“Quien la ve por primera vez se queda especialmente impresionado ante esta joven de cabeza regularmente ovalada y ligeramente más delgada en el mentón, de ojos rajados que lanzan fuego por sus negras pupilas, de cejas arqueadas y espesas, de fina boca cuyas pronunciadas comisuras hacen pensar en una cabeza de Vinci (1).
Cuando se planta en el borde de la rampa, sobre sus piernas finas y elegantes que terminan en lindos pies deliciosamente curvados, lanzando hacia atrás su esbelta cintura y dejando caer sus brazos finamente cincelados, de articulaciones delicadas y nerviosas, pensaríamos en la antigua Diana, si los fuegos del gas no vinieran a destruir una ilusión momentánea que nos gustaría prolongar.

Lola Gómez (Paris-Portrait, 5-2-1880)
Pero pronto, tanto si preludia la orquesta como si son las palmas y los cantos los que la excitan, vuelve a levantar rápidamente su gracioso corpiño, donde se encierra discretamente su pecho de virgen; sus piernas tiemblan, todo su cuerpo se agita; ella salta o brinca; ágil, viva, peripuesta, con movimientos acompasados, se levanta como tomada por el vértigo. Es lo más poético que se puede soñar. La llama de Bengala, el fuego de artificio y el espíritu del duende no tienen claridades más vivas ni remolinos más rápidos.
Así, cada noche, pintores y escultores, hombres de letras y músicos, actrices y bailarinas, artistas de todos los géneros se dan cita en la bonita sala Taitbout (2), donde se reúne un público de elite, compuesto por todo aquél que tiene un rango en el gran mundo, en las finanzas, en los círculos de todas las clases y también de la alta sociedad de la colonia española.
Por supuesto, esta bonita joven no constituye por sí sola todo el encanto de este espectáculo tan característico ofrecido por la compañía andaluza, pero es uno de sus más seductoras atracciones.

Cartel de Lola Gómez (Bibliothèque Nationale de France)
Dos cuadros nos la presentan en dos aspectos absolutamente diferentes, y nadie osaría decir lo que le ha maravillado más profundamente de baile del Vito o del gran paso andaluz (3).
¡Para este baile del Vito hay que verla envuelta en su vestido de raso azul suave que sujeta al corpiño las extremidades de un mantón de crespón rojo bordado con grandes flores blancas! En cuanto se quita la toquilla de terciopelo negro que le cubre la cabeza, salta dando vueltas. Sus brazos describen en el espacio líneas de una elegancia y una nobleza perfectas. El cuerpo, flexible, se balancea adoptando las poses más variadas. Llevadas por sus pies de niña, las piernas flexibles sugieren su perfil delicado bajo los pliegues de la larga túnica que ondula y resplandece con reflejos de seda. Entonces deja en el suelo la toca que agita después alrededor de su cintura y pronto un movimiento vertiginoso la hace girar por todas partes con la más increíble rapidez. En el círculo que traza así, de abajo a arriba y de derecha a izquierda, tanto con su cabeza y su cuerpo, como con sus brazos y sus piernas, el ojo se pierde a través de mil horizontes encantadores. Ella adula al espectador a la vez por su graciosa mueca, por el movimiento de su cabeza juguetona, por el armonioso balanceo de su cuerpo, y por los múltiples saltos, de una cadencia tan bien pautada, de sus ágiles pies. Estaríamos tentados a creer que ha encontrado el movimiento perpetuo, por lo correcto y rápido que es su baile; pero lo que gusta sobre todo en este paso es su originalidad perfecta, fuera de todas las convenciones académicas. La mujer prevalece sobre la bailarina y, sin sustraerse a las exigencias del arte, se deja llevar de manera natural por sus encantadores instintos.
Cuando reaparece, como primera figura del baile, en el cuadro que pone fin al espectáculo, la Srta. Gómez produce un efecto completamente distinto, pero no menos vibrante. Su cintura desenvuelta se dibuja sobre su falda de raso blanco, trenzada de estrellas y rayas de oro. Diríamos que es la Dama de los bosques, con su corpiño tornasolado, que va a tomar impulso para revolotear de flor en flor.

Los artistas de la Compañía hispanoandaluza durante su actuación en Berlín (Illustrierte Sport-Zeitunt, 23-5-1880)
¡Con qué gesto nervioso y lleno de juventud vuelve a lanzar los brazos hacia atrás, y casi toca el suelo con su cintura, de una sorprendente elasticidad! ¿Qué es lo que más se puede admirar de sus piruetas, […] de sus saltos ligeros y atrevidos, o de sus puntas, que se apoyan sólidamente en el suelo, pero se desplazan con un verbo apasionante? ¡Oh, la graciosa joven, la amable niña! ¡Cómo parece inconsciente del encanto que ejerce, a pesar de sus provocativas caídas de ojos y del modo en que aprieta los labios! ¡Y cuánto añade esto al placer que sentimos al verla moverse feliz, y sin otra preocupación que la de divertirse ella!
Pero me dejo llevar por el placer que siento al ver pasar ante mis ojos, habla el recuerdo, tantas cosas encantadoras y, sin embargo, os debo algunos detalles biográficos sobre la primera bolera de la compañía andaluza española.
Lola Gómez nació en Madrid en 1862. Su madre, la Sra. Berueta, también era bailarina. Pero a la edad de dos años, la niña se quedó huérfana, pues sus padres habían muerto en un viaje de Oviedo a Madrid.
Adoptada entonces, junto a una hermana que tenía, por un amigo de la familia, el Sr. Prous, el actual maestro de ballet de la compañía española andaluza, fue criada por este notable artista en su oficio de bailarín. Ella no podía estar en mejor escuela, y así se convirtió rápidamente en una distinguida bailarina.
Sus primeros debuts sobre el escenario tuvieron lugar en Madrid, a la edad de 15 años. Desde entonces, ha recorrido toda España en compañía de su padre adoptivo y ha sido aplaudida con él en las principales ciudades de la península: Cádiz, Córdoba, Valladolid, Oporto, etc., etc.

Trinidad Cuenca, la otra estrella de la compañía (Foto de Antonio Esplugas, Arxiu Nacional de Catalunya)
París, que consagra a todos los verdaderos talentos artísticos, hoy va a dar a conocer su nombre a toda Europa, porque Lola Gómez es de esas jóvenes mujeres a las que la naturaleza ha favorecido y cuya estrella está llamada a brillar tan bien en el Norte como en el Sur.
Deseándole que vaya a buscar en Londres, en Viena o en Madrid los éxitos que no pueden faltarle, deseo ante todo verla aclimatarse a París, que sabrá apreciarla y aplaudirle como se merece (4).
El Sr. Calzadilla, que es un empresario verdaderamente artista, por supuesto ha comprendido el partido que puede sacar, en París, de los elementos que ha sabido reunir en su compañía, de la que aún sólo nos ha presentado a una parte. Así, no cabe duda de que después de este primer ensayo de descentralización, tan bien apreciada por nuestro mejor público, tendrá la intención de realizar, el próximo otoño, el sueño que ha debido de concebir, de dotar a París de un gran teatro español en el que todos los géneros estén representados. Naturalmente, entonces nos conservaría a Lola Gómez, que no tardaría en convertirse en una de las niñas mimadas de nuestros numerosos aficionados a los ballets”.
…
NOTAS:
* Artículo publicado por Félix Jahyer en la revista Paris-Portrait el 5 de febrero de 1880. La traducción es mía.
(1) Lola Gómez es una de las estrellas de la Compañía hispanoandaluza de cantantes y bailarines (así se anuncia en distintos países) organizada por el empresario Antonio Calzadilla en 1880, que realiza una gira de varios meses por distintos países europeos. En ella figuran artistas flamencos de primerísimo nivel, como la bailaora Trinidad Cuenca, la cantaora Dolores la Parrala o el guitarrita Paco de Lucena.
(2) El primero de los destinos es París. La troupe debuta en el Théâtre Athenaeum en enero de 1880 y unas semanas más tarde, debido al gran éxito cosechado, el espectáculo se traslada a la Salle Taitbout, más céntrica y con mayor aforo.
(3) Lola Gómez no tarda en ganarse el favor del público y de la prensa francesa. Entre los bailes que suele ejecutar en sus actuaciones, destacan especialmente el Vito y el Ole, así como otros números en los que forma pareja con José Prous, su maestro de baile y padre adoptivo.
(4) Tras varios meses de triunfos en París y otras ciudades francesas, la compañía continúa su periplo por ciudades como Berlín, Dresde, Viena o Bruselas.