Flamencas por derecho

Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Flamencas por derecho - Mujeres que han dejado su impronta en la historia del flamenco

Doña Pilar López… o simplemente Pilar (III)

Durante el otoño de 1925 Pilar López visitó, junto a la Argentinita, distintas ciudades españolas como Vitoria, Alicante o Murcia. Las acompañaban un pianista y un guitarrista, e incluso llevaban a su propio director de orquesta. Durante su actuación en el Central Cinema de Alicante, con un caché de 2.000 pesetas entre las dos, ofrecieron un repertorio variado, del que merece la pena reseñar el dueto “El caimán” (El Luchador, 21-11-1925).

Pilar brilló como cupletista y también en su interpretación de otros números mucho más internacionales:

“La estrella tiene ahora su satélite, que es su hermanita Pilar, notable artista, bella mujer. En todo su repertorio se destaca notablemente, sobre todo, en ese número exótico, fino y gracioso titulado We have bannanas to day (hoy tenemos bananas). Para ella fueron las primeras ovaciones. Vaya una telonera de postín en todo.
Hoy nos estrenará Pilar un precioso cuplé de Luis de Tapia titulado ‘De largo’.
El éxito, como presagiábamos, ha sido definitivo” (El Luchador, 20-11-1925).

Pilar López (La Esfera, 3-4-1926)

Pilar López (La Esfera, 3-4-1926)

La prensa murciana resaltó la “moralidad y buen gusto” de las dos hermanas. Asimisimo, reconoció la notable transformación experimentada por Pilar, que “en el lapso de tiempo que ha transcurrido desde que estuvo aquí ha aprendido y progresado mucho, muchísimo, tanto que hoy es una artista acabada, hecha, que canta, dice y está en la escena con la seguridad y el aplomo de las consagradas” (La Verdad, 29-11-1925). En una entrevista concedida días más tarde a Agustín Iniesta, la Argentinita también se mostraba muy contenta por los avances de su hermana: “Hace tres años que debutó y tanto ella como el público y yo estamos mutuamente satisfechos” (La Verdad, 2-12-1925).

Estrella de varietés

Durante los años siguientes, Pilar López siguió cosechando triunfos en los teatros de variedades de toda España, en los que compartió cartel con bailaoras de la categoría de Custodia Romero o Carmen Vargas, y con artistas de otras muchas disciplinas. La prensa la calificaba de estrella y seguía destacando su arte, su simpatía, su elegancia, su lujosa presentación, su gusto exquisito, su armoniosa voz y, sobre todo, sus excelentes dotes para el baile.

En febrero de 1927 obtuvo en el Teatro Romea de Madrid “un éxito tan grande como merecido. […] Entre las «estrellas» jóvenes, esta artista sobresale con vigoroso relieve propio” (Nuevo Mundo, 4-2-1927). Uno de los mayores elogios se lo dedicó Juan Ferragut al compararla con su excelsa hermana: “Pilar, bailarina y cancionista, es como un reflejo de la Argentinita, si atenuado en cuanto al dinamismo, al nervio y a la gracia creadora, resplandeciente en el equilibrio dichoso de la juventud y la belleza” (Muchas Gracias, 11-2-1927).

Pilar López (La Esfera, 3-4-1926)

Pilar López (La Esfera, 3-4-1926)

Unos meses más tarde, a su paso por el Teatro Ruzafa de Valencia y el Cine Ideal de Alicante, siguió cosechando triunfos y alabanzas:

“Con las flores del arte y la belleza que son sus danzas y sus cuplés, ella perfumó el escenario y llenó de emoción todos los corazones… Tiene Pilar la gracia españolísima de la Argentinita, la elegancia divina de las bailarinas griegas, la sugestión picante y desfalleciente de Andalucía… Pronto Pilar Argentinita será única…” (La Correspondencia de Valencia, 9-6-1927).

“Hoy, Pilar […] puede ir sola, se basta para llenar un programa. Es una canzonetista mejor que muchas que son más que eso y pasan por estrellas. Es, además una superior bailarina, una estrella coreográfica verdad” (El Luchador, 18-7-1927).

En una entrevista concedida en esos días a Mario Arnold -que él tituló “Pilar, la bailarina de los ojos brujos”-, contó varias anécdotas y desveló algunos de sus gustos: la literatura de Palacio Valdés y Blasco Ibáñez, las películas de Lon Chaney, la música clásica de Beethoven, las obras teatrales de Benavente y los hermanos Quintero… (La Correspondencia de Valencia, 9-7-1927).

Y Pilar siguió afianzando su puesto entre las grandes, con su arte depurado y su dominio de las tablas (Levante Agrario, 29-10-1927), dejando patente que poseía “todas las condiciones y la categoría de Encarnación López” pero con “otro atractivo, el de la ingenuidad de unos doce años, aunque tiene veinte” (Diari de Granollers, 1-2-1928).

Pilar López (La Esfera, 21-1-1927)

Pilar López (La Esfera, 21-1-1927)

En su afán por seguir aprendiendo e innovando, hacía gala de una gran versatilidad. Lo mismo se la podía ver bailando un charlestón y un vertiginoso vals en el Teatro Maravillas de Madrid (La Libertad, 11-9-1927), que mostraba su lado más flamenco en el Principal Palace de Barcelona, acompañada a la guitarra por el profesor Antonio Álvarez (El Diluvio, 8-2-1928).

Primera vedette de ‘Cosmópolis’

En el verano de 1929, Pilar López entró a formar parte, como vedette principal, de la Compañía Hispano Americana de Blancos y Negros “Cosmópolis”, compuesta por un amplio elenco de artistas internacionales: el bailarín negro Paul Rood, las bailarinas Sotto Sisters (bailes modernos) y Hermanas Pipiolas (bailes españoles), el trovador americano Ziur, el humorista y transformista Rafael Arcos, la orquesta de blancos y negros Crombet Deswal Jazz y el quinteto cubano Kabedda Pictures.

En el mes de agosto comenzaron una gira por España que los llevó a recorrer numerosas ciudades, como Barcelona, Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Oviedo, Burgos, Zamora, Salamanca, Zaragoza, Lérida, Huesca, Cáceres, Badajoz, Córdoba, Écija y Sevilla, para culminar en el mes de diciembre en el Teatro de la Zarzuela de Madrid.

Pilar López (Correo Extremeño, 29-11-1929)

Pilar López (Correo Extremeño, 29-11-1929)

La “indiscutible ‘estrella’” (Heraldo Madrid, 29-8-1929) del espectáculo no era otra que Pilar, que “sale a escena y ya tiene medio éxito conquistado, con su belleza y simpatía. Luego, a medida que interpreta su programa, se adueña de la sala, especialmente en los bailes que marcan su sello personalísimo” (La Voz de Asturias, 15-9-1929). De hecho, una de sus grandes virtudes, según la crítica, es “su buen gusto en toda clase de bailes, especialmente en alguno de pura esencia cañí a pesar de su técnica modernísima” (La Voz de Aragón, 8-11-1929).

Mas su repertorio coreográfico, además de esos “bailes a la guitarra” (El Noticiero Sevillano, 21-12-1929), también abarcaba otros géneros. Junto al resto de sus compañeros, Pilar intervenía en distintos números de conjunto, con música cubana o de jazz:

“La orquesta White and Black’s es sencillamente notable por sus raros instrumentos y por la agradable y estruendosa (valga la paradoja) música de blancos y negros que hoy priva en Europa. Ejecutaron diversos números, algunos de los cuales fueron bailados por las ‘girl’s‘, Pilar, Deswal y el exótico Morit’z, que es un bailarín formidable.

En la primera parte se presentó un número de conjunto de ambiente típicamente cubano, en el que intervino toda la Compañía y finalizó el espectáculo con otro conjunto, la popular canción ‘Constantinopla’, dirigida humorísticamente por Rafael Arcos y bailada en el mismo sentido por todos los artistas, correspondiendo al baile típico de cada país” (Diario de Córdoba, 6-12-1929).

Además de una prodigiosa bailarina, Pilar López era una excelente cancionista que “dice y canta con exquisito arte y afinación” canciones cubanas y de jazz, acompañándose al piano como “una consumada maestra (Diario de Córdoba, 6-12-1929), o forma parte de un ‘jazz’ como pianista (La Voz de Aragón, 8-11-1929).

Pilar López (Las Provincias, 2-6-1929)

Pilar López (Las Provincias, 2-6-1929)

Por méritos propios, había conseguido alcanzar un puesto de honor en el olimpo de las variedades, en un momento en que, según Álvaro Retana (1), éstas se encuentran en decadencia, debido en parte a la desaparición de las grandes figuras de antaño -por edad, por matrimonio o por encontrarse de gira en el extranjero-, y a las excesivas exigencias económicas de las figuras emergentes, que hacían que el género ya no resultase rentable para muchos empresarios:

Pilar para nada necesita que se le anuncie en programas y carteles como hermana de la Argentinita, pues nada tiene que envidiarle a ella, ha llegado a la cumbre de este arte difícil de las variedades, hoy tan decaído, para brillar con luz propia como una ‘estrella‘ de primera magnitud” (Diario de Córdoba, 6-12-1929).

“… Pilar. Siempre guapa, siempre artista, su exquisita sensibilidad ha conseguido una adaptación del género moderno de varietés, tan discreta, tan selecta, que ha sabido deslindar cuanto en él existe de arte de aquella otra parte que pudiera rozar los linderos de la modernidad” (La Voz, 7-12-1929).

La agrupación Cosmópolis recibió el año 1930 actuando en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, con la intervención de la Argentinita como artista invitada. “Las dos hermanas se unieron en un último número final para bailar unas sevillanas muy aplaudidas” (La Voz, 7-1-1930). A finales de marzo la prensa anunció una nueva gira de la compañía por Portugal y norte de España, aunque sólo hemos logrado documentar su actuación en el Splendid-Casino de Argel (L’Écho d’Argel ,25-4-1930).

Encarnación López, La Argentinita

Encarnación López, La Argentinita

Durante los meses de verano, ya desligada de la troupe Cosmópolis, Pilar se presentó en distintos teatros madrileños, como Romea y Chueca, y también en Santander y Soria, junto a un nuevo elenco de variedades en el que destacaba la presencia de la polifacética Luisita Esteso, la bailarina negra Miss Topsy y el bailarín exótico Moritz, entre otras atracciones. El espectáculo que ofrecieron en el Casino del Sardinero “gustó mucho, sobre todo ella, que hizo una enormidad de cosas variadas para satisfacer al público, que no se cansaba de aplaudirla (sic)” (El Cantábrico, 11-9-1930).


NOTAS:
(1) “El género de las variedades, tan pujante a principios de siglo, entró en decadencia a mediados de los años veinte, debido en parte al agotamiento de las estrellas -unas dejaban los escenarios por edad, por matrimonio o por otros motivos; y otras se encontraban de gira por el extranjero-, por lo que sólo quedaban ‘cuatro o cinco estrellas sobresalientes que no eran suficientes en cantidad para realizar largas temporadas de arte frívolo.
Y las que surgían, dicho sea sin ánimo de molestar a ninguna, no llenaban en cantidad, ni en calidad, los huecos de las diosas mayores del género’” (Álvaro Retana, “El arte frívolo en España”, Ahora, 24-11-1935).

“El prestigio del arte frívolo radicaba en la baratura del acceso a los templos y en la frescura y juventud de las sacerdotisas. […]
Pero, cuando estas buenas chicas mimadas por el éxito empezaron a ajamonarse y a subir sus sueldos, y los empresarios para poder contratarlas se vieron precisados a elevar el precio de las localidades, sobrevino un descontento general que hizo imposible el negocio para todos” (Álvaro Retana, La Unión Ilustrada, 24-6-1923).


La Quica, maestría y temperamento (I)

“Esta mujer, de rostro moreno y esbelta figura, viste con irreprochable propiedad el traje de flamenca, dando la sensación de pertenecer a la más depurada raza cañí, aunque no es gitana.

Sin duda alguna es la bailadora de más temperamento que se conoce hoy y de las que mejor saben llevar las batas de cola y el pañolillo de Manila” (1).

Así describe Fernando el de Triana a Francisca González Martínez, bailaora sevillana nacida en 1905 y conocida artísticamente como “La Quica”. En su ciudad natal, esta artista se inicia en el mundo de la danza en la academia del maestro Otero y debuta junto a Antonio de Triana en el Salón Imperial (2).

Francisca González, La Quica

Francisca González, La Quica

Más tarde se une, tanto en la vida como en el arte, a Francisco León, Frasquillo, con quien abre una academia de baile en el Corral del Cristo, en la sevillana calle Pedro Miguel. La pareja también actúa en distintos escenarios, como el del antiguo Salón Olimpia, en la calle Amor de Dios (3).

De gira por España junto a Frasquillo

A finales de la década de los veinte, La Quica y Frasquillo emprenden una gira por España junto a una compañía de ópera flamenca en la que figuran algunos de los mayores artistas del momento, y de todos los tiempos, tales como Antonio Chacón, la Niña de los Peines o Manuel Vallejo.

Durante el verano de 1928, el grupo se presenta en ciudades como Valencia, Córdoba, Cádiz o Badajoz. En El Noticiero Gaditano podemos leer los nombres que componen el elenco:

“Anoche se celebró en el Parque Genovés un grandioso concierto de cante flamenco.

El programa estaba confeccionado con los mejores elementos flamencos que existen en España.

Los artistas que tomaron parte fueron don Antonio Chacón, ‘pontífice del cante jondo’, Niña de los Peines, Manuel Vallejo, José Cepero, Guerrita, Chato de las Ventas, Bernardo el de los Lobitos, y el Niño de Sevilla.

Los tocadores de guitarra eran Ramón Montoya, Luis Yance, Manuel Martell y Manuel Bonet.

Figuró un numeroso cuadro de zambra gitana compuesto por Carmen Vargas, Juan Sánchez (Estampío), Frasquito, Rovira, El Tobalo, La Quica, Carmelita Borbolla, Los seis gitanos de la Cava de Triana, Lolita Almería, Manolita la Macarena y La Gabrielita.

Se interpretaron soleares, fandangos, seguidillas, tangos, malagueñas.

Lograron distinguirse la Niñas (sic) de los Peines, Cepero, Guerrita, Montoya y Estampío que fueron ovacionados en sus ‘artes’.

Los demás fueron igualmente aplaudidos” (6-8-1928).

El cantaor Antonio Chacón

El cantaor Antonio Chacón

En los años siguientes, La Quica participa en distintos cuadros flamencos encabezados por Frasquillo. Así, por ejemplo, en julio de 1931 se presenta en la plaza de toros de ValenciaEl alma de Andalucía”, un

espectáculo compuesto por varias escenas, entre ellas una de sevillanas, dirigida por el maestro Frasquillo y en la que toman parte las siguientes bailaoras:

“Pepa La Carbonera, Rosario La Gitana, Asunción La Belmontina, Carmela la Periget, Lola la Periget Chica, Teresa La Serrana, María la Granadina, Antoñita La Cartujana, María la Faraona, Antonia la Faneta y Paca González, La Quica” (La Correspondencia de Valencia, 14-7-1931).

En el cartel también destacan artistas como los cantaores Guerrita o La Minerita, y una zambra gitana del Sacromonte dirigida por Angustias la Emperadora y las hermanas Gazpacha.

De Sevilla a Madrid, con parada en Córdoba

En 1933, la familia formada por La Quica y Frasquillo se traslada a Madrid, con el fin de impulsar la carrera artística de su hija Mercedes, que, a sus once años de edad, comienza a despuntar como una gran bailaora en potencia.

En junio de 1934, el cuadro familiar actúa en Córdoba al menos en dos ocasiones. Les acompaña a la guitarra Antonio Álvarez:

“Sobre un tablado, al aire libre, aparece un cuadro flamenco con la prosopopeya de ritual; allí están La Quica, su niña La Quica hija, Frasquillo y el concertista mago de la guitarra Antonio Álvarez. Comienza a oírse el rasgueo de aires gitanos, se hace un silencio devoto en la concurrencia y La Quica, que baila maravillosamente, y Frasquillo, que es un maestrazo del género, bordan farrucas, alegrías y bulerías gitanas entre palmas, jaleos y olés que marcan el ritmo.

Después Mercedita, la pequeña flamenquilla, se levanta, se estira, avanza, alza los brazos como Pastora, se retuerce y baila como una miniatura de ‘La Macarrona’ o de ‘La Malena’, insuperablemente” (El Sur, 23-6-1934).

Mercedes León, hija de La Quica

Mercedes León, hija de La Quica

“Anoche, en el Kiosco ‘Duque de Rivas’, tuvo lugar un espectáculo muy ambientado y típico cordobés.

En primer lugar, Merceditas León, hizo una gran exhibición de su arte, arte puro castizo andaluz.

La Quica bailó como nunca: hizo a ‘grosso modo’ unas interpretaciones magníficas del baile cañí, que saturó el ambiente perfumado de los jardines de La Victoria de colorido.

Mientras tanto, Antonio Álvarez rasgueaba su guitarra, agarena, haciendo sonar primorosamente sus cuerdas en preciosa melodía: se dejaba oír un fandanguillo, una malagueña, un dulce suspiro andaluz; mientras Frasquillo zapateaba en el tablado con rabia, con fuerza tal y brío tan certero que, a pesar que creíamos iba a resultar pesado, al contrario, daba matices a la melodía que Álvarez interpretaba” (La Voz, 3-7-1934).

Nueva compañía y academia de bailes

En diciembre de ese mismo año, La Quica, Frasquillo y su hija Mercedes visitan la redacción del Heraldo de Madrid, donde ofrecen una pequeña actuación. Además, el maestro expone los motivos que les han llevado a instalarse en la capital de España y presenta a los integrantes de su nueva compañía:

“Ahora hacía tiempo que [Frasquillo] vivía retirado voluntariamente en su casa de Sevilla, bailando sólo ‘para los amigos’ cuando sentía ganas de un ratito de juerga.

Pero he aquí que el flamenco se da un día cuenta exacta de que su hija Merceditas es, a los once años, toda una magnífica bailarina en capullo. La chiquilla siente la vocación irresistible del baile andaluz. Y el padre […] vuelve por ella a la lucha. Hay que hacerle un nombre a Mercedes León, porque ‘la niña lo merese’. Y viene a Madrid con ella, y con su mujer, ‘bailaora’ también, y de las buenas: Francisca González, ‘la Quica’, y Rafael Cruz, un mocito ‘bailaor’ discípulo suyo, que armará también el alboroto cualquier día. Les acompañan en la jira (sic) y en los tablaos el buen ‘cantaor’ ‘Bernardo el de los Lobitos’ y un ‘tocaor’ que sabe lo que hay que saber en lo de tocar la ‘sonanta’: Manuel Bonet” (Heraldo de Madrid, 5-12-1934).

La Quica, Mercedes León y Frasquillo en su visita al Heraldo de Madrid (5-12-1934)

La Quica, Mercedes León y Frasquillo en su visita al Heraldo de Madrid (5-12-1934)

Poco después, la pareja abre una nueva academia de baile en el número 5 de la plaza General Vara del Rey, en pleno Rastro madrileño, donde continúan con la labor docente que ya venían desarrollando en Sevilla. Al mismo tiempo, el cuadro flamenco dirigido por Frasquillo, del que forman parte tanto La Quica como su hija Mercedes, se anuncia con frecuencia en distintos locales, sobre todo de la capital.

Así, en los primeros meses de 1935 encontramos al grupo en el Circo Price, en la sala Casablanca o en el Teatro Martín; y en el mes de junio participan en la fiesta-homenaje a Fernando el de Triana, organizada por La Argentina en el Teatro Español. La Quica, Frasquillo y su hija figuran entre los artistas más destacados de la noche:

“Si grandes fueron las ovaciones que se prodigaron a Pericet y su cuadro […], no fueron menos cálidas y entusiásticas las que se tributaron […] al estupendo cuadro de baile flamenco del famoso maestro Francisco León ‘Frasquillo’. Tanto éste como su mujer, ‘La Quica’, y su hija Merceditas León […], Rafael Cruz, y el célebre ‘bailaor’ antiguo ‘El Estampío’, monopolizaron, puede decirse, los mejores y más reiterados aplausos de la noche” (Heraldo de Madrid, 24-6-1935).


NOTAS:
(1) RODRÍGUEZ GÓMEZ, Fernando (el de Triana), Arte y artistas flamencos, Sevilla, 1935.
(2) Datos proporcionados por José Luis Navarro García en su obra Historia del baile flamenco, Vol. 2, Sevilla, Signatura, 2009.
(3) Datos aportados por el bailaor Enrique el Cojo, en una entrevista publicada por el diario ABC de Sevilla, el 21-4-1981.