Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Encarnación la Trinitaria, una cantaora excepcional (II)

La comedia musical La copla andaluza, de Antonio Quintero y Pascual Guillén, fue estrenada en diciembre de 1928 por la compañía de Fernando Porredón en el Teatro Pavón de Madrid. Allí permaneció casi seis meses en cartel con un rotundo éxito tanto de crítica como de taquilla, y ello animó a diferentes troupes de artistas a repartirse la exclusiva para representarla en distintas zonas de España.

La obra consistía en “una sucesión de cuadros de costumbres populares, cada uno de los cuales es la feliz dramatización de una ‘soleá’; una malagueña, un fandanguillo o una seguidilla gitana de la más pura cepa flamenca” (Heraldo de Madrid, 24-12-1928). En consonancia con los gustos de la época, en el libreto predominaban los fandanguillos que, dichos en competencia entre los distintos cantaores, constituían uno de los grandes atractivos del espectáculo.

Custodia Romero (Nuevo Mundo, 22-7-1927). BNE.

Custodia Romero (Nuevo Mundo, 22-7-1927). BNE.

El estreno en Barcelona tuvo lugar el 30 de marzo de 1929 en el Teatro Victoria, y corrió a cargo de la compañía de Vicente Mauri, que contrató para la ocasión a la bailaora Custodia Romero, y los cantaores Angelillo y Guerrita (El Día Gráfico, 27-3-1929). En las semanas y meses sucesivos se fueron incorporando al reparto el Americano, el Niño del Museo, el Niño de Caravaca, el Niño de Talavera, el Chato de Valencia y la Trinitaria (Noticiero Universal, 18-6-1929).

Cuando se habían ofrecido más de ciento treinta representaciones, el montaje fue llevado al Teatro Principal de Gracia y a la Plaza Mayor del Pueblo Español de Montjuic, donde se dieron varias funciones en un escenario al aire libre, con un decorado sintético creado ad hoc por el escenógrafo Bulbena. “Como cantadores [tomaron] parte el Niño de Caravaca, el Chato de Valencia y la Trinitaria; bailarina La Pato y Torderas, Manolo de las Bulerías, Rojo el Alpargatero” y Alfonso Aguilera. “El espectáculo fue del agrado del numeroso público que asistió al mismo, que aplaudió con entusiasmo distintos pasajes de la obra popular” (El Día Gráfico, 26-7-1929).

Con estas últimas presentaciones La copla andaluza se despidió de Barcelona y poco después la compañía de Vicente Mauri embarcó rumbo a Buenos Aires para estrenar la obra el 2 de agosto en el Teatro Avenida, con el cantaor Jesús Perosanz como estrella principal. Antes de su debut, la prensa porteña auguraba un nuevo triunfo de Encarnación Cabello: “No ha de ser más pequeña [emoción] la que produzca ‘La Trinitaria’, ‘cantaora cañí’ cuya intervención en ‘La copla andaluza’ determinará su éxito definitivo” (El Correo de Galicia, 28-7-1929). Se cumplieron los mejores presagios, y la obra permaneció varios meses en cartel, con excelentes críticas y gran aceptación por parte del respetable:

Niño de Caravaca (El Pueblo, 8-5-1929).

Niño de Caravaca (El Pueblo, 8-5-1929).

“La representación de ‘La copla andaluza’ ha transcurrido entre el constante y estentóreo ‘jalear’ de la concurrencia, que desbordaba de la amplia sala, cuyo aspecto recordaba por instantes a una plaza de toros.

La copla andaluza’, más que una comedia lírica popular, como la han denominado sus autores, es un convencional armazón escénico, confeccionado exclusivamente para que se lucieran los intérpretes del ‘cante jondo’, en esta ocasión la Trinitaria, Perosanz, Chato de Valencia, Niño de Caravaca y el guitarrista Aguilera, todos ellos verdaderos astros en la flamenca materia.

[…] Los aludidos artistas tienen ocasión de destacar sus magníficas facultades, y el público premia su labor con ovaciones y gritos de entusiasmo de musitada estridencia” (Caras y Caretas, 17-8-1929).

El 6 de octubre, cuando se cumplían 114 representaciones, se ofreció un “gran acto de concierto flamenco”, con el siguiente programa: “cantos típicos gitanos por La Trinitaria; soleares y tarantas por el Niño de Caravaca; seguiriyas gitanas y asturianas por bulerías, por el Chato de Valencia. Milongas y medias granaínas por Perosanz. Bailes por [Lolita] Beltrán y acompañamiento de guitarra por Aguilera” (El Correo de Galicia, 6-10-1929).

En un reportaje publicado en el diario La Voz de Córdoba, el actor Paco Meana y el cantaor Jesús Perosanz manifestaban sus impresiones sobre la extraordinaria recepción de la obra tanto por la crítica como por el público de la capital argentina. Meana hacía alusión al “formidable éxito de la ‘Copla Andaluza’, en la que los cantadores agitan los más profundos sentimientos raciales, arrancando olés, que se mezclan al salir de las bocas anhelantes, con las lágrimas que resbalan por las mejillas”.

Encarnación Cabello, la Trinitaria (Foto: Ruth Aguilera).

Encarnación Cabello, la Trinitaria (Foto: Ruth Aguilera).

Perosanz añadía lo siguiente: “No me asombra el éxito de ‘La Copla Andaluza’ aquí. Los primeros días me llamaba la atención ver a muchas mujeres llevarse el pañuelo a los ojos cuando la Trinitaria o mis compañeros Chato de Valencia y Niño Caravaca remataban una saeta, una media granadina, o una cartagenera” (La Voz, 19-10-1929).

En el mes de octubre el espectáculo se ofreció durante una semana en el Teatro Urquiza de Montevideo, donde cosechó un nuevo triunfo gracias al buen hacer de los intérpretes y al excelso arte que cultivaban:

“La compañía […] es una verdadera manifestación del arte en el amplio sentido de la palabra.

No se trata de un conjunto de artistas de variedades ni de una agrupación de las que se forman para el negocio ‘en las Américas’. Por el contrario, se expone en el escenario del teatro Urquiza una manifestación legítima del arte andaluz, surgida a plena luz, cantantes legítimos, depositarios de una tradición sagrada […].

Las coplas que surgen como bramidos de celos, como llamados de amor o saetas de odio, desde el tablado del Urquiza, son coplas breves que traducen en pocas líneas un drama pasional” (El Correo de Galicia, 20-10-1929).

En junio de 1930 Juan Areu Franco, corresponsal en Buenos Aires de Levante Agrario, hacía balance de los logros alcanzados por la obra de Quintero y Guillén en la capital argentina:

“En el Avenida se están oyendo ‘jipíos’, a teatro lleno, desde hace seis meses. ‘La copla andaluza’ ha sido un éxito sin precedentes en compañías españolas, superando económicamente, al de la gira de Vives con ‘Doña Francisquita’. Aunque la obra es solo un cañamazo vasto (sic) bordado de cantares, los aficionados al cante jondo, atraídos por los virtuosos de este arte, han desbordado sus entusiasmos durante más de 200 días. ¡Olé! ¡¡Olé!! y ¡¡¡Olé!!! Se han vertido lágrimas de la más pura emoción y ha habido que sujetar a algunos para que no se arrojasen desde las galerías” (Levante Agrario, 20-6-1930).

Jesús Perosanz (El Mundo, Puerto Rico, 26-2-1938).

Jesús Perosanz (El Mundo, Puerto Rico, 26-2-1938).

Una vez culminada su aventura americana, en el verano de 1931 Encarnación Cabello se encontraba de nuevo en España. Las escasas referencias periodísticas que hemos conseguido localizar en la primera mitad de los años treinta la sitúan principalmente entre La Rioja y Aragón, ofreciendo recitales de cante flamenco acompañada a la sonanta por su marido. El 25 de julio se celebró en el Hogar Riojano de Logroño una “gran velada en la que el alma de la copla andaluza, ‘La Trinitaria’, con su purísimo estilo en todas sus creaciones, [cantó] lo más selecto de su repertorio desde el sentimental fandanguillo a la alegre y gitana bulería, siendo acompañada por el discutido ‘as’ de los tocadores de guitarra Alfonso Aguilera” (La Voz de Aragón, 25-7-1931).

Poco después se la pudo ver en Madrid, en una función celebrada en el Teatro de Price a beneficio del bailarín Rafael Pagán, en la que también colaboraron la bailaora Rosarillo de Triana y el cantaor Chato de las Ventas (Heraldo de Madrid, 6-8-1931). Unas semanas más tarde la pareja de artistas ofreció varios conciertos en el bar Petit Lyon d’Or de Huesca, donde quedaron patentes sus excelentes cualidades y lo extenso de su repertorio:

“Durante las noches del domingo y lunes […] se han dado unas sesiones de flamenco, que han gustado mucho.

Han (sic) intervenido Alfonso Aguilera, que maneja la guitarra con mucho gusto y moviendo bien los dedos. Y como cantadora una muchacha en cuya alma el cante de Andalucía ha prendido bien. Es la Trinitaria. Tiene mucha voz, modula con gusto y pone en las coplas mucho ‘ángel’.

Cantó varias cartageneras, tarantas, malagueñas, soleares y las coplas de ‘La copla andaluza’. Las ovaciones grandes, entusiastas, con que ha sido premiada la labor de estos dos artistas de cante flamenco son la mejor demostración del rotundo éxito que han conseguido en Huesca” (La Tierra, 25-8-1931).

Alfonso Aguilera (Foto: Ruth Aguilera).

Alfonso Aguilera (Foto: Ruth Aguilera).

En enero de 1932 Encarna y Alfonso ofrecieron una nueva velada flamenca en el Hogar Riojano de Logroño (La Voz de Aragón, 30-1-1932) y en julio de 1933 participaron en una verbena organizada en Zaragoza por la Casa de Andalucía, con un programa que incluía tres números de cante: Esteban Garrido, Niño de Huelva, con la guitarra de Jesús Ruiz; el niño Ángel Martín acompañado a la sonanta por Pepe de Zaragoza; y “la notabilísima cantadora La Trinitaria” con la bajañí de Alfonso Aguilera (La Voz de Aragón, 3-7-1933). El 6 de enero de 1934, en la misma institución, “‘La Trinitaria’, figura notable del cante flamenco”, actuó en el intermedio de un festival artístico celebrado para conmemorar el día de los Reyes Magos (La Voz de Aragón, 7-1-1934).

Un año más tarde, Encarnación realizó una nueva gira por La Rioja, en el transcurso de la cual recaló al menos en dos ocasiones en Logroño para cantar ante los micrófonos de Radio Rioja junto a su inseparable compañero, dada la gran popularidad de que gozaban en aquellas tierras. Así anunciaba la prensa local una de sus actuaciones:

“La emisora local […] ha solicitado de los celebrados artistas ‘La Trinitaria’ y su esposo Alfonso Aguilera, cantadores de flamenco que se encuentran de paso en nuestra capital en brillante turnée artística, que hoy en su emisión de sobremesa ocupen su micrófono. Nos complacemos en dar esta noticia, que dada la fama de tan célebres artistas, producirá gran satisfacción entre los numerosos aficionados al ‘cante jondo’” (La Rioja, 16-1-1935).

En el mes de julio de ese mismo también visitaron la localidad de Santo Domingo de la Calzada, donde fueron requeridos para trabajar en varios locales: “En los bares y otros establecimientos públicos análogos, durante algunas noches y muchas más en el de Julio García, ha entretenido al personal ‘La Trinitaria’, que se titula el alma de la copla andaluza, acompañada por el guitarrista Alfonso Aguilera” (La Rioja, 17-7-1935).


Conchita Borrull, la reina de los bailes gitanos (II)

A finales de 1917 Concha Borrull se presenta en ciudades como Valladolid o Palma de Mallorca, hasta que un fuerte catarro la obliga a “suspender su brillante tournée” (Eco artístico, 15-1-1918). Retomamos su pista en el teatro Novedades de Barcelona, en enero de 1919. La bailaora se integra en una compañía de variedades en la que también figura Amalia de Isaura, entre otros muchos artistas.

Conchita Borrull (Eco artístico, 25-9-1917)

Conchita Borrull (Eco artístico, 25-9-1917)

Unos meses más tarde, su nombre vuelve a salir en los papeles, aunque no como bailaora, sino como artista invitada a distintos espectáculos taurinos que se celebran en la ciudad condal. Ahí le perdemos de nuevo la pista. Según, José Luis Navarro, a finales de la década de los diez “Conchita cruza los mares y nada volvemos a saber de ella”. (1)

La Barcelona flamenca de los años 20

Durante la primera mitad de los años veinte encontramos pocas referencias sobre Concha Borrull. En julio de 1921 la bailaora actúa en el teatro Cómico de Barcelona, junto a otras artistas de variedades. En octubre de 1925 la encontramos en el teatro Eldorado, con un grupo que no tiene desperdicio: el Niño de Marchena, Julia y Concha Borrull, Regla y Juanita Ortega, y Blanquita Suárez, acompañados a la guitarra por Miguel Borrull y Antonio Romero.

En esa época es frecuente ver a Concha integrada en el cuadro flamenco de Villa Rosa -dirigido por su hermano y formado por artistas como Julia Borrull, Rafaela la Tanguera, Antonio Viruta, Carmen La Joselito o Manuel la Rosa-, que no sólo se presenta en el local familiar, sino que también suele actuar en distintas salas de la ciudad condal, e incluso en otras localidades, como Lorca, La Unión o Cartagena.

Entre 1926 y 27 el grupo participa en varios certámenes de cante, toque y baile flamenco que tienen lugar en el Circo Barcelonés. En ellos intervienen grandes figuras de la época, como Angelillo, José Cepero o el Niño de Marchena, y Conchita Borrull interpreta sus “típicas alegrías con la clásica bata de cola” (La Vanguardia, 24-5-1927).

Conchita Borrull (bailando) en el Villa Rosa

Conchita Borrull (en el centro) en Villa Rosa

El cuadro cosecha grandes éxitos en todas sus actuaciones, y especialmente la pareja formada por Rafaela Valverde y Concha Borrull, que llega a ser comparada con la mismísima Juana la Macarrona:

“[Casino San Sebastián] Rafaela la Tanguera bailará una de sus farrucas que la han hecho célebre. Conchita Borrull entusiasmará con sus inimitables alegrías y, además, se arrancará por sevillanas con Rafaela, cantadas por Mariana la Camisona” (El Diluvio, 1-9-1928).

“[Font Romeu] Conchita Borrull y Rafaela la Tanguera bailaron magistralmente sevillanas y danzas gitanas” (La Época, 22-9-1928).

“[Teatro Cómico] Las danzas flamencas de Conchita Borrull, todo gracia, todo esencia flamenca, y de la Tanguerita, emperatriz de lo cañí, reina de la gitanería, produjeron una impresión formidable, que se tradujo en ovaciones entusiastas.

De estas dos artistas ha dicho el gran pintor Ignacio Zuloaga que son las mejores bailaoras de nuestro tiempo: La Tanguerita es la reina de la farruca, baile que interpreta como nadie, y Conchita Borrull es la única sucesora de la célebre Macarrona” (El Diluvio, 14-10-1928).

Durante el año 1929 la más joven de los Borrull desarrolla una intensa actividad artística. En enero toma parte en la “Zambra del Sacro-Monte” que se presenta en el teatro Nuevo de Barcelona. Unas semanas después, junto a la Tanguerita, actúa en el sainete lírico “Los flamencos”, con libreto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, y música de Amadeo Vives. Éste es llevado a escena en el teatro Tívoli y, unos meses más tarde, se repone en el teatro Nuevo.

Concha Borrull y El Viruta, una pareja de éxito

En abril, Concha se sube a las tablas del teatro Victoria junto al bailaor Antonio Viruta, con quien forma pareja en la obra “La copla andaluza”. El cante corre a cargo del Chato de Valencia, el Niño de Talavera y Lola Cabello. “El debut de Conchita Borrull, llamada con razón, la emperatriz de las alegrías, fue un verdadero acontecimiento”(El Diluvio, 18-4-1929).

En el mes de agosto, con motivo de la Exposición Universal de Barcelona, Concha y el Viruta bailan en una fiesta celebrada en el Pueblo Español en honor de los delegados franceses. Poco después, la bailaora actúa en el teatro Circo Villar de Murcia y en el Nuevo de Barcelona, junto al elenco de Villa Rosa.

En mayo de 1930, Concha Borrull participa en una fiesta celebrada en la bodega andaluza del Hotel Colón. Allí comparte protagonismo con Teresita España y muestra una nueva faceta artística: “bailará y toreará como los propios ángeles” (La Vanguardia, 1-5-1930).

Poco después, en la sala Nuevo Mundo, la artista toma parte en evento histórico, la “reaparición de la emperaora del cante jondo” (El Diluvio, 27-5-1930), Pastora Pavón. En el cartel también figura Manuel Vallejo.

Grandes éxitos en tierras valencianas

En febrero 1931, Concha comparte escenario con Juana la Macarrona, con motivo del festival que se celebra en el Circo Barcelonés a beneficio del bailaor Manolillo la Rosa. Unos meses más tarde, la artista se presenta como “capitana” del cuadro de Miguel Borrull en el café Villa Rosa de Valencia, instalado en la plaza de toros. El Cojo de Málaga, La Tanguerita y el Niño de la Rosa completan un cartel en que la benjamina de los Borrull obtiene un éxito extraordinario, a juzgar por los párrafos que le dedica la prensa valenciana:

Conchita Borrull (Eco artístico, 25-9-1917)

Conchita Borrull (Eco artístico, 25-9-1917)

“Esta danzarina gitana, de pelo rizoso y blondo y ojos de esmeralda, tan netamente española y castiza, esta Conchita Borrull, magnífica, cuando ejecuta sus bailes al compás de la guitarra pulsada por su hermano el Mago, logra convertirse en algo excepcional y divino. En esos momentos, la preciosa chiquilla aparece como poseída por todos los diablos de la gracia y mientras echa la cabeza atrás y enarca el busto, sus brazos, rematados por los lirios de sus dedos, apuntan a lo alto, se agitan, se retuercen, caracolean y descienden súbitos en una imponente contracción, de la que participa todo su cuerpo rítmico, delicado y perfecto, que adquiere actitudes estatuarias.

Concha Borrull es una artista intuitiva que lleva empapada el alma de esas viejas soleras que no se pueden improvisar ni fingir. Por eso cuando baila se le ilumina el rostro y vaga la mirada por un mundo ideal.

Ante esta realidad, a nadie ha de sorprender que la maravillosa artista, la ‘peque’ de la dinastía famosa de los Borrull, consiga durante su actuación en Valencia las más rendidas efusiones en cuya exteriorización se muestran todos unánimes y convencidos: los ‘payos’ y los ‘calés’. Este entusiasmo se puso de manifiesto el día de su beneficio y Concha Borrull recibió, además de encendidas ovaciones, incontables regalos de los admiradores que desfilan por la catedral de Villa Rosa” (El Pueblo, 16-6-1931).

En 1932 regresan a Valencia en varias ocasiones “Miguel Borrull, el mago de la guitarra, y Conchita Borrull, la emperadora del arte cañí, con todo su cuadro flamenco” (Las Provincias, 23-1-1932). En enero se presentan en el teatro Apolo; en marzo y en diciembre actúan en el Villa Rosa de la plaza de toros.

Anuncio de Conchita Borrull (Eco artístico, 25-8-1918)

Anuncio de Conchita Borrull (Eco artístico, 25-8-1918)

En el mes de junio, de nuevo en el Apolo, Concha participa en el espectáculo “Ópera flamenca”, junto a un elenco realmente excepcional: “El público aplaudió con el más vivo entusiasmo a todos los intérpretes, especialmente una variante nueva hecha por Antonio Martínez, el baile de Conchita Borrull, y sobre todo la insustituible pareja del cantaor famoso Niño de Marchena y el estupendo profesor de la guitarra Ramón Montoya” (Las Provincias, 17-6-1932).


NOTAS:
(1) Cfr. José Luis Navarro, El Eco de la Memoria, “Conchita Borrull”.
(2) Esta información la aporta Paco Paredes en el blog “La Unión minera y cantaora”.