Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Configuración del repertorio y la personalidad artística de Amalia Molina en la primera etapa del género de variedades* (I)

La cantaora, bailaora y cupletista Amalia Molina (1), que permaneció en activo hasta mediados de los años cincuenta del siglo XX, fue una de las grandes estrellas españolas de los escenarios de variedades. Nacida en Sevilla, donde aprendió desde pequeña el cante y el baile flamenco y de la Escuela Bolera, se trasladó a Madrid en 1904 en busca de nuevos horizontes profesionales.

Amalia Molina

Amalia Molina

Debutó en el Salón de Actualidades, en el que trabajó durante trece meses consecutivos y se convirtió en una de las primeras figuras del recién inaugurado género de varietés. Dan testimonio de ello autores como Álvaro Retana, quien afirma que «en 1905, las cuatro “estrellas” más refulgentes del género ínfimo eran Pastora Imperio, la Fornarina, Chelito y Amalia Molina, y en torno a ellas brillaban […] otros “asteroides” de menor cuantía» (Estampa, 9-7-1932: 43) (2).

Ese primer triunfo en Madrid supuso el despegue definitivo de una brillante y dilatada carrera, que transcurrió por teatros y salones de toda España, y adquirió dimensión internacional, con prolongadas giras por Europa, el norte de África y, principalmente, por América. Una trayectoria así, que va mucho más allá de un simple éxito pasajero, no puede deberse al azar, máxime en un contexto en el que la juventud y la belleza estaban entre las cualidades más valoradas en las artistas.

Nos proponemos, pues, desentrañar y analizar las claves que llevaron a Amalia Molina a alcanzar la gloria y a mantenerse durante años en lo más alto del escalafón. Ante la imposibilidad de abordar su medio siglo de trabajo sobre las tablas, nos centraremos en la que Álvaro Retana definió como edad antigua de las variedades, que coincide con la primera década del siglo XX (Ibidem).

Amalia Molina

Amalia Molina

1. Aprendizaje y formación artística

Amalia Molina nació en Sevilla el 28 de enero de 1885 (3). Aunque en su familia no existían artistas profesionales, se crio en un ambiente muy popular, en el que el flamenco y el folclore formaban parte de su día a día. Así lo reconocía la propia artista en una entrevista concedida en 1944 a Gil Gómez Bajuelo: «Mis ojillos vieron la lu primera en la casa más flamenca de Seviya, el Corral del Cristo, de la calle Pedro Migué» (ABC de Sevilla, 7-7-1944: 4). Según su biógrafo, García Carraffa, a ese lugar lo hicieron «célebre las fiestas y los bailes que en él se celebraban los domingos y a los que concurría un admirable, supremo y delicioso mujerío» (Cancionistas y bailarinas españolas. Amalia Molina, 1916: 15).

Allí comenzó Amalia un aprendizaje vivencial, inconsciente, en el que tuvo múltiples maestras, y entre ellas una muy especial:

—¿Y cómo se despertó en usted esa afición?

—De ver bailá a las mositas del barrio, y sobre too de vé bailá a mi madre, que lo hasía mu divinamente. A los siete años ya bailaba yo las sevillanas solo de habérselas visto bailá a ella. (García Carraffa, ibidem: 17)

En los años de su infancia asistió con asiduidad a las fiestas que tenían lugar cada semana en los corrales sevillanos –en el del Cristo, en el de Enciso…–, así como en la época del carnaval o las Cruces de Mayo. A decir de García Carraffa, la niña «no solo bailaba ya primorosamente; cantaba también con excelente estilo las sevillanas corraleras y otras canciones andaluzas» (ibidem: 20).

Fiesta en un corral de vecinos de Sevilla. CADF.

Además, siguiendo el ejemplo de su madre (4), a los ocho años cantó por primera vez saetas al paso de las procesiones de Semana Santa (ibidem: 21). Dadas las buenas dotes artísticas de la pequeña así como su gran afición, su familia le buscó un maestro con el que continuar su aprendizaje de un modo más formal: «en vista de lo apañá que yo era pa too lo flamenco, me fui a la academia de Joselito Castillo, el bailarín famoso, y a él me encomendé y él me enseñó a bailá» (Carretero Novillo, Nuevo Mundo, 23-3-1917: 16).

Continuó sus estudios con Ángel Pericet, gran maestro sevillano de la Escuela Bolera, que la hizo debutar en 1895 en el Teatro de la Alhambra de Madrid junto a una troupe infantil en la que también figuraba su sobrina Carmen Díaz Molina (5). El repertorio de la compañía incluía sevillanas, manchegas, malagueñas, peteneras, el baile inglés y el olé andaluz, entre otras danzas. Las crónicas periodísticas destacan la labor de la pequeña Amalia, que hizo «primores» ejecutando el Vito (Fray-Cirilo, La Rioja, 7-6-1895: 2) y «cantó con mucho estilo algunas coplas de malagueñas» (ibidem, 8-6-1895: 2).

A su regreso a Sevilla, continuó su formación con otro gran referente de la Escuela Bolera, el maestro José Otero, que décadas más tarde aún la recordaba como una de sus alumnas más sobresalientes: «para bailar con arreglo a escuela, ninguna artista como esa pimienta, que rabia y pica, llamada Amalia Molina. En eso no le gana a ella nadie» (Muñoz San Román, ABC de Sevilla, 22-2-1930: 6).

El Maestro Otero y su cuadro

El Maestro Otero y su cuadro de baile

A ese aprendizaje vivencial y al estudio con diferentes maestros hay que sumar la experiencia profesional en distintos cafés cantantes de Sevilla, tales como el Suizo, el Novedades o el Salón Filarmónico-Oriente. En el primero de ellos, durante la temporada de primavera de 1898, formó parte de un cuadro de bailes españoles y franceses dirigido por el maestro Bermúdez, en el que coincidió con bailarinas como Magdalena Bermúdez, Carmen Álvarez, Julia Domínguez o Isabel Fernández (6).

En 1902 se integró en el cuadro de baile bolero del Café Concierto Novedades, junto a la Loleta, la Bermúdez, Eloísa Díaz y Carmen Díaz, bajo la dirección del maestro Enrique Sánchez. El elenco flamenco de ese local estaba formado por «La Macarrona, La Malena, La Sordilla, La Melliza, La Roteña, La Trini, Rita Ortega, Enriqueta la Macaca, La Junquera, El Tiznao, y el guitarrista El Ecijano» (Blas Vega, Los cafés cantantes de Sevilla, 1987: 71), además de don Antonio Chacón, como figura principal.

En 1903 fue contratada para formar parte del cuadro bolero del Filarmónico, dirigido por el maestro Pericet. En este salón compartió cartel con Rita Ortega, Pepa de Oro, Antonio Ramírez, Juan Ríos y Juan Ganduya, Habichuela, entre otros artistas (ibidem: 55).

Carmen Díaz y el maestro Enrique Sánchez (Comedias y comediantes, 1-11-1911)

Carmen Díaz y Enrique Sánchez (Comedias y comediantes, 1-11-1911)

Es indudable que el contacto diario con esas grandes figuras del cante y del baile también hubo de dejar un poso importante en la joven Amalia. De hecho, cuando años más tarde le preguntó El Caballero Audaz «¿Cuál ha sido su maestro de canto flamenco?», ella no dudó en responder: «¡Chacón!… Es el que más me gusta. Yo lloro oyendo cantá a Chacón… Juan Breva también se traía lo suyo» (Carretero Novillo, ibidem: 17).

NOTAS:

* Artículo publicado en Enclaves. Revista de Literatura, Música y Artes Escénicas, n.º 1, 2021, pp. 36-55. e-ISSN 2792-7350.

(1) Recientemente ha visto la luz la biografía Amalia Molina (1885-1956). Memoria de una universal artista sevillana (Ángeles Cruzado, Benilde, 2020), que realiza un seguimiento de la carrera artística de su protagonista a partir de un trabajo de investigación hemerográfica. A diferencia de la citada obra, este artículo no se queda en la crónica descriptiva, sino que va un paso más allá. Aborda con mayor profundidad el contexto y las influencias recibidas por Amalia Molina tras su llegada a Madrid para abrirse camino en el género de las variedades, y analiza el modo en que empezó a construir su repertorio y a crearse un estilo propio, al que permanecería fiel durante toda su vida.

foto_portada_peq

(2) En 1912, Amalia Molina seguía ocupando un puesto destacado en los rankings de estrellas de variedades, como en el que recoge Colirón en la revista Madrid Cómico: «De cuantas “estrellas” de “varietés” pisan las tablas, merecen únicamente especial mención, según mi humilde modo de pensar, las señoritas La Goya, Amalia Molina, Pastora Imperio, Consuelo Bello (Fornarina) y la Argentina» (12).

(3) Así consta en la página 253 del folio 45/2 de la Sección 1.ª del Registro Civil de Sevilla, acta de nacimiento n.º 102.

(4) Así lo refiere su biógrafo, a partir del testimonio de la propia artista. No obstante, esta ofrece algunos datos sobre su genealogía familiar que no concuerdan con los documentos oficiales, lo cual nos lleva a plantear la duda de si ese primer referente artístico se correspondía realmente con su madre (Teresa Jiménez, natural de Antella, Valencia) o con alguna de sus hermanas mayores, fruto del primer matrimonio de su padre, a las que Amalia nunca menciona.

(5) Completaban el elenco Pastora Sánchez, Manuel Martínez y Carmen Álvarez como primera bailarina (El Liberal, “Entre bastidores”a 4). El grupo pasó después al Teatro Príncipe Alfonso de Madrid y también actuó en otras ciudades, como Segovia, Palencia, Burgos o Logroño.

(6) Información contenida en el cartel del Café Suizo, del 15 de mayo de 1898. Archivo de prensa de Sevilla de José Luis Ortiz Nuevo.


Carmen Díaz Molina, la elegancia del baile de Sevilla (I)

Hace unos meses dedicamos varias entradas a recordar la figura de Amalia Molina, una gran artista sevillana injustamente olvidada, a pesar de haber desarrollado una brillantísima carrera, tanto en España como en el extranjero.

Carmen Díaz Molina, la bailaora de la que hoy nos ocupamos, dio sus primeros pasos, tanto en la vida como en el baile, de la mano de su prima Amalia (1). Ambas nacieron en 1884 en la ciudad hispalense, pasaron su infancia en el sevillano barrio de la Feria e iniciaron su formación artística junto a Ángel Pericet.

Carmen Díaz (Eco Artístico, 27-12-1911)

Carmen Díaz (Eco Artístico, 27-12-1911)

En 1896, con doce años de edad, Carmen aparece empadronada en el número 21 de la calle Feria, junto a su madre, Dolores Molina Prieto. En 1900 también figuran en el censo su padre, José Díaz Prieto (jornalero) y su hermano José, de dos años de edad.

“Los niños y niñas sevillanos” del maestro Pericet

En marzo de 1895 la prensa anuncia el debut de Carmen Díaz y Amalia Molina en Madrid, integradas en la agrupación conocida como “Los niños y niñas sevillanos”, dirigida por el maestro Pericet:

“Ayer tarde visitaron nuestra redacción los bailarines del género español que ha contratado en Sevilla el empresario de la Alhambra y que esta noche se presentarán por primera vez al público madrileño.

Lo que más llama la atención del cuadro de baile son las dos parejas de niños, que son una verdadera notabilidad en el género. Los pequeños artistas, Manuel Martínez, Pastora Sánchez, Carmen Díaz y Amalia Molina bailaron a nuestra presencia unas sevillanas con la perfección y gracia que se le pueda exigir al más aventajado maestro.

También bailarán la hermosa primera bailarina Carmen Álvarez y el maestro director D. Ángel Pericet, que puede estar satisfecho de tener discípulos tan aventajados.

El conocido cantador apodado El Mochuelo, nos dejó oír su hermosa voz, cantando una malagueña.

La empresa del teatro de la Alhambra ha hecho una buena adquisición con los niños y niñas sevillanas. De seguro ganará mucho dinero” (El Liberal, 6-3-1895).

Amalia Molina

Amalia Molina

Desde el mismo día de su debut, “el numeroso público que llenaba el teatro aplaudió ruidosamente e hizo repetir con insistencia las sevillanas bailadas por los pequeños artistas” (El Imparcial, 7-3-1895), que se mueven sobre las tablas con “una soltura y maestría admirables” (La Correspondencia de España, 7-3-1895).

“Los niños sevillanos, que componen el bonito cuadro flamenco, tienen que repetir el cante y el baile, lo cual demuestra que gustan mucho” (Revista Ilustrada, Vías férreas, 23-3-1895).

El gran éxito obtenido lleva al teatro de la Alhambra a aumentar el número de sesiones diarias. Sin embargo, esto no es suficiente y, ante la gran demanda del público, a finales de marzo, el cuadro del maestro Pericet pasa al teatro Príncipe Alfonso, que ofrece un aforo mayor. No obstante, el grupo permanece poco tiempo en este coliseo madrileño, pues su presencia no tarda en ser requerida por distintos teatros europeos, como el del Príncipe, de Lisboa, y el Versalles parisino.

El maestro Ángel Pericet Carmona

El maestro Ángel Pericet Carmona

A finales de mayo, los niños y niñas sevillanos se presentan en Burgos y poco después en Logroño, donde provocan una auténtica revolución. Les acompaña esta vez el maestro Sánchez. El programa lo completan un cuadro cómico y la estudiantina Fígaro:

“Si ha de juzgarse de la bondad de un espectáculo, por el agrado con que le acoge el público, ninguno más agradable que el presentado anoche en el teatro.

Y efectivamente: es variado, alegre y entretenido. […]

¡Qué modo tan atronador y expontáneo (sic) de batir las palmas! Más, más: decían los espectadores, y los ejecutantes, sin hacerse de rogar, complacían a sus admiradores. […]

Del baile se repitió todo, marineras, sevillanas, el Vito, manchegas, malagueñas, seguidillas, etc. etc. Las niñas Pastora Sánchez, Amalia Molina, Carmen Díaz y el pequeño Manuel Martínez, merecen los aplausos que les prodigó el público y las perras que estuvieron cayendo sobre el escenario, como la lluvia de estos días: de temporal.

Su maestro Sebastián Sánchez, lo entiende y sabe lo que ‘se trae’.

La primera bailarina Salud García, se mueve con gracia y hace quiebros de flexibilidad; lleva un buen mantón de Manila” (La Rioja, 6-6-1895).

Antiguo Salón de Novedades de Sevilla

Antiguo Salón de Novedades de Sevilla

Aunque el elenco en su conjunto recibe una extraordinaria acogida por parte del público riojano, las que cosechan mayores aplausos son Carmen Díaz y su prima Amalia, que, a pesar de su juventud, empiezan ya a perfilarse como las grandísimas artistas que están llamadas a ser.

“En los bailes se hicieron aplaudir los niños Manuel Martínez y Pastora Díaz (sic), ganándose una lluvia de perras y caramelos […].

Pero la que realmente tiene un porvenir brillante es la niña Carmen Díaz, que reúne todas las condiciones de una bailarina de rango español: muchísima gracia, flexibilidad y dulzura en los movimientos, desplantes atrevidos, coquetería seductora y gran agilidad en las piernas.

En el vito, con su pareja Amalia Molina, que no le va en zaga a Carmen, hicieron primores, demostrando que son incansables, pues además bailaron seguidillas y bolero” (La Rioja, 7-6-1895).

Carmen Díaz, llevándose de calle al público por el salero con que se mueve y la afición y entusiasmo que demuestra en todos los instantes sin rendirse ni desfallecer.

Su compañera Amalia Molina, cantó con mucho estilo algunas coplas de malagueñas que le valieron muchos aplausos” (La Rioja, 16-6-1895).

Carrera en solitario

Una década más tarde, en mayo de 1905, encontramos nuevas referencias a Carmen Díaz, que debuta con éxito en el Salón de Actualidades de Madrid, donde vuelve a compartir cartel con Amalia. También figuran en el programa otras artistas de renombre, como la guitarrista Adela Cubas, la cupletista Candelaria Medina o la polifacética Pastora Imperio.

Carmen Díaz (El Progreso, 19-5-1915)

Carmen Díaz (El Progreso, 19-5-1915)

Carmen permanece en Actualidades hasta finales de año. Allí recibe grandes aplausos y destaca, no sólo como bailarina, sino también como profesora y coreógrafa:

“Con éxito verdaderamente extraordinario se estrenó anoche el precioso baile andaluz titulado La flor de la maravilla, puesto en escena por la notable profesora Carmen Díaz, y en el que toman parte las bailarinas señoritas Paquita López, Eloísa Carbonell y Amparito Muñoz” (La Correspondencia de España, 20-5-1905).

“También se estrenará el baile ‘La gracia andaluza’, que ha sido puesto en escena por la extraordinaria bailarina Carmen Díaz” (El Globo, 2-6-1905).

En noviembre de 1905, también se puede admirar a “la notable bailarina española Carmen Díaz” (La Correspondencia de España, 10-11-1905) en el teatro de Novedades y, posteriormente, en el Romea. En este último coliseo permanece durante más de dos meses, y coincide con distintas artistas de variedades, como la cupletista Pura Martini o las bailarinas Charito Olivares, La Negrita y La Violeta.

Romea.- La empresa de este teatro ha hecho una verdadera adquisición con la notable bailarina Carmen Díaz, que es hoy en su género, sin duda alguna, lo mejor que existe.

Así lo demuestra a diario al público, haciéndola repetir más de tres veces sus inimitables bailes” (La Correspondencia de España, 14-11-1905).

Pepa Oro

Pepa Oro

Durante esos meses, a pesar de sus numerosos compromisos en las mencionadas salas, Carmen también participa en otros espectáculos, de carácter más marcadamente flamenco, como el “gran concierto de cante y baile andaluz” celebrado en el Salón Zorrilla, con un elenco de primerísimo nivel:

“Bailadoras: Las célebres Carlota Ortega, Pepa Oro, Nicolasa González y María Jiménez (la Paloma).

Bailadora de palillos, Dolores Amador.

Cantadores: Juanito Ríos, José Torres (Niño de Jerez) y Luisa López (la de los Tangos).

Tocadores: Ángel Zurita y Juan Vargas (Niño de la Viuda).

En este concierto tomarán parte las célebres y sin rivales señoritas Amalia Molina y Carmen Díaz, que actúan en el teatro de Novedades.

Y terminará el espectáculo cantando D. Antonio Chacón, acompañado a la guitarra por el célebre guitarrista Miguel Borrull” (El País, 7-12-1905).


NOTAS:
(1) Según la información recabada hasta el momento, y a falta de nuevos datos que nos permitan validar nuestra hipótesis, nos inclinamos a pensar que Amalia y Carmen tal vez no fueran primas, sino tía y sobrina.