En noviembre de 1913, Encarnación Hurtado se anuncia en el Edén Concert de Barcelona y, posteriormente, en el Novedades de Valencia. En este último se muestra como una artista completa, que destaca especialmente en los clásicos bailes andaluces. Unas veces los ejecuta con falda y otras con pantalón, pero siempre se lleva al público de calle. “¡Vale, vale mucho esta ‘nena’ moviéndose en el tablado!” (Eco artístico, 25-12-1913). De hecho, hay quienes la consideran “la mejor entre las mejores de las bailarinas españolas” (Eco Artístico,15-12-1913).
“Salón Novedades.
Continúa siendo aplaudida a más y mejor la Malagueñita, esa simpática y bella bailarina que no tiene rival, ejecutando toda clase de bailes, todos absolutamente todos los clásicos bailes andaluces.
Si bien está y obtiene aplausos cuando vistiendo el típico traje de talle ejecuta una tras otra, varias danzas, cuando se presenta vistiendo traje de bailarina, entonces está mejor; es toda una mujer de cuerpo entero, con picardía en el gesto, con elegancia suma en la interpretación de los bailes, con agilidad tan extraordinaria, que las ovaciones no cesan, mientras ella, la Malagueñita quiere” (El Pueblo, 17-12-1913).

Encarnación La Malagueñita (Caras y caretas, 23-5-1914)
A finales de diciembre, tras varias semanas de actuaciones, Encarnación se despide del público valenciano, que la ovaciona como se merece:
“Salón Novedades.
Anoche y después de quince días de continuados aplausos y nutridas ovaciones se despidió del público del favorecido Salón ‘La Malagueñita’, artista mimada y muy querida de los verdaderos aficionados al baile clásico.
Ella no tiene rival en esta clase de bailes; marianas, panaderos, sevillanas, etc., y cuantos constituyen el repertorio clásico, típico, de la tierra andaluza, los ejecuta admirable, elegante y castizamente.
Su esbelta figura vistiendo, tanto de corto como de mujer, acompañada con los palillos, como ella sabe acompañarse, jugando magistralmente los brazos y moviendo rítmicamente su cuerpo, al interpretar las mil y una contorsiones y fases del baile andaluz resulta muy interesante y atractiva.
Por eso cuando ‘La Malagueñita’ se arranca y se arranca de verdad, con alma y vida como deben ejecutarse los bailes andaluces, consigue siempre una ovación y cuantos números sigan al suyo, han de tener una gran fuerza para imponerse.
Anoche tuvo una despedida cual corresponde a los muchos amigos y admiradores que aquí tiene” (El Pueblo, 23-12-1913).
En marzo de 1914 se puede admirar el arte de La Malagueñita, “la reina de los palillos” (La Vanguardia, 26-3-1914), en distintas salas de la ciudad condal, como el Teatro Circo Barcelonés, el Teatre Catalá Romea o el Teatro Sala Imperio. Allí coincide con artistas de primer nivel, como Raquel Meller o la pareja Sánchez Díaz.

Raquel Meller
En esa misma época, Encarnación Hurtado también se presenta en el Salón Regio de Granada y, como viene siendo habitual en cada escenario que pisa, “es objeto de grandes aplausos, teniendo que repetir, casi todas las noches, lo más saliente de su repertorio” (Eco Artístico, 5-3-1914).
Rumbo a tierras americanas
Unas semanas más tarde, La Malagueñita embarca en el transatlántico ‘Infanta Isabel de Borbón’ con destino a Argentina, junto a las artistas La Goya, La Maravilla, Bonita Iberia y Linda Sevillita. Poco después empiezan a llegar noticias sobre las andanzas de esta compañía en tierras americanas. La revista Caras y Caretas, de Buenos Aires, publica la siguiente información:
“El éxito de la temporada teatral ha correspondido al teatro San Martín, con la presentación de un espectáculo nuevo entre nosotros. Noche a noche un público de elite, lleno de entusiasmo, acude a aplaudir a la célebre tonadillera La Goya, artista que llegó de España precedida de fama y que aquí ha justificado a satisfacción. […]
Encarnación Hurtado, ‘La Malagueñita’
Se oye entre bastidores el alegre repiqueteo de las castañuelas; y al compás de la música aparece en escena la flexible figura de la ‘Malagueñita’, perfecta de líneas y exuberante de gracia, ceñido el cuerpo con reluciente traje de seda y la cabeza tocada con el airoso cordobés de rectas alas, inclinado ligeramente sobre la ceja derecha.
Y comienza las danzas andaluzas, recogiendo y llevando los brazos en curvas gallardas, ondulando el cuerpo de dibujo impecable, que contrae y estira en movimientos nerviosos y artísticos, suaves y armoniosos, hasta terminar en un taconeo rápido, enérgico y valiente. Y al perfilarse simulando la suerte de banderillas, recogiéndose de nuevo para dar un ceñido pase en redondo que arrancan un ¡olé! del público delirante, evoca sin gran esfuerzo de imaginación todas las alegrías y los esplendores del sol que arroja sus candentes rayos sobre aquella incomparable y generosa tierra de Andalucía, donde aún queda quien arriesga su vida por la mirada amorosa de una mujer” (23-5-1914).

Aurora Jauffret, La Goya
A juzgar por esta descripción, el baile de La Malagueñita recuerda al famoso número del torero, con el que La Cuenca conquistó al público de medio mundo unas décadas antes.
El éxito de la compañía se prolonga durante varias semanas, en que “La Goya, la Maravilla, la Malagueñita, la Sevillanita y la Iberia fueron también festejadísimas y obligadas a repetir infinidad de veces sus bailes y canciones” (El País, 3-6-1914).
De Buenos Aires, las españolas machan a Montevideo. En el teatro Urquiza de la capital uruguaya, el elenco artístico dirigido por La Goya “obtuvo un éxito sin precedentes, despertando un lógico entusiasmo en el público”.
“La Goya, la Iberia, la Malagueñita, la Sevillita y otros elementos brillantes que constituyen el elenco de variedades nos trajeron un trasunto de la madre patria con sus bailes, sus cantos, sus tonadillas, todos motivos capaces de despertar alegrías.
De ahí que el teatro Urquiza se viera concurridísimo todas las noches, y que la troupe conquistara verdaderas ovaciones” (El País, 19-7-1914; del Diario Español, de Montevideo).
Al año siguiente, la prensa vuelve a situar a “la notable ‘bailaora’ Malagueñita” (La Correspondencia de Valencia, 13-7-1915) en Buenos Aires, primero en el teatro Mayo, donde “cosecha muchos aplausos”, y después en el Casino. Aquí perdemos la pista a esta extraordinaria bailaora. Según José Luis Navarro, “el público porteño se apropió de su arte y ella ya no regresó a España. Se casó y terminó abandonando las tablas, las luces y la popularidad por una vida dedicada a los suyos”. (1)
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NOTA:
(1) José Luis Navarro, “La Malagueñita. Últimas actuaciones”.