“Los ecos de la guitarra lo llenan todo de armonía y nos hacen enmudecer para escucharla. Sus mejillas enrojecidas y sus ojos animados de entusiasmo la embellecen. No es una mano la que hiere las cuerdas del instrumento; es un corazón”. Así describe Carmen de Burgos el modo de tocar de Adela Cubas, una de las más eminentes guitarristas que ha dado la historia del flamenco, a pesar del olvido en que se ha visto sumida, como la mayoría de las mujeres que algún día lograron dedicarse a ese arte.
Adela Cubas, Revista Nuevo Mundo (8-3-1906)
Pocos datos conocemos hoy de ella -no sabemos dónde ni en qué año nació-, si bien las hemerotecas están llenas de referencias sobre su intensa actividad profesional. Sin duda, uno de los más valiosos testimonios en relación con esta mujer singular es el que ofreció ella misma a la citada periodista, y que Carmen de Burgos recogió en su obra Confidencias de artistas (1916).
“Desde niña amé con locura la música. Mi familia era pobre, y el único instrumento que tuve a mi alcance fue la guitarra; pero tuve que aprenderla a escondites; mi familia no consintió en dejarme seguir mi vocación hasta que la necesidad la obligó a ello, y yo tuve que trabajar para mantenerla”.
Como a tantas otras mujeres, a Adela Cubas no le resultó fácil desarrollar su vocación artística, especialmente en una época -finales del siglo XIX y principios del XX– como la que le tocó vivir. Sin embargo, la necesidad, unida a sus extraordinarias dotes musicales, fueron las principales aliadas de esta mujer autodidacta, que pronto se convirtió en una pieza imprescindible en los teatros y salas de variedades de toda España.
Sus inicios como profesional
La primera referencia periodística la encontramos en 1900, en El Heraldo de Alcoy (Alicante), que incluye una reseña sobre la actuación de “la joven y simpática profesora de guitarra Adela Martín Cubas”:
“La guitarra es instrumento que no admite medianías; son precisas la ejecución y las notables dotes musicales de Adela Martín para que sus cuerdas vibren con la inimitable armonía, que nos recuerda las canciones del pueblo árabe.
Como en presencia de lo bueno somos todos exigentes, no nos dimos por satisfechos oyéndola tocar, del modo magistral que lo hacía, le suplicamos que nos cantase algo que nos transportara a la hermosa Andalucía, y así lo hizo.
La voz de la señorita Martín Cubas no es potente y vigorosa; pero su exquisita gracia y su delicado oído cautivan por completo a quien la escucha.
Cúmplenos felicitarla, animándola para que siga por un camino en el que recogerá aplausos y triunfos”.
Dos motivos nos hacen pensar que puede tratarse de la misma persona a la que posteriormente la prensa citará siempre como “Adela Cubas”: por un lado, la coincidencia en el nombre y la actividad, dado que en esos años son bastante escasas las menciones a “profesoras de guitarra”; por otra parte, el paréntesis temporal que media entre esta reseña y la siguiente, que podría coincidir perfectamente con los cuatro años de “descanso” de la artista, que se apartó de los escenarios tras contraer matrimonio y retomó sus actuaciones al quedarse viuda, según su propio testimonio.
De hecho, a partir de 1904, distintos diarios y revistas dan cuenta de la intensísima labor profesional de Adela Cubas, cuyo nombre aparece en la prensa prácticamente a diario -al menos en esta primera etapa-, vinculado a distintos espectáculos de variedades que se desarrollan en la capital madrileña.
El también llamado “género ínfimo” o “arte frívolo” había llegado a España, desde París, con el cambio de siglo y constituía “un espectáculo para hombres solos”, que
“saboreaban perversamente, como un pecado divinamente satánico, las pantorrillas y los brazos de chiquillas consideradas como agentes de Lucifer, y que en el fondo -y aun en la superficie- eran buenas muchachas, obligadas por un sueldo mezquino a enjaezarse con unos trajes absurdos de hórridos colorines, bordados con lentejuelas, para cantar gachonamente: ‘Tengo dos lunares, el uno junto a la boca y el otro donde tú sabes…’” (Así lo define Carlos Fortuny en un reportaje publicado en el Heraldo de Madrid, 6-8-1928).
Una artista indispensable en el género de variedades
Desde junio de 1904 hasta finales del año siguiente, “la notable profesora de guitarra Adela Cubas” trabaja en el Salón de Actualidades, donde“escucha todas las noches ruidosas ovaciones” (La Correspondencia de España, 26-10-1904), y acompaña con su toque a algunas de las más destacadas figuras del género de variedades, tales como Amalia Molina, Pepita Sevilla, la Fornarina, Pastora Imperio o Candelaria Medina, por citar sólo a algunas. En esa época también comparte cartel con artistas flamencas de la talla de Paca Aguilera y La Macarrona.
Es tal la actividad de Adela Cubas a finales de 1905, que en varias ocasiones la prensa la sitúa de manera simultánea en el Salón de Variedades y en Teatro de Novedades, con espectáculos similares. En el mes de enero se presenta en el Teatro Romea “una de las mejores artistas en la guitarra” (Heraldo de Madrid, 3-1-1906), que acompaña nada menos que a La Niña de los Peines y, unos días más tarde, al cantaor Antonio Pozo, “El Mochuelo”.
En marzo, La Vanguardia anuncia el “debut de la eminente concertista de guitarra, ADELA CUBAS” en el Teatro Tívoli de Barcelona. Allí permanece varias semanas junto a Amalia Molina, y reciben una “ovación cada vez mayor”.
Adela Cubas, imagen de la galería de Mercedes Blanco en Flickr
Tras varios meses en el Cinematógrafo Internacional madrileño, donde comparte cartel con El Mochuelo, en junio se presenta en Alicante el espectáculo “Una juerga andaluza”, con Pilar García, en el que “Adela como consumada profesora de guitarra en el género andaluz, unida con su cantaora, será uno de los nombres que más resuenen” (El Heraldo de Alicante, 1-6-1906).
Unas semanas más tarde actúa de nuevo en Madrid, junto a Antonio Pozo, en el Teatro Fantástico. La siguiente referencia que encontramos es de abril de 1907, en el Cinematógrafo Internacional, donde ambos artistas toman parte en el drama lírico “Carne de tablao”.
En 1908, la prensa sitúa a Adela Cubas en distintas ciudades españolas. En febrero se presenta junto a Amalia Molina en Murcia y Cartagena. La verdad artística le dedica los siguientes elogios: “es una guitarrista muy hábil, de mucha ejecución, y refinado gusto artístico, fue muy aplaudida por el público. Es una gran maestra” (20-2-1908).
Dos meses más tarde regresa a aquellas tierras junto a la cantaora Pilar García, y en octubre actúa en Málaga, primero con la cupletista Conchita Ledesma, y más tarde con El Mochuelo. En ambos casos cosecha muchos aplausos, a juzgar por las crónicas de la época:
“La presencia del excelente cantaor Mochuelo y la incomparable guitarrista Adela Cubas completan el éxito de las secciones, debido a que el trabajo que realizan es digno de admirar. Mochuelo fue aplaudidísimo anoche al cantar unas seguidillas que la simpática guitarrista le acompañó con gran éxito y admiración de todos los concurrentes. Adela Cubas interpretó una jota punteada y cantada con la guitarra, cuyo trabajo es de lo que no estamos acostumbrados a ver por acá, al terminar esta el concurso le hizo un saludo estruendoso” (El Popular, 31-10-1908).
De todo lo visto hasta el momento se puede deducir que Adela Cubas era una artista muy versátil, capaz de tocar una jota, participar en espectáculos de variedades y acompañar a cantaores de flamenco. No obstante, en sus confidencias a Carmen de Burgos, muestra una clara predilección por este género, y en especial por las soleares y los tientos:
“Mis maestros fueron esos pobres ciegos que tocan por las calles…, no he estudiado música jamás, ni quiero saberla. Yo creo que el saber música es incompatible con el flamenco. Cuando se sabe música, no se siente lo flamenco bien. Es un género que los músicos desdeñan; pero ninguno ha podido fijar en el pentagrama el compás de las seguidillas ni de las soleares. Hay algo en ellas que no se puede escribir”.
Asimismo, con un fino sentido del humor, muestra su descontento hacia esa tiranía de la belleza que impera en los espectáculos de variedades, tan en boga en esa época, por considerar que, debido a su físico, su talento no se ve reconocido como merecería:
“Yo soy muy fea, y las mujeres feas en el teatro no hacen suerte, por artistas que sean. No hay quien las empuje, ni periodistas ni empresarios. Y si no se les da bombo no pasan de medianías, no llegan a la fama. Con el trabajo solo no se hace ninguna rica. Yo no me he podido comprar jamás alhajas […]. Cualquier cupletista gana más que yo, aunque acabe de soltar el estropajo”.
Acompañante de cantaores flamencos y directora
En 1909 se anuncia en Salamanca el “gran debut de la célebre y aplaudida guitarrista del género andaluz Adela Cubas, y de la notabilísima cantadora Pilar García, reina del nuevo cante flamenco. Espectáculo fino y culto, pudiendo asistir sin reparo todas las clases sociales” (El Adelanto, 26-1-1909). Las críticas posteriores se refieren a ella como una excelente guitarrista, “que sabe lo que se trae entre manos” (El Castellano, 29-01-1909); “pocas veces hemos oído artista tan notable en su género: demuestran nuestras afirmaciones los grandes aplausos que todas las noches recibe del público” (El Castellano, 02-02-1909).
En marzo volvemos a encontrar a Adela en el Novedades madrileño, donde participa en una función benéfica. A partir de septiembre, y durante cinco meses, figura en el cartel del Teatro Nuevo, junto a un heterogéneo elenco de artistas de variedades, y acompañando a los cantaores Mochuelo Chico y Manuel Pavón.
Con este último forma pareja artística durante todo 1910. Juntos actúan en Vitoria y Zamora. Pasan la primavera en varios teatros madrileños, como el de la Latina, donde son “objeto de grandes demostraciones de simpatía” (La Correspondencia de España, 20-4-1910); el Romea, en el que presentan con gran éxito el espectáculo “Una fiesta andaluza” y comparten cartel con La Argentinita; y el Olimpia.
Adela Cubas, revista Pathé Frères, en Nuevo mundo, 15-6-1911
En el mes de julio emprenden una nueva gira por Barcelona y Portugal. A juzgar por las reseñas que aparecen en prensa, y a diferencia de lo que suele ser habitual, parece que el protagonismo de la pareja recae sobre la guitarrista, convertida además en directora de uno de los números. Así, La Correspondencia de España anuncia el debut, en el Teatro Gayarre de la ciudad condal, de “Adela Cubas, celebérrima y aplaudidísima tocadora de guitarra, acompañada de su cantaor Pavón” (4-7-1910). Unos días más tarde, La Vanguardia informa sobre la despedida del espectáculo, en la que “la simpática Adela Cubas, en atención a sus admiradores tocará escogidas piezas de su repertorio con guitarra y para finalizar se pondrá en escena: Una Juerga en Sevilla, dirigida por Adela Cubas y tomando parte toda la compañía” (19-7-1910).
Tras su periplo estival por Setúbal y Lisboa, donde el público “no se cansa de aplaudir la maestría de Adela Cubas en la guitarra, como la de Pavón en el cante del ‘garrotín’” (Eco Artístico, 5-8-1910), ambos artistas regresan a Madrid, donde se anuncian durante varios meses en Lo Rat Penat “Adela Cubas, la admirable ‘tocaora‘ de guitarra, reina del flamenco y su compañero el notable ‘cantaor’ Manuel Pavón” (La Correspondencia de España, 27-8-1910). Allí presentan con gran éxito su “Fiesta andaluza”, dirigida por Adela Cubas.
Una vez disuelta su colaboración artística con Pavón, la guitarrista pasa el primer trimestre de 1911 en el Teatro Gayarre de Barcelona, donde acompaña, sucesivamente, el cante de Emilia Benito, Olivares y el Mochuelo Chico.
En abril, de regreso a Madrid, la “notabilísima concertista de guitarra […] mostró una vez más su buen gusto y maestría, siendo ruidosamente ovacionada” (Eco Artístico, 25-4-1911) en el Salón Luminoso.
Durante los meses siguientes, en el Teatro Príncipe Alfonso, Adela Cubas participa junto a La Argentinita y Amalia Molina en la revista “Pathé Frères” y, posteriormente, en el espectáculo “Mirando a la Alhambra”, un “Cuadro verdaderamente español, típico, con ambiente y colorido. […] una brillante página andaluza, que transmite al espectador una sensación completa de las canciones y de los bailes de aquella región privilegiada” (La Correspondencia de España, 19-06-1910).
Adela Cubas, Mirando a la Alhambra, en Blanco y Negro, 25-6-1911
A propósito de este número, Adela Cubas cuenta a Carmen de Burgos la siguiente anécdota: “De pronto se me rompieron cuatro cuerdas… y la obra no pudo continuar. Entonces se vio que aunque el público aplaudía a las artistas que tomaban parte, ellas solas no podían hacer nada… lo fundamental, lo indispensable, era la pobre guitarrica”. En cualquier caso, según la prensa de la época, el espectáculo fue un gran éxito. De hecho, durante los meses de verano siguió representándose en el Teatro Parisiana.
En agosto, la guitarrista inicia una nueva etapa de colaboración con El Mochuelo. En el Trianón Palace llevan a escena su “Fiesta andaluza”, junto a la Macarrona y Lola la Chavala, entre otros artistas. La prensa la califica de “guitarrista única” y “sin rival tocadora”.
En otoño actúan ante el público vallisoletano, que les aplaude calurosamente; viajan a Castellón, donde son “ruidosamente ovacionados”, y a Sevilla. Allí vuelven a coincidir con la Macarrona y el triunfo es tal que El Imparcial publica lo siguiente:
“ADELA CUBAS.- Con éxito muy grande ha debutado en el Salón Imperial, de Sevilla, esta notabilísima guitarrista, incomparable en el difícil arte de Tárrega. Triunfar en Sevilla, donde tanto buen guitarrista se encuentra y donde tiene su cuna la música flamenca fina, vale por una consagración definitiva. Adela Cubas es, por lo tanto, desde ahora, la primera guitarrista de España” (25-11-1911).
Adela Cubas, Fiesta Andaluza, en Nuevo Mundo, 24-9-1911
En 1912 la pareja continúa de gira. En enero, en Valencia “siguen los aplausos para el famoso cantaor El Mochuelo y la incomparable profesora de guitarra Adela Cubas” (Eco Artístico, 25-1-1912). En marzo, en el barcelonés Teatro Gayarre se presenta un “programa sin rival en calidad”, en el que participan, entre otros artistas, “el auténtico MOCHUELO con la eminente guitarrista ADELA CUBAS” (La Vanguardia, 19-3-1912).
El éxito y las ovaciones son constantes durante todo un mes, en el que la prensa les dedica elogios como éste: “El Mochuelo y Adela Cubas continúan en la ‘casa’ oyendo grandes aplausos. ¡¡Qué manos tiene Adela!! Si tuviera usted una Administración de Loterías y esas mismas manitas para expender billetes, se había acabado la miseria” (Eco Artístico, 15-4-1912).
Tras debutar en Palma de Mallorca, ambos regresan a Barcelona, donde siguen cosechando éxitos y alabanzas durante varias semanas en distintos locales, y en octubre se presentan en Bilbao. En 1913 continúan los viajes. Debutan en Elche y de allí pasan a Cartagena. La prensa local destaca que, “en obsequio a las señoras, Adela Cubas tocará varios números con la guitarra con la maestría y sentimiento que ella sabe hacerlo. Acompañará luego a Amalia Molina y al Mochuelo […] El teatro se verá rebosante de público, que bien lo merece el escuchar a Amalia Molina y Adela Cubas” (El Eco de Cartagena, 23-1-1913). Unos días más tarde, ambos artistas “obtienen cuantiosos aplausos, sobre todo ella, que es una consumada guitarrista y que hace con este clásico instrumento verdaderas filigranas” (Eco Artístico, 25-1-1913).