Aunque llega contratada por seis meses, Amalia Molina permanece más de un año en el Salón de Actualidades. La simpática sevillana, que “posee inimitable gracia cantando y bailando tangos” (El Liberal, 23-5-1904), no necesita más que una noche para conquistar al público, que le regala “una ovación tan ruidosa como merecida” (El Globo, 21-5-1904). Pocos días después, la prensa vaticina el nacimiento de una estrella:
“El género ínfimo cuenta con una artista más y de las llamadas a ser en breve la predilecta del público. […]
La señorita Molina es sin duda alguna de las mejores bailarinas de España” (El Liberal, 23-5-1904).

Amalia Molina
Un repertorio original y en constante renovación
Letras como la del conocido tango de los lunares, escrito por los hermanos Álvarez Quintero -aquél que dice “tengo dos lunares, uno juntito a la boca y el otro donde tú sabes”-, alcanzan una gran popularidad en la voz de Amalia Molina, que ha de repetirlo infinidad de veces para complacer a un público que no se cansa de escucharla.
La artista, siempre original, renueva constantemente su repertorio, con el estreno de distintos números y canciones que son compuestas expresamente para ella por renombrados autores, a los que Amalia exige exclusividad, de modo que dichas creaciones no pueden ser interpretadas por otras artistas.
En el mes de junio de 1904, con gran éxito, se representa por primera vez en el Salón de Actualidades el apropósito de costumbres andaluzas Al volver de la corría, en el que toman parte la cantaora Paca Aguilera, la guitarrista Adela Cubas, las hermanas Esmeraldas y Amalia Molina, que baila “primorosamente” por tangos.

La guitarrista Adela Cubas
En semanas sucesivas, la artista sevillana canta “por primera vez los tangos gaditanos” (El Globo, 26-7-1904), y estrena varios números, como los tangos del Caracolillo y El cocotero o las canciones Achares y El niño de las escobas. Las gacetillas informan puntualmente sobre cada nuevo éxito de Amalia:
“Amalia Molina, la extraordinaria y sugestiva artista sevillana, estrenó anoche la canción titulada Achares, que dijo con tanto sentimiento y arte que el público la interrumpió varias veces, haciéndole una ruidosa y merecida ovación.
También cantó el tango del Caracolillo, y el zapateado de Caramelo, siendo asimismo muy aplaudida.
La señorita Molina es hoy, sin duda alguna, la mejor artista del género ínfimo” (La Correspondencia de España, 16-7-1904).
Una estrella modesta
En agosto de 1904, cuando aún no lleva tres meses en Madrid, la prensa llama la atención sobre las buenas dotes artísticas e interpretativas de Amalia Molina que, junto con su modestia, permiten vaticinar un futuro bastante halagüeño para la joven:
“En el saloncito de ‘Actualidades’ no todo se reduce a ver mujeres bonitas y oír ‘couplets’ que exceden de los límites de lo picaresco.
A veces destácase una de ellas, tanto por su graciosa modestia como por sus particulares condiciones de artista.
Y en este caso se halla Amalia Molina […]; en cuanto a la artista podemos decir, sin apasionamiento, que tiene cualidades de tal y que su vocecita, melancólica a veces, a ratos enérgica y entrecortada, sabe matizar admirablemente las situaciones marcadas en los ‘couplets’. […] en todos los números, en fin, se muestra desenvuelta e intencionada; en todos ellos ostenta, sin alarde, sus privilegiadas dotes artísticas. No es justo regatearle este título, hay que decírselo en la seguridad de que, como vale, no ha de envanecerse.
Y con modestia y con aptitudes llegará a donde han llegado otras. Y un poquito más allá si se empeña” (Nuevo Mundo, 11-8-1904).

Amalia Molina
Cada noche, la aparición de Amalia Molina en el escenario del Salón de Actualidades desencadena la euforia del público, que se entrega a la artista en el mismo grado en que ella derrocha su arte sobre la sobre las tablas. La siguiente descripción permite hacerse una idea del ambiente que se vive en la sala:
“Linda de figurilla, poseyendo voz suficiente, asombrosa desenvoltura escénica y aptitudes coreográficas de primer orden para bailadora, aparece todas las noches Amalia Molina, arrancando por el gracioso trabajo explosiones de entusiasmo y tronadas de aplausos.
Acompañada de acción armónica y cadenciosa, del sonoro chasquido de los pitos y de malicias picarescas y picaronazas, dice, canta y baila su repertorio, sin que el público se canse pidiendo más ni ella se fatigue accediendo a las peticiones del público, que premia la cortesía con aclamaciones y palmadas.
– ¡San Pedro!… ¡San Pedro!… – gritan desde el momento en que sale a escena Amalia Molina, y anoche pude explicarme el interés de la invocación escuchando canciones que no sé si, clericalmente consideradas, podrían ostentar algún tenue matiz muy grato al endiablado Pedro Botero.
Sin preocuparse mucho por ello, el público ríe hasta el punto de llorar de risa, y sale contento después de haber contemplado en la Molina un rayo del vivificador sol andaluz” (Heraldo de Madrid, 6-9-1904). (1)
Un largo reinado en ‘Actualidades’
Durante su estancia en el Salón de Actualidades, Amalia Molina comparte cartel con diferentes artistas flamencas y del género de variedades, como La Fornarina, la Niña de los tangos, Pepita Sevilla, Adela Cubas -que, en ocasiones, la acompaña a la guitarra– o la mismísima Macarrona. La polifacética sevillana, que se atreve con todo –cante, baile, cuplés, recitación…-, no para de recibir aplausos:
“La sugestiva Amalia Molina sigue entusiasmando al público con el canto flamenco, acompañada a la guitarra por la profesora Adela Cubas” (El País, 12-12-1904).

Amalia Molina con traje de luces
“Con éxito extraordinario se ha estrenado en este teatrito el cuadro de costumbres madrileñas titulado El santo de la maestra, obteniendo en su ejecución grandes y merecidos aplausos las señoritas Amalia Molina, que dijo un parlamento de un modo admirable; Pepita Sevilla, en un tango flamenco, y la notable Adela Cubas, que acompañó a la guitarra” (Heraldo de Madrid, 18-12-1904).
En febrero de 1905, la artista sevillana es agasajada con un beneficio, en el que recibe grandes muestras de cariño de sus admiradores. El bailable cantado La Chiclanera (de Segura), las canciones Mi gitanillo (de Cánovas y Badía) y La pena-pena, o un pasacalles compuesto para ella por Martín Rodríguez son algunos de los números estrenados por Amalia Molina durante ese año, todos con gran éxito.
En el mes de mayo, cuando se cumplen doce meses de su debut en Actualidades, el público vuelve a cubrir el escenario de flores para quien ya es considerada “la más perfecta de las artistas del género ínfimo” (Heraldo de Madrid, 29-3-1905). Unas semanas más tarde, ataviada con un traje de luces y un capote de paseo, Amalia se despide del público madrileño.
En tierras catalanas
El 8 de junio de 1905 se inaugura la temporada de verano en el Teatro Granvía de Barcelona. Entre las artistas contratadas destacan algunas de las mejores cupletistas del momento, como La Fornarina, Candelaria Medina o Amalia Molina, “con su sicalíptico repertorio” (La Vanguardia, 12-7-1905), que incluye números como San Juan de Luz, El morrongo modernista o Los lunares celestiales.
Los éxitos no se hacen esperar. Como ya hiciera en Madrid, la joven sevillana conquista al público con su arte y también con otro tipo de encantos: “A cada vuelta de su falda… tres guapos con bigote caen al suelo… A cada copla nueva… se producen desgracias en el teatro” (La Tomasa, 13-7-1905). (2)

La cupletista Candelaria Medina
…
NOTAS:
(1) Los gritos del público invocando a San Pedro hacen referencia a otra de las letras popularizadas por Amalia Molina, un tango creado por el maestro Badía inspirándose en la famosa letra de los lunares escrita por los Álvarez Quintero. Dice así:
“Si porque canto y bailo flamenco
dice la gente que me condeno,
será muy fácil que cuando muera
no vaya al cielo.
Llamaré a San Pedro,
le enseñaré los lunares…;
¡me coge y me mete adentro!”
(2) La traducción es nuestra.