La reina de las bailarinas españolas está aquí con su séquito y una amplia sonrisa roja
La Argentina, reina de las bailarinas españolas, llegó anoche con su bolso y su equipaje al Hotel Statler.
Había 37 piezas de equipaje. Todos los botones del hall estaban ocupados con ello. Luego llegó su ama de vestuario con los brazos cargados de flores, su pianista, su electricista, su mánager y su Chow Chow de siete semanas, Aline, por no mencionar a un reportero, un fotógrafo, un agente de prensa y un delegado que acudieron a darle la bienvenida.

Antonia Mercé con su perrita Aline, a su llegada al hotel (Cleveland Plain Dealer, 4-11-1935)
‘Todo el mundo’, dijo ella con una amplia sonrisa roja, mientras la comitiva subía en el ascensor.
Eso significa ‘everybody’, explicó su mánager, Nolly Meckel.
La Argentina es menuda y ágil. Llevaba un sencillo vestido azul y un sombrero, y nada de maquillaje, salvo el rojo de sus labios y las finas curvas de sus cejas, ni nada de joyería. Pero en su vestido llevaba dos lacitos que representan las condecoraciones que ha recibido por su baile de los gobiernos español y francés.
Se llama como “todos nosotros’
– ¿Cómo se llama el perro?
– Aline – respondió. Sonaba como Eileen.
– Pero ¿por qué el nombre irlandés?
– Se llama como todos nosotros – respondió la bailarina, mientras sostenía al pequeño perro lanudo a un brazo de distancia sobre su cabeza.
– Yo soy Antonia. Él es Luis Gálvez, el pianista. Ella es Irene Ibáñez, mi amiga. Éste es Nolly Meckel, que conoce todos mis secretos. Y aquí está Everett Higgenbottom, el electricista. ¿Ven, no? ¿Explícaselo tú, Nolly.
Nolly remarcó que las primeras letras de los nombres de pila de los cinco componían el nombre del cachorro.
La Argentina acababa de venir de Texas y estaba cansada, dijo Meckel. Pero repartió cigarrillos y posó para un par de fotos.

La Argentina, durante su actuación en El Amor Brujo (The New York Times, 22-6-1930)
– ¿Alguna vez se toma un whisky soda cuando está cansada? – le preguntaron.
– ¡Oh, no! Nunca tomo bebidas espirituosas. No son buenas para una bailarina. Y no me gusta el alcohol. Está asqueroso. A veces, si estoy resfriada, me tomo un poco de cognac.
– ¿Cómo se mantiene tan delgada? – fue la siguiente pregunta. La Argentina ya no es una niña.
– Debería preguntar cómo engordar – respondió -. Una vez lo intenté, pero no pude ganar ni un gramo. Como de todo lo que me gusta y nunca he intentado hacer dieta.
La Argentina trabaja doce meses de doce. Odia las vacaciones. Una vez, cuando Meckel la obligó a tomarlas, se enfadó mucho y le envió telegramas ordenándole que le mandara a un pianista, hasta que él cedió.
Su séquito lleva mucho tiempo con ella
Normalmente no tiene la aparente disposición de una prima donna. Meckel lleva once años con ella y la Srta. Ibáñez, del guardarropa, lleva diez. los otros han pasado seis y cuatro años viajando por el camino de la mujer que ha bailado tres veces alrededor del mundo, que lleva años actuando constantemente y que ha encontrado tiempo para crear 120 bailes originales.
Lleva 50 trajes con ella. Usa castañuelas de madera de granado y ninguna otra lo hará. Otras bailarinas copian sus creaciones.+

Antonia Mercé, La Argentina
La Argentina acurrucó al perrito de pelo rizado bajo su brazo, dijo un amistoso ‘buenas noches’ a todo el mundo y se retiró, dejando un ligero olor a Nuit d’Oublie tras de sí.
Bailará en el Public Music Hall mañana por la noche. Al público le venderán castañuelas para aplaudir. La actuación está patrocinada por el Garden Club de Cleveland”.
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NOTA:
* Fuente: Cleveland Plain Dealer, 4-11-1935. La traducción es mía.