hasta la madrugada con arreglo al protocolo de estas fiestas. Rondas de cañas de olorosa manzanilla, a la que hacen los honores las aristocráticas inglesas. Palmas tocadas por manos ilustres. Soleares, fandanguillos, polos, tangos, malagueñas. Suspiros de guitarra, tocada por el mejor tocador del mundo…” (La Época, 24-4-1925).

En la segunda fiesta, el baile lo pone Soledad la Mejorana y el cante corre a cargo de Chacón, Montoya, las dos hermanas Pompi y la Niña del Patrocinio, entre otros artistas:

“… en un tablao Soledad la Mejorana, la famosa bailaora, sobrina y heredera universal de Pastora, ponía cátedra de salero, y don Antonio Chacón […], acompañados a la guitarra por Montoya y jaleados por las populares cantaoras las Pompis. También tomó parte otra joven cantaora, la Niña del Patrocinio’” (El Correo de Andalucía, citado en La Voz, 2-5-1927).

Soledad la Mejorana (Revista Popular, 1-7-1927)

Soledad la Mejorana (Revista Popular, 1-7-1927)

Una anécdota ‘real’

En la entrevista concedida a La Voz de Sur al final de su vida, Luisa Ramos refiere una curiosa anécdota que le sucedió durante de una de esas veladas ofrecidas en el Palacio de las Dueñas en honor de los Reyes:

Un susto
– Y en el Palacio de las Dueñas, de Sevilla, – continúa – allí sí que he actuao yo veses. Delante del Rey, de Don Miguel Primo de Rivera, de los Duques de Alba, la de Santoña… Al Rey le gustaba mucho el flamenco. Un día me llevé un susto que me duró el tembló tres días. Figúrese que estaba yo sentá, esperando que me llamaran pa actuá, y el Rey desde una butaca me señala y le pregunta a la Santoña:
– Oye, Sol, ¿qué hace aquí esta mujer?
– Ésta es ‘La Pompi’, una cantaora – le respondió Sol.
– Yo no la he oído – dijo el Rey.
– ¡Pompi!
– Mande, señora duquesa.
El Rey quiere oírte.
– Bueno, pos me acompañó con la guitarra ‘El Huelva’, y yo canté una copla que decía:

Era mi queré más grande
que la voluntad de Dios,
porque Dios no te perdona
lo que te perdono yo.

– ¡Repite eso! – me dijo el Rey, y yo lo repetí, y al terminar vuelve a decirme: – ¡Repite eso! – Osú, yo estaba asustaíta perdía. ¡Dios mío! ¿qué querrá desí esta letra que estoy cantando? Y a las tres veses me levanté y me salí por una galería que había, y entonces el Conde de los Andes, que estaba por allí, me dijo: – No te asustes, Pompi, es que al Rey le ha gustao la copla.
– Bueno, po aquella noche canté otra vé, y me dice el Rey:
– ¡Qué simpática eres, mujé!
– ¡Ea, po más simpático es usted! – le dije yo, y el Rey se levantó y me dio la mano, y nos dieron una ovación” (La Voz del Sur, 23-7-1950) (2).

 

Algunos cantes de Luisa la Pompi, por cortesía de Pedro Moral:

 


NOTAS:
(1) Todas las noticias extraídas de la prensa de Sevilla han sido localizadas por José Luis Ortiz Nuevo y están disponibles en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco.

(2) Entrevista publicada por Javier Osuna en su espléndido blog Los Fardos de Pericón.


La Niña de la Alfalfa, reina de la saeta (y VI)

En abril de 1935 Galerín dedica un artículo a Rocío Vega, a quien él mismo bautizara casi dos décadas atrás como La Niña de la Alfalfa. El periodista se lamenta de la mala suerte de aquella muchacha que, a pesar del gran esfuerzo realizado, vio frustradas sus esperanzas de convertirse en cantante de ópera. Según él, “la engañaron”. No era ésa la misión que le tenía reservada el destino, porque Rocío posee un don especial para el flamenco, unos “duendes” que no salen en las partituras ni se aprenden en el conservatorio:

“… No gustó. Lo dice ella misma. ‘No gusté, no señor’. El miedo… los nervios… No sé. Lo que ocurrió entonces no quiero ni pensarlo. Todavía siguieron los inteligentes hablando de la futura diva. Y el tiempo, juez supremo de todo, le dio la razón a la muchacha. ¡A Rocío no le gustaban los macarrones! Le gustaba más el jamón serrano, y Rocío se dedicó a las varietés, y si ha ganado y gana dinero en su vida, ha sido cantando cuplés, a los que les intercala esos duendes flamencos que las cupletistas de por ahí desconocen, porque esos duendes son los duendes de Sevilla. […]

Agustín López Macías, Galerín

Agustín López Macías, Galerín

El músico lleva a los papeles su canción y las artistas andaluzas son las que se encargan de que los duendes levanten al público en vilo. Los artistas que no poseen esos misteriosos duendecillos, cantan siempre lo mismo. […]

El artista que canta flamenco no es tan seguro como el que lo hace por sus estudios; pero llega más al alma el flamenco” (El Liberal de Sevilla, 10-4-1935) (1).

La propia Rocío se muestra optimista y confía en sus posibilidades de triunfar con el repertorio andaluz:

“Todas las que tienen algo propio -nos dice- han vuelto o no se han ido: Pastora, la Argentinita, Raquel… Yo creo que sé cantar las saetas y que en otros números flamencos no desentono. Yo bailo un poquito y toco los palillos como cualquier chavala de mi tierra. ¿Por qué no he de tener suerte? En Madrid se están representando ahora obras de teatro a base de artistas flamencos. Yo no hablo del todo mal y tengo mis pretensiones haciendo coplas. ¿Que no tengo veinte años? El maquillaje, la luz de las baterías y el foco no entienden de edad. Figura, afición, voz y entusiasmo por mi trabajo, no me han faltado todavía. Yo no aspiro a ser “Miss Alfalfa”. Con que me sigan diciendo Rocío, me conformo” (El Liberal de Sevilla, 10-4-1935).

Flamenca de primer nivel

Durante la Semana Santa de 1935 la Niña de la Alfalfa vuelve a entonar sus saetas desde los balcones de Sevilla, y comparte las ovaciones con artistas como La Finito, La Niña de Marchena, El Gloria o el Niño de Mairena.

Después emprende una gira por distintas localidades de Huelva y Extremadura, al término de la cual “marchará a Madrid para impresionar discos de ‘saetas’, y entrará a formar parte de una de las compañías que cultivan el género flamenco” (El Liberal de Sevilla, 19-8-1935).

Rocío Vega en 'La Carcelera' (Diario de Córdoba, 10-5-1936)

Rocío Vega en ‘La Carcelera’ (Diario de Córdoba, 10-5-1936)

En enero de 1936 se anuncia en Córdoba un espectáculo teatral titulado Al pie de la Giralda, en cuyo elenco figuran “Canalejas, el famosísimo as del cante en unión del Niño de Fregenal, Peluso, Regadera, Revoltoso, Niña de Marchena, Encarnita Pérez, Rocío Vega y otros artistas famosísimos” (Diario de Córdoba, 8-1-1936). Un mes más tarde, La Niña de la Alfalfa colabora en una función benéfica que se celebra en Utrera con gran afluencia de público, y en la que también participa el bailaor Rafael Ortega.

En el mes de abril, como cada año, Rocío Vega regresa a Sevilla para cantar a las imágenes de su devoción. Gracias al establecimiento de una estación de radio en La Campana, hasta el público americano podría disfrutar de sus saetas:

“Aquí escuchamos una saeta cantada con el alma y la primera ovación del público […].

Fue la cantaora Rocío Vega, la Niña de la Alfalfa, quien con su privilegidada voz y su inconfundible estilo saludó a la Virgen de la Estrella de este modo:

Mare mía de la Estrella – ampárame con tu manto – que mientras yo tenga vía – he de mandarte en mi canto – la saeta más sentía…

¡Y estalló la ovación! Ya la cantaora no se pertenecía. Era del público. Y así cantó varias saetas, entre aclamaciones. […]

La última en llegar fue la de San Jacinto, que entró cerca de la una.

Aquí otra vez Rocío Vega volvió a poner al rojo al público, cantando.

Ya va a su casa la Estrella – Triana está iluminá – con el oro de su manto – y el reflejo de su cara – por donde quiera que va – la luna a verla se para” (El Liberal de Sevilla, 7-4-1936).

Rafael Ortega

Rafael Ortega

Se avecinan tiempos difíciles

La última aparición pública de La Niña de la Alfalfa de la que tenemos constancia antes del estallido de la Guerra Civil tiene lugar en el Teatro Principal de Cabra (Córdoba), en un homenaje al pintor Julio Romero de Torres. La sevillana interpreta los siguientes números:

“La Musa Gitana, original de Juan Soca. Recitación de Rocío Vega, con acompañamiento de orquesta.

Soleares a Julio Romero de Torres, escritas por J. S., por la Niña de la Alfalfa, acompañada a la guitarra por Joaquín Cañero. […]

La Jaca (canción), por la Niña de la Alfalfa. Letra de Perelló. Música del maestro J. Mostazo.

Triniá (canción), por Rocío Vega. Letra de Valverde y León. Música del maestro Quiroga. […]

Semana Santa en Sevilla (marcha y saetas). Letra de Juan del Sarto y música del maestro Quiroga, por la Niña de la Alfalfa. […]

Estreno de la canción española La Carcelera, expresamente escrita para este acto por el ilustre maestro Francisco Alonso, letra de Juan Soca. Reproducción plástica del célebre cuadro de Julio Romero de Torres. Verdadera creación de Rocío Vega (Niña de la Alfalfa)…” (ABC de Sevilla, 7-5-1936).

En junio de 1938, en plena contienda, se la puede ver en el Teatro Cervantes de Sevilla, en una función benéfica en la que también participa Eloísa Albéniz, entre otros artistas, que “interpretaron con general aplauso la atrayente revista titulada ‘Luces de España’” (ABC de Sevilla, 7-6-1938).

Eloísa Albéniz (La Union Ilustrada, 16-2-1921)

Eloísa Albéniz (La Union Ilustrada, 16-2-1921)

Una vez finalizada la guerra, Rocío Vega interviene en la gran Fiesta de la Victoria organizada por la Agrupación Sur de Carros de Combate en el cortijo ‘Las Quemadas’ de Córdoba:

“Terminada la corrida, se organizó una gran fiesta flamenca, en la que tomaron parte la Niña de la Alfalfa, Vallejo, el Sevillano, el mago del baile gitano Rafael Ortega y un cuadro flamenco, con elementos de Sevilla, Cádiz y Córdoba, a los que acompañaba un coro de gitanillos verdad, que bailaron y cantaron al compás de las guitarras” (ABC de Sevilla, 26-5-1939).

A partir de ese momento, no son muchas las apariciones públicas de Rocío Vega, que sigue manteniendo la tradición -eso sí- de cantar cada Semana Santa sus apreciadas saetas. En 1943 actúa como artista invitada en un concurso de saetas organizado por Radio Sevilla y también se la puede ver ese verano en las fiestas de Alcolea del Río (Sevilla) “al frente de su cuadro artístico” (ABC de Sevilla, 23-9-1943).

Artista hasta el final

La última aparición de La Niña de la Alfalfa de la que hemos hallado noticia tiene lugar en la Plaza de Toros del Triunfo de Granada en julio de 1947, junto a un elenco de excepción:

Pepe Marchena con su grandioso espectáculo Pasan las Coplas, integrado por 40 artistas valiosísimos. Niña de la Puebla, El Americano, El Peluso, Ramón Montoya, José Cepero, Manolo el Malagueño, Rosita Durán, Lola Ortega, Guerrita, Pericón de Cádiz, Pepe Azuaga, Niña de la Alfalfa, Luquita” (La Prensa, 14-7-1947).

La Niña de la Alfalfa

La Niña de la Alfalfa

Según la saetera Angelita Yruela, Rocío le canta por última vez a la Estrella en 1969, año en que deja de salir a la calle debido a la enfermedad que padece. En su domicilio de la Calle Peral, la voz de La Niña de la Alfalfa se apaga para siempre el 16 de julio de 1975, sólo unos meses después de haber sido nombrada hermana de honor de la Hermandad de la Estrella y de haber recibido un merecido homenaje promovido por la Junta de Damas de dicha entidad:

“Culminó la obra de las mujeres de la Estrella cuando conseguimos que se le descubriese un azulejo en la Alfalfa, donde ella empezó a cantar, cosa que le pedimos al Ayuntamiento. Nos prometieron que así se haría, y así se hizo. El día 15 de diciembre de 1974, a la una de la tarde, quedó el nombre de Rocío Vega Farfán grabado para siempre, justo al lado de un balcón, ya que en los hierros de muchos balcones de Sevilla se enredaron más de una vez la voz de esta mujer sencilla, que rezándole a nuestras Vírgenes se iba dejando en el aire jirones de su corazón.

Todavía cuando la llevaban desde su habitación de la clínica a recibir su sesión de cobalto recordaba los versos que le dedicaran grandes poetas, como José María Pemán y tantos otros. Ella se hacía poeta y le musitaba esta oración a su Virgen:

Balconcito de la Estrella,
donde tanto he ‘salío’ a verte,
‘pa’ decirte muchas cosas.
¡Todas las que Tú mereces!
Pero aún hay muchas más
¡Las que mi corazón siente!
Aunque no puedo expresar
porque me encuentro,
¡No sé!, como inerte.
Pero aún puedo decirte,
¡Virgencita! ¡La Valiente!
es que me encuentro enfermita
y no puedo ir a verte.
Y si Dios me recogiera
porque lo crea conveniente,
en el lugar donde esté
siempre te tendré presente” (Angelita Yruela Rojas, ABC de Sevilla, 22-7-1975).

 

Algunos cantes de la Niña de la Alfalfa, por cortesía de Pedro Moral:

NOTA:

(1) Las referencias de la prensa sevillana de 1916 a 1936 han sido localizadas por José Luis Ortiz Nuevo y se encuentran disponibles en el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco.

 


La Quica, maestría y temperamento (III)

La Quica y José Udaeta, una pareja de éxito

En 1947, La Quica colabora en varias ocasiones con su discípulo José Udaeta. En el mes de abril ambos se presentan como pareja de baile en Barcelona y Madrid. La prensa se deshace en elogios hacia la maestra, que brilla con luz propia tanto en los bailes boleros como en el flamenco, y que sin duda atraviesa uno de los mejores momentos de su carrera:

“PRESENTACIÓN DE UNA GRAN BAILARINA

El próximo domingo, por la tarde, tendrá lugar en el Palacio de la Música un interesante recital de danza española, en el que actuarán José Udaeta y Francisca González. La presentación oficial de José Udaeta en el campo profesional del baile español de concierto tiene el doble interés de ir sumado al de ver actuar por vez primera en Barcelona a su célebre maestra, convertida en pareja suya, Francisca González (a) ‘la Quica’, viuda del que fue coloso bailaor y maestro mantenedor de la antigua escuela flamenca, Francisco León (a) ‘Frasquillo’, de quien ha heredado directamente un tesoro de recursos personales de la mejor solera flamenca” (La Vanguardia, 13-4-1947).

la Quica y Josele

la Quica y Josele

“RECITAL DE BAILE EN EL TEATRO ESPAÑOL

Quica González, ‘La Quica’, es una bailarina de raza. Quiere decirse que las virtudes inherentes al baile andaluz se dan en ella como regalo. Por eso sus danzas tienen la frescura de la improvisación, de algo espontáneo. Su silueta menuda vibra nerviosa al conjuro del ritmo y sus brazos, siempre bien colocados, van trazando los cabalísiticos signos, mientras los pies giran, trepidan con vigor, y la cintura se quiebra en movimientos y escorzos, que los ‘desplantes’ vienen a interrumpir. ‘La Quica’ interpretó ‘a solo’ la ‘Serenata’ de Malats, el ‘Olé de la Curra’ y el ‘Fandanguillo’ popular, acompañada a la guitarra por Reguera.

En pareja con José Udaeta reprodujeron algunos bailes de escuela del siglo XVIII y XIX, delicadas estampas de época recopiladas por el maestro Pericet.

Merece señalarse especialmente el baile ‘Panaderos de la tertulia’, en el que lo cortesano y lo popular se alían y sintetizan en un cuadro de ambiente goyesco, que los figurines de Muntañola contribuyen a evocar.

De los bailes a la guitarra, las ‘Soleares’ bailadas en pareja y el ‘Tanguillo’ antes citado fueron, con las ‘Sevillanas’ de siete coplas -en las cuales participan un Cuerpo de baile de ocho muchachas-, los que suscitaron los mayores aplausos. Udaeta mostró en los ‘Boleros’ sus condiciones para el baile de escena y compartió con la famosa y salada bailarina el éxito del recital” (ABC, 16-4-1947).

Una artista a la altura de las mejores

En septiembre de 1947, La Quica, “con su gran cuadro flamenco” (ABC, 17-9-1947), es una de las artistas más destacadas del cartel inaugural de la sala Pasapoga. Seis meses más tarde, de nuevo en el Español, la sevillana vuelve a formar pareja con su antiguo discípulo. La prensa ensalza el arte auténtico de la Quica, a quien compara con una de las mayores artistas españolas de todos los tiempos, Encarnación López, La Argentinita:

Francisca González, La Quica

Francisca González, La Quica

“El nombre de Quica González a la cabeza del programa de baile, nos garantiza y asegura que no asistiremos a uno de esos espectáculos en los que la danza española sirve de pretexto a verdaderas elucubraciones, donde el capricho, la improvisación y la ignorancia sustituyen a las reglas y principios artísticos que rigen el arte del baile.

Con la Quica no hay que temer esos desbordamientos dramáticos, ese soltarse el pelo y sacudirse la falda a que reducen el baile español tantas bailarinas temperamentales.

El arte de la Quica es arte de verdad, sin trampa ni cartón. Baile de auténtica solera española, cuyas genuinas esencias raciales están sujetas a normas de estilo y escuela intangibles, que la tradición ha consagrado.

Y eso es lo que da valor y encanto a sus interpretaciones. Sirvan de ejemplo la graciosa compostura del ‘Olé de Curra’ o el brío y prestancia de su ‘Tanguillo’ de Cádiz.

Hay en ella algo de aquella elegancia y finura que tanto admiramos en la gran Encarna. Una cierta semejanza en los destaques, en la fluidez y armonía de sus pasos y giros, que nos hace evocar el arte de aquella artista inolvidable. […]

Magníficos también el ‘Zapateado’ y las ‘Alegrías’, que bailaron a la guitarra, muy bien acompañados por Reguera.

[…] si todos cosecharon aplausos, la Quica se llevó la palma” (ABC, 9-3-1948).

José Luis Udaeta

José Luis Udaeta

En 1948, la bailaora sevillana colabora con José Luis Udaeta al menos en dos ocasiones más, no ya como pareja artística, sino ilustrando con su baile las conferencias pronunciadas por su antiguo alumno. El cante lo pone Bernardo el de los Lobitos y les acompaña a la guitarra Rogelio Reguera.

“Toda la gama del baile flamenco en sus matices y variaciones, con su culminación en la última mitad del siglo pasado, fue ofrecida a través de un estudio amplio y erudito, lleno de interés y amenidad. La parte coreográfica corrió a cargo de la conocida ‘bailaora’ ‘la Quica’, que a través de los distintos ritmos de soleares, alegrías, tanguillos, etc., justificó la fama de su baile, depurado y de buena escuela. Bailó bien y con temperamento” (Hoja Oficial del Lunes, 23-12-1948).

En febrero de 1949, la “gran maestra de baile flamenco” (Hoja Oficial del Lunes, 28-2-1949) Francisca González participa en el espectáculo de despedida de su hija Mercedes y Albano -el marido y pareja artística de ésta-, que se celebra en el local Villa Romana.

En el mes de julio, La Quica regresa a esa misma sala en varias ocasiones y también se deja ver en el Parque Florida. Entre los muchos artistas con los que comparte cartel puede mencionarse a Rosario y Antonio, La Gitana Blanca o Pepe Marchena.

La Quica conquista el Covent Garden

En 1950 tiene lugar un hito importantísimo en la carrera de Francisca González. La bailaora sevillana se sube a las tablas del Covent Garden, una de las salas con más historia y prestigio de la capital londinense, y lo hace acompañada por el bailaor José Greco y el cantaor Rafael Romero, ‘El Gallina’, entre otros artistas, que ilustran con su arte la conferencia sobre baile español ofrecida por Dolores de Pedroso.

José Greco

José Greco

“En el mismo escenario en que actuó ‘La divina’ Sara Siddones, pintada por Lawrence y Gainsborough, en que cantaron Julián Gayarre y la Melba, y en el que volaba Nijinsky como un pájaro de fuego, ha bailado ‘La Quica’, de Sevilla. Y punteó y rasgueó su guitarra Rogelio Reguera. Y Rafael Romero, el ‘cantaor’, se salió por ‘cañas’, ‘soleares’ y ‘peteneras’. […]

En el ‘cuadro’ estaban también María Fernanda Montes, Nila Amparo, Carola Goya, José Greco, Alberto Portillo y Luis Olivares; y los pianistas Roger Machado y Vicente Enrique. […]

Muy pocas veces, probablemente, un público se ha sentido más asombrado y conmovido. Londres ha visto mucho ‘flamenco’ […] pero fue, en cambio, la más brillante y jocunda exhibición de danzas de España que hayamos contemplado desde hace mucho tiempo” (ABC, 16-12-1950).

Tras el éxito obtenido en el Covent Garden, se inicia una etapa de colaboración entre La Quica y la compañía de José Greco, que regresan juntos a Londres en junio de 1951 para actuar en el Sadler’s Wells durante cuatro semanas. Posteriormente cruzan el charco y emprenden una gira por América, con escala en ciudades como Buenos Aires, Montevideo y Nueva York.


Juana la Macarrona, la estrella de los cafés cantantes (y II)

Entre 1915 y 1920 son pocas las referencias a la Macarrona que encontramos en la prensa: varias actuaciones en el Kursaal Central de Sevilla; en Barcelona, en la inauguración del Villa Rosa de Miguel Borrull; en San Sebastián, junto a Pastora Imperio, en la fiesta privada de una condesa…

Juana la Macarrona

La bailaora Juana la Macarrona

En enero 1922 se estrena en el Ideal Rosales de Madrid el espectáculo “Ases del arte flamenco”, en el que destaca “la reina de las reinas del baile flamenco, la formidable Juana la Macarrona”. Unos meses más tarde, la genial bailaora es invitada por Manuel de Falla a actuar ante los cuatro mil espectadores del Concurso de Cante Jondo que se celebra en Granada coincidiendo con las fiestas del Corpus. Allí comparte escenario con los artistas más destacados del panorama flamenco del momento, como Manuel Torre, La Niña de los Peines, Antonio Chacón y el guitarrista Ramón Montoya.

Días más tarde, Ramón Gómez de la Serna escribe en las páginas de El Liberal a propósito de dicho acontecimiento: “La Macarrona es la superviviente del baile jondo y ha quedado consagrada como la única. Es que es maravillosa e inimitable, porque no sólo su danza, sino el tamaño y el color de su falda se atienen a la medida antigua”.

Dicha actuación da un nuevo impulso a la carrera de Juana Vargas. El 23 de marzo de 1923, coincidiendo con la demolición del antiguo Café Novedades de Sevilla, A. Rodríguez de León publica un artículo en El Sol, en el que rememora los buenos tiempos de aquel local “donde la Macarrona ejercía el sacerdocio de su baile ‘jondo’, que era espasmo trágico y contorsión de angustia; donde la línea adquiría prestigios arrogantes y relieves supremos, porque el baile era la danza del sentimiento hecho carne tentadora, armoniosa y febril”.

En abril de 1925, la prensa sitúa a Juana la Macarrona en Sevilla, donde actúa con la Mejorana y el Niño de Marchena en el Hotel Alfonso XIII, en una fiesta organizada por el Comité de la Exposición Iberoamericana, a la que asisten grandes personalidades. Unos días más tarde vuelve a codearse con la más alta sociedad, sus majestades incluidas, en el Palacio de las Dueñas, junto a La Niña de los Peines, Antonio Chacón, Ramón Montoya, la Pompi y el Niño de Marchena, entre otros artistas.

Un amago de retirada

Los tiempos van cambiando y hay que adaptarse a ellos. En 1926, la que fuera reina de los cafés cantantes vuelve a recorrer la geografía española con un espectáculo de ópera flamenca producido por el empresario Vedrines. Ese mismo año anuncia su retirada de los escenarios, “porque estas piernas mías que han sido de bronce, van siendo ya de alambre” (El Correo de Andalucía, 3-3-1926).

Adela Cubas, Fiesta Andaluza, Revista Nuevo Mundo, 24-9-1911

La Macarrona bailando en el Trianón Palace (Nuevo Mundo, 24-9-1911)

Juana abre una academia de baile en Sevilla, en un corral de vecinos de la Alameda de Hércules. Sin embargo, no se retira del todo. En 1927 vuelve a actuar en Madrid, en el Certamen Nacional de Cante Flamenco que se celebra en el Monumental Cinema.

“Ver bailar a la Macarrona es como asomarse al campo y aspirar auras de huerto florido, después de haber respirado el aire turbio y viciado de un antro. Qué garbo, qué presencia, qué elegancia […] ¡Que tiene años! ¡Que está gorda! ¡Y qué! Que vengan mocitas a mejorar aquella danza”, escribe José O. de Quijano en el Heraldo de Madrid (1-10-1927).

En 1929, Juana Vargas actúa en el Principal Palace de Barcelona, con un cuadro flamenco dirigido por Paco Aguilera. Un año más tarde regresa a la ciudad condal, donde participa en los actos flamencos que se celebran con motivo de la Exposición Universal de 1930. Baila también en el espectáculo de despedida de Pastora Imperio, en el Circo Barcelonés y, posteriormente, en el Teatro Vital Aza de Málaga.

Tras una incursión en el cine, en la película Violetas imperiales (Henry Roussel, 1932), Juana la Macarrona se embarca en una nueva gira, con la compañía de La Argentinita. El montaje se compone de varios números, entre ellos “Las calles de Cádiz” y “El café de Chinitas”. El espectáculo cosecha grandes éxitos en España y también en París, donde se estrena en 1934, en la Salle des Ambassadeurs. En él intervienen Pilar López, Rafael Ortega, La Malena y La Macarrona.

En 1936, Juana baila en una fiesta organizada en el Alcázar de Sevilla para agasajar al Gran Visir. Dos años más tarde vuelve a salir de gira con el espectáculo “Las calles de Cádiz”, esta vez presentado por Concha Piquer junto a artistas como La Niña de los Peines, Rita Ortega o su inseparable Malena. A finales del 38 se presenta en el Gran Teatro Cervantes de Sevilla, y en 1940 sigue cosechando éxitos en distintas ciudades españolas. Éstas serían su últimas actuaciones, pues esas piernas “de alambre” de la Macarrona, como ella misma las definía en 1926, contaban ya con 70 años y muchos achaques.

El declive de la Macarrona

En 1942, Pepe Marchena organizó, en el hotel Colón de Sevilla, una fiesta homenaje a Juana Vargas, que celebraba así sus bodas de oro con el arte flamenco. Dos años más tarde, la Macarrona realizó su segunda, y última, incursión en el cine, con un pequeño papel en la película Eugenia de Montijo, de José López Rubio.

La Macarrona en su madurez

La Macarrona en su madurez, cuadro de Alfonso Grosso

En diciembre de 1945, el diario ABC se hacía eco de la difícil coyuntura por la que atravesaba la bailaora, quien confesaba: “muchas joyas, muchos brillantes he tenido. Pero lo que pasa en la flamenquería, como no tenemos cabeza pa na, cuando volví la cara, ya tenía aquí la vejez y la enfermedad”.

Unos meses más tarde, con el fin de recaudar fondos para aliviar en lo posible la precaria situación económica de la Macarrona, el Sindicato Provincial del Espectáculo de Sevilla le organizó un nuevo homenaje en el Teatro San Fernando, en el que participaron numerosos artistas. Aquélla fue la última vez que se la pudo ver sobre un escenario.

“La famosa ‘bailaora’ quiso corresponder con el inicio de un baile. Cosa brevísima, pues la edad y los achaques no permitieron ya otra cosa. Pero sólo en la manera de alzar los brazos los viejos sintieron avivarse los recuerdos del pasado y los jóvenes pudieron columbrar un destello de la gloria que se fue” (ABC de Sevilla, 9-3-1946).

En abril de 1947, en plena Feria de Sevilla, el baile de La Macarrona cesó para siempre. “Murió en su cama, en el barrio, como es de ley, y sin molestar más que lo justo a cuatro vecinos. Esos cuatro vecinos, en una tarde de feria, la acompañaron allá donde se crían las malvas” (La Vanguardia, 17-04-1947).

Según las crónicas de la época, Juana Vargas murió sola y olvidada. Sin embargo, muchas décadas después, aún resuena el eco de sus tacones sobre el escenario. La Macarrona fue la reina indiscutible de los cafés cantantes. Bailó con mucha gracia por todos los estilos, si bien fue en las alegrías, los tangos y las soleares donde más destacó, por su braceo majestuoso, sus desplantes, su flexibilidad y su dominio de la bata de cola.

“Daba gozo verla con el mantoncillo de espuma y la pulquérrima bata de cola, atrancándose en los primeros compases de la danza para detenerse de improviso, erguida y soberbia, los brazos en alto y los faralaes del vestido como un pedestal de nieve en torno a sus pies ágiles y taconeantes, hasta que ‘entraba en falseta’. La artista iba luego desperezándose con desmayo y gachonería, para acabar en giros rapidísimos entre el repiqueteo de las ‘pataítas’, mientras su hermana echaba al aire coplas ‘por alegrías’:

Los voluntarios de Cái
fueron a coge coquinas,
y a la primera descarga
tiraron las carabinas,

para enlazar, entre palmas de broma, con el tanguillo saleroso:

Cómpreme osté una levita,
osté que gasta castora,
que es prenda que da la hora
gorviéndola del revés…”

(Diario Madrid, 7-2-1968).