Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Doña Pilar López… o simplemente Pilar (II)

Aunque desde los ocho años frecuentó los escenarios de la mano de su hermana Encarnación, fue a los catorce cuando Pilar López decidió dedicarse al arte de manera profesional, compaginando esta actividad con su formación académica. Así lo contaba la propia artista a Florencia Ortiz para el diario Lanza décadas más tarde:

“A los 14 años yo no sé qué sentí en mí. Llamé a mi hermana y la (sic) expuse claramente mi deseo de dedicarme a la danza. Me escuchó como una madrecita y no se opuso. Que era mi temor. Claro que accedió a ello, con la condición de que yo por los inviernos me reintegrase al colegio y a mis estudios” (Lanza, 7-7-1956).

Pilar López (Taraí, 25-10-1930)

Pilar López (Tararí, 25-10-1930)

En octubre de 1921, Pilarcita se anunció en el Teatro Romea de Madrid, en cuyo programa de variedades destacaba la presencia de las cancionistas Pilar Osiris y Ofelia de Aragón, y de la gran Antonia Mercé, la Argentina. Aunque en esta ocasión no la acompañaba Encarna, su parentesco ya era suficiente tarjeta de presentación:

“… Había un primeur, una novedad: Pilarcita López, una graciosa artista llena de promesas […]. La nueva bailarina es hermana de la Argentinita, y sigue con mucha gracia sus huellas. Tiene una linda figura, y un arte fogoso y juvenil, en que hay ya mucha seguridad” (La Época, 18-10-1921).

En el mes de diciembre actuó en una fiesta a beneficio de la Cruz Roja organizada por la embajadora de Inglaterra, Lady Isabella Howard, en el Hotel Palace, a la que asistieron la reina Victoria Eugenia y la infanta Isabel. Tanto la cancionista Luisa Vila como Pilarcita López, “oyeron muchos aplausos y fueron obsequiadas con preciosos ramos de flores” (El Imparcial, 18-12-1921).

Durante el verano de 1922, una vez concluido el curso escolar, acompañó a la Argentinita en algunas de sus actuaciones. Juntas se presentaron en ciudades como Bilbao, San Sebastián, Avilés o Logroño; y pasaron las fiestas navideñas actuando con gran éxito en el Salón Imperial de Sevilla.

Encarnación López, la Argentinita (Institut del Teatre).

Encarnación López, la Argentinita (Institut del Teatre).

Durante los meses de enero y febrero de 1923 se las pudo ver en el Teatro Cervantes de Granada, en el Eslava de Jerez y en el Principal de Sanlúcar de Barrameda. Las crónicas granadinas dedicaron grandes elogios a Pilar, que demostró estar a la altura de su maestra, por la perfección con que ejecutó sus bailes y dijo sus cuplés, por el lujo de su presentación… “Aquí sí se puede decir con razón aquello de ‘dichoso aquél que a los suyos se parece'” (El Noticiero Granadino, 20-1-1923).

Volar en solitario

Tras la gira andaluza, las dos hermanas separaron sus caminos y Pilar empezó a anunciarse sólo con su nombre de pila, tal vez en un intento de hacer valer sus propios méritos. Mas ambas cosas no eran incompatibles, y la prensa destacó sus virtudes, sin dejar de mencionar su vínculo con Encarnación.

En marzo triunfó en el Teatro Maravillas de Madrid, donde compartió cartel con artistas como María Tubáu, Consuelito Hidalgo o Luisa Vila, y de allí pasó al Teatro-Casino de Guadalajara. La crítica le auguraba “grandes triunfos, pues tiene verdadero temperamento de artista. No puede ocultar que es hermana de la inimitable Argentinita” (Eco Artístico, 31-3-1923).

En el mes de julio actuó en el Ideal Rosales de Madrid, y cantó y bailó con mucho arte y gracia en una comida celebrada en la Embajada de Francia, a la que asistieron los reyes. En agosto conquistó al público del Salón Toreno de Oviedo, que admiró especialmente sus números de baile, y en septiembre alternó con la cancionista y cantaora Emilia Benito en el Circo Price.

Emilia Benito (Antonio Esplugas, Arxiu Nacional de Catalunya).

Emilia Benito (Antonio Esplugas, Arxiu Nacional de Catalunya).

En noviembre regresó al Teatro Maravillas, compartiendo cartel con la cantante Cándida Suárez y la bailarina Isabelita Ruiz. A sus dieciséis años, Pilar se presentaba “más hecha, más perfecta, más artista“, y ocupaba ya “un puesto preeminente en su arte vario y elegante” (La Acción, 3-11-1923), como demostró unas semanas más tarde en el Teatro Moderno de Salamanca.

Allí se anunció junto a la cancionista Pepita Lláser y la bailaora Lolita Astolfi, y deleitó al auditorio con su variado repertorio de danzas y canciones. “El cuplé frívolo, alegre, y el baile en todas sus formas, tienen en Pilarcita López la más genial intérprete” (El Adelanto, 27-11-1923).

El programa estaba compuesto por las actuaciones individuales de cada una de las artistas y concluía con un número de conjunto. En la primera parte, “Pilarcita López [cantó] La rubia de Maxim, Pekín Park, Robe Pierre y un chotis en el que, dicho sea de paso, lució un mantón de Manila riquísimo” (El Adelanto, 28-11-1923).

El número final, titulado ¡Tóo gitano!, consistía en una fiesta flamenca. El escenario se convirtió en “un patio andaluz, con luces, farolillos, tocaores, cañas de manzanilla, mujeres bonitas, bailaoras y cantaoras de flamenco” (El Adelanto, 28-11-1923). Con las sonantas de Ángel Salinero, Eleuterio Rodríguez, Domingo Hernández y Félix Alejo, Pepita Lláser cantó unas sevillanas para que bailaran sus compañeras. Después, “Pilarcita López fue la bellísima gitana que con su Farruca, bailada maravillosamente, obtuvo un triunfo ruidoso y unos aplausos admirativos y entusiastas. ¡Muy bien, magníficamente bien bailada, Pilarcita!” (El Adelanto, 28-11-1923).

Lolita Astolfi (Fundación Juan March)

Lolita Astolfi (Fundación Juan March)

En marzo de 1924, Pilar obtuvo un sonado triunfo en el Teatro Guerrero Mendoza de la localidad murciana de Abarán. El cronista del diario El Tiempo la calificó de artista “prodigiosa“, de “exquisitez depurada“, y vio en ella otras muchas virtudes:

“… el encanto de su garganta de cristal, […] su dicción maravillosa, […] la expresión acabada de sus gestos, […] la aristocracia de sus movimientos, […] ‘ese algo‘, en fin, oculto y misterioso que sólo ella posee, como un don por el cielo concedido que la eleva, en carroza de triunfo a las más altas cumbres del arte. […] Algo encierra su persona que encanta y que fascina, algo que produce inacabable borrachera de placer” (El Tiempo, 12-3-1924).

Bailarina, cantante, pianista…

Tras actuar en el Teatro Rey Alfonso y en el Maravillas de Madrid, en el mes de mayo regresó a Murcia -en esta ocasión, al Teatro Ortiz de la capital-, como directora de una compañía de variedades internacionales en la que destacaba la bailarina Vera Wratislava. Llevaba un espléndido decorado y lujoso vestuario; y, como se esperaba, demostró ser “una bailarina excelente; tiene agilidad y sabe unir a los compases de la orquesta los movimientos rítmicos de su cuerpo gentilísimo” (El Tiempo, 24-5-1924).

Aunque gustó mucho como cancionista, por su “agradable y melodiosa voz” (El Tiempo, 24-5-1924) y por el sentimiento que puso en sus canciones, tanto el público como la crítica disfrutaron más viéndola danzar. Varios periodistas le dieron un mismo consejo: dejar de anunciarse como hermana de la Argentinita, pues “Pilar López es un ‘astro’ con luz propia, que no necesita ese título para arrancar el elogio y el aplauso” (El Liberal de Murcia, 25-5-1924).

Encarnación López, la Argentinita (Institut del Teatre)

Encarnación López, la Argentinita (Institut del Teatre)

De hecho, cuando volvieron a compartir escenario, en el mes de julio, en el Teatro Pereda de Santander, “Pilar no deslució junto a su hermana” (El Cantábrico, 29-7-1924), pues “lleva ya la ‘marca de fábrica‘ en sus bailes y canciones” (La Atalaya, 31-7-1924). Unas semanas más tarde, en una función aristocrática celebrada en La Granja, mostró una nueva faceta, la de pianista, acompañando a los bailes de la Argentinta (La Libertad, 10-9-1924).

Progresa adecuadamente

A su regreso al Teatro Maravillas de Madrid, en el mes de septiembre, eran evidentes sus progresos:

Pilar, la hermanita de Argentinita, avanza a paso firme a colocarse ‘casi’ a nivel de su excepcional hermana. Tiene una bonita voz, frasea mucho mejor que la temporada anterior, viste muy bien y, sobre todo, es una formidable bailarina. Además, tiene juventud, belleza y simpatía. ¿Se puede pedir más?” (La Libertad, 19-9-1924).

Pilar López (La Esfera, 3-4-1926)

Pilar López (La Esfera, 3-4-1926)

En enero de 1925, tras volver a encandilar al público murciano, debutó en el Teatro Romea de Madrid en sustitución de Encarna. Ante el gran parecido con esta última, la prensa le recomendó buscar la diferenciación, puesto que sus extraordinarias cualidades le auguraban un prometedor futuro:

Pilar tiene, por encima de todo, una admiración rayana en idolatría por Encarnita […]. Realmente, como la Naturaleza les ha dotado de una voz muy parecida, hay canciones que, si cerramos los ojos, creeríamos oír a la Argentinita. Por esta razón aconsejaremos a la bella y simpática Pilarín que huya del repertorio de su hermana.

Canta con una gran afinación, tiene voz bastante extensa, simpatía personal y viste con mucho gusto, y, siguiendo la escuela de la familia, baila como se debe bailar, con la severidad del rito, con el dominio de una consumada bailarina y consciente de su arte” (La Libertad, 22-1-1925).

“… es una de nuestras artistas jóvenes […] que están mejor en escena y de las que podemos esperar mucho. Cada vez que la vemos actuar, encontramos en ella algo que no vimos en su actuación anterior, un nuevo detalle de artista ‘cara’ que nos hace concebir risueñas y halagadoras esperanzas.

PILAR es hoy por hoy, una excelente artista, pero muy pronto ha de ser de las primeras” (La Unión Ilustrada, 1-2-1925).

En el mes de abril falleció su madre y en mayo se presentó junto a la cupletista Paquita Garzón en el Salón Novedades de Palencia, con un repertorio que “comprende tanto las danzas clásicas y evocadoras como esas otras bailables, cuyo ritmo conjuntado con los motivos melódicos de la música, hace de ellos una parte integrante de la partitura, que la cumplimenta y le da más vida y expresión” (El Diario Palentino, 15-5-1925).


Lolita Astolfi, cuando el baile se convierte en sentimiento (III)

Tras “confirmar su categoría de primera bailarina” (La Acción, 15-7-1922) en el Olympia de París, Lolita Astolfi pasó el mes de julio de 1922 actuando en distintos teatros madrileños, como el Ideal Rosales o el de la Latina. En el primero estrenó con gran éxito la fantasía bailable “Al volver a España”, compuesta en exclusiva para ella por el maestro Ángel Ortiz de Villajos. Las crónicas destacaron “su gracilidad y valentía en el ritmo que atrae la atención del espectador” (La Unión Ilustrada, 30-7-1922).

Lolita Astolfi (La Semana Gráfica, 11-11-1922)

Lolita Astolfi (La Semana Gráfica, 11-11-1922)

Nuevo repertorio

En agosto se presentó durante quince días en el Balneario de Cádiz, con repertorio renovado, lujoso decorado propio y exquisito vestuario. La noche de su debut ofreció los siguientes bailes:

“… el ‘fandanguillo‘, que hubo de repetir porque el público no se considera satisfecho con verlo una vez; el número de presentación con lujosísimo traje realzado con la luz del foco potente que se ha instalado para esta actuación; un ‘tango‘, con sobresaliente por unanimidad, a las actitudes y soltura; ‘El alma de Astolfi‘, en que hay que apreciar principalmente el lenguaje de aquellos ojazos negros, brillantes, y por último, la jota, valiente y ligera…” (El Noticiero Gaditano, 11-8-1922).

Al día siguiente añadió el número “Nativa del Faraón”, prodigio de gesto y actitudes” (El Noticiero Gaditano, 12-8-1922). El “Fandanguillo”, que en unas crónicas se apellida “de Almería” y en otras “de Ronda”, fue uno de los bailes más apreciados tanto por el público como por la crítica:

“… ayer presentó de nuevo una linda página musical, El Fandanguillo de Ronda, en el que está para comérsela.
Se trata de una preciosa melodía, instrumentada por un experto, en cuyas notas vibra el alma andaluza, con sus alegrías y sus penas, y la música en algunos pasajes semeja un lamento y en otros es viva y alegre. […]
Lolita hace de este número, como su creadora, lo que quiere.
Tiene un taconeado de unos minutos y unos giros acompasados y difíciles, en los que podemos asegurar que no habrá quien lo supere.
Se aprecia también que ella ha puesto toda su inspiración y talento artístico, al servicio de esta inspirada página musical, y se la contempla absolutamente abstraída en su genial trabajo.
El público prorrumpió en una clamorosa ovación a la terminación del número, obligándola a saludar repetidas veces” (El Noticiero Gaditano, 23-8-1922).

Anuncio de Lolita Astolfi (Eco Artístico, 30-5-1923)

Anuncio de Lolita Astolfi (Eco Artístico, 30-5-1923)

También arrancó muchos olés su interpretación del tango, acompañada a la guitarra por el maestro Antonio Gómez, sobrino de Habichuela. La noche de su despedida, a modo de fin de fiesta improvisado, el escenario se convirtió en un café cantante, en el que no faltaron las sevillanas ni las clásicas cañas de manzanilla. Componían el cuadro Lolita Astolfi, su hermana Reglita, Loli Beltrán y Herminia López, ataviadas con mantones de espuma y acompañadas a la sonanta por el citado tocador (El Noticiero Gaditano, 25-8-1922).

A su regreso a Madrid reapareció en el Ideal Rosales con otra creación exclusiva del maestro Ortiz de Villajos, el cuplé bailado Su Majestad el Fandango”, que “interpretó con su arte y su inspiración inigualados” (La Voz, 28-10-1922). Según su propio testimonio, éste era uno de sus números favoritos: “Mis danzas y bailes son andaluces clásicos. Tengo preferencia por ‘Ese es mi tango‘ y por ‘S. M. el Fandango‘” (La Semana Gráfica, 11-11-1922).

Sumando éxitos, en Madrid y provincias

A sus dieciocho años de edad, Lolita Astolfi era ya una artista imprescindible en la cartelera madrileña. Durante el mes de enero de 1923 fue contratada para hacer el fin de fiesta en el Teatro Lara, que ofrecía un programa de comedias y sainetes, y en marzo se convirtió en la atracción principal del Circo Price, que buscaba así hacer valer su título de “Catedral de las Variedades”: “Esta linda muñeca, verdadera ‘estrella‘ de varietés […] presta a los bailes y danzas que ejecuta, la mayoría netamente españolas, un encanto y un esprit de elegancia, con su linda figura y el encanto de su rostro, no superado por ninguna” (La Correspondencia de España, 14-3-1923).

Lolita Astolfi y Pepita Lláser (La Voz de Castilla, 27-11-1923)

Lolita Astolfi y Pepita Lláser (La Voz de Castilla, 27-11-1923)

Su siguiente compromiso la llevó al Teatro Alfonso XIII de Melilla, donde compartió cartel con artistas como las hermanas Garay o la versátil Pepita Lláser. Allí cosechó “éxitos clamorosos y rotundos” (El Telegrama del Rif, 7-4-1923). “En todos los bailes puso de relieve su arte maravilloso de genial artista, pero especialmente en el titulado ‘Su majestad el fandango‘, del que hizo un asombrosa creación, capaz de ser imitada por ninguna otra artista” (El Telegrama del Rif, 11-4-1923). También fueron muy apreciados los números que interpretó junto a la Lláser: “la danza gitana, en la que se mostró la inmensa artista” (El Telegrama del Rif, 15-4-1923), o la farruca con acompañamiento de guitarra.

A su regreso a Madrid volvió a llenar de admiradores la sala de Romea, donde demostró que seguía siendo “una de las pocas bailarinas delicadas que tenemos y se aparta de la vulgar taconeadora de tablados. Con gracia, sin perder la línea en ningún momento, bailando con ganas, entregándose al público por completo” (La Correspondencia de España, 18-5-1923). Durante el verano repartió su arte por las costas de España, del Casino de San Sebastián al Balneario Victoria de Cádiz, donde mostró una nueva faceta de su arte: “obtuvo un triunfo loco en el cupléEl Sanguango‘ y resonantes ovaciones en todos cuantos bailables interpretó” (El Noticiero Gaditano, 17-8-1923).

Lolita Astolfi (Nuevo Mundo, 12-12-1924)

Lolita Astolfi (Nuevo Mundo, 12-12-1924)

Pepita, Lolita y Pilar

En otoño recaló en el Teatro Moderno de Salamanca, compartiendo cartel y escenario con otras dos grandes figuras del género de variedades: Pilar López y Pepita Lláser. Con su arte exquisito y personalísimo, Lolita, “una de las reinas más unánimemente reconocidas del baile castizo, español, flamenco” (El Adelanto, 27-11-1923), conquistó al auditorio con “sus creaciones Alma de Astolfi, Así es mi tango y La coleta, terminando con un precioso número titulado, ¡Tóo gitano!, que bailó primorosamente, mientras Pepita Llacer lo cantó” (El Adelanto, 28-11-1923).

Tras las actuaciones individuales, el programa terminaba con un número conjunto, denominado “Cuadro flamenco”, que consistía en la recreación de una fiesta andaluza en un patio adornado con farolillos y cañas de manzanilla:

Lolita Astolfi, con ceñido vestido blanco de flecos y ancho sombrero negro, bajo el que brillaban con fuerza inusitada sus negros y grandes ojos, salió bailando al rasguear de las guitarras, un tango, en el que es imposible poner más arte, más sentimiento y más facultades.
Las ovaciones que arrancó Lolita Astolfi fueron delirantes, siendo aclamada repetidas veces.
Pepita Lláser cantó con gran estilo y magnífica voz unas malagueñas y Fandanguillos de Almería, que le valieron muchos aplausos.
Pilarcita López fue la bellísima gitana que con su Farruca, bailada maravillosamente, obtuvo un triunfo ruidoso y unos aplausos admirativos y entusiastas. ¡Muy bien, magníficamente bien bailada, Pilarcita!
A todo esto no faltaba en las escenas ni la copla del tocaor, ni los olés y jaleos propios del caso.
La alegría y animación no decayó un instante, dando así la verdadera sensación de una fiesta andaluza.
Los guitarristas Ángel Salinero, Eleuterio Rodríguez, Domingo Hernández y Félix Alejo, estuvieron muy afortunados, y el espectáculo gustó extraordinariamente” (El Adelanto, 28-11-1923).

Lolita Astolfi (Mundo Gráfico, 17-12-1924)

Lolita Astolfi (Mundo Gráfico, 17-12-1924)

¡Quien no vio Sevilla!

En febrero de 1924 Lolita Astolfi, “la estrella del baile […] que hace de cada danza un poema de bellezas plásticas” (La Correspondencia de España, 5-2-1924), regresó al Teatro Romea de Madrid convertida en una “bailarina y bailaora ya en plena granazón”, que “ha acertado a modernizar, sin degenerarlo, el casticismo de los bailes flamencos, […] imprimiéndoles un estilo peculiar, armónico y gentil” (El Noticiero Sevillano, 8-2-1924). Llevaba en su repertorio un nuevo número de estreno, el bailable “¡Quien no vio Sevilla!”, creado para ella por Manuel Gordillo y Pepe Lozano, que constituyó un nuevo triunfo:

“… la Astolfi es distinta a las demás; y ese algo que le caracteriza, (alma, sólo alma, mejor mil veces que la técnica para llegar al corazón del público), es lo que nos hizo estremecer cuando, mientras la orquesta ataca los compases de una marcha fúnebre, Lolita llorosa, simula presenciar el paso del Señor del Gran Poder, para después, reír ebria de contento al escuchar las picadas notas de una sevillana
¡Y es que en aquel momento, por el rostro de la Astolfi, era Sevilla entera la que lloraba y reía!…” (La Unión Ilustrada, 17-2-1924).

Para celebrar el éxito obtenido con “¡Quien no vio Sevilla!”, el pintor Julio Romero de Torres, el escritor José María Granada y el músico Emilio López del Toro, entre otras personalidades, organizaron un banquete en Villa Rosa en honor de la bailaora y de los autores de la partitura. Ante los dos centenares de artistas y admiradores que asistieron al evento, “Lolita, emocionadísima, casi no pudo hablar; pero sus ojos, esos ojos que dicen más que todas las palabras del mundo, reflejaban la satisfacción íntima que la invadía… Y es que hasta esa noche, Lolita Astolfi no se había dado cuenta de lo muchísimo que en Madrid se la quiere y admira” (La Unión Ilustrada, 24-2-1924).

Lolita Astolfi (La Unión Ilustrada, 2-8-1925)

Lolita Astolfi (La Unión Ilustrada, 2-8-1925)

En una entrevista concedida al periodista Rafael Solís durante su actuación en Madrid, confesaba no tener tiempo para nada que no fuese su arte, y declaraba su amor incondicional a su tierra y a los bailes más clásicamente andaluces:

“-¿…?
-Me violenta mucho alejarme de España. Quiero tanto a mi tierra, que cuando estoy fuera de ella estoy apenada y triste. Prefiero, aunque pierda dinero, trabajar entre los míos.
-¿Qué opinión tiene usted del baile moderno?
-Que hay que aceptarlo de momento; pero que no subsistirá. Donde esté lo nuestro, que se quite todo lo extraño importado de otros países.
Cuando yo salgo a escena y en la orquesta se oye una malagueña, o unas soleares, o un fandanguillo, o un tango, yo pongo mi alma en el baile. Todos mis sentimientos los coloco allí, y hasta no me fatigo: bailo con gusto y con ilusión. Cuando tengo que danzar a los compases de un fox o de un simmil lo hago porque soy artista y me debo a un público que paga; pero sin poner entusiasmo alguno en el trabajo…” (Heraldo de Madrid, 6-2-1924).