A punto de cumplir veinticinco años de edad, convertida ya en una de las estrellas más rutilantes del firmamento flamenco, Juana Vargas se embarca en una nueva aventura, que tiene como destino Berlín.

La compañía flamenca que viajó a Berlín (Blanco y Negro, 4-5-1895)
En febrero de 1895, la jerezana pone rumbo a tierras alemanas junto a un grupo de artistas de primera categoría:
“La compañía está formada por los siguientes artistas: Juana Vargas, la Macarrona; Antonia García, la Gitana; Salud y Dolores, las Hijas del Ciego; María de Haro, la Cotufera; Antonia García Vargas; Enriqueta Macho; María Bocanegra; Amalia Pimenté; Matilde Prada; Josefa Gallardo; Carmen la de Pichiri; Antonio de la Rosa Pichiri; José Barea; Rafael Martín; Francisco Barberán; Joaquín Rodríguez; Juan Gallardo y Francisco Martínez” (La Correspondencia de España, 4-4-1895).
Una buena publicidad
Sin embargo, según la prensa germana, la compañía la forman 27 “Gitanos”, y así se anuncian en los carteles de la sala Passage-Panoptikum, en la que debutan el domingo 3 de marzo. Tanto las gacetillas como el programa del espectáculo ofrecen una imagen estereotipada y romántica de estos artistas: “¿Quién y qué son ‘Gitanos’? Gitanos son aquellas mujeres y muchachas morenas -un híbrido entre africanas y andaluzas-” que aparecen en todos los libros de viajes (Berliner Tageblatt, 28-2-1985).
La revista Blanco y Negro reproduce uno de los programas repartidos por la compañía durante su estancia en Berlín, que dice así:
“En el sur de España, en Triana, junto a Sevilla, viven los Gitanos, que son familias de bailaores, que desde hace siglos han adquirido fama en todo el mundo por sus originales y graciosos bailes. A pesar de numerosos intentos de mostrarlos en el extranjero, hasta ahora nunca se había logrado sacarlos de su patria. Sólo mediante la intercesión de numerosos amigos que posee la dirección del Passage-Panoptikum aquí y en España, y gracias a que éstos han visitado personalmente a los Gitanos en España, se ha conseguido traer a Berlín a una parte de los mejores bailaores y bailaoras […]. Hay que destacar que no tienen absolutamente nada que ver con los artistas de la escena, sino que más bien los gitanos van a las fiestas mayores de las distintas ciudades de España, para embelesar a la población con sus graciosas artes […]; asimismo, son visitados por los viajeros en las casas, para que quienes son descritos en todos los libros de viaje como las mayores atracciones turísticas de España ejecuten ante ellos sus bailes” (Blanco y Negro, 4-5-1895). (1)

“Un baile de candil en Triana” (Gustave Doré, 1862)
El texto recurre a una serie de mitos que poco tienen que ver con la realidad. De hecho, éstos no son los primeros flamencos que salen de su tierra para exhibir su arte en el extranjero, y tampoco es necesario ir a buscarlos a sus casas o a las ferias de los pueblos, pues hace tiempo que puede vérseles en los teatros y cafés.
Posiblemente se trate de una estrategia publicitaria para atraer al público, y parece ser que da buenos resultados, pues desde el día de su debut en el Passage-Panoptikum se cuelga el cartel de “no hay billetes”. No en vano se trataba de “un espectáculo original y diferente, que transporta al frío invierno berlinés una típica escena andaluza” (Berliner Volkszeitung, 5-3-1895).
Un espectáculo muy auténtico
Con este fin, se cuidan al máximo todos los detalles. El escenario se convierte en el patio de una taberna andaluza, con el típico pozo en torno al cual se reúnen hombres y mujeres para mantener una animada tertulia, en la que no faltan las bromas, cantes y bailes. A los alemanes les sorprende especialmente la autenticidad tanto del espectáculo como de sus protagonistas: “Los que tenemos aquí no son actores, sino genuinos representantes de la nacionalidad española, ante los cuales la expresión del ‘orgullo español’ parece totalmente autorizada” (Berliner Volkszeitung, 5-3-1895).
La representación comienza con el sonido de los panderos, las guitarras y las palmas. Entonces entra en escena una esbelta joven que baila casi sin moverse del sitio, pero agita la cabeza, el cuello, los hombros, las caderas, piernas y brazos con mucha gracia y agilidad.
Además de estos bailes individuales, se ejecutan otros de conjunto y también por parejas. En este último caso, por la descripción que aparece en los diarios alemanes, bien puede tratarse de sevillanas:
“En los bailes que son ejecutados por parejas, los bailarines dan vueltas y giran uno alrededor del otro, se separan y se vuelven a unir, hasta que la música que acompaña se interrumpe con un acorde brusco y los bailarines se quedan de pie uno frente al otro en una vistosa pose” (Berliner Volkszeitung, 5-3-1895).

La bailaora Juana la Macarrona
Como no podía ser de otra manera, el broche de oro lo pone Juana la Macarrona:
“El alborozo de toda la compañía acompaña su actuación. Aparece como una individualidad totalmente distinta. El ardor, la pasión y la gracia confieren a su característico baile su impronta. Sus miembros no pueden moverse mejor. En este baile respira un atractivo sensual al que uno difícilmente puede sustraerse, y desde luego parece que los hombres se dejan arrastrar y finalmente se abandonan a la más impetuosa pasión” (Hamburger Nachrichten, 7-3-1895).
Tras los bailes, se representa una escena en que los hombres desenvainan sus cuchillos y se atacan unos a otros entre los gritos de las mujeres, sin que, por fortuna, se derrame una gota de sangre. Para la tranquilidad de los asistentes, pronto regresan las bromas, los cantes y los bailes.
Un público entregado
Con estos números, los flamencos no tardan en ganarse las simpatías de los berlineses, que, lejos de permanecer como meros espectadores, interactúan con los artistas:
“Cuando termina la representación, se mezclan los invitados con el público, que los acoge amistosamente. […] Estoy convencido de que pronto los berlineses hablarán suficiente español y los gitanos suficiente berlinés, para comunicarse unos con otros. Los gitanos sin duda son gente inofensiva y amistosa, y pronto serán populares” (Hamburger Nachrichten, 7-3-1895).
Tras una semana de actuaciones en el Passage-Panoptikum, a las seis funciones diarias se añade una matiné, para satisfacer las demandas del público, y se incluye un nuevo número en el repertorio:
“Junto a los conocidos bailes como El Fandango, El Bolero, La Sevillana y El Ole, se enriquecerá el programa de cada una de las funciones con distintas canciones españolas, de contenido serio y ameno, y para concluir una auténtica corrida de toros, ejecutada por toreros y picadores reales” (Berliner Tageblatt, 10-3-1895).

El Passage-Panoptikum de Berlín
A mediados del mes de marzo, la compañía sigue batiendo récords de taquilla y las relaciones entre los artistas y el público son cada vez más estrechas:
“En el plazo de una semana, 23.000 personas han hecho una visita a los Gitanos en el Passage-Panoptikum. Esa misma cifra no ha sido alcanzada por las Mujeres de Benin, cuyo poder de atracción, como se sabe, era muy grande. Entre los andaluces y el público ya se han establecido múltiples relaciones de amistad. Los primeros ya están haciendo notables progresos en el aprendizaje de expresiones alemanas, mientras que a los berlineses el idioma de los Gitanos les suena todavía más español” (Berliner Tageblatt, 16-3-1895).
En su afán por transformar el escenario en una auténtica fiesta andaluza, una semana más tarde vuelve a renovarse el programa, en el que se incluye la celebración de un bautizo. “Sin embargo, el recién nacido sólo existe en la fantasía de los Gitanos, que, para variar, quieren representar las ceremonias y costumbres habituales en España en una fiesta familiar de ese tipo, después de que la parodia de una corrida de toros haya llenado el local durante catorce días” (Berliner Börsenzeitung, 24-3-1895).
En la cumbre del éxito… regreso a España
El éxito de los Gitanos en el Passage-Panoptikum supera todas las expectativas. “Cada día son cortejados por representantes de teatros extranjeros, así que tratan de elevar excesivamente sus exigencias y a la dirección no le queda otro remedio que cancelar la cláusula de prolongación del contrato” (Berliner Tageblatt, 29-3-1895).
Finalmente, parece que les puede más el deseo de volver a casa: “El segundo día de Pascua tendrá lugar definitivamente la última actuación de los Gitanos en el Passage-Panoptikum, pues, invadidos por la nostalgia, no han accedido a renovar su contrato” (Berliner Tageblatt, 9-4-1895).
Las noticias sobre esta gira llegan a la prensa española en el mes de abril, cuando la compañía está a punto de terminar sus representaciones en Berlín. Aparte de ciertos datos prácticos, como el salario de cuatro duros diarios que perciben los artistas, o el precio de las entradas, que se sitúa en torno a una peseta, trascienden las dificultades que ha de afrontar la troupe durante el largo viaje: “Desconocedores los expedicionarios, tanto del idioma galo como del tudesco, trocaron mil veces de tren y acabaron por entenderse a señas con los empleados de ferrocarriles” (Blanco y Negro, 5-4-1895).

Salud Rodríguez, la hija del Ciego
Otros diarios, sin embargo, analizan la repercusión de esta gira en clave política. Es el caso de El Siglo Futuro, que en un artículo titulado “El libre cambio de Satanás” ofrece una visión bastante negativa sobre el flamenco, al que sitúa un nivel similar al del alcohol y el krausismo, que, en su opinión, nada bueno han traído a España:
“… los alemanes nos han conquistado a los españoles por medio de la cerveza, el amílico y la filosofía krausista, y no es de extrañar, por lo tanto, que en justa correspondencia y legítimo agradecimiento, España les haya enviado la flor y nata de sus cantaores y bailaoras.
[…] no hay punto de comparación entre las víctimas que allí ha de causar el flamenquismo y las que entre nosotros han causado y causan el alcohol de trapo y el yo pensante, inmanente y transeúnte, y la cebada fermentada. Con esta diferencia que es muy de notar; que las desvergüenzas del cante y baile flamenco tienen en Alemania su natural asiento y pasarán allí por jaculatorias y afectos espirituales; porque en un país en donde se rinde culto a la memoria de Lutero, y la prostitución se encuentra en estado tan floreciente […] la Macarrona, la Gitana y la Cotufera se acreditarán de retrógradas y nada más” (El Siglo Futuro, 5-4-1895).
…
NOTA:
(1) La traducción del programa, así como del resto de textos alemanes, es nuestra.