Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Soledad Arce, la estrella de las Gitanas de la Exposición (III)

Varias semanas después de la desaparición de Soledad, la prensa de distintos países europeos continúa especulando sobre la suerte de la muchacha. Algunos diarios la sitúan en San Petersburgo, viviendo a todo trapo junto a su enamorado captor:

“Los periódicos rusos cuentan que Soledad, cuyo secuestro en París ha dado tanto que hablar, se encuentra con su raptor, un joven ruso, en San Petersburgo.

Al parecer, la guapa gitana ha informado a su padre, el capitán Chivo, de su feliz llegada a San Petersburgo, y le ha enviado una suma de dinero bastante redonda junto con la carta, con el fin de consolarlo por la pérdida momentánea de la estrella de la compañía de las gitanas” (La Justice, 30-11-1889). (1)

Soledad ¿Arce? (Bibliothèque Nationale de France)

¿Soledad Arce? (Bibliothèque Nationale de France) (2)

Otros diarios describen el largo periplo supuestamente recorrido por la pareja, con paradas en Mónaco, Ginebra o Constantinopla, entre otras ciudades. También llegan rumores desde Lille e incluso hay quien la ubica al otro lado del charco.

Soledad está de vuelta

En enero de 1890, distintos rotativos anuncian el regreso de Soledad a su Sevilla natal, mientras que su padre continúa en París, esperando la resolución del caso:

“Tal y como lo habíamos anunciado hace unos días, la bella Soledad, la estrella de los gitanos, está actualmente en Sevilla.

Una carta de nuestro corresponsal nos anuncia, en efecto, de la manera más formal, que ha regresado, pero no al seno de su familia. Por miedo a la cólera del ‘capitán Chivo’, su padre, se ha refugiado en casa de unos parientes.

No obstante, no tardará en volver al domicilio paterno, pues el capitán Chivo se verá obligado a perdonar si quiere recuperar a la estrella de su compañía.

Por otra parte, ya se conoce a su raptor; se trata de un ruso, como se había dicho, que en el momento de la Exposición se encontraba en París. Él también ha regresado a su país natal” (Le XIXè Siècle, 26-1-1890).

La estrella de las Gitanas vuelve a brillar en París

Sea como fuere, en febrero de 1890 Soledad regresa a los escenarios franceses, y el trabajo no le ha de faltar. Junto a Trinidad Cuenca y Elena Sanz, entre otros artistas, la joven sevillana viaja a Niza para ofrecer una serie de espectáculos:

“La Sra. Elena Sanz, la Sra. Zina Dalti y el Sr. Mariano de Padilla, con un ballet español (primeras bailarinas: la Cuenca y Soledad) con coros y mandolinistas, parten para dar algunos conciertos, bajo la dirección del Sr. Glaser, y fiestas españolas en el Casino Municipal de Niza. El estreno tendrá lugar el 12 de febrero de 1890” (L’Écho de Paris, 4-2-1890).

“… También se anuncia para el 12 de febrero el debut de la compañía española que cuenta en sus filas con la famosa Soledad, que se hizo célebre por un secuestro que, en noviembre del año pasado, fue el tema de todas las conversaciones. Hoy, separada de su raptor, Soledad, a su regreso de Sevilla, se ha convertido en un objeto de curiosidad, en una auténtica atracción. ¡Ojalá no la vuelvan a secuestrar!” (Le Figaro, 2-9-1890).

Trinidad Cuenca (Foto de Antonio Esplugas, ANC)

Trinidad Cuenca (Foto de Antonio Esplugas, ANC)

En el mes de marzo, de nuevo en París, Soledad se anuncia junto a la compañía de su padre en el Théâtre des Variétés:

“Les Variétés anuncian que Soledad bailará en este teatro, con la troupe del Chivo, en la matiné del domingo.

El Chapeau de paille d’Italie completará el espectáculo” (Le Rappel, 9-3-1890).

Unas semanas más tarde, la compañía de José Arce se incorpora al elenco de la revista París-Exposición, basada en la reciente muestra universal, que vuelve a los escenarios con el título de París tras la Exposición. Soledad asume el papel de la Macarrona, que hasta entonces había sido interpretado por la cantante Jeanne Granier:

“Esta obra, el gran éxito del año, ha sido considerablemente aumentada, especialmente con tres grandes ballets y con la bella Soledad, la gitana cuyo novelesco secuestro no hemos olvidado, así como el Capitán, su padre, y toda la compañía de bailarines, guitarristas y castañueleros españoles” (La Justice, 22-4-1890).

La mayoría de las crónicas destacan el éxito de la obra y alaban la actuación de Soledad, si bien hay quienes no se muestran tan amables con la sevillana:

“Esperábamos con curiosidad el regreso de Soledad, escoltada por varios capitanes, que esta vez, la cuidan bien. ¿Estamos ya cansados del exotismo o es que la gracia salvaje de la gitana se ha desvanecido en este inmenso decorado? En todo caso, el fandango y el taco (sic) no han provocado aplausos muy entusiastas. Ningún ramo de flores ha rodado por la escena y la guapa muchacha ha mostrado su decepción con una deliciosa mueca” (Le Journal des Débats Politiques et Littéraires, 29-4-1890).

“Entre las principales atracciones de esta reposición hay que mencionar a Soledad, la famosa Soledad, que baila en la rue Boudreau sus fandangos y sus meneos de la Exposición. La famosa gitana, considerablemente más gorda desde su secuestro y ataviada con un riquísimo traje, ha sido tan aplaudida como el año pasado en el Champs de Mars” (Le Petit Journal, 29-4-1890).

Soledad lo ha hecho de maravilla, con sus miradas incendiarias y sus provocativos contoneos” (La Presse, 30-4-1890).

Cartel de la Compañía de El Chivo

Cartel de la Compañía de El Chivo

Poco después se celebra un festival benéfico en el Théâtre du Vaudeville, en cuyo programa figuran “una orquesta de mandolinistas y la bailarina española Soledad con su compañía” (Le Figaro, 6-5-1890). Durante los meses siguientes también se puede admirar a la joven artista sevillana y a su troupe durante las celebraciones de la Fiesta Nacional Francesa y, posteriormente, en el Éden Théâtre.

Nuevo rumor, desmentido por Soledad

En marzo de 1891, más de un año después de la huida de Soledad, se difunde un nuevo rumor sobre su presunto paradero. Varios periódicos franceses sitúan a la joven en Tolón, donde se supone que ha sido localizada por la policía:

“Nos anuncian desde Tolón que la fugitiva acaba de ser encontrada. En virtud de una orden de expulsión dictada contra ella, ha sido detenida en la casa pública donde se alojaba y la han conducido a la casa de detención en espera de que la conduzcan hasta la frontera con España” (Le Petit Journal, 16-3-1891).

La propia Soledad no tarda en reaccionar ante ese bulo y envía una carta al Heraldo de Madrid, en la que afirma que se encuentra en Sevilla desde el mes de noviembre del año anterior y que reside en el número 32 de la calle Gerona. La misiva dice así:

“Sevilla, 19 de marzo de 1891

Sr. Director de EL HERALDO DE MADRID

Madrid.

Muy señor mío: Habiéndose publicado en su periódico el falso telegrama en el cual se dice: ‘La bailaora Soledad, la que fue objeto de un rapto durante la Exposición de París por un príncipe ruso, ha sido expulsada de Francia y acompañada a la frontera por dos gendarmes, después de haber estado en una casa pública en Tolón.

Pues bien, cuál no habrá sido mi sorpresa al leerlo, no solamente en los periódicos de la corte, sino en todos los de esta localidad.

Yo comprendo, señor director, que tal vez usted, inconscientemente, habrá publicado esa noticia; porque si usted supiera que yo me encuentro en esta capital desde el mes de noviembre último, ganando mi sustento honradamente, sin embargo que tuviera la desgracia, o la suerte, pues sólo a mí me toca, que ese rapto de que fui objeto durante mi estancia en París dio mucho que hablar a la prensa, creo que nadie puede decir que yo he estado en Tolón, pues no le conozco más que de nombre.

Le suplico, señor director, se apresure a reparar el error, pues va en ello la honra de una joven que no está tan desgajada como alguien supondrá. Conque creo que no tendré necesidad, señor director, aunque a pesar mío, de tomar otra determinación algo más enérgica.

Dispénseme los errores de esta carta, y mande como guste y pueda servirle a su segura servidora, Q. B. S. M.,

Soledad Hace (3)

Su casa: Gerona, 32 duplicado” (Heraldo de Madrid, 21-3-1890).

Soledad (Beauchy, década de 1880)

Soledad (Beauchy, década de 1880) (4)

El mismo diario confirma que la bailaora se encuentra actuando con éxito en un teatro de la capital hispalense:

“Sabemos, además, por nuestro diligente corresponsal de Sevilla, que Soledad Hace, hace de bailarina en el teatro del Centro, y que el público que acudió anteanoche a este teatro le hizo una verdadera manifestación de simpatía, obligándole (sic) a presentarse en el palco escénico a la terminación de todos los bailes en que tomó parte” (Heraldo de Madrid, 21-3-1890).


NOTAS:

(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.

(2) El apellido de Soledad aparece en algunos documentos como Arce y en otros como Hace o Hase.

(3) En la Bibliothèque Nationale de France se conservan varias fotografías de esta artista, llamada Soledad. ¿Se tratará de Soledad Arce?

(4) En la Biblioteca Nacional de España se conservan una fotografías tomadas por Beauchy en Sevilla a la gitana Soledad en la década de 1880. ¿Se trataría de Soledad Arce?


Dora la Gitana, la transgresora reina del garrotín (I)

Málaga es tierra de bailaoras de arte… artistas valientes y transgresoras, como La Cuenca o la Malagueñita… mujeres que han pasado a la historia del baile flamenco por desafiar los cánones establecidos y especializarse en bailes tradicionalmente considerados masculinos.

Entre esas mujeres rompedoras, que aún hoy nos siguen sorprendiendo al presentarse enfundadas en ceñidos pantalones, también merece la pena destacar a Dora la Gitana, conocida en su época como “la reina del garrotín”.

Dora la Gitana, 27-4-1910

Dora la Gitana (Actualidades, 27-4-1910)

La malagueña Antonia Galindo, nacida en el siglo XIX, inicia su carrera artística con el sobrenombre de “La Sillera”, si bien alcanza mayor fama como Bella Dora o Dora la Gitana. Con este apelativo la encontramos anunciada en prensa a principios del XX. En 1903 tenemos noticias de su paso por Almería y en 1907 los papeles informan sobre la actuación en el teatro Circo de Alicante de “‘La bella Dora’, notable transformista que con pasmosa rapidez apareció en cinco tipos, bailando luego una farruca, hábilmente taconeada y con mucha agilidad” (La Correspondencia de Alicante, 17-12-1907).

La farruca y el garrotín son sin duda la gran especialidad de esta bailaora, que también destaca como cupletista. En septiembre de 1908, tras triunfar en Badajoz, Dora se presenta en Gijón, con gran éxito de crítica y público:

“El debut de la notable artista Bella Dora ha sido un acontecimiento en el Cine Gaumont.

Las rápidas transformaciones de esta original artista así como los bailes que ejecuta, han entusiasmado al público que ha hecho repetir en todas las sesiones la farruca y garrotín.

Es una buena adquisición que dará muchas entradas a la empresa del Gaumont” (El Noroeste, 5-9-1908).

De allí marcha a Barcelona, en cuyo teatro Gayarre permanece durante un mes, junto a un nutrido elenco de artistas de variedades, como Isabel Espinosa, La Clavelito, La Cubanita, Las Argentinas o Pepita Sevilla, entre otras.

Encarnación López, La Argentinita

Encarnación López, La Argentinita

En primavera de 1909, la Bella Dora comparte cartel con La Argentinita en el Salón Novedades de Valencia, y posteriormente se presenta en el teatro Nuevo de Madrid, donde se lleva a escena la zarzuela de carácter flamenco ‘Las Marianas’, en cuyo reparto figuran Anita Cañas -también conocida como ‘La Niña de los Tangos’-, El Mochuelo o Lola la Madrileña, entre otros artistas.

De allí pasa al Salón Variedades de Salamanca. Durante los diez días que permanece en ese local, la artista malagueña no para de cosechar aplausos y ovaciones “con su trabajo artístico y delicado” (El Adelanto, 3-5-1908). Su “repertorio es inagotable, presenta todos los días nuevas canciones y nuevos trajes, con sus rápidas transformaciones” (El Adelanto, 27-4-1909).

“En la Farruca y el Garrotín, [es] sencillamente admirable” (El Adelanto, 26-4-1909). De hecho, “[p]uede afirmarse, y así lo hace el público, que el mejor número que en este salón ha hecho su presentación, hasta ahora, ha sido, sin duda alguna, la Bella Dora” (El Adelanto, 23-4-1909).

Inigualable por farrucas, garrotines y tangos

Unos días más tarde, la bailaora debuta en el Pabellón Luminoso de Cáceres. Allí, además de sus ya típicos garrotines, Dora estrena “el tango cantado y bailado del monólogo El Golfo”. La crítica se muestra muy satisfecha con su actuación, si bien lamenta la escasa preparación del público:

“La bella y simpática Dora es una artista de cuerpo entero que baila a las mil maravillas, llevando en las puntitas de los pies las notas del piano; por eso decimos que es sin rival.

Nosotros no hemos visto bailar con tanta maestría como lo hace la graciosa Dora” (El Norte de Extremadura, 8-5-1909).

“Durante la presente semana, ha sido muy aplaudida, no dejando de obtener en cada sección justas y merecidas ovaciones.

El martes cantó y bailó por primera vez el Garrotín, demostrando ser una bailaora de cuerpo entero. ¡Es lástima! que no encuentre aquí público más entendido en esta materia. Es el colmo, no cabe más en una artista.

Reciba mis aplausos la sin rival Dora y no diga a nadie dónde adquirió el modelo bailable del Garrotín, pues es digna de poseer la patente; sólo así no tendría modificaciones su Garrotín. ¡Vaya cardo y vaya gracia!” (El Norte de Extremadura, 15-5-1909).

Dora la Gitana (1911)

Dora la Gitana (1911)

Con ella llegó el escándalo

Poco después, la “emperatriz del ‘garrotín’” (La Esquella de la Torratxa, 18-6-1909) regresa a Barcelona y, durante los dos meses que permanece en el teatro Tívoli, conquista al público cada noche con “sus interesantes danzas” (La Vanguardia, 3-6-1909), que hay quienes consideran un poco subidas de tono:

“En la última sección de la noche […] la alucinante gitana Dora, que constituye el Non Plus de la sicalipsis y entusiasma de tal modo a los espectadores que les obliga a continua mandanga y jaleo interminable” (La Esquella de la Torratxa, 11-6-1909). (1)

De hecho, los pantalones de Dora resultan más provocadores que los desnudos de algunas artistas, a juzgar por lo que publica el diario cacereño El Bloque:

“Entre los desnudos y la mímica que tanto escandalizan […] y el vestido de la bella Dora, cuando lucía… sus formas con el traje de talle, supongo que el más pudoroso preferirá la desnudez de ahora a los impúdicos movimientos de la Dora en traje de hombre, ceñidísimo y de tela muy sutil” (El Bloque, 1-6-1909).

No obstante, no es sólo el atuendo de la bailaora lo que escandaliza al público, sino también las letras de sus garrotines, que en más de una ocasión provocan la detención de la artista, como sucede en el teatro Cómico de Zaragoza o, poco después, en Palencia:

“[Dora,] molestada por los siseos del público, cantó dos coplas ofensivas para los concurrentes, los cuales protestaron ruidosamente, promoviéndose un enorme escándalo.

El alboroto no cesó hasta que fue detenida la Bella Dora” (El Noroeste, 17-7-1909).

“En el teatro Circo se produjo anoche un monumental escándalo, por haber cantado la bailarina y cupletista Dora la Gitana un garrotín con letra molesta para los espectadores.

Estos en medio de un formidable alboroto, increparon a la descocada artista y algunos intentaron quemar el coliseo, no cediendo en su actitud hasta que fue detenida Dora y conducida a las oficinas de vigilancia” (El Día de Palencia, 19-7-1909).

Dora la Gitana (La Unión Ilustrada, 21-1-1911)

Dora la Gitana (La Unión Ilustrada, 21-1-1911)

Un estilo más decente y refinado

En noviembre de 1909, tras un nuevo paso por la ciudad condal, la artista malagueña recala en Valladolid y después en Salamanca, donde se la espera con impaciencia, ya que sus numerosos compromisos la han obligado a posponer su visita a la ciudad charra.

El público salmantino “acudió en gran número a aplaudir […] a la genial artista que derrochó gracia y sal” (El Adelanto, 23-11-1909). Lejos quedan ya los últimos escándalos protagonizados por la malagueña, quien se muestra más fina y recatada que de costumbre, sin que ello le reste ni un ápice de su atractivo, pues “con sus encantos y sus gracias [sigue haciendo] andar de cabeza a los que están en las primeras filas” (El Castellano, 10-11-1909).

En esta ocasión, la prensa sólo tiene elogios tanto para el repertorio como para la indumentaria de la bailaora:

“La Bella Dora, artista muy conocida ya y de gran mérito, posee un repertorio extenso y para todos los gustos, el cual emplea con gran tacto, en relación con el público que asiste” (El Adelanto, 11-11-1909).

“Su repertorio, en couplets, es de los que se pueden oír y gustan, siendo aplaudida con entusiasmo.

El vestuario que luce es también muy vistoso” (El Adelanto, 10-11-1909).

Bella Dora, que con un tacto digno de encomio, sabe elegir un programa de lo más delicado, a fin de no herir la susceptibilidad del selecto público que acude a este salón en las primeras secciones” (El Adelanto, 11-11-1909).

“La Bella Dora gusta cada día más, pues su trabajo es de los que se ven siempre con gusto y se aplaude con entusiasmo” (El Adelanto, 20-11-1909).


NOTAS:
(1) La traducción de todos los textos extranjeros es nuestra.


Encarnación ‘La Malagueñita’, salero y elegancia a partes iguales (y IV)

En noviembre de 1913, Encarnación Hurtado se anuncia en el Edén Concert de Barcelona y, posteriormente, en el Novedades de Valencia. En este último se muestra como una artista completa, que destaca especialmente en los clásicos bailes andaluces. Unas veces los ejecuta con falda y otras con pantalón, pero siempre se lleva al público de calle. “¡Vale, vale mucho esta ‘nena’ moviéndose en el tablado!” (Eco artístico, 25-12-1913). De hecho, hay quienes la consideran “la mejor entre las mejores de las bailarinas españolas” (Eco Artístico,15-12-1913).

“Salón Novedades.
Continúa siendo aplaudida a más y mejor la Malagueñita, esa simpática y bella bailarina que no tiene rival, ejecutando toda clase de bailes, todos absolutamente todos los clásicos bailes andaluces.

Si bien está y obtiene aplausos cuando vistiendo el típico traje de talle ejecuta una tras otra, varias danzas, cuando se presenta vistiendo traje de bailarina, entonces está mejor; es toda una mujer de cuerpo entero, con picardía en el gesto, con elegancia suma en la interpretación de los bailes, con agilidad tan extraordinaria, que las ovaciones no cesan, mientras ella, la Malagueñita quiere” (El Pueblo, 17-12-1913).

Encarnación La Malagueñita (Caras y caretas, 23-5-1914)

Encarnación La Malagueñita (Caras y caretas, 23-5-1914)

A finales de diciembre, tras varias semanas de actuaciones, Encarnación se despide del público valenciano, que la ovaciona como se merece:

“Salón Novedades.
Anoche y después de quince días de continuados aplausos y nutridas ovaciones se despidió del público del favorecido Salón ‘La Malagueñita’, artista mimada y muy querida de los verdaderos aficionados al baile clásico.

Ella no tiene rival en esta clase de bailes; marianas, panaderos, sevillanas, etc., y cuantos constituyen el repertorio clásico, típico, de la tierra andaluza, los ejecuta admirable, elegante y castizamente.

Su esbelta figura vistiendo, tanto de corto como de mujer, acompañada con los palillos, como ella sabe acompañarse, jugando magistralmente los brazos y moviendo rítmicamente su cuerpo, al interpretar las mil y una contorsiones y fases del baile andaluz resulta muy interesante y atractiva.

Por eso cuando ‘La Malagueñita’ se arranca y se arranca de verdad, con alma y vida como deben ejecutarse los bailes andaluces, consigue siempre una ovación y cuantos números sigan al suyo, han de tener una gran fuerza para imponerse.

Anoche tuvo una despedida cual corresponde a los muchos amigos y admiradores que aquí tiene” (El Pueblo, 23-12-1913).

En marzo de 1914 se puede admirar el arte de La Malagueñita, “la reina de los palillos” (La Vanguardia, 26-3-1914), en distintas salas de la ciudad condal, como el Teatro Circo Barcelonés, el Teatre Catalá Romea o el Teatro Sala Imperio. Allí coincide con artistas de primer nivel, como Raquel Meller o la pareja Sánchez Díaz.

Raquel Meller

Raquel Meller

En esa misma época, Encarnación Hurtado también se presenta en el Salón Regio de Granada y, como viene siendo habitual en cada escenario que pisa, “es objeto de grandes aplausos, teniendo que repetir, casi todas las noches, lo más saliente de su repertorio” (Eco Artístico, 5-3-1914).

Rumbo a tierras americanas

Unas semanas más tarde, La Malagueñita embarca en el transatlántico ‘Infanta Isabel de Borbón’ con destino a Argentina, junto a las artistas La Goya, La Maravilla, Bonita Iberia y Linda Sevillita. Poco después empiezan a llegar noticias sobre las andanzas de esta compañía en tierras americanas. La revista Caras y Caretas, de Buenos Aires, publica la siguiente información:

“El éxito de la temporada teatral ha correspondido al teatro San Martín, con la presentación de un espectáculo nuevo entre nosotros. Noche a noche un público de elite, lleno de entusiasmo, acude a aplaudir a la célebre tonadillera La Goya, artista que llegó de España precedida de fama y que aquí ha justificado a satisfacción. […]

Encarnación Hurtado, ‘La Malagueñita
Se oye entre bastidores el alegre repiqueteo de las castañuelas; y al compás de la música aparece en escena la flexible figura de la ‘Malagueñita’, perfecta de líneas y exuberante de gracia, ceñido el cuerpo con reluciente traje de seda y la cabeza tocada con el airoso cordobés de rectas alas, inclinado ligeramente sobre la ceja derecha.

Y comienza las danzas andaluzas, recogiendo y llevando los brazos en curvas gallardas, ondulando el cuerpo de dibujo impecable, que contrae y estira en movimientos nerviosos y artísticos, suaves y armoniosos, hasta terminar en un taconeo rápido, enérgico y valiente. Y al perfilarse simulando la suerte de banderillas, recogiéndose de nuevo para dar un ceñido pase en redondo que arrancan un ¡olé! del público delirante, evoca sin gran esfuerzo de imaginación todas las alegrías y los esplendores del sol que arroja sus candentes rayos sobre aquella incomparable y generosa tierra de Andalucía, donde aún queda quien arriesga su vida por la mirada amorosa de una mujer” (23-5-1914).

Aurora Jauffret, La  Goya

Aurora Jauffret, La Goya

A juzgar por esta descripción, el baile de La Malagueñita recuerda al famoso número del torero, con el que La Cuenca conquistó al público de medio mundo unas décadas antes.

El éxito de la compañía se prolonga durante varias semanas, en que “La Goya, la Maravilla, la Malagueñita, la Sevillanita y la Iberia fueron también festejadísimas y obligadas a repetir infinidad de veces sus bailes y canciones” (El País, 3-6-1914).

De Buenos Aires, las españolas machan a Montevideo. En el teatro Urquiza de la capital uruguaya, el elenco artístico dirigido por La Goya “obtuvo un éxito sin precedentes, despertando un lógico entusiasmo en el público”.

“La Goya, la Iberia, la Malagueñita, la Sevillita y otros elementos brillantes que constituyen el elenco de variedades nos trajeron un trasunto de la madre patria con sus bailes, sus cantos, sus tonadillas, todos motivos capaces de despertar alegrías.

De ahí que el teatro Urquiza se viera concurridísimo todas las noches, y que la troupe conquistara verdaderas ovaciones” (El País, 19-7-1914; del Diario Español, de Montevideo).

Al año siguiente, la prensa vuelve a situar a “la notable ‘bailaora’ Malagueñita” (La Correspondencia de Valencia, 13-7-1915) en Buenos Aires, primero en el teatro Mayo, donde “cosecha muchos aplausos”, y después en el Casino. Aquí perdemos la pista a esta extraordinaria bailaora. Según José Luis Navarro, “el público porteño se apropió de su arte y ella ya no regresó a España. Se casó y terminó abandonando las tablas, las luces y la popularidad por una vida dedicada a los suyos”. (1)


NOTA:
(1) José Luis Navarro, “La Malagueñita. Últimas actuaciones”.


Encarnación ‘La Malagueñita’, salero y elegancia a partes iguales (I)

Si pensamos en bailaoras malagueñas, la primera que se nos viene a la mente es la genial Trinidad ‘La Cuenca’ (1857-1890), a quien en su día dedicamos varias entradas. Trinidad destacó por su baile típicamente masculino, que ejecutaba vestida de hombre, algo totalmente inusual en aquella época. El número que le dio fama internacional sin duda fue el baile del torero, que consistía en imitar, una por una, las distintas suertes del toreo.

Trinidad Cuenca (The National Police Gazette, New York, 28-7-1888)

Trinidad Cuenca (The National Police Gazette, Nueva York, 28-7-1888)

A principios del siglo XX empieza a conquistar los escenarios una paisana de La Cuenca, que adopta el nombre artístico de “La Malagueñita”, y que también sorprende por ser una de las primeras en ejecutar bailes típicamente masculinos, como la farruca o el garrotín, vestida con pantalones.

Las primeras referencias que encontramos sobre esta artista, llamda Encarnación Hurtado, aluden a su debut en el madrileño teatro de Novedades, el día 3 de enero de 1906. La prensa menciona a la artista como “Encarnación, la Malagueñita, bailadora gitana de tientos y tarantas” (Heraldo de Madrid, 1-1-1906) o “La Malagueñita, bailadora de tarantas” (La Época, 3-1-1906). En el cartel también figuran famosas cupletistas de la época, como La Fornarina o La Chelito.

Sin embargo, Encarnación no sólo destaca en el baile por tarantas. Unas semanas más tarde, en el mismo salón, se anuncia una nueva actuación de “la notable bailarina española ‘La Malagueñita’, que es una especialidad en las danzas orientales y en los bailes gitanos” (La Correspondencia de España, 26-2-1906).

Una brillante carrera en la España y Portugal

A finales de marzo, Encarnación Hurtado se presenta en el teatro de la Zarzuela, entre un nutrido elenco de artistas de variedades en el que también figura la Fornarina; y ya en el mes de abril marcha a Lisboa junto a la compañía de zarzuela cómica española, que debuta en el teatro de Doña Amelia. El cuerpo de baile lo completan las hermanas Esmeraldas, la Tarifeña y la Trianita.

Encarnación Hurtado, La Malagueñita (Eco Artístico, 6-5-1911)

Encarnación Hurtado, La Malagueñita (Eco Artístico, 6-5-1911)

Tras regresar a Madrid para protagonizar, junto a Pastora Imperio, el cuadro ‘Una fiesta andaluza’ sobre las tablas del Central Kursaal, La Malagueñita sigue actuando en la capital portuguesa, suponemos que con éxito, pues la presentación de la artista en el Salón Concert Actualidades madrileño, previsto para principios de julio, ha de posponerse debido a la ampliación del contrato de la artista en Lisboa:

“Salón Concert Actualidades.- […] iba a debutar otra artista también famosa. Es la singular bailarina ‘La Malagueñita’, creadora de los bailes gitanos La farruca y El garrotín, que debutará el día 2 del próximo julio” (Heraldo de Madrid, 29-6-1906).

“Salón Concert Actualidades.- […] El debut de la popular Malagueñita […] ha tenido que ser aplazado unos días, por haberle prorrogado el contrato la Empresa del teatro donde actúa ahora en Lisboa” (Heraldo de Madrid, 5-7-1906).

En el cartel del Actualidades también figuran artistas como La Argentina, Amparito Muñoz o Las Esmeraldas. La esperada presentación de La Malagueñita es todo un éxito:

“Salón Concert Actualidades.- Desde el jueves viene actuando allí una artista notabilísima, la bailaora andaluza Encarnación, la Malagueñita, creadora de los bailes gitanos La farruca y El garrotín, que popularizó ella en Madrid durante la pasada campaña de invierno, cuando tanto vuelo se dio al género de varietés.

La Malagueñita ha hecho una creación de los dos citados bailes.

Es la artista graciosa y esbelta, que ha sabido sorprender los secretos mágicos de la danza andaluza con toda su riqueza de cadencias y ritmos voluptuosos que la caracterizan.

En ninguno de sus movimientos hay asomos de obscenidad ni de mal gusto. Por el contrario, respira su meritísima labor en todos momentos un arte y una delicadeza, que hacen de la simpática bailadora la típica cultivadora del clásico baile gitano.

El público la aplaude con entusiasmo, y es lo mejorcito que hemos visto en aquél Salón” (Heraldo de Madrid, 15-7-1906).

Consuelo Bello Cano, la Fornarina

Consuelo Bello Cano, la Fornarina

En otoño de 1906, Encarnación Hurtado se presenta en locales como el Salón Variedades de Zaragoza o el Teatro Circo Barcelonés. En primavera de 1907 se puede ver en el Kursaal madrileño -donde “logró un buen éxito con sus bailes gitanos” (La Época, 1-4-1907)- y en el Teatro de Verano de Alicante a “‘La Malagueñita’, bailarina española graciosa en extremo, y con una flexibilidad y ‘movilidad’ de cintura ‘emocionantes’” (La Correspondencia de Alicante, 20-5-1907).

En este último coliseo coincide de nuevo con La Fornarina, así como con el cantaor Sebastián Muñoz, Gayarre chico, y el guitarrista Pascual Aguilar. Tanto la cupletista como la bailaora son muy apreciada por el público alicantino:

“Teatro de Verano. […] La inimitable cupletista ‘La Fornarina’ es delirantemente ovacionada por el público cada vez que sale a escena. […]

Aunque cultivando distinto género, pues una canta y la otra baila, La Malagueñita no le va en zaga a La Fornarina en gracia, simpatía y desenvoltura. Esta bella artista con sus graciosas genialidades y sus picarescas iniciativas es muy celebrada y aplaudida por el público” (El Graduador, 5-6-1907).

Tras el éxito cosechado en Alicante, La Malagueñita se presenta en el salón Novedades de Valencia, junto a distintas artistas de variedades como La Trigueñita o Bella Raquel.

Rumbo a Cuba

Unos meses más tarde, la prensa la sitúa en La Habana. La revista española El arte del teatro, en la sección dedicada a la capital cubana, publica las siguientes informaciones:

“Encarnación Hurtado ‘La Malagueñita’ es de todas las variedades de Payret la más atrayente, valiosa y aplaudida. Bajita, delgada, trigueña, simpática, con mucho donaire y mucha sal, ejecuta sus números coreográficos con bastante acierto” (12-1-1908). (1)

“En Payret, Martí y Actualidades, que se ven favorecidos por numerosísimo público, triunfan los Ash, notabilísimos bailarines, La Malagueñita, la Españolita, Coralito, Toreski, la Monterde y Conchita Soler” (1-2-1908).

La Malagueñita (Mundo Ilustrado, 22-8-1909; foto publicada por J.L. Navarro en el blog El eco de la memoria)

La Malagueñita (Mundo Ilustrado, 22-8-1909; foto publicada por J.L. Navarro en el blog El eco de la memoria)

A partir del mes de junio, Encarnación pasa al teatro Albisu, también en La Habana. La prensa local destaca sus buenas cualidades para el baile flamenco, que la hacen cosechar abundantes aplausos. Veamos algunos de los elogios que le dedica el diario El Mundo (2):

“Es La Malagueñita una bailarina de excelente estilo y mucha agilidad y que conoce al dedillo todos los bailes españoles” (El Mundo, 8-6-1908).

“La Malagueñita, que hace esculturas al minuto con su propia carne […] se arrancó anoche por todo lo alto y todo lo bajo en Albisu bailándose unas cositas flamencas de mucho arrastre […].

La Malagueñita sabe dónde le aprieta el compás y, como es garbosa a más no poder, se mete en las entretelas del corazón del público que no se cansa de aplaudirla” (El Mundo, 9-6-1908).

“En Albisu recogió palmas y celebraciones ayer La Malagueñita que no se deja echar la zancadilla por nadie en lo atañadero a dar al Tango lo suyo” (El Mundo, 10-6-1908).


NOTAS:
(1) Referencia aportada por José Luis Navarro en su artículo “La Malagueñita en La Habana”, publicado en el blog ‘El Eco de la Memoria’. Según el autor, tanto ésta como el resto de referencias que presenta, extraídas del diario cubano El Mundo, se deben a José Luis Ortiz Nuevo.
(2) Todas las referencias de la prensa cubana han sido localizadas por José Luis Ortiz Nuevo y reproducidas por José Luis Navarro en el artículo antes mencionado.


Trinidad “La Cuenca”, una estrella de fama internacional (I)

Durante los seis meses de andadura de nuestro blog, han pasado por estas páginas cantaoras, bailaoras y guitarristas que, a pesar del olvido en que el tiempo ha sumido a muchas de ellas, en su momento fueron grandes estrellas de la escena flamenca. Sin embargo, la que hoy presentamos las supera a todas, al menos en lo que a fama y proyección internacional se refiere. Se trata de la bailaora y guitarrista malagueña Trinidad “La Cuenca”, toda una pionera, que encandiló con su arte al público europeo y americano de finales del siglo XIX.

Trinidad Huertas, la CuencaTrinidad Huertas, la Cuenca

Trinidad Huertas Cuenca nació el 8 de mayo de 1857, en el número doce de la malagueña calle Jinetes, según reza en su partida de nacimiento, localizada por Manuel Bohórquez (1).

Inició su carrera artística cuando aún era una niña en su Málaga natal. El Avisador Malagueño nos ofrece el siguiente testimonio de una de sus primeras actuaciones, a los once años de edad:

“Nos escriben de Carratraca que la compañía flamenco bailable que actuaba en el café cantante situado en la calle de esta redacción, y que por consiguiente tan buenos ratos nos ha dado (Dios se lo perdone), está haciendo un verdadero furor en aquel pueblo, sobre todo la niña Cuenca que, según parece, baila con mucho estilo y arte, tanto por la escuela flamenca (y no de pintura) como en los graciosos bailes nacionales” (24-7-1868).

Según se desprende de esta información, a pesar de su corta edad, la joven apunta maneras. Por otro lado, también observamos que, desde el principio, Trinidad Huertas prefiere hacerse llamar por su segundo apellido, tal vez para diferenciarse del guitarrista murciano del mismo nombre.

Durante los años setenta, la Cuenca se presenta en distintos escenarios de Málaga (café de la Independencia), Almería (Casino Almeriense y Teatro Principal), Murcia o Jerez de la Frontera (Teatro Eguilaz), entre otras localidades.

En junio de 1879, la prensa sitúa a Trinidad Cuenca en Madrid, concretamente en el Teatro de la Bolsa, donde forma parte de un espectáculo dirigido por el mismísimo Silverio. El elenco es el siguiente:

Teatro de la Bolsa. En este teatro (calle del Barquillo, núm. 7) empezaron ayer, sábado, las funciones de canto y baile flamenco, habiéndose al efecto contratado la compañía siguiente, especial en su género y tan completa cual nunca se ha presentado en ésta. Director: don Silverio Fanconeti. Bailaoras y cantaoras: Trinidad Cuenca (La Bonita), Francisca (La Pastorcilla), La Niña del Malé, Luisilla (La Gaditana) y Pepa (La Cordobesa). Bailaores y cantaores: Antonio (El Pintor), Antonio Pérez (El Jerezano), José Caro (El Carito) y José Lara (Larita). Tocaor: Antonio Pérez (El Barbián)” (La Iberia, 1-6-1879).

Silverio FranconettiSilverio Franconetti

En los meses de agosto, octubre y noviembre de ese mismo año, La Cuenca vuelve a anunciarse en el citado teatro, donde comparte cartel con los cantaores Carmen Montaño, la Loca Mateo, Joaquín Mendoza y Manuel Romero; el guitarrista Paco de Lucena; y la bailaora Antonia la Roteña. La prensa publica el programa de las actuaciones, en las que Trinidad interpreta distintos palos flamencos, como alegrías o zapateados.

Primera aventura parisina

Poco después, la artista pone rumbo a París, junto a una compañía de cante y baile flamenco organizada por el Sr. Calzadilla, empresario del Teatro Athéneum. El espectáculo, en el que también intervienen otra figuras flamencas del momento, como la cantaora Dolores la Parrala y el guitarrista Paco de Lucena, se compone de tres cuadros de costumbres populares, denominados Un domingo en la playa de Málaga, Una plantación en Cuba y Una noche después de la corrida. El diario La Mañana ofrece la siguiente descripción de los mismos:

“En el primer cuadro aparece una plaza de Málaga con ventorrillos a derecha e izquierda. Majos y gitanas beben, cantan y bailan para celebrar alegremente el domingo. El guitarrista Paco de Lucena toca variaciones y aires nacionales que merecen los honores de la repetición. La Srta. Cuenca, vestida de majo, toma tan a conciencia su papel, que anima el cuadro con su galantería para con las damas y su juego escénico incesante y gracioso. […]

El segundo cuadro representa una plantación de Cuba y contribuye a dar variedad al espectáculo una serie de escenas, danzas y cantos populares de no escaso interés. […]

En el último, consagrado a costumbres andaluzas, aparecen toreros, majos y manolas divirtiéndose en un café de Sevilla, después de una corrida de toros. La escena que más interesa a los parisienses es la que simula todos los lances de una corrida, perfectamente imitada por la señorita Cuenca” (21-2-1880).

Otros diarios españoles también se hacen eco del gran éxito cosechado por el espectáculo:

“La compañía de cante y baile flamenco que organizada por el Sr. Calzadilla fue a París, ha hecho su debut en el teatro del Ateneum, de la calle de los Mártires. El público ha hecho una gran ovación, especialmente a la primera pareja de baile señorita Gómez y Sr. Prous, al guitarrista Paco y la Parrala que, según dicen en París, es considerada como una excelente contralto que canta admirablemente las malagueñas” (La Iberia, 15-1-1880).

“La compañía de baile española, bajo la dirección inteligente del Sr. Calzadilla, está haciendo furor, y el teatro del Atheneum se ve lleno todas las noches. […] Este personal compuesto de veinte individuos, ha sido escogido con mucho esmero y discreción, y las escenas hispano-americanas que ofrecen al público francés, son de gran verdad, de mucho carácter, y están ejecutadas con un brío y una propiedad sorprendentes. Todas las noches reciben nuestros compatriotas estrepitosos aplausos del público” (Diario Oficial de Avisos de Madrid, 21-1-1880).

La ParralaLa Parrala

La prensa francesa del momento tampoco escatima en elogios para el espectáculo, al que dedica no pocas líneas. En general, las crónicas publicadas en el país galo coinciden en destacar el tercero de los cuadros, por ser el más novedoso y atractivo para el público parisino, que acude en masa al teatro a fin de contemplar esa simulada corrida de toros, en la que Trinidad Cuenca interpreta el rol protagonista. Vestida de majo, la bailaora se mueve con gracia y soltura, y ejecuta ágiles zapateados mientras simula todas y cada una de las suertes del toreo. Veamos algunas de esas crónicas:

“Nada más curioso y más pintoresco que esta compañía. Para empezar, todo en ella es absolutamente español. Los decorados, el vestuario, las mujeres, los toreros y los boleros, todos llega directamente desde Sevilla. Se canta, se baila, se habla y se gesticula como en España. […] Los trajes son de una extraordinaria riqueza. Las estrellas de la compañía son las señoritas Gómez y Cuenca. La primera baila con una agilidad sorprendente y la segunda imita con una precisión destacable todos los ejercicios de los toreadores y de los toreros. Es un espectáculo de los más atractivos y por el cual realmente vale la pena darse un largo paseo” (Gil Blas, 17-1-1880) (2).

“… la atracción principal del espectáculo es el último cuadro de la noche. Como en los precedentes, se canta, se baila y se tocan las castañuelas. Lo único que tiene de particular es su corrida de toros. No hay nada más palpitante que ese terrible combate. Un valiente torero, representado por una pequeña española regordeta y muy agradablemente vestida con un traje ceñido, nos ha hecho experimentar todas las emociones de la plaza. Primero el juego de la capa; después viene el picador a caballo armado con su larga pica. Comienza la lucha, terrible; los espectadores españoles jadean. Se oye un grito… pero el picador herido pronto es recogido por dos toreros; un banderillero, que quizás entiende que el animal no ruge lo suficiente, le pincha dos banderillas en el cuello. Por último, el matador pone fin a nuestra ansiedad dándole al toro, después de varios pases brillantes, el golpe mortal, con grandes aplausos del auditorio. La parte española del público patalea. Está completo. A este combate sólo le falta un pequeño accesorio: el toro” (Le Figaro, 15-1-1880).

“¡Un rincón de Andalucía en la calle de los Mártires! […] Se trata también de cuadros muy pintorescos y llenos de colorido local, de escenas interesantes de las costumbres de Andalucía, que podrían hacernos creer que, en un abrir y cerrar de ojos, hemos sido transportados al otro lado de los Pirineos. Un domingo en la playa de Málaga, Una plantación en Cuba y Una noche en la corrida de toros son los tres cuadros, muy atractivos, que componen el espectáculo. El último, sobre todo, merece una mención muy especial, con su entrada de los toreros, cantando la marcha de las corridas de toros, Pan y toras (sic.), los bailes españoles de los majos y las manolas y el simulacro de un combate bien ejecutado por la Srta. Cuenca y, uno tras otro, el picador, los banderilleros y el matador. […] En conjunto, una velada muy agradable y un espectáculo muy curioso de ver” (Le Tintamarre, 25-1-1880, del francés).

Paco de LucenaPaco de Lucena

Es tal la aceptación de este espectáculo por el público parisino que, después de dos meses, aún sigue representándose en el Athéneum. El corresponsal de El Imparcial aporta nuevos detalles y curiosidades sobre el mismo, y describe en profundidad cada uno de los cuadros, especialmente el tercero, en el que siguen residiendo las claves de su éxito:

Cuadro tercero: costumbres de Andalucía. Es el delirio de lo cómico. La escena representa un salón en Sevilla la noche de un día de toros. Como en España todo el mundo es por fuerza gitano, contrabandista o torero, la gente se reúne en el patio y, siguiendo sin duda alguna severa ley de la etiqueta andaluza, va entrando en el salón formada en cuadrilla y entonando la marcha del Pan y Toras (para que no se asuste el público, se ha creído conveniente convertir en toras los toros de la célebre marcha). Mr. Paco de Lucena, coge la guitarra y principia a tocar, mientras al compás bailan unos cuantos monsieurs y mademoiselles.

Pero no tardan los bailarines en cansarse; hay allí, sin embargo, y por fortuna, un buen mozo que va a salvar el honor español, haciendo ver a esos gabachos lo que semos la gente de la tierra. El buen mozo se llama mademoiselle Cuenca, tiene un cuerpo bonito hasta dejárselo de sobra, y va a emprender la diversión favorita de las veladas sevillanas; ¡va a jugar al toro!

Con airoso paso da primero la vuelta al redondel y saluda a la presidencia. Coge luego la capa y se la tira al toro, llamándole a la lucha. Un bailarín se acerca y hace de picador de a caballo (!), sosteniendo en una mano las riendas y en la otra la pica de combate: la lucha principia, el toro embiste, y de una cabezada hiere al caballo del picador, simpático personaje que se levanta ayudado por dos toreros entre la conmiseración de las damas de palcos y butacas. Llegan los banderilleros, armados cada uno de dos banderas (!) con punta de hierro; se lanzan sobre el animal y se las hunden en el cuello (¡bárbaros!). Toca por último su turno al matador, que armado de espada y bandera (¡ni que fuera cada torero una casa recién acabada!), obliga al toro a aceptar la lucha, le persigue y acaba por tenderle de un volapié o de una arrancando.

La gente aplaude, vuelve a empezar la zambra y el jaleo, y le telón cae sobre los últimos compases de un bailoteo desenfrenado” (8-3-1880).

NOTAS:

(1) Recientemente, Faustino Núñez ha publicado, en el blog “el Afinador de Noticias  la partida de nacimiento de María de los Dolores Asunción (Trinidad) Huertas Cuenca, nacida en Málaga el 21 de julio de 1851, de los mismos padres que Trinidad María de la Concepción Bernarda Huertas Cuenca, a quien pertenece el documento encontrado por Manuel Bohórquez. Núñez plantea la duda de si ‘nuestra’ Trinidad Cuenca sería la primera o la segunda de las hermanas, ya que, entre la variedad de nombres que ambas acumulan, figura el de Trinidad. No obstante, y a falta de confirmación, optamos por pensar que debe de tratarse de la segunda, que es quien lleva dicho nombre en primer lugar. Por otra parte, de haber nacido en 1851, en 1868 tendría 17 años, por lo que no sería ya una “niña”, apelativo con el que se refiere a ella la prensa en ese mismo año.

(2) La traducción de todos los textos de periódicos extranjeros es nuestra.