Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Custodia Romero, la Venus gitana del baile flamenco (III)

En mayo de 1924, Custodia Romero vuelve a presentarse ante el auditorio que tanta devoción le profesa, el del Salón Ramírez de Córdoba. En esta ocasión, “esa divina criatura, artista de temperamento” (La Voz, 16-5-1924) e “indiscutible continuadora de Pastora Imperio […] bailó como ella sabe hacerlo con ese arte tan exquisito, tan gitano, tan atrayente” (La Voz, 20-5-1924). Como fin de fiesta tras la actuación de la Compañía de Zarzuelas y Sainetes ‘España’, cosecha, una vez más, nutridas ovaciones.

Custodia Romero (Mundo Gráfico, 6-10-1925). BNE.

Custodia Romero (Mundo Gráfico, 6-10-1925). BNE.

De Córdoba marcha a Barcelona, para actuar durante dos semanas en la catedral de las variedades de la Ciudad Condal, el Teatro Eldorado. Allí comparte cartel con distintas atracciones internacionales, como las bailarinas Les 4 Sorelle Bianchi, los clowns musicales Pompoff, Thedy y Emij, el espectáculo ‘Las sombras en relieve’, la cupletista La Goyita, la divette Nitta-Jo o los equilibristas Les Prico (El Diluvio, 31-5-1924). Las crónicas dejan constancia de su triunfo en el día de su debut:

Custodia Romero es una bailarina de raza que vibra y estremece en las danzas clásicamente gitanas; su éxito fue franco desde los primeros momentos y las ovaciones se sucedieron calurosas y justísimas” (El Diluvio, 1-6-1924)

“… Se despide mañana Custodia Romero, la bailarina castiza, inimitable, sacerdotisa de la danza andaluza, con propia personalidad.
Modesta, calladamente, fiando sólo en su arte, exento de tecnicismos académicos, Custodia Romero se ha presentado en las tablas de Eldorado dispuesta a triunfar y lo ha conseguido plenamente, con todos los honores. Su figura, esbelta, broncínea -la Venus de Bronce le dicen- adquiere con sus movimientos rítmicos plasticidades que subyugan. ¡Oh, los ‘Fandanguillos‘ de Custodia Romero! […]
Su presentación en Barcelona ha sido un éxito completo, definitivo. El público la ha consagrado como estrella de la danza…” (El Diluvio, 12-6-1924).

Custodia Romero (Buen Humor, 27-4-1924), BNE.

Custodia Romero (Buen Humor, 27-4-1924), BNE.

A finales de ese año se embarca en una nueva aventura: el rodaje de la película La medalla del torero, dirigida por José Buchs. Los personajes principales son interpretados por el diestro José García ‘El Algabeño’, que da vida al torero José Luis, y Custodia Romero, en el papel de su prima Charito, que se gana la vida como cantante. También figuran en el reparto Tina de Jarque y Modesto Rivas.

Coincidiendo con su estancia en tierras andaluzas para cumplir con su compromiso cinematográfico, se presenta en distintos locales de Córdoba, Sevilla y Huelva, y realiza una escapada a Madrid para intervenir por unos días en la zambra gitana de la obra El Niño de Oro, que vuelve a llevarse a las tablas en el Teatro de la Comedia.

En enero de 1925, se anuncia de nuevo en el Teatro Eldorado de Barcelona, que ofrece un amplio programa de cine y varietés internacionales en el que figuran artistas como la cancionista Pilar Alonso o la violinista Angelina de Artés. Durante treinta noches reina en el coliseo de la Plaza de Cataluña, donde “tiene devotos, no admiradores” (El Diluvio, 24-1-1925), con un repertorio en el que destacan el garrotín, la zambra gitana y el Fandanguillo de Almería (1). A decir de las crónicas, el suyo es un arte intuitivo, muy personal, con gran capacidad de transmisión, hermoso braceo, domino del zapateado y el toque de castañuelas:

Custodia Romero, 23-2-1925). BNE.

Custodia Romero (La Voz, 23-2-1925). BNE.

“Baila como pudo hacerlo la gitanilla de Cervantes y su arte no es un arte de academia ridículo y grotesco, sino un arte de calle y plaza, de sentimiento y de corazón. […] Custodia Romero sabe dar a la agitación de su cuerpo y al emocionante movimiento de sus brazos todo el dramatismo de un dolor o toda la gracia de una alegría. Agita su cuerpo como una llama, y su cara, de una expresión inquietante, dibuja, con una crueldad acariciadora, una sonrisa y una amargura […].
Juega a las castañuelas arrancándoles los sonidos, y en sus manos tienen más música que un piano […] y en el fandanguillo de Almería Custodia Romero hace que sus tacones digan coplas y quereres… Es aquel momento silencioso y grave en que Custodia Romero se nos descubre con toda la grandeza de su alma o inteligencia” (F. M., La Voz, 9-1-1925).

“La gracia de los morenos brazos de Custodia, ya seductoramente culebreantes como sierpes de tentación, ya acariciadores y aprisionadores como una prometedora celda de amor, ya elevados al cielo, rígida y graciosamente, como la fina aguja de un minarete islámico, y el ondular rítmico y semisagrado del cuerpo fino, y aquellos pies inteligentes que ejecutan la música con cadencias inimitables, en un taconeo ora tenue y apacible, ora frenético y desesperado, y aquel conjunto, todo armonía, todo esbeltez, todo corrección de líneas, tienen al público aprisionado, rendido, hechizado por el dulce encanto de la bayadera española…” (El Diluvio, 31-1-1925).

Fotograma de La medalla de un torero (1925).

Fotograma de La medalla del torero (1925).

En febrero de 1925 el filme La medalla del torero se estrena en distintos cines madrileños, con la intervención de Custodia Romero, que interpreta en el escenario los mismos bailes que aparecen en la cinta, entre ellos un zapateado. Después realiza una tournée por tierras andaluzas, que la lleva a ciudades como Almería, Córdoba, Sevilla, Jerez o Granada, y en el mes de abril debuta en el Teatro Romea de Madrid. La crítica de la Villa y Corte le augura un prometedor futuro artístico y le hace algunas recomendaciones:

Custodia Romero es una excelente bailarina que tiene condiciones para ser una de nuestras mejores artistas coreográficas; tiene empaque de ‘bailaora’, gracia y armonía en sus movimientos, […] y, sobre todo, sabe manejar los ‘palillos’ de forma que hace de ellos un instrumento de percusión complementario de la orquesta; así que en cuanto ‘quiera’ terminar sus bailes, que acaba siempre con un saludo, deje de recordar a otras artistas (ejemplo, en el fandanguillo. que nos trae a la memoria a la Cordobesita, aunque creo que lo baila más y mejor Custodia) y elija un repertorio más adecuado a sus facultades de bailarina flamenca, Custodia Romero será una de las figuras más interesantes del baile andaluz” (La Libertad, 24-4-1925).

A sus veinte años, goza ya de un nombre y un prestigio que pocas artistas consiguen alcanzar en un tiempo tan breve. Durante su actuación en el Teatro López de Ayala de Badajoz, “cuando después de una lucidísima ejecución de varios números de los que es creadora, se presentó en el palco escénico acompañada por el tocador Manuel Álvarez y bordó inimitablemente una danza flamenca [una farruca], nos pareció volver a la época en que la Imperio cautivaba a todos los públicos con la soberanía de su arte…” (Correo de la Mañana, 10-5-1925).

Custodia Romero (Nuevo Mundo, 26-2-1926). BNE.

Custodia Romero (Nuevo Mundo, 26-2-1926). BNE.

Poco después, con la sonanta de Diego Torres, cosecha grandes ovaciones en el Central Cinema de Alicante: “¡Qué ‘guajira‘, qué ‘fandanguillo‘! Todo acompaña a su arte magnífico: los ojos centelleantes, negros, y negra también y ondulante su brava cabellera… Sus palillos…” (El Luchador, 22-5-1925).

El Salón Imperial de Sevilla y el Teatro Romea de Madrid también son testigos de los éxitos de la Venus de Bronce, que a finales de octubre emprende una nueva gira por el norte de España. Llega a Galicia en medio de una gran expectación, pues acaba de exhibirse su primera película, y tanto el público como la crítica están ansiosos por verla en vivo y en directo. A juzgar por las palabras que le dedica Leonardo tras su debut en Santiago de Compostela, su arte no defrauda:

“… El cuerpo tiembla en el estuche de raso de sus vestidos…! Baila…! dueña del ritmo…! la danza tiene reminiscencias sagradas. Ondulaciones de sierpe…, cuellos largos de cisne… las manos tiemblan, como palomas trémulas… los brazos trazan signos en el espacio… una convulsión recorre toda la figura… los pies golpetean el suelo al compás de la música…! […]
Estamos subyugados; todo es emoción honda en nuestro espíritu. La luz radiante de mediodía, ha rasgado a raudales nuestras nieblas norteñas” (El Compostelano, 2-11-1925).

Durante su estancia en Santiago concede una interviú a El Pueblo Gallego, en la que expresa su parecer sobre la situación de la danza en España:

“-¿Y qué opina usted del baile español?
-Que sufre una crisis anuladora, aplastante. Ha caído tan hondo, que costará mucho el levantarle, el elevarle a una categoría verdaderamente artística. Toda esa gran mayoría de personas que se han dedicado al cultivo de este bello arte, lo han hecho todo menos cultivarle, menos darle prestigio y relieve estético. Es cierto que tampoco hubo una capacidad directriz que orientara a las masas coreográficas, ni personas celosas de encumbrar la profesión…” (Juan Jesús González, El Pueblo Gallego, 4-11-1925).

Custodia Romero (El Pueblo Gallego, 4-11-1925). Galiciana.

Custodia Romero (El Pueblo Gallego, 4-11-1925). Galiciana.

Las ciudades de Vigo, Pontevedra, El Ferrol, La Coruña, Salamanca y Zamora también reciben en sus teatros a quien “es sin duda la más alta jerarquía del arte coreográfico” (El Pueblo Gallego, 31-10-1925). En la capital charra posa para los fotógrafos Ansede y Juanes, y concede una entrevista al diario El Adelanto, en la que confiesa su pasión por el baile, al que está dedicada en cuerpo y alma:

“-¿Qué género de danzas cultiva usted con más satisfacción?
-¡Oh! Los bailes andaluces me obsesionan.
[…]
-También tenemos entendido que es usted ‘estrella’ de la pantalla.
-¡Uy!, estrella de la pantalla. No lo crea; fui intérprete de la película española ‘La medalla del torero’, pero nada de ‘estrella’.
-¿Y cómo no siguió en la cinematografía? ¿No la (sic) gusta?
-Sí, sí me gusta, pero en España se paga esa profesión muy mal.
-Entre el baile y la película, ¿por cuál siente más afición?
-Por el baile, sin duda de ningún género. Además en esta profesión, después de ganarse más, se goza de más independencia.
[…]
-Pues, por aquí se rumoreaba de un proyectado enlace matrimonial de usted con El Algabeño.
-Fantasías de las gentes. Desde luego puede usted asegurar que hasta que no logre como bailarina un cartel sólido, no pensaré en otros amores que los que debo a mi madre y los que siento por mi arte” (Juan de Juanes, El Adelanto, 18-11-1925).


Nota:
(1) El “Fandanguillo de Almería” es obra del compositor Gaspar Vivas.


La Antequerana, cantaora y guitarrista de primer nivel

Josefa Moreno, “La Antequerana”, cantaora y guitarrista nacida en la localidad malagueña de Antequera en 1889, se inició en el mundo del flamenco a muy corta edad. Solía cantar acompañándose a sí misma con la guitarra, algo que puede parecer insólito hoy día, pero que no lo era tanto en aquella época.

En 1903 debutó en el café La Primera de Jerez, y un año más tarde se presentó con éxito en Melilla y Tánger. Tras pasar una temporada en Málaga, llegó a la capital de España, donde trabajó en varios cafés cantantes, como el de la Marina, el del Gato, el de Naranjeros o el del Brillante.

En septiembre de 1910, El Heraldo Militar publica la siguiente información: “La cantadora flamenca Josefa Moreno, Niña del Garrotín, que trabaja actualmente en el Salón Recreo, de Sevilla, ha sido contratada por dos meses para cantar en el Teatro Novedades, de Sevilla, que es como si dijéramos la catedral de los géneros flamenco y andaluz”.

Unos meses más tarde, se anuncia en el gaditano Cine de la Rosa como “la cantadora única, titulada competidora de la Niña de los peines” (Eco Artístico, 25-1-1911), y semanas después se despide del Teatro-Circo del Gran Capitán, de Córdoba, tras alcanzar “incomparables triunfos”.

La Antequerana (Eco Artístico, 5-10-1914)

La Antequerana (Eco Artístico, 5-10-1914)

De “La Niña del Garrotín” a “La Antequerana”

En febrero de 1911, la artista se presenta en Madrid con el nombre artístico con el que pasaría a la historia. Así, el Diario Oficial de Avisos de la capital informa sobre el debut de “la notabilísima cantadora flamenca y tocadora de guitarra Josefa Moreno, la Antequerana, antes Niña del Garrotín”, en el madrileño café de la calle del Gato.

En mayo de ese mismo año, según El Heraldo Militar, la “notable” cantadora es “contratada para Tánger, donde empezará a funcionar el próximo día 24”. Un mes más tarde, la prensa la sitúa de nuevo en Madrid, y allí pasa buena parte del verano.

Durante el mes de julio figura prácticamente a diario en el cartel del Cine Bello. A juzgar por las reseñas que aparecen en la prensa de la época, La Antequerana goza de una gran popularidad y es muy apreciada por el público. No en vano, El Globo y El Heraldo de Madrid se refieren a ella como “la revolución del canto” y “la competidora de la Niña de los Peines”.

A mediados de septiembre, “la sin rival La Antequerana” debuta en el Teatro Romea, acompañada a la guitarra por Ramón Montoya, uno de los más destacados guitarristas del momento. La programación la completan distintas artistas de variedades, como la bailarina Pilar Alonso, la tiradora Fiorenza, la “chanteuse” Amica o la pareja de baile formada por Carmen Díaz y Enrique Sánchez. Allí actúan con gran éxito durante dos semanas.

En noviembre de 1911, Josefa Moreno se presenta en Valencia y Castellón, donde coincide con la canzonetista Pilar Caudet y la bailarina La Cordobesita, entre otras artistas de variedades. Unas semanas más tarde, en el malagueño Salón de Novedades, “la cantadora de flamenco La Antequerana, con su estilo y su voz extensa, logra también grandes aplausos” (Eco Artístico, 15-12-1911).

La cantaora y guitarrista Josefa Moreno, La AntequeranaLa cantaora y guitarrista Josefa Moreno, La Antequerana

A la conquista de América y de su consagración artística

Tras los éxitos cosechados en nuestro país, Pepa Moreno decide probar suerte en América. Es contratada en Nueva York y de allí pasa a La Habana, México y de nuevo a Cuba, donde permanece una buena temporada.

En abril de 1914, la prensa sitúa de nuevo a La Antequerana en España, concretamente en el madrileño Café Concert, donde forma parte de un cuadro flamenco en el que también intervienen el guitarrista Ramón Montoya, el bailaor Estampío y la bailaora Salud Rodríguez, entre otros artistas.

A partir del mes de mayo, y hasta finales de año, Josefa Moreno aparece prácticamente todos los meses en el cartel del Concert Madrileño, donde “es muy celebrada a diario” y “encuentra por su labor aplausos sin cuento”, por tratarse de “una tocadora y cantadora de flamenco de lo mejor conocido en el género”, según la prensa del momento. En dicho local coincide con artistas flamencos -como El Mochuelo, El Macareno o La Cotufera– y del género de variedades -como The Dandy o la Estrella Madrileña, entre otros-.

La revista Eco Artístico no se cansa de destacar el notable éxito obtenido por la cantaora durante todos esos meses, con reseñas como las siguientes:

“Reapareció La Antequerana, cantadora y tocadora de flamenco de gran renombre, que tiene que repetir, entre estruendosos aplausos, casi todo su repertorio” (5-9-1914).

“La Antequerana continúa su marcha triunfal, y los éxitos con que a diario premian su labor atestiguan lo mucho que vale” (5-12-1914).

“La Antequerana es a diario aplaudida, y en verdad que su labor excelente merece premio tan entusiasta” (15-12-1914).

“Se despidió La Antequerana, cantadora y tocadora de flamenco, que ha llevado a cabo en este local una larga y triunfal campaña […] La noche última del contrato el público la rindió una entusiasta ovación” (5-1-1915).

Anuncio de La Antequerana (Eco Artístico, 25-5-1914)

La Antequerana (Eco Artístico, 25-5-1914)

Unas semanas más tarde, “la notable cantadora de flamenco” se presenta en Huelva y poco después la encontramos de nuevo en Madrid, en el antiguo Café de la Marina. Allí recibe “entusiastas aclamaciones”.

Variedades, ópera flamenca… una artista polifacética

No deja de llamarnos la atención que Eco Artístico primero se refiera a ella como “cantadora de flamenco” (25-2-1915) y más tarde, como “coupletista” (25-3-1915), lo cual nos hace pensar que tal vez Josefa Moreno también llegara a cultivar este género, del mismo modo que hoy en día algunos artistas flamencos realizan incursiones en el terreno de la copla, los boleros o los tangos, por citar sólo algunos, con el fin de llegar a un público más amplio. Otra posible explicación sería que se tratase de una simple confusión, ya que en esa misma época se anuncia en distintos teatros españoles la canzonetista y bailarina Pepita Moreno, si bien esta última no se hace llamar “La Antequerana”.

En agosto, la artista participa en una función organizada por la Asociación de la Prensa en Sevilla, y en enero de 1916 debuta en el Café del Puerto de La Coruña, donde actúa durante varias semanas y obtiene un “éxito monumental” (El Noroeste, 7-2-1916).

En el mes de abril, La Antequerana se anuncia en el Luz Edén de Almería, y poco después figura en el elenco de la “fiesta de costumbres andaluzas” que se presenta en el Teatro Madrileño de la capital de España, junto a Ramón Montoya y Carmen Flores, entre otros artistas (Heraldo de Madrid, 22-4-1916).

Unos días más tarde, Eco Artístico vuelve a referirse a La Antequerana como “canzonetista y tocadora de guitarra, muy aplaudida por su estilo y facultades” (5-5-1916), y menciona varios números de variedades que figuran en el mismo programa, en el que también aparece, poco después, la Niña de los Peines.

El guitarrista Ramón MontoyaEl guitarrista Ramón Montoya

En julio de 1916, La Antequerana continúa en Madrid, en el Edén Concert. Es entonces cuando volvemos a perderle la pista, durante más de un año, periodo que podría coincidir con una segunda estancia de la artista en Cuba, de la que regresaría en 1917 “cubierta de joyas”, tal y como afirma Manuel Ríos Ruiz en el Diario de Jerez (8-9-2008).

En septiembre de 1917, Josefa Moreno debuta en el Teatro Portela de Sevilla, donde “no tardó en captarse las simpatías” del público (Eco Artístico, 15-9-1917). En ese mismo año, también según Ríos Ruiz, la artista actúa junto a Antonio Chacón en la plaza de toros de Morón de la Frontera (Sevilla).

En abril de 1918, La Antequerana se presenta en el café Villa Rosa de Barcelona, con varios artistas flamencos, como El Batato y Fernando Herrero, entre otros. Dos meses más tarde vuelve a la ciudad condal, donde es de nuevo aclamada, y en el mes de julio reaparece en la capital de España, en el Salón Madrid. El programa lo componen “Pepita la Antequerana, con aplauso en su género sugestivo” (Eco Artístico, 15-7-1918), y distintas artistas de variedades.

Tras un breve paso por el Teatro Romea, en agosto se despide “la original artista”. Su próxima parada será en el madrileño Dancing Bombilla (Kursaal de varietés), donde obtiene un “éxito colosal la fiesta andaluza ‘Un rincón de Triana‘, en la que toma parte La Antequerana” (Heraldo de Madrid, 4-8-1918), “que ha gustado con sus jipíos completamente cañís” (Eco Artístico, 25-8-1918). También figuran en el cartel distintas atracciones de variedades.

En septiembre encontramos a la artista en Granada y en octubre, en Ronda (Málaga). No volvemos a tener noticia de ella hasta casi un año después, cuando se presenta en varias localidades toledanas.

En septiembre de 1920, figura en el cartel del sevillano Concert-Español “la célebre cantadora de flamenco Pepita Moreno La Antequerana, que todas las noches obtiene ruidosos éxitos” (Eco Artístico, 30-9-1920”). Allí sigue apareciendo, de manera intermitente, hasta el mes de mayo de 1921, siempre con gran éxito, a diferencia de las bailarinas que completan el programa, que no salen muy bien paradas en las críticas periodísticas.

El cantaor Antonio Chacón

El cantaor Antonio Chacón

En septiembre de ese mismo año, junto a numerosos artistas de variedades,“la notable cantadora de flamenco La Antequerana” colabora en una función benéfica para los heridos y enfermos de Melilla, que tiene lugar en el sevillano Ideal-Cinema.

En enero de 1922 se estrena con gran éxito en el Ideal Rosales de Madrid el espectáculo “Ases del arte flamenco”, que cuenta con un elenco de primer nivel:

“[…] debutó anoche el cuadro flamenco más completo de cuantos hasta ahora se habían visto en Madrid. El éxito colmó las esperanzas de la dirección artística. Bravos y aplausos comenzaron al hacer el primer número la gran bailarina Rubia de Jerez, y no terminaron hasta que el telón anunció que se había terminado el espectáculo. En el cuadro flamenco figuran artistas tan renombradas como La Antequerana, Emilia Vez, la saladísima Gabrielita, Rubia de Jerez y la reina de las reinas del baile flamenco, la formidable Juana la Macarrona, que obtuvo un éxito indiscutible y formidable en su baile ‘por alegrías’. Del sexo feo, Faíco, El Mochuelo, el graciosísimo Estampío, el gran tocador de guitarra Joaquín Rodríguez y el ‘as’ de los tocadores, Ramón Montoya” (La Voz, 12-1-1922).

El declive y desaparición de la cantaora

A partir de ese momento, las referencias a La Antequerana aparecen con menor frecuencia en la prensa. En 1924, tenemos noticia de su debut en el Salón Alhambra de Córdoba, y en los años sucesivos destaca especialmente por las saetas que interpreta como acompañamiento a la proyección de varias películas mudas.

Así, en 1925 La Libertad anuncia el “grandioso éxito de la hermosa zarzuela española, filmada por la Argentina, Rosario la cortijera, éxito de la cantaora La Antequerana en las saetas de esta película”, y en 1926 varios periódicos se hacen eco del viaje de la artista a Mahón (Menorca) con motivo del estreno del filme Currito de la Cruz:

“ Para cantar las saetas durante el desfile de las magníficas procesiones de la Semana Santa en Sevilla han llegado en el vapor correo de hoy los notables artistas de cante flamenco, Pepita Moreno (La Antequerana) y Bienvenido Pardo (Niño de Alcalá)” (El bien público, 15-4-1926).

Cartel de Currito de la Cruz (1926)

Cartel de Currito de la Cruz (1926)

Las siguientes apariciones de la artista las sitúa la prensa en Madrid, en mayo y septiembre de 1926, y en enero y marzo del año siguiente, siempre en el Kursaal. La cantaora forma parte de distintos cuadros flamencos, con los que continúa cosechando grandes éxitos.

En 1935, en su libro Arte y artistas flamencos, Fernando el de Triana se pregunta qué ha sido de esta prometedora artista:

“La Antequerana tuvo una época en la que todos esperábamos que se colocara como lumbrera del cante levantino; después, sin que se sepa por qué causa, desapareció como por encanto del mapa artístico: además de que era una guitarrista muy buena”.

Años más tarde, José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz rescatan un reportaje publicado en 1961 por el diario Pueblo, en el que el periodista Antonio González afirma lo siguiente:

“El médico le ha dicho a Josefa Moreno que no debe cantar. Hace dos años padeció una bronconeumonía con principios de pleuresía, y está en peligro su vida si lo hace. Mas no le hace caso a su padecimiento. No puede hacerle caso, porque vive del cante y por el cante”.

Al parecer, en aquellos años La Antequerana sobrevive cantando en las calles de Madrid, “donde ofrece al auditorio que lo solicite sus tarantas y siguiriyas, y también zambras de su creación. A cambio pide lo que la buena voluntad de la gente quiera darle”.

Se desconoce la fecha y el lugar exacto de la muerte de Josefa Moreno, si bien parece lógico pensar que pudo ser en Madrid, en los años sesenta. José Blas Vega, en su obra Vida y cante de don Antonio Chacón (1986), nos ofrece, de primera mano, una última imagen de La Antequerana:

“[…] nos cantó varias veces soleares de buen cuño, amén de otros cantes más livianos […]. Era todo un personaje de la noche madrileña. Menudilla, con ojos brillantes de ratita, muy mal trajeada, con su cigarro en la boca avivando su bronco-neumonía, y su guitarra bajo el brazo dentro de un destartalado estuche. Su lengua era de lo más viperino, y lo primero que hacía al entrar en algunos de los bares, era echar una recalada fulminante al personal, y mientras movía la cabeza de abajo a arriba, de sus labios salían en voz baja una sarta de maldiciones”.

Por desgracia, en La Antequerana vuelve a repetirse la historia de tantas y tantas artistas que, tras saborear las mieles del éxito y el reconocimiento, terminan sus días olvidadas y en la miseria.

 

Unos cantes de la Antequerana, por cortesía de Pedro Moral:


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