Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Amalia Molina, el arte y la gracia de Sevilla que conquistan al mundo (III)

Tras una breve y exitosa gira por el extranjero, en octubre de 1905 Amalia Molina regresa a Madrid, donde permanece otra larga temporada trabajando en el Teatro de Novedades y, posteriormente, en el Central Kursaal. En ellos coincide con algunas de las artistas de varietés más afamadas del momento, como Candelaria Medina, La Fornarina, Nieves Gil, Pastora Imperio o Pepita Sevilla. La acompaña a la guitarra la genial Adela Cubas. Sin embargo, ninguna de esas grandes figuras logra hacer sombra a la joven sevillana, que sigue encandilando al público y a la crítica:

Amalia Molina es una andaluza de cepa: pequeña, flexible, morena, de ojos negros, brillantes y expresivos. En escena es nerviosa, inquieta, vivaracha, muy graciosa, y tiene un desparpajo que con razón sobrada podrían envidiarle muchas tiples del género inmediatamente superior.
[…] Es cupletista y bailarina, y sobresale especialmente en el género flamenco” (Nuevo Mundo, 8-3-1906).

Amalia Molina

La cantaora y bailaora Amalia Molina

Una presencia imprescindible en los mejores eventos

Durante más de un año, la artista sevillana, siempre muy solicitada, compagina sus actuaciones en los mencionados locales con la participación en distintos eventos. Así, en octubre de 1905, Amalia es la encargada de cerrar la fiesta en honor de la prensa francesa organizada en el Teatro Español por el semanario Blanco y Negro. La acompañan Adela Cubas y las bailarinas Pepita Martínez, Celia la Gaditana y Lucía Yárritu.

Una vez más, sus cantes conquistan a la prensa y entusiasman al auditorio, que le solicita sus famosos tangos de Los lunares de San Pedro:

Amalia Molina no tiene rival en el tiento de los lunares, en los tangos y en las granadinas” (El Liberal, 22-10-1905).

“La Srta. Cubas dibujó en la guitarra magistralmente aires andaluces, acompañando a la señorita Amalia Molina. Ésta arrebató a españoles y extranjeros; el auditorio no se cansaba de aplaudirla ni ella de bordar, con filigranas de estilo, coplas y más coplas” (Blanco y Negro, 4-11-1905).

Amalia Molina no es bonita: es pire (1), que dicen los franceses. Es la gracia femenina, encerrada en un cuerpo esbelto, menudo, cimbreante, de mujer, reflejada en unos ojos habladores, que iluminan un delicioso minois (2) de andaluza salada y picaresca. […]

Las sevillanas entusiasman al público. Y de repente suenan claras y ruidosas algunas voces extrañas, de misterioso sentido:
– ¡San Pedro! ¡San Pedro!
¿Qué es esto? ¿Quién invoca al celestial portero? Las voces que le llaman no parecen demasiado devotas: suenan a alegría de vivir, no a austeridades de oración. Amalia sonríe, levanta la cortina roja del escenario, y habla con un señor vestido de frac […]. Y suenan otra vez los crótalos y vuelven las sevillanas” (La Época, 26-10-1905).

Amalia Molina (Nuevo Mundo, 8-3-1906)

Amalia Molina (Nuevo Mundo, 8-3-1906)

Una artista flamenca de primera fila

Dos meses más tarde, sobre las tablas del Salón Zorrilla tiene lugar otro acontecimiento artístico de primer nivel, una velada de cante y baile flamenco con el siguiente elenco: las bailaoras Nicolasa González y la Paloma; los cantaores Antonio Chacón, Juanito Ríos, el Niño de Jerez, y Luisa la de los Tangos; y el guitarrista Miguel Borrull. “Y para que la velada fuera completa, la popular Amalia Molina, bailó unas sevillanas y un tango con toda la gracia que hay en Serva la vari” (El País, 10-12-1905).

En una entrevista concedida años más tarde, Amalia expresa su admiración hacia el cantaor jerezano:

“- ¿Cuál ha sido su maestro de canto flamenco?
– ¡Chacón!… Es el que más me gusta. Yo lloro oyendo cantá a Chacón… Juan Breva también se traía lo suyo. A mí el flamenco me gusta cantarlo al piano… ¡Qué sé yo!… A la guitarra me huele a aguardiente y en orquesta a champagne” (Nuevo Mundo, 23-3-1917).

A la intensa y exitosa actividad desarrollada por Amalia Molina en la Villa y Corte hay que sumar sus escapadas a otras ciudades, como Barcelona o Murcia, así como una breve tournée por Portugal. Números como El Cocotero, El hoyito o el imprescindible Los lunares de San Pedro obligan a la artista a repetir en numerosas ocasiones. Su popularidad es tal que incluso varios príncipes extranjeros acuden al Central Kursaal a disfrutar de su espectáculo.

El cantaor Antonio Chacón

El cantaor Antonio Chacón

En marzo de 1907, no han pasado ni tres años de su debut en Actualidades y la joven sevillana ya se ha convertido en la estrella indiscutible de los mejores saraos. Buena prueba de ello es su presencia en el cuadro flamenco contratado por el embajador mexicano para agasajar a sus ilustres invitados. En él figuran también el cantaor El Mochuelo, el guitarrista Miguel Borrull y las hermanas Esmeraldas. La crónica publicada por el diario El Imparcial permite hacerse una idea sobre la exclusividad del espectáculo:

“Las tres juveniles artistas daban una nota de color a aquel cuadro aristocrático, de suprema elegancia, con sus pañuelos de Manila bordados en sedas de vistosos colores, con los rojos claveles y las peinetas de concha sujetando sus oscuras cabelleras y con la picante hermosura de sus cabezas goyescas.

[…] las figurillas de acuarela se movieron garbosas y rítmicas al compás de la guitarra magistralmente tañida, y las coplas melancólicas o jocundas acompañaban los movimientos de las gentiles bailaoras. Y las manos enguantadas y aristocráticas aplaudían el arte y la gracia encarnados en aquellas lindas chiquillas de pies menudos y ojos de fuego. Sevillanas, tangos, peteneras, toda la gama de los géneros andaluz y flamenco fue pasando ante los espectadores, sin que el cansancio rindiera los gentiles cuerpecitos de Amalia Molina y de las Esmeraldas” (13-3-1907).

Unos días más tarde, en la Fiesta del Sainete, la artista baila unas sevillanas boleras junto a La Argentina, Carmen Díaz, Pepita Sevilla y las hermanas Esmeraldas. Ésta es una de sus últimas actuaciones antes de pasar por el quirófano para someterse a una “seria operación” (Heraldo de Madrid, 16-4-1907), que la mantiene apartada de los escenarios durante varios meses. (3)

Un artista sencilla y decente

En enero de 1908, completamente restablecida, Amalia retoma su apretada agenda con una gira por provincias, comenzando por la costa mediterránea. Ciudades como Cartagena, Murcia, Alicante o Málaga son algunos de sus destinos.

Pepita Sevilla (Cánovas, París)

Pepita Sevilla (Cánovas, París)

En una época en que las estrellas del género ínfimo recurren al descaro y la provocación, y muchas de ellas se convierten en auténticos objetos eróticos, la prensa murciana elogia una vez más la sencillez de la artista sevillana, que no ha de servirse de tales estrategias:

“A la Amalia Molina no es necesario ir a verla trabajar a la sección de una hora determinada para apreciar en ella sus encantos, puesto que con igual modestia se presenta en las primeras horas del espectáculo, que al final de éste. Tampoco tiene que recurrir como otras a ciertos recursos para agradar al público, pues su trabajo es por sí solo sugestivo y arranca a los morenos haciéndose aplaudir tanto cuanto quiere, sin emplear como ya decimos, frases ni ademanes propios de la moderna sicalipsis” (El Eco de Cartagena, 7-1-1908).

Tal vez por eso sus espectáculos son muy apreciados por las mujeres, pues, a diferencia de otras artistas, la Molina es una chica “decente”, digna del público más selecto y refinado (4). Amalia está sobrada de arte, especialmente en el género flamenco. Con su cante y su baile, ella sola se basta para llenar el escenario y arrancar al auditorio sonoras ovaciones:

“El couplet de la mantilla, las soleares y el tango de los lunares, los canta con un gusto singular y los adorna con su correspondiente parte de baile, donde se aprecia que no solamente es la primera hoy en España como cuplestista, sino que también es difícil que nadie la aventaje hoy como bailarina” (El Eco de Cartagena, 7-1-1908).

Canto es el suyo, que si elogiarlo pudiéramos como se merece, no encontraríamos palabras para ello […].

Su baile, no es el desgarrado de otras artistas, no es el flamenco exageradamente achulapado de otras, no: Amalia Molina, baila con elegante finura y artísticos movimientos que agradan sumamente a sus muchos admiradores” (Carthago, 12-1-1908).

“… continúa cosechando justísimos y merecidos aplausos la sin par y elegante bailarina y coupletista Amalia Molina, pues en su trabajo tiene una gran especialidad que consiste en cantarse unas malagueñas de inimitable y exquisito gusto, y muy bien traídas, por cierto, que le valen justas y delirantes ovaciones” (Carthago, 19-1-1908).

Amalia Molina (Manuel Company, 1905)

Amalia Molina (Company, 1905)

NOTAS:

(1) pire: peor.
(2) minois: carita, palmito.
(3) La Revista Ibero-Americana de Ciencias Médicas ofrece algunos datos sobre la intervención a la que es sometida la artista: “Amalia Molina, 20 años, Madrid, soltera. Operada el 9 de abril de 1907. Salpingo-ovaritis quística izquierda con peri-auexitis. Iguales lesiones en los anejos derechos. Extirpación bilateral, dejando solamente un trozo del ovario izquierdo que encontramos sano” (agosto de 1908)
(4) Unos meses más tarde, en una entrevista concedida al diario gallego El Noroeste, la artista se muestra satisfecha por la admiración que despierta entre el público femenino:

Amalia Molina préciase de gustar a las damas. Yo creo que gusta más a los hombres, pero ella lo acaba de explicar.
– Los espectáculos para hombres han decaído. Hay que buscar a las señoras” (10-12-1908).